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30 de diciembre de 2011

Joan Antoni Melé: Espiritualidad y Economía

"Éste es el reto que hoy la humanidad tiene ante sí, el reto de salir de la barbarie y redescubrir la dimensión espiritual de la existencia, una dimensión que le debe llevar a la "experiencia" de que todos somos uno. Esa nueva espiritualidad, basada en la libertad y el amor, nos llevará a una nueva economía que pasará del yo al nosotros y que, liberándonos del consumismo, generará recursos para todos y los espacios necesarios para que desarrollemos esa creatividad que nos hace tan humanos, que nos hace tan únicos. Sólo el miedo nos induce a pensar que eso son utopías, pero el entusiasmo, el coraje y el compromiso hacen que las utopías se conviertan en realidad." (Espiritualidad y política, página 173)




Espiritualidad y economía de Joan Antoni Melé es el décimo capítulo de Espiritualidad y política.

La espiritualidad y la economía aparentemente son dos mundos opuestos entre sí. Dos "realidades" antagónicas, que no pueden coexistir simultániamente, porque la existencia de una excluye la otra y viceversa. Muy al contrario, espiritualidad y economía son compatibles entre sí y además son necesarias. ¿Qué es la Espiritualidad? Por espiritualidad, nos referimos "al mundo intangible a nuestros sentidos aunque muy real para nuestra vida interior". Además, otro aspecto de la espiritualidad es su dimensión trascendente: la verdadera naturaleza humana es espiritual. ¿Qué es la economía? Por economía, nos referimos al mundo de los bienes materiales y al mundo del dinero. El dinero es el representante del poder terrenal. De ahí, su consideración como antagónico a la espiritualidad. El dinero ha usurpado toda la atención de la humanidad, en detrimento de la espiritualidad, desterrada de la escena pública y confinada a la marginalidad. El dinero se ha convertido en el nuevo dios del mundo en substitución al dios celestial. 

¿Pueden coexistir en el ser humano? El ser humano es dual: posee una dimensión espiritual y una dimensión material. La dimensión espiritual nos permite darnos cuenta de la existencia de un "yo", que nos lleva a preguntar cuál es el origen y el sentido de la vida. La dimensión material nos conecta con el cuerpo que habitamos y que comporta unas necesidades que nos obliga a trabajar para poder satisfacerlas. La cuestión es ¿cómo consideramos esa dimensión espiritual? Es decir, ¿Qué imagen de la humanidad prevalece en nuestras mentes?

Joan Antoni Melé esboza dos imágenes sobre la humanidad. La primera hace referencia a los relatos y a los textos antiguos de la humanidad. Muy concretamente, recurre al libro del Génesis para explicar la creación del hombre y de la mujer: "hagamos el ser humano a nuestra imagen y semejanza". La idea de fondo es la existencia de una divinidad creadora de la humanidad. Esta primera imagen de la humanidad puede resultar decepcionante: Primero porque sólo somos una imagen de esa divinidad y segundo porque la voluntad de esa divinidad es la de crearnos a imagen y semejanza suya. La segunda imagen de la humanidad cuestiona a la primera: si estuviéramos hechos a imagen y semejanza de la divinidad, eso significaría, que seríamos capaces de ser libres y capaces de amar, y, por tanto, seríamos seres creadores. Nos lleva a cuestionar el concepto de libertad y de verdad: Para ser libres debemos tener la posibilidad de no serlo,y, por tanto, de no seguir los planes de ninguna divinidad. El error y el mal son inherentes a la libertad. La búsqueda de la verdad es la que nos puede llevar a la conquista de esa libertad. En ese proceso de búsqueda debemos perder de vista esa otra "realidad" narrada en los textos religiosos.

A la par de esas imágenes, ¿cómo concebimos al pensamiento y qué tipo de relación establecemos entre pensamiento-conciencia-espiritualidad? Después del Renacimiento, el desarrollo del pensamiento lleva al despliegue de la ciencia. El ser humano es capaz de descubrir las leyes universales que rigen el universo a través del pensamiento. La existencia de leyes universales implica necesariamente "inteligencia", "voluntad", "intención", "orden" o "permanencia". Nos lleva a indagar sobre la autoría del universo. Este proceso "evolutivo" del pensamiento nos conduce al desarrollo de la conciencia individual y, con ésta, el sentimiento de libertad. El ejercicio de esa libertad individual acaba negando la dimensión espiritual de la humanidad, llegando al punto máximo de ruptura con la espiritualidad. Se ha instaurado la necesidad de demostrar científicamente la espiritualidad. Pero, la dimensión espiritual de la humanidad "no se puede demostrar, sólo se puede mostrar,y, si se quiere, experimentar", como apunta Joan Antoni Melé.

Como hemos dicho, la manera de entender al ser humano- las imágenes que nos formamos de la humanidad- determina nuestro comportamiento como sociedad, y, por consiguiente, el modelo social y económico en el que vivimos. El modelo de sociedad capitalista reduce al ser humano a su dimensión material desposeyéndolo de su dimensión espiritual. A partir de esta visión reduccionista, es fácil adivinar cuáles son las consecuencias sociales de este modelo: el darwinismo social. En el modelo capitalista existe un mercado libre en el que impera la ley de la oferta y de la demanda y en el que intentamos maximizar los beneficios y minimizar los costes. El propio mercado es el que regula sus desequilibrios internos y el que nos llevará a un mayor bienestar social. Entonces, ¿Qué sucede? El mercado libre no regula en absoluto sino más bien es el origen de los profundos desequilibrios de la economía globalizada. El capitalismo no es un modelo económico basado en la libertad sino en modos de vida esclavos. El modelo capitalista está creando y sembrando destrucción a doquier, y esto, sólo puede significar que está infrigiendo todas las leyes de conservación de la vida.

Un último apunte es la relación entre economía, trabajo y dinero y su conexión con la espiritualidad.
¿Qué es la economía? La economía es relación entre seres humanos y consiste en la creación de valor a partir del trabajo y de esa relación humana. La economía es relación entre nosotros y la Tierra que nos lo proporciona todo. ¿Y, el trabajo? El trabajo no es una mercancía que compramos y vendemos a cambio de un salario. El trabajo es algo espiritual que permite relacionar nuestra individualidad con el resto de la comunidad, que nos permite salir de nuestro egoísmo, y descubrir, que formamos una unidad orgánica con la humanidad y con la Tierra. Cuando trabajamos con la voluntad de aportar lo mejor de nosotros mismos a la comunidad, desde la libertad individual, entonces comenzamos a dar un sentido a la vida y a sentirnos felices. Esa conciencia global hacia el trabajo debemos hacerla extensiva al resto de actividades económicas. La recuperación de la espiritualidad juega un papel esencial para alcanzar esa conciencia global. A través de la espiritualidad podemos elevarnos por encima del egoísmo y convertirnos en seres libres. Podemos ponerlo en práctica cada vez que utilizamos el dinero. Siempre tenemos la oportunidad de decidir, mirando por nuestro interés y beneficio, o bien, siendo libres y pensando en cómo nuestras decisiones afectarán a los demás. Todo depende de nosotros. ¿No es maravilloso?

Antes de finalizar, no quisiera pasar por alto el último deseo de Joan Antoni Melé: "Esta nueva espiritualidad, basada en la libertad y el amor, nos llevará a una nueva economía que pasará del yo al nosotros y que, liberándonos del consumismo, generará recursos para todos y los espacios necesarios para que desarrollemos esa creatividad que nos hace tan humanos, que nos hace tan únicos.". Quedémonos con este último deseo.Tengamos el valor de llevarlo a cabo sin miedos, liberarando nuestra creatividad y desarrollando nuestra inteligencia a favor de la humanidad.

10 de diciembre de 2011

Ervin Laszlo: Emergencia global




 "La evolución de la conciencia planetaria es, sin la menor duda, un auténtico imperativo para la supervivencia humana en nuestro planeta. Resulta difícil, en su ausencia, imaginar cómo 7.000 millones de personas pueden vivir en paz... o simplemente sobrevivir. Parafraseando a Gandhi cabría decir: " Vive conscientemente, para que todos podamos vivir". 
(Espiritualidad y política, página 120)"




Emergencia global de Ervin Laszlo es el séptimo artículo del libro Espiritualidad y política.

Ervin Laszlo hace hincapie en la falta de sostenibilidad y en las inestabilidades de las sociedades humanas, en relación a los recursos de la Tierra y a las necesidades de los ecosistemas del planeta. Estas inestabilidades económicas, sociales y políticas junto a la falta de sostenibilidad ecológica de las sociedades humanas están poniendo en serio riesgo la viabilidad de la humanidad y del planeta como conjunto de sistemas vivos que interactúan entre sí. La inestabilidad e insostenibilidad de las actividades humanas ha llevado a una situación de emergencia global que debemos afrontar si queremos evitar una catástrofe global. Debemos actuar conjuntamente, promoviendo acciones globales coordinadas, y, debe existir una conciencia planetaria que respalde estas acciones. Esta conciencia planetaria no puede forjarse, mientras existan creencias, que obstaculizen la voluntad de emprender acciones globales, que nos enfrente a esa emergencia global. El ethos del mundo debe cambiar forzosamente.

¿Qué es una emergencia global? Una emergencia es una situación crítica que atraviesa un sistema cuando ha dejado de ser sostenible y ha entrado en un estado de inestabilidad que obliga a introducir cambios para que no entre en colapso. Una emergencia puede afectar tanto a sociedades humanas como a ecosistemas. Hablamos de una emergencia global, cuando los sistemas vivos del planeta entran en un estado de inestabilidad que los hace insostenibles. Para afrontar una emergencia global necesitamos emprender acciones globales coordinadas.

Las inestabilidades económicas y políticas de las sociedades humanas se debe principalmente a "su segmentación, polarización e incoherencia". Debido a estos niveles, la brecha entre ricos y pobres se ha ensanchado con el paso del tiempo y ha alcanzado magnitudes desproporcionadas. Vivimos en un mundo, donde mil millones de personas disfrutan del 80% del PIB Global mientras que cerca de 6.000 millones deben repartirse el 20% restantes. En la historia de la humanidad, nunca antes había conocido este balance entre quienes poseen la riqueza y quienes no poseen nada o más bien poco. Nunca hemos alcanzado este nivel de polarización y segmentación entre sociedades enriquecidas o prósperas- países occidentales, en su mayoría- y sociedades empobrecidos o pobres- países no- occidentales, también en su mayoría-. La pobreza no sólo reduce la calidad de vida de las personas sino que llega a poner en peligro su probabilidad de supervivencia. En el ámbito estrictamente económico, la inestabilidad se manifiesta en el balance entre la demanda humana de recursos y la oferta de recursos del planeta. La economía global se ha tornado inestable- e insostenible- porque la curva de la demanda humana excede a la oferta decreciente de recursos del planeta. Hemos consumido más recursos naturales, en éstas últimas 7 décadas, que en toda la historia de la humanidad. La capacidad del planeta para regenerarse está en serio peligro. El consumo global está a punto de alcanzar el límite máximo que puede soportar nuestro planeta. Hemos de reinvertir esta demanda que alimenta una economía insostenible - irresponsable y suicida- para ajustarla a una oferta que garantice la regeneración de esos recursos. Esta oferta debe guiarse por las necesidades de los ecosistemas y no por las necesidades de una economía consumista.

Además de las inestabilidades, las sociedades humanas no son sostenibles ecológicamente. Las personas necesitamos el suministro de agua potable, alimentos y aire limpio para sobrevivir. Estos recursos naturales están sobreexplotados o bien están contaminados. Al ritmo actual, no dispondremos de suficientes recursos para mantener a una población cada vez más numerosa. Otro aspecto crítico es los cambios en la composición química de la atmósfera. La concentración de oxígeno en la atmósfera se ha reducido y se ha incrementado el dióxido de carbono, y con ello, la tasa de gases de efecto invernadero. Esta acumulación de dióxido de carbono impide el mantenimiento del equilibrio de los ciclos de los ecosistemas. La ruptura de estos ciclos altera gravemente los procesos de regeneración de la naturaleza. Hemos de restablecer de nuevo la estabilidad de la biosfera para garantizar la supervivencia de la vida en el planeta.


¿Por qué hemos llegado a este punto de insostenibilidad e inestabilidad en las sociedades humanas? ¿Qué nos impide emprender acciones conjuntas de carácter global? El por qué y el qué tienen un mismo origen. Ese origen está en el propio ser humano: nuestra manera de pensar y consecuentemente cómo hacemos frente a los problemas que nos atenaza. Cómo bien apunta, Ervin Laszlo, utilizando una cita de Einstein, "no podemos resolver un problema con el mismo tipo de pensamiento que lo originó", no podemos resolver los problemas complejos de las sociedades actuales con el tipo de pensamiento que los ha creado. Hemos de transformar este tipo de pensamiento y  las creencias que lo sostienen y alimentan. Su persistencia ha impedido a la humanidad, el darse cuenta de la necesidad de emprender una acción global. Cuando somos capaces de transformar este tipo de pensamiento, estamos en disposición de cambiar la conciencia que lo ha contenido. Hemos de identificar qué creencias impiden el alumbramiento de una conciencia planetaria. Las creencias son la llave de la transformación de la actual conciencia basada en intereses nacionales hacia una conciencia planetaria basada en la interdependencia e interrelación de la humanidad. El fracaso -o el éxito- de la humanidad en unirse y comprometerse en proyectos globales, depende en gran medida del desarrollo de esta conciencia planetaria, sin la que no podrá ser viable nuestro futuro en la Tierra, y, sin la que no podemos hacer frente a esta emergencia global.

2 de diciembre de 2011

Leonardo Boff: Una revolución todavía por hacer

"¿Por qué es urgente que se incorpore esta revolución paradigmática? Porque ella nos proporcionará la base teórica necesaria para resolver los actuales problemas del sistema- Tierra en proceso acelerado de degradación. Nos permite ver nuestra interdependencia y mutualidad con todos los seres. Formamos, junto con la Tierra viva, la gran comunidad cósmica y vital. Somos la expresión consciente del proceso cósmico y responsables de esta porción de él, la Tierra, sin la cual todo lo que estamos diciendo sería imposible. Porque no nos sentimos parte de la Tierra, la estamos destruyendo. El futuro del siglo XXI y todas las COP dependerá de que asumamos o no esta nueva cosmología. Verdaderamente, sólo ella nos podrá salvar. "
(Espiritualidad y política, página 32)


Una revolución todavía por hacer del teólogo brasileño Leonardo Boff es el primer capítulo del libro Espiritualidad y política que vamos a comentar en este blog.

¿De qué revolución habla Leonardo Boff?¿Por qué urge este cambio de paradigma cosmológico? ¿Qué relación guarda esta necesidad de revolución y cambio paradigmático con la actual crisis global y con el futuro del planeta? ¿Cuál es nuestra responsabilidad en este proceso de cambio? En una revolución todavía por hacer, Leonard Boff intenta definir y trazar este proceso de cambio y de transformación del actual paradigma cosmológico dominante, heredado de la revolución copernicana, que introdujo la modernidad, a la par, que se produce un cambio y una transformación de nuestra conciencia individual y colectiva en una nueva conciencia planetaria, donde prevalezca la unión de los seres humanos entre sí, la unión de la humanidad con la Tierra, con el universo y con la energía que emana del Todo. Estamos hablando de una transformación de las mentes y de los corazones de los seres humanos, a partir de esa unión de mentes y corazones, se origina una unidad de mayor complejidad en el proceso evolutivo, que Leonardo Boff llama Noosfera. De este modo, puede iniciarse una nueva historia: la historia de la Tierra unida con la humanidad y con ello una revolución en la cosmología, en la forma de percibir y comprender a la humanidad, al universo y a la vida. Esta es la cosmovisión de Leonard Boff que vamos a desarrollar más extensamente en los siguientes párrafos.

Estamos ante una bifurcación trascendental para la supervivencia de la especie humana, del conjunto de seres vivos del planeta y de la Tierra como sistema- organismo vivo. Esta bifurcación la expresa Leonardo Boff a través de un mensaje claro y preciso:
"La actual crisis económica está colocando a la humanidad ante una terrible bifurcación: o sigue al G-20 que insiste en revitalizar a un moribundo- el modelo vigente del capitalismo globalizado-  que ha provocado la actual crisis mundial y que, si continúa, podrá llevarnos a una tragedia ecológica y humanitaria, o intenta un nuevo paradigma que coloque a la Tierra, la vida y la humanidad en el centro y a la economía a su servicio, y entonces hará nacer un nuevo estadio de civilización que garantizará más equidad y humanidad en todas las relaciones, comenzando por las productivas."
Veamos, cómo se desarrollo ese dilema entre continuar como estamos o cambiar la cosmovisión dominante en Una revolución todavía por hacer. Pues, empecemos por el comienzo de todo.

¿Cuál será el próximo paso? Esta es la primera pregunta que debemos plantearnos. El actual paradigma basado en la dominación de la naturaleza está agotado. Es un hecho. Hemos explotado los recursos naturales intensivamente estas últimas décadas de una manera irresponsable e insostenible. Indiscutiblemente, hemos de cambiar este paradigma de la dominación. Hemos de hacer frente a dos cambios fundamentales según Leonardo Boff:
  1.  Apostar por la exploración y el cultivo del capital espiritual frente a la explotación del capital material de la Tierra. La centralidad del capital espiritual reside en la vida, en el amor, en la relación con los otros y en la capacidad de trascendencia. 
  2. Dar paso al surgimiento de un ser humano con un capital espiritual inagotable. Descubrir ese capital espiritual inagotable en nosotros y empezar a organizar la vida y la sociedad a partir de él.
¿Cómo hemos llegado hasta esta situación de crisis? ¿A esta ruptura y transformación del paradigma de la dominación? La crisis actual- ecológica, sistémica, cosmológica- es y responde a una crisis de la humanidad. ¿Por qué? El origen de esta crisis subyace en un concepto pobre de la humanidad: sólo contempla su propio ego. La vida humana se desarrolla en condiciones óptimas cuando equilibramos el ego con el nosotros y la competición con la cooperación. Tenemos que guiarnos por un concepto de la humanidad más integrador. De lo contrario, siempre permaneceremos en crisis, que serán menos económicas y financieras, y más de humanidad.

¿Cuáles son los fundamentos de este paradigma cosmológico de la dominación? ¿Cuál es su motor? ¿Hay algo más implicado en esta crisis de paradigma? ¿Cuál es la alternativa a esta cosmología? La crisis del paradigma de la dominación subyace en la ruptura de la cosmología clásica que partía de una visión mecanicista y antropocéntrica del universo. En esta cosmología, las cosas están ahí sin conexión entre sí, regidas por leyes mecánicas. No poseen valor intrínseco per se. El ser humano se sitúa fuera y por encima de la naturaleza. Esta cosmología partía de unos falsos presupuestos:

  1. El hombre podía producir y consumir de forma ilimitada dentro de un planeta limitado.
  2. La competición y la búsqueda del interés individual producirían el bienestar general.
  3. El dinero representaba el valor mayor.
Son estos presupuestos, los que han llevado la crisis al ámbito de la ecología, de la política, de la ética y de la economía. 

El motor de esta cosmología de la dominación es la razón. Es, en palabras de Leonardo Boff, "El mito fundador de la modernidad reside en la razón, que desde el tiempo de los griegos, es el eje estructurador de la sociedad. La razón crea la ciencia, la transforma en técnica de intervención en la naturaleza y se propone dominar todas sus fuerzas. Para esto, según Francis Bacon, el fundador del método científico, se debe torturar a la naturaleza hasta que entregue todos sus secretos. Esta razón cree en el progreso ilimitado y crea una sociedad que se quiere autónoma, de orden y progreso. La razón promovía la pretensión de prever todo, manejar todo, controlar, organizar todo y crear todo. Ocupaba todos los espacios. Envió al limbo otras formas de conocimiento. " La dictadura de la razón ha creado la sociedad del mercado fundamentada en el productivismo y el consumismo. Esta sociedad ha entrado en crisis. Ante este panorama, no debemos abdicar de la razón sino combatir su arrogancia y criticar su estrechez de miras. Con todo esto, quiero expresar que el predominio de la razón instrumental - o si, se quiere expresar de otra manera, el abuso de la instrumentalización de la razón - conduce a esta crisis multidimensional que estamos padeciendo hoy en día. Ese predominio es a mi juicio el origen- el "pecado"- de la crisis multidimensional actual que va más allá de crisis específicas de ámbitos concretos( economía, ecología, sociedad, alimentación...). Lo que está verdaderamente en crisis es el conjunto, el paradigma en sí, tal como apunta el propio Leonardo Boff. La razón "instrumental", como motor de ese paradigma cosmológico de la dominación, entra en cuestión.

¿Hay algo más implicado en esta crisis de paradigma? La crisis actual va más allá de sus distintas dimensiones- ecológica, alimentaria, energética...-. Es además y sobretodo una crisis de la ética. Ha quedado en entredicho la confianza necesaria en el funcionamiento del sistema. Es imprescindible la existencia de valores éticos fundamentales para encontrar un equilibrio aceptable en el sistema. Sin la existencia de estos valores serían impensable la perdurabilidad del sistema. Está en juego la quiebra del sistema por la ausencia - o el cuestionamiento- de la confianza.  Esos dos valores son la buena voluntad y la importancia de la cooperación. La buena voluntad se presupone en cualquier acción: " o la buena voluntad es buena, o no hay buena voluntad". Es el presupuesto primero de toda ética. Entonces, la buena voluntad debe ser reclamada a todos. Al entrar en crisis la buena voluntad, por falta de confianza o credibilidad en el propio sistema, entra en crisis el propio paradigma. La importancia de la cooperación es esencial para el mantenimiento del sistema: "si vivimos uno al  lado de otro(nebeneinander) y no uno junto con el otro(miteinander), acabaremos estando uno contra otro(gegeneinander)." Esta premisa se puede aplicar a la actual crisis: o todos colaboran para alcanzar una solución incluyente o no habrá soluión para nadie. La crisis se profundizará y acabará en tragedia colectiva. Al igual que la buena voluntad, la entrada en crisis de la cooperación - e interdependencia, en el fondo-, por falta de confianza o de credibilidad en el propio sistema, entra en crisis el paradigma subyacente. La crisis de los valores básicos de la ética- la buena voluntad y la importancia de la cooperación- hace zozobrar los propios cimientos del paradigma.

En definitiva, la crisis de los fundamentos, el cuestionamiento de la razón y la crisis de los valores de la ética han precipitado a este paradigma cosmológico de la dominación al vacío. Y, han dado cobijo al nacimiento de un nuevo paradigma alternativo a éste último. Este nuevo paradigma que Leonardo Boff describe en una revolución todavía por hacer y que quiere reemplazar a la actual cosmología de la dominación.

¿En qué consiste este revolucionario paradigma? A mediados del siglo XX, aparece una nueva cosmología. Esta nueva cosmología ve el universo como un todo en el que el espacio, el tiempo, la energía, la información y la materia son dimensiones de un único gran Todo. El cosmos es un organismo vivo que se autorregula, se adapta, evoluciona y, en situación de crisis, busca un nuevo equilibrio. La Tierra- Gaia- es un planeta vivo. El universo y la Tierra se guían por la emergencia de órdenes cada vez más complejos y concientes. Nosotros somos la parte conciente e inteligente del universo y de la Tierra. Por el hecho de ser más concientes, podemos enfrentarnos a las crisis, detectar el agotamiento e inventar nuevas formas de producir, consumir y convivir. Necesitamos abrirnos a esta nueva cosmología. Introducir cambios en el modelo de producción y de consumo que nos salvaría y que sería más conforme a la lógica de la vida, a los cíclos de la Tierra y a las necesidades humanas.

En la actual crisis, está surgiendo una nueva conciencia planetaria. El ser humano está hominizando todo el planeta. La Tierra y la humanidad están formando una única entidad global. Estamos viviendo, en palabras de Leonrdo Boff, "un nuevo proceso evolutivo en el planeta y en la historia de la humanidad." La historia de la humanidad se dirige hacia una etapa más avanzada del proceso evolutivo, la de la Noosfera. Noosfera expresa la unión de mentes y corazones, originando una unidad más compleja. Es, el comienzo de una nueva historia, la historia de la Tierra unida a la humanidad.

Un último aspecto a comentar en una revolución todavía por hacer es la relación entre ecología y economía. Concretamente, se habla de dos tipos de ecologías con sus respectivas economías. Haciendo referencia al trabajo del filósofo noruego Arne Naess en los años 70. Naess establecido un doble distinción entre ecología superficial y ecología profunda. La ecología superficial sería aquella que "separa el ser humano de la naturaleza y lo coloca fuera, y por encima de la misma, presuponiendo que las cosas sólo tienen sentido cuando le son útiles a él." La ecología superficial la podríamos identificar con la cosmología de la dominación. La ecología profunda, en cambio, sería aquella que "ve el entrelazamiento ser humano- naturaleza, afirma el valor intrínseco de cada ser, y se da cuenta de que todo está inmerso en un tejido de relaciones, que forma la comunidad de la vida. Hay un Todo orgánico y lleno de propósito, y el ser humano es capaz de identificar el hilo conductor que lo liga y religa todo, y lo llama Fuente Originaria de todo el ser, base de valores infinitos(veneración, amor, justicia) que llenan de sentido la vida humana." La ecología profunda ayuda a la ecología superficial a autolimitarse y a no ser destructiva. Esta ecología podemos identificarla con el paradigma de Leonardo Boff.

Aplicando estas definiciones de ecología al ámbito de la economía, la economía superficial sería aquella que se centra solamente en ella misma, en una palabra, en el PIB, sin preocuparse por la ruptura de la autorregulación de la Tierra y la dilapidación de los recursos de la naturaleza. Su lógica es la de un sistema cerrado, como si la economía fuese todo en la sociedad. La economía profunda, en cambio, retomaría el sentido originario de la economía como la "técnica y arte de atender a las necesidades de la casa". Extrapolándolo a este caso, la Casa Común sería la Tierra. La economía profunda respectaría los propios ciclos de regeneración de la Tierra. A su vez, habría una nueva forma de organizarse socialmente, de distribuir  el poder y de disponer de un conjunto de valores que darían sentido a la vida social y que humanizaría las relaciones en el seno de las sociedades humanas. El economista profundo pensaría: ¿cómo podemos resolver los problemas de la economía? y no ¿cómo podemos resolver los problemas de la humanidad? El cambio de pregunta implica un cambio de respuesta. Para que se produzca este cambio, debe producirse la quiebra de esta cosmovisión de la dominación que establece la dictadura de la economía como máxima. Sólo así, podemos poner a la economía en su lugar, en el conjunto de la sociedad. Entonces, la economía sería parte de la política, que sería parte de la ética, que a su vez, sería parte de la espiritualidad. La economía superficial sería incorporada dentro de la profunda.

16 de mayo de 2011

Descripción e Ideas básicas del libro Lyotard y lo inhumano. Segunda Parte

En resistir el inhumanismo, nos presenta la figura de Lyotard. Lo inhumano (1988) es una colección de ensayos, apenas conectados entre sí, donde se describe dos tipos de inhumanismo. El primero es el capitalismo avanzado con su apetito expansivo y su innovación tecnológica interminable. El segundo es la inteligencia artificial (IA) y la vida artificial (VA), con su imperativo colonialista, un imperativo que el capitalismo hace lo posible por expeditar.

El capitalismo no contempla los intereses del individuo que está subordinado al sistema en nombre del progreso. El capitalismo busca la eficiencia y eficacia del sistema: el objetivo es el ahorro de tiempo. El desarrollo se ha vuelto un fin en sí mismo para el capitalismo, y tras haberse apropiado de la ciencia, se perfila para aumentar su eficiencia, produciendo mayores ganancias y un mayor poder. El desarrollo jamás se verá satisfecho. Si no lo controlamos nos guiará hacia una cultura basada en principios inhumanos. Lyotard llama a la resistencia ante esta cultura. El modelo humano que subyace a este movimiento de resistencia está basado en la reflexión y en la respuesta a los acontecimientos tal y como suceden antes que la eficiencia del sistema de producción. Este último aspecto muy criticado por Lyotard en su libro “Condición Postmoderna”: “La tecnología es un juego que atañe a la eficiencia. Una jugada es “buena” cuando resulta mejor y/o gasta menos energía que otra”. Bajo tal régimen la moralidad desaparece. Las simpatías de Lyotard siempre recaen sobre aquello que el sistema no puede armonizar, sinónimos del concepto de “diferencia”. El inhumanismo trata de erradicar de la naturaleza humana la diferencia. Sin la diferencia, según Lyotard, se pierde lo humano.

¿Puede seguir habiendo pensamiento sin cuerpo? El cuerpo que es propio de la humanidad es colonizado por lo inhumano bajo la forma de la inteligencia artificial. El ensayo de lo inhumano se presenta en forma de diálogo entre Él- Lyotard- y Ella- tecnología-. Él- Lyotard- propone que la muerte del sol es la única cuestión seria que enfrenta la humanidad y sugiere que para resolverla hay que reducir todo a un problema: “Cómo hacer posible el pensamiento sin cuerpo”. Según Lyotard, la tecnocracia, presionada por el desarrollo, está preocupada por mejorar la eficiencia operativa de los sistemas tecnológicos hasta el punto que lo humano se vuelve irrelevante para el proceso. El desarrollo quiere expansionarse de forma indefinida y cualquier cosa que restrinja esa dinámica interna es registrada como un problema a ser superado, mediante mayores niveles de eficiencia operativa. Una vez superado lo humano, lo único que le queda a la expansión del desarrollo es la muerte del sol. La tecnocracia trabaja con el fin trascenderla.

El desarrollo se interesa por el pensamiento porque garantiza su supervivencia. Lyotard cree que el pensamiento puede ser preservado pero debe ser pensado desde el pensamiento humano y no desde un pensamiento computarizado. Para ser digno de ser preservado, el pensamiento debe ser algo más que simple razonamiento lógico. Debe llevar consigo el elemento creativo que caracteriza a la humanidad. Describe el pensamiento como un proceso amorfo e indeterminado similar a cómo se forman las nubes. El movimiento del pensamiento tiene una cualidad ajena al funcionamiento tecnológico: la reiteratividad que caracteriza a la tecnología. El pensamiento humano resiste frente a la precisión y al confinamiento del pensamiento computarizado.

Todos los intentos, por considerar los ordenadores como formas de vida alternativas a otra forma de vida, fracasan, cuando los requisitos que Lyotard establece para esa condición no se cumplen. De las “máquinas pensantes” no se puede decir que piensen en ningún sentido humano del término. Los ordenadores carecen de la impredecibilidad del pensamiento humano, similar a la nube. Son demasiado eficientes y demasiado orientados hacia el funcionamiento. Los ordenadores están direccionados y carecen de ese elemento de creatividad que desafía las reglas, inherente a lo humano. Sin esta creatividad no puede existir o darse el “pensar”.

Aparece en escena, “Ella”- la tecnología-  identificando otro problema para cualquier programa que intente reemplazar a las personas por máquinas pensantes: el problema de género. El cuerpo humano tiene género. La diferencia sexual es algo que llevamos implícito. La tecnociencia sospecha de esta diferencia porque nos lleva al impredecible mundo del deseo. El deseo complica la tarea a la tecnociencia. “Ella”- la tecnología-  insiste que el deseo tendrá que ser introducido en las máquinas pensantes. Para que la inteligencia artificial – IA- devenga en vida artificial- VA- debería incluir no sólo el sufrimiento y el género sino también el compromiso con la diferencia. La tecnociencia está incapacitada por naturaleza para adoptar este compromiso. Ésta aspira a un control completo que se extiende hacia el futuro y que significa la eliminación no sólo de la diferencia y sino también del tiempo. Lyotard teme que la tecnología este conduciéndonos a este proceso. El mensaje es claro: No se puede separar el pensamiento del cuerpo. En caso de que se haga, debe hacerse imitando la experiencia de estar “dentro” de un cuerpo.