24 de mayo de 2019

Aprendizaje y memoria a lo largo de la vida.

Antes se creía que sólo los cerebros de los niños eran plásticos pero ahora sabemos que la neuroplasticidad se conserva a largo de la vida de un ser humano. La neuroplasticidad sustenta tanto el aprendizaje como la memoria, aún así existen periodos óptimos - o sensibles- durante los cuales unos aprendizajes concretos pueden ser más efectivos. Véamos a ver en cada una de las etapas vitales de las personas cómo afecta a la memoria ya sea ésta, explícita o implícita y al aprendizaje específico y/o en general. 

Durante el desarrollo fetal, el cerebro experimenta diferentes reorganizaciones, especialmente de su cableado. Tras el nacimiento, el número de conexiones neuronales se incrementa exponencialmente, superando en muchas ocasiones a los niveles del cerebro adulto. El propio cerebro va ajustando el exceso de número de conexiones, las conexiones más utilizadas se refuerzan y las que menos utilizamos se van eliminando. A este proceso se le conoce como la "poda neuronal". Las conexiones que sobreviven o bien desaparecen depende de los genes o de las experiencias en el medio. El desarrollo del cerebro no sigue unas pautas temporales concretas. En la corteza visual se produce durante los 3 primeres meses de vida un aumento muy rápido de sinapsis y después se da una disminución progresiva hasta estabilizarse entorno a los 10 años. En cambio, en la corteza frontal se inicia más tarde el proceso de sinaptogénesis, poda neuronal y mielinización. Su maduración no se inicia hasta la adolescencia y no se estabiliza hasta la tercera década de vida. Disponemos de datos suficientes sobre el desarrollo cerebral que, en todas las culturas se adquieren a la misma edad, siempre que se reciba la estimulación adecuada antes que se inicie la escolarización. 

Si hablamos de los primeros recuerdos de nuestra infancia vienen a la mente episodios y sucesos fragmentados y aislados. Lo normal es no recordar nada de lo vivido antes de los 2 o 3 primeros años de vida debido a la amnesia infantil temprana. La formación de recuerdos autobiográficos no aparece hasta al final del segundo año de vida. De los recuerdos anteriores a los 11 años, menos del 1% de registros eran de antes de los 3 años. Esto es en lo referente a la memoria explícita y autobiográfica porque existen otras memorias que están operativas desde el nacimiento: las memorias implícitas. 

En relación a la memoría implícita en las primeras etapas vitales, en el último trimestre de gestación, el feto es capaz de aprender y recordar a través del uso de las memorias implícitas o procedimentales. El feto es capaz de procesar el sonido del habla de la madre. Es capz de distinguir el lenguaje de la música y aprender a responder a esos estímulos con patadas. El feto es sensible a determinadas características del lenguaje y de la música. Prefieren la voz de su madre tal como la perciben dentro del útero y también fuera de éste a cualquier voz femenina. Los tres primeros días después del nacimiento prefiere escuchar su lengua materna antes que otras lenguas.

Respecto a las memorias en la adolescencia y en la vida adulta, en la corteza frontal de una preadolescente, entre los siete y los trece años, se produce simultáneamente un incremento de la materia gris y un aumento de las sinapsis. En esta etapa, tiene lugar los procesos de poda neuronal y de incremento de la substancia blanca, la mielina, y este incremento continua en la adolescencia hasta la tercera década de vida. Estos cambios en el cerebro adolescente, son los que permiten que aparezcan una serie de capacidades cognitivas como las funciones ejecutivas, como la memoria de trabajo, atención selectiva y sostenida, planificación de tareas futuras, inhibición de conductas inadecuadas, toma de decisiones o resolución de problemas. El cerebro adulto sigue conservando una gran plasticidad que permite aprender habilidades y destrezas y memorizar contenidos y conocimientos necesarios para adaptarse al nuevo entorno. 

La memoria nos engaña.

Normalmente pensamos que nuestra memoria registra y que almacenamos fielmente los objetos, personas y acontecimientos y los recuperamos posteriormente fielmente. Pero, realmente, no es así. Cuando se forman los recuerdos no siempre se ajustan a la realidad y lo mismo ocurre al recordarlos y recuperarlos. Para entenderlo debemos saber que los procesos de codificación intervienen alterando esos recuerdos. Nuestra percepción del mundo no necesariamente corresponde con lo que está sucediendo en la realidad. En la percepción se dan dos tipos de procesos: los ascendentes - bottom-up- de abajo arriba en que los datos de la información que proporcionan los sentidos son determinantes y los descendentes- top-down- en que están presentes los conocimientos y expectativas de la persona en un contexto determinado. En los procesos descendientes- top- down- , los estímulos son ambiguos y el nivel de interpretación de la percepción es mayor. En este caso, la evocación de un recuerdo puede ser poco fiable.

En cuanto a los errores que se producen cuando se transfiere la información de la memoria a corto plazo a la memoria de largo plazo, en el proceso de reconstrucción de ese recuerdo, posterior a la percepción, intervienen los esquemas semánticos que tiene cada persona entre los que se incluyen los estereotipos y los prejuicios que dispogamos. Nuestro cerebro, en vez de percibir y recordar los detalles de una persona, un objeto o acontecimiento se sirve de unos esquemas semánticos previos ya almacenados en nuestra memoria. Eso significa que ese recuerdo concreto es fragmentario, cuando quisiéramos recuperarlo, estaremos obligados a rellenar los huecos que faltan de acuerdo con las expectativas y conocimientos previos que tengamos respeto a esa persona, a ese objeto y a ese acontecimiento. Este proceso estará condicionado por los estereotipos y/o prejuicios que tengamos. El grado de incidencia del estereotipo y/o prejuicio dependerá del si somos nosotros o bien es el esteriotipo y/o prejuicio quien prevalece. También, la información que se nos presente después de un suceso puede alterar o distorcionar un recuerdo de este.

Loftus, estudioso de la memoria humana, analizo la fiabilidad de los recuerdos. Según sus estudios dar a la gente detalles erróneos puede alterar lo que recuerda de eventos pasados. Este fenómeno se conoce como "efecto desinformación." Existen además otros dos fenómenos más sobre el falseamiento de recuerdos: parece ser que la gente tiende a recordarse mejor de lo que era y cuando no hay una sugestión externa que plantee esos recuerdos, lo hacemos solos. 

22 de mayo de 2019

La memoria prospectiva: cómo se crean los recuerdos del futuro.

En 1985, D. H. Ingvar acuñó la expresión "recuerdos del futuro" donde se avanzaba que imaginar el futuro se basa en los mismos mecanismos que se emplean para recordar el pasado. Los seres humanos son prospectivos y propositivos. Nos proponemos metas para el futuro que guían nuestro comportamiento y existen como imágenes mentales del futuro convertidas en la mente. Nuestro comportamiento depende tanto de las memorias del pasado como de las memorias del futuro. Cuando imaginamos y proyectamos acciones o acontecimientos futuros estamos sirviéndonos de la memoria del pasado, de las acciones que nosotros hemos realizado.Toda acción planeada para el futuro requiere el recuerdo de acciones realizadas con anterioridad. Planificar para el futuro es recrear el pasado de una manera nueva; así, la corteza prefrontal convierte el cerebro humano en predictor de las propias acciones y sus consecuencias. 

La memoria prospectiva que nos permite elaborar planes de acción futuro tiene otro componente relevante. Es lo que llama Ramachandran "estar al mando" de nuestras acciones y de creer que habríamos podido actuar de otro modo si así lo hubiéramos decidido. Esta característica de la memoria prospectiva que acabamos de definir juega un papel muy importante en la identidad personal, en las relaciones sociales y en la justicia penal. 

La memoria de trabajo: los recuerdos que no se consolidan.

Kandel también descubrió las claves de la transformación de la memoria a corto plazo en la memoria de largo plazo. Sin embargo, existe un tipo de memoria, la memoria de trabajo que nos permite realizar actividades cognitivas básicas como la comprensión, el razonamiento o la resolución de probblemas que no requieren esa transformación de la memoria a corto plazo a memoria a largo plazo. Antes de analizar la memoria de trabajo, recordemos que existe tres tipos de memoria según el criterio temporal y el modelo multialmacén de Atkinson y Shiffrin(1968): memorias sensoriales, memoria a corto plazo y memoria a largo plazo. 

En las memorias sensoriales, la información sensorial es retenida brevemente - escasos segundos- en la memoria sensorial. Allí se registran las sensaciones y se exploran las características de los estímulos. Parte de esta información es recodificada en memoria a corto plazo, donde puede retenerse durante 20 segundos a través de la repetición. Cuanto más tiempo permanezca en la memoria a corto plazo, más posibilidades tiene de ser transferida a la memoria a largo plazo. Ahora vamos a hablar de la memoria a corto plazo que es aquélla que debe mantenerse activa durante esos veinte segundos de los que hablábamos. La duración de la memoria a corto plazo tiene que ver con el relieve de la información, con la motivación y con la calidad de la misma. La memoria a corto plazo consiste en un sistema de almacenamiento de la información con características como la capacidad de almacenar siete elementos, más o menos dos, y la duración de hasta unos 20 segundos. En cambio, la memoria de trabajo hace referencia a las operaciones que mentalmente realizamos con la información, elaborándola y reorganizándola para resolver problemas. Podríamos decir que la memoria de trabajo supone un plus en relación con la memoria a corto plazo: además de ser un sistema de almacenamiento de información, opera con ella, la organiza y elabora continuamente y la recupera cuando conviene. La memoria de trabajo está comprometida cuando tenemos que realizar dos tareas simultáneas que requieren recuperar e intercambiar información de las dos tareas. La corteza prefrontal tiene un papel crítico en la memoria de trabajo. Lesiones en esta área cerebral constata déficit de la memoria de trabajo. Por último, la memoria de trabajo no es solo una memoria operativa en el presente; también opera en el futuro, tiene un carácter prospectivo, anticipa objetivos, planes y acontecimientos que se desean o que se piensan que ocurrirán. 

14 de mayo de 2019

Eric Kandel: las claves de la codificación y el almacenamiento de la memoria

Eric Kandel, neurofisiólogo estadounidense, estudió los mecanismos neuronales del aprendizaje de un organismo muy simple, la Aplysia. Le interesó muy concretamente el reflejo comportamental - la retracción de la branquia- aparentemente modificable por habituación y sensibilización que recordemos que son las formas más elementales de aprendizaje. Kandel comprobó que un leve estímulo en la piel activaba neuronas sensoriales, que generaban en un conjunto una señal, un potencial sináptico, en cada de las neuronas motoras, haciéndolas disparar potenciales de acción que producían a su vez un comportamiento: la retracción de la branquia. Kandel afirmó además que dependiendo del tipo de estímulo a la que fuera expuesta la Aplysia, las respuestas de su sistema nervioso sería diferente, sus conexiones sinápticas se debilitarían o bien se fortalecerían. Reformuló así la hipótesis de Cajal: la experiencia es capaz de modificar la intensidad de las conexiones sinápticas interneuronales. Kandel abrió ventanas en el estudio neurobiológico de la memoria y con sus estudios constato que la anatomía del circuito neuronal "estructura apriorística", es decir, anterior a la experiencia, mientras que las modificaciones de conexiones neuronales dentro del circuito neuronal refleja la influencia de la experiencia. La persistencia de las modificaciones neuronales son la base de la memoria. Kandel investigó los pasos genéticos y moleculares intermediados, los mecanismos de formación y consolidación de la memoria.

Respecto a la fase de construcción o codificación de la memoria, defendió que tanto la memoria implícita com la memoria explícita existen diferentes etapas donde se codifican los recuerdos. Tras la codificación de los recuerdos, estudia su almacenamiento. Ambos procesos están estrechamente relacionados. La consolidación de un recuerdo a largo plazo requiere de un cierto tiempo. Kandel formuló 3 principios del almacenamiento de la memoria a largo plazo: El primer principio, para que la memoria a largo plazo se ponga en acción es necesario que se expresen ciertos genes, es decir, que la información que guarda cada gen se transcriba en proteínas. El segundo principio, hay limitaciones biológicas respecto a las experiencias que se pueden almacenar en la memoria. El tercer principio, el desarrollo y el mantenimiento de las nuevas terminales sinápticas de la memoria a largo plazo hacen que la memoria persista. 

13 de mayo de 2019

Cómo funciona la memoria: Neuroplasticidad y memoria.

En este capítulo, cómo funciona la memoria, vamos a analizar qué sabemos sobre cómo codificamos y almacenamos los estímulos que nos llegan del exterior y cómo, posteriormente, evocamos nuestros recuerdos. 

Vamos a empezar por hablar sobre neuroplasticidad y memoria. Ya Santiago Ramón y Cajal a finales del siglo XIX expuso cómo las modificaciones en las sinapsis eran la base del aprendizaje y también de la memoria. La plasticidad neuronal tenía un papel central en los mecanismos de aprendizaje y de memoria. Cajal intuía que la memoria está estrechamente relacionada , así como los cambios y procesos, con el funcionamiento interno de las sinapsis, es decir, de los cambios que se producen dentro de las sinapsis. No es hasta los trabajos de Donald Hebb y su trabajo "La organización de la conducta" donde se establecerá las bases neuronales del aprendizaje y de la memoria y se introducirá una serie de ideas nuevas. A saber: Donald Hebb propuso el principio básico de la formación de la memoria: "tras un estímulo provocado por una percepción o una experiencia se producen cambios químicos en la neurona, que se excita más cuando esos estímulos coinciden en el tiempo repetidamente." Además, de explicar cómo se forma la memoria también intenta explicar cómo podemos recuperar un recuerdo que hemos almacenado: " cuando dos estímulos llegan simultáneamente por vías separadas a una neurona producen cambios sinápticos en su membrana, unas modificaciones que facilitarán la transmisión de impulsos a través de la misma". El hallazgo novedoso es que uno de esos estímulos por sí solo, sin necesidad de la presencia del otro, sería capaz de excitar a la neurona y activar nuevamente la red neuronal. Donald Hebb apuntaba al sistema nervioso como base del aprendizaje y la memoria y realizó una serie de experimentos para conocer cuáles eran los efectos de la experiencia sobre el cerebro y la conducta. Unos de sus primeros estudios fue con un grupo de ratas jóvenes. Las dividió en dos grupos: El primer grupo crecieron en la cocina de su casa y el segundo grupo, el de grupo de control, se criaron en jaulas de laboratorio. Al finalizar el experimento, Donald Hebb les realizó un "test de inteligencia" a las ratas. Ese test consistía en resolver una serie de laberintos. Las ratas de casa obtuvieron resultados mucho mejores que las de laboratorio, concluyendo que la inteligencia y la conducta en general están influidas por la experiencia. Una idea revolucionaria para su época. Donald Hebb extrajo la idea de que las personas criadas en ambientes estimulantes alcanzarían un mejor nivel de desarrollo intelectual, mientras que personas criadas en ambientes empobrecidos sufrirían limitaciones en ese desarrollo. Un ambiente es más o menos empobrecido en función de la cantidad y la calidad de los estímulos recibidos.

El segundo gran hito en los estudios sobre neuroplasticidad y memoria fue los estudios de Michael M. Merzenich en 1972. A partir de los estudios de Wilder Penfield, se sabía que en una determinada zona del cerebro se encuentra representado un mapa de nuestro cuerpo. Eso permitió que Penfield desarrollará el famoso "homúnculo de Penfield": "un mapa motor cortical que representa el cuerpo como un pequeño hombre distorsionado." Con los estudios de Penfield, Merzenich se propuso completar las investigaciones de Penfield, utilizando primates. Para cartografiar mejor el córtex cerebral de los primates, introducía un electrodo en la corteza cerebral que registraba las sensaciones de la mano, logrando un mapa de las neuronas responsables de esas sensaciones o bien cuando seccionó el nervio sensorial de diversos primates con la intención de observar qué sucedía cuando se producía una lesión en el sistema nervioso. Descubrió que los nervios sensoriales volvían a desarrollarse y el cerebro recuperaba su funcionamiento normal. Este descubrimiento rompió con la concepción, hasta ahora vigente, según la cual la estructura del cerebro adulto era fija e inalterable. Merzenich demostró que el cerebro adulto podían darse "restructuraciones neuronales rápidas." Merzenich prosiguió con sus investigaciones sobre la plasticidad neuronal en el cerebro de primates adultos. Buscaba conocer cuál era el papel relevante de los genes y la experiencia en la neuroplasticidad. Uno de sus experimentos le dió la clave: la experiencia modifica el cerebro de esos animales. Por último, los estudios de Thomas Ebert demostraron cómo el tamaño de la representación de una zona corporal en la corteza depende de la intensidad y duración de su estimulación. Las investigaciones de Ebert demostraron que los cambios estructurales del cerebro se llevan a cabo más fácilmente durante los primeros años de vida. 

8 de marzo de 2019

¿Cómo se distribuye nuestra memoria en el cerebro?

En el estudio de la memoria, se ha producido un cambio de paradigma: el paso de la teorías modulares del cerebro a los modelos de redes neuronales. También, el paso de modelos experimentales que pretendían localizar la memoria en áreas cerebrales muy concretas a otros modelos que consideran la memoria como una propiedad de todas las redes y sistemas neuronales. En paralelo se han descubierto redes neuronales- nodos- específicas para diferentes tipos de memoria y se han propuestos modelos de arquitectura neuronal que recogen tanto las características de los sistemas neuronales interactivos y distribuidos por todo el cerebro como las características de los de dominios corticales más propios de memorias concretas.

El neurocientífico Joaquín Fuster fue uno de los primeros en cuestionar la teoría modular del cerebro. Para este autor, la memoria surgía de la "gran red que es el cerebro" y propuso un nuevo paradigma para explicar cómo funciona la memoria. Estableció tres principios:
- El primer principio, las memorias son redes de neuronas interconectadas, distribuidas por la corteza cerebral.
- El segundo principio, propone un modelo jerárquico que organiza los diferentes tipos de memoria en dos grandes grupos en función de si se encargan de guardar la información sensorial- memoria perceptiva- o bien por las áreas motoras, responsables de la conducta, del "hacer" - memoria ejecutiva-.
- El tercer principio, es que una sola neurona o grupos de neuronas puede formar parte de muchas memorias y que pueden encontrarse en cualquier punto de la corteza cerebral. De ahí, las redes neuronales estén superpuestas y entrecruzadas y que sus extensiones e interconexiones puedan llegar a ocupar amplias regiones del córtex.

En los dos tipos de memoria, que propone en su paradigma, la memoria perceptiva y la memoria ejecutiva, podemos distinguir diferentes subtipos ordenados jerárquicamente. Con respeto a la memoria perceptiva, están repartidas principalmente por la corteza- lóbulos temporales, parietales y occipitales- e incluyen las experiencias sensoriales, todos los recuerdos y conocimientos adquiridos por estas memorias perceptivas. Desde el punto de vista jerárquico, la memoria perceptiva va desde lo sensorial a lo conceptual en general. Con respecto a la memoria ejecutiva, están distribuidas  sobre todo por el córtex frontal. Incluye conocimientos y el recuerdo de acciones adquiridas por la experiencia al actuar sobre el entorno físico y social. En el nivel inferior reside la corteza motora primaria, que es la memoria motora filogenética, encargada de coordinar los movimientos más simples, aquellos que son innatos y producto de la evolución, y sobre ello se formarán las distintas memorias motoras y ejecutivas del individuo. En el nivel superior, hallaremos los planes de conducta, la creatividad y las decisiones. Ambas memorias se retroalimentan en el denominado "ciclo percepción- acción". En este ciclo, recibimos unos estímulos perceptivos que procesamos y a través de los cuales ejecutamos unas acciones que modifican nuestro entorno. Estos cambios producirán a su vez nuevas percepciones que generaran nuevas acciones. Y así, incesantemente. 

17 de febrero de 2019

Tipos de memoria implícita II: Los aprendizajes por condicionamiento.

Un tipo de memoria implícita es la llamada memoria condicionada. Es un tipo de memoria que no somos conscientes de su existencia así como de su control. En el siglo XX, se ha estudiado el aprendizaje que conlleva la memoria condicionada: el condicionamiento clásico de Pavlov y el condicionamiento operante de Skinner. 

Para la supervivencia de cualquier especie es necesario saber qué estímulos ambientales son peligrosos y cuáles son inofensivos. Pavlov a través del condicionamiento clásico pudo demostrar como organismos vivos- perros- aprendían a responder a estímulos neutros o débiles como si fueran peligrosos o dañinos. A este proceso de aprendizaje, se le conoce con el nombre de sensibilización. La sensibilización no es permanente sino que dependerá de si vuelve o no a producirse el estímulo o bien si éste se presenta repetidas veces como inofensivo. A esto, se le conoce como habituación. Tanto la habituación como la sensibilización son tipos de conducta que implican procesos de memoria implícita. Algunos autores no consideran que sean formas de aprendizaje porque no son procesos asociativos como si lo serían el condicionamiento clásico o el condicionamiento operante. Otros, sin embargo, sí los consideran formas de aprendizaje. Son formas primitivas y elementales de aprendizaje porque son modificaciones de la conducta como resultado de la experiencia. En cualquier caso, podríamos establecer una distinción entre aprendizaje no asociativo - sensibilización y habituación - y aprendizaje asociativo- el condicionamiento clásico y operante- tanto unos como otros siguen los mecanismos de la memoria implícita. 

12 de febrero de 2019

Tipos de memoria implícita I: Las habilidades motoras y las cognitivas.

En la memoria implícita, existen una serie de destrezas motoras que nos permiten recuperar sin necesidad de atención consciente, información de cómo realizar actividades como la conducción de coches, caminar o escribir. Este tipo de habilidades motoras se desarrollan a partir del repertorio de la propia especie y de las capacidades de cada individuo. Aunque, nacemos con esas estructuras cerebrales específicas, donde se albergará esas habilidades motoras, es a partir del tercer mes de vida cuando ya están funcionando. Dada la importancia del aprendizaje de esas habilidades motoras es lógico que ocupe amplias regiones de nuestro cerebro.

En el aprendizaje de estas habilidades motoras está implicado los sistemas neuronales corticales inicialmente, pero, con la práctica, la memoria se desplaza a otros sistemas neuronales como los ganglios basales, que se activan cuando existen y se consolidan los automatismos. Es entonces cuando la ejecución de una destreza motora va a requerir de menos atención y control y se va a ejecutar con mayor velocidad y precisión. En determinadas ocasiones, el aprendizaje inicial de una destreza motora se hace imprescindible la observación. No es fácil adquirir un hábito motor, como por ejemplo, aprender a bailar el tango a través de instrucciones verbales. Resulta más sencillo si observamos a personas bailar y después las imitamos. De esa manera, aprendemos observando.

Por último, dentro de la memoria implícita, encontramos además de las destrezas motoras también habilidades cognitivas como el cálculo mental y las operaciones mentales repetitivas cuyo proceso de aprendizaje también observamos el desplazamientos de los sistemas corticales y frontales durante el aprendizaje de esas habilidades cognitivas, a los ganglios basales y al cerebelo al alcanzar su automatización. 

30 de enero de 2019

La memoria y sus características: La memoria emocional, a caballo entre la memoria explícita y la memoria implícita.

La memoria emocional puede considerarse una categoría de transición entre la memoria explícita y la memoria implícita. No queda muy claro si la memoria emocional es una variedad de la memoria implícita, o bien, es una memoria específica en sí misma, pero sí, podemos decir que ocupa un lugar propio entre la memoria implícita y la memoria explícita. Este tipo de memoria está a caballo entre ambas memorias. Por ejemplo, podemos sentir miedo ante determinadas situaciones de forma consciente pero también en otras circunstancias en las que no somos conscientes de ello. 

La amígdala desempeña un papel clave en la memoria emocional. La amígdala está estrechamente conectada con diferentes regiones del cerebro como las estructuras corticales temporales y con el resto de la corteza cerebral. También envían señales al hipotálamo y al tronco encefálico. Establece conexiones con el córtex prefrontal, permitiéndole valorar las consecuencias positivas o negativas de los estímulos que recibe y los acontecimientos. La extirpación de la amígdala provoca el llamado síndrome Klüver- Bucy, demostrando el papel central que juega la amígdala en las emociones. 

Por último, el neurocientífico Joseph Le Doux, especialista en el estudio del cerebro emocional, estudió como la consciencia del peligro tiene un componente innato y otro aprendido. El miedo es una emoción fundamental para la supervivencia de los seres vivos gracias a él minimizan su expansión a animales, objetos o lugares peligrosos. El componente innato del miedo es el procesamiento automático de la información sensorial que recibimos, desencadenando como respuesta una reacción vegetativa como la sudoración de las manos, las taquicardias o los temblores de piernas o manos. Mientras que, el componente aprendido del miedo consistiría en evitar animales, lugares u objetos específicos que asociamos con el riesgo. Una lesión en la amígdala interferiría tanto en el componente innato como en el componente aprendido del miedo que hemos descrito, incapacitando tanto dar respuestas innatas como adquiridas.