Los tres capítulos anteriores hablamos sobre tres tipo de fallo de mercado: la concentración, las externalidades globales y los problemas de información. En este capítulo, los desequilibrios globales, vamos a centrarnos en los desequilibrios transfronterizos. Se está produciendo un aumento del desequilibrio comercial y de capitales a nivel global. Al mismo tiempo, se discute si debe haber o no una intervención política al respecto: "Mientras, los países que tienen grandes déficits comerciales, Estados Unidos en especial, se muestran más receptivos a los argumentos 1.0 a favor del proteccionismo y el mercantilismo como formas de reducir los requisitos externos de préstamo." En la primera mitad del capítulo, Pankaj Ghemawat se centra en los desequilibrios de capital. Centrándose, en los desequilibrios comerciales y de inversión entre EE.UU. y China. Mientras que, en la segunda mitad, se centra en los desequilibrios demográficos entre diferentes regiones del mundo y como se podría mitigar con una mayor "migración transfronteriza."
Los desequilibrios de capital tienen relación con los desequilibrios comerciales. En una economía cerrada no existe ningún desequilibrio entre ambos: "el comercio es cero y los ahorros equivalen a la inversión." Es el comercio el que "hace de brecha entre los ahorros y las inversiones." Si un país tiene superávit comercial, sus ahorros superan a la inversión nacional, y si tiene déficit comercial, justo el fenómeno contrario. A falta de otros flujos de capital, hay que añadir la balanza comercial y la balanza de pagos. ¿Qué son?: "El ahorro nacional menos la inversión nacional equivale a la balanza comercial: exportaciones menos importantes. Y añadiéndole otros tipos de flujos de capital, los ahorros menos las inversiones se convierten en el equivalente a la balanza de pagos: la balanza comercial más renta neta de los factores de producción exterior y el pago de transferencias netas." Los superávits o los déficits crónicos a nivel nacional implican mayores desequilibrios que tienden a acumularse. Estos efectos tienen repercusión en la inversión internacional de un país. Respecto a los desequilibrios de la balanza comercial, han aumentado estos últimos años a nivel mundial. El motivo fundamental es la demografía: "Advirtamos de momento que la relación entre edad y propensión al ahorro es muy intuitivo: los jóvenes no pueden ahorrar demasiado y muchos piden préstamos para ganarse los estudios; los adultos ahorran en su etapa laboral, pero luego se gastan los ahorros durante la jubilación. Esto sugiere, entre otras cosas, que puesto la parte de la población de ahorradores principales llegará a su máximo en los países desarrollados mucho antes que en las economías emergentes, los desequilibrios- con los mercados desarrollados incurriendo cada vez más en déficits de balanza comercial y los mercados emergentes, en superávits- irán aumentando hasta 2025." Sin embargo, la demografía no explica totalmente los actuales desequilibrios de balanza comercial.
Éste es el caso de China y EE.UU. Pankaj Ghemawat acuña el término "Chimérica" para describir la relación entre los dos países que se caracteriza por un superávit comercial de China y por un déficit comercial de EE.UU. ¿Cuáles son sus efectos? Pankaj Ghemawat lo resume así: "El superávit de China se añade a sus reservas de moneda extranjera, como lo hacen sus adquisiciones de moneda extranjera que entra en el país, destinados a mantener bajo el dinero chino. Estas reservas se utilizan para financiar los préstamos adicionales del gobierno estadounidense- China es el mayor poseedor del mundo de tesoro estadounidense- y ayudar a apuntar el dólar. Esto, a su vez, alimenta el consumo de Estados Unidos y los déficits comerciales, perpetuando los desequilibrios." ¿Cómo un país como China ha podido financiar el déficit de balanza comercial de Estados Unidos? Para poder comprenderlo, hay que analizar las balanzas comerciales de ambos países. Existen desequilibrios internos- una brecha entre ahorro e inversión- como externos- déficits comerciales y "disparidades monetarias"- entre China y EE.UU que explican esos desajustes entre las balanzas comerciales de ambos países.
El siglo XXI es el "siglo del envejecimiento", dejando atrás al "siglo del crecimiento de población", que había sido el siglo XX. La población mundial llegará a los 9.000 millones a mediados del siglo XXI. Detrás está la llamada "transición demográfica" que está consolidada en los países ricos, "pero en etapas distintas y progresando a ritmos diferentes por el mundo en vías de desarrollo." La relación entre demografía y economía ha evolucionado desde los planteamientos maltusianos. Las investigaciones actuales indican que no hay efectos positivos ni negativos del crecimiento de población sobre la renta per cápita. Sí, sobre la distribución por edad de la población: "Una gran cantidad de niños como en Níger o una amplia proporción de jubilados como en Japón representan que cada trabajador ha de mantener a más dependientes, lo cual dificulta la acumulación de riqueza." Una solución a estos desequilibrios demográficos es el aumento de las migraciones. Dicho aumento suscita miedos en la población receptora de la inmigración. Actualmente, los flujos migratorios son menores que los flujos de capital y de mercancias, con sólo un 3% de la gente viviendo fuera de su país, "la misma proporción que hace 50 años." ¿por qué no se ha disparado el número de inmigrantes? "La respuesta es que mientras los beneficios de la migración netos después de su coste han subido, han aumentado las barreras para bloquear su crecimiento." Las políticas de la mayoría de los países están más centradas en restringir que en facilitar la migración. La mayoría de las migraciones no son a países desarrollados: "El 60% de la migración desde países en vías de desarrollo es hacia otros países en vías de desarrollo. Un 37% es de países en vías de desarrollo a países desarrollados, y el resto 3% es desde países desarrollados a países en vías de desarrollo." También, la mayoría de los que emigran "se quedan dentro de sus regiones natales; un 60% se va a un país con la misma religión principal, un 40, a un lugar en el que se habla el mismo idioma principal, etcétera." ¿Cuáles son los beneficios de la liberalización de los flujos transfronterizos? Para los inmigrantes que se trasladan de un país pobre a uno rico, "tienen enormes beneficios económicos, culturales, administrativos y geográficos." Sin embargo, también existen miedos a la inmigración en los países receptores y en los países emisores.
En los países receptores, el flujo constante de inmigrantes crean tensiones en los mercados laborales. Los "trabajadores nativos" temen que la llegada de inmigrantes signifique una mayor competencia, sueldos menores y mayor desempleo. Y, esto sería cierto, "si todos los trabajadores fueran idénticos y la demanda de mano de obra fuera fija." Pero, la realidad es que el trabajo de los inmigrantes sustituye parte del trabajo de otros nativos, ayudándoles a mejorar sus perspectivas de empleo y sueldo." Al mismo tiempo, los inmigrantes "precisan bienes y servicios en las economías a las que se incorporan, lo cual crea trabajo adicional para los nativos." Quizás, si deberíamos preocuparnos acerca del impacto de las migraciones sobre los trabajadores no cualificados o con baja cualificación de los países desarrollados. La inmigración puede ayudar a corregir los desequilibrios demográficos en los países desarrollados aunque no es nunca la panacea. Las migraciones pueden ser útiles, "pero también plantean cuestiones difíciles sobre cómo gestionar las transiciones y reforzar los requisitos de regreso, a la vez que se respetan los derechos y los intereses de todas las partes implicadas." De modo que la inmigración debe formar parte de un conjunto de políticas: impulso de la productividad, incremento de la fertilidad, etc. Nunca sustituyen a estas políticas. No, como única medida. Otros miedos relacionados con la inmigración que cabe prestar atención, son "los miedos culturales y administrativos." Desde el punto de vista cultural, habrá quien quiera evitar la inmigración para preservar "el carácter étnico e histórico-cultural de sus comunidades." Y, desde el punto de vista administrativo, existe la creencia de que la inmigración puede disparar los niveles de delincuencia. Otro miedo "administrativo" es el uso de los servicios de bienestar por parte de los inmigrantes, suponiendo una sangría de estos recursos para los países receptores. La insistencia en estos argumentos refleja según Pankaj Ghemawat,"la convicción "todo o nada" de que hay una cantidad fija de prosperidad de la que disfrutar, y que si se la llevan los inmigrantes, quedará menos para repartir entre los nativos."
En los países emisores, el gran miedo es "que la fuga de cerebros o la partida de profesionales cualificados marchándose a ganar sueldos superiores a los países ricos priva a la economía local del talento y se lleva los beneficios que cabría esperar de la escasa inversión que el país ha hecho en educación." Esta preocupación se contrarresta por los beneficios que reciben los países emisores, cuando los emigrantes se marchan al extranjero. El beneficio más evidente son las remesas. Por otro lado, los emigrantes "traen de vuelta conocimientos a sus países en vías de desarrollo." Así, la movilidad de los trabajadores cualificados "dista mucho de ser una pérdida pura o una fuga de cerebros para los países en vías de desarrollo."
Los desequilibrios de capital tienen relación con los desequilibrios comerciales. En una economía cerrada no existe ningún desequilibrio entre ambos: "el comercio es cero y los ahorros equivalen a la inversión." Es el comercio el que "hace de brecha entre los ahorros y las inversiones." Si un país tiene superávit comercial, sus ahorros superan a la inversión nacional, y si tiene déficit comercial, justo el fenómeno contrario. A falta de otros flujos de capital, hay que añadir la balanza comercial y la balanza de pagos. ¿Qué son?: "El ahorro nacional menos la inversión nacional equivale a la balanza comercial: exportaciones menos importantes. Y añadiéndole otros tipos de flujos de capital, los ahorros menos las inversiones se convierten en el equivalente a la balanza de pagos: la balanza comercial más renta neta de los factores de producción exterior y el pago de transferencias netas." Los superávits o los déficits crónicos a nivel nacional implican mayores desequilibrios que tienden a acumularse. Estos efectos tienen repercusión en la inversión internacional de un país. Respecto a los desequilibrios de la balanza comercial, han aumentado estos últimos años a nivel mundial. El motivo fundamental es la demografía: "Advirtamos de momento que la relación entre edad y propensión al ahorro es muy intuitivo: los jóvenes no pueden ahorrar demasiado y muchos piden préstamos para ganarse los estudios; los adultos ahorran en su etapa laboral, pero luego se gastan los ahorros durante la jubilación. Esto sugiere, entre otras cosas, que puesto la parte de la población de ahorradores principales llegará a su máximo en los países desarrollados mucho antes que en las economías emergentes, los desequilibrios- con los mercados desarrollados incurriendo cada vez más en déficits de balanza comercial y los mercados emergentes, en superávits- irán aumentando hasta 2025." Sin embargo, la demografía no explica totalmente los actuales desequilibrios de balanza comercial.
Éste es el caso de China y EE.UU. Pankaj Ghemawat acuña el término "Chimérica" para describir la relación entre los dos países que se caracteriza por un superávit comercial de China y por un déficit comercial de EE.UU. ¿Cuáles son sus efectos? Pankaj Ghemawat lo resume así: "El superávit de China se añade a sus reservas de moneda extranjera, como lo hacen sus adquisiciones de moneda extranjera que entra en el país, destinados a mantener bajo el dinero chino. Estas reservas se utilizan para financiar los préstamos adicionales del gobierno estadounidense- China es el mayor poseedor del mundo de tesoro estadounidense- y ayudar a apuntar el dólar. Esto, a su vez, alimenta el consumo de Estados Unidos y los déficits comerciales, perpetuando los desequilibrios." ¿Cómo un país como China ha podido financiar el déficit de balanza comercial de Estados Unidos? Para poder comprenderlo, hay que analizar las balanzas comerciales de ambos países. Existen desequilibrios internos- una brecha entre ahorro e inversión- como externos- déficits comerciales y "disparidades monetarias"- entre China y EE.UU que explican esos desajustes entre las balanzas comerciales de ambos países.
El siglo XXI es el "siglo del envejecimiento", dejando atrás al "siglo del crecimiento de población", que había sido el siglo XX. La población mundial llegará a los 9.000 millones a mediados del siglo XXI. Detrás está la llamada "transición demográfica" que está consolidada en los países ricos, "pero en etapas distintas y progresando a ritmos diferentes por el mundo en vías de desarrollo." La relación entre demografía y economía ha evolucionado desde los planteamientos maltusianos. Las investigaciones actuales indican que no hay efectos positivos ni negativos del crecimiento de población sobre la renta per cápita. Sí, sobre la distribución por edad de la población: "Una gran cantidad de niños como en Níger o una amplia proporción de jubilados como en Japón representan que cada trabajador ha de mantener a más dependientes, lo cual dificulta la acumulación de riqueza." Una solución a estos desequilibrios demográficos es el aumento de las migraciones. Dicho aumento suscita miedos en la población receptora de la inmigración. Actualmente, los flujos migratorios son menores que los flujos de capital y de mercancias, con sólo un 3% de la gente viviendo fuera de su país, "la misma proporción que hace 50 años." ¿por qué no se ha disparado el número de inmigrantes? "La respuesta es que mientras los beneficios de la migración netos después de su coste han subido, han aumentado las barreras para bloquear su crecimiento." Las políticas de la mayoría de los países están más centradas en restringir que en facilitar la migración. La mayoría de las migraciones no son a países desarrollados: "El 60% de la migración desde países en vías de desarrollo es hacia otros países en vías de desarrollo. Un 37% es de países en vías de desarrollo a países desarrollados, y el resto 3% es desde países desarrollados a países en vías de desarrollo." También, la mayoría de los que emigran "se quedan dentro de sus regiones natales; un 60% se va a un país con la misma religión principal, un 40, a un lugar en el que se habla el mismo idioma principal, etcétera." ¿Cuáles son los beneficios de la liberalización de los flujos transfronterizos? Para los inmigrantes que se trasladan de un país pobre a uno rico, "tienen enormes beneficios económicos, culturales, administrativos y geográficos." Sin embargo, también existen miedos a la inmigración en los países receptores y en los países emisores.
En los países receptores, el flujo constante de inmigrantes crean tensiones en los mercados laborales. Los "trabajadores nativos" temen que la llegada de inmigrantes signifique una mayor competencia, sueldos menores y mayor desempleo. Y, esto sería cierto, "si todos los trabajadores fueran idénticos y la demanda de mano de obra fuera fija." Pero, la realidad es que el trabajo de los inmigrantes sustituye parte del trabajo de otros nativos, ayudándoles a mejorar sus perspectivas de empleo y sueldo." Al mismo tiempo, los inmigrantes "precisan bienes y servicios en las economías a las que se incorporan, lo cual crea trabajo adicional para los nativos." Quizás, si deberíamos preocuparnos acerca del impacto de las migraciones sobre los trabajadores no cualificados o con baja cualificación de los países desarrollados. La inmigración puede ayudar a corregir los desequilibrios demográficos en los países desarrollados aunque no es nunca la panacea. Las migraciones pueden ser útiles, "pero también plantean cuestiones difíciles sobre cómo gestionar las transiciones y reforzar los requisitos de regreso, a la vez que se respetan los derechos y los intereses de todas las partes implicadas." De modo que la inmigración debe formar parte de un conjunto de políticas: impulso de la productividad, incremento de la fertilidad, etc. Nunca sustituyen a estas políticas. No, como única medida. Otros miedos relacionados con la inmigración que cabe prestar atención, son "los miedos culturales y administrativos." Desde el punto de vista cultural, habrá quien quiera evitar la inmigración para preservar "el carácter étnico e histórico-cultural de sus comunidades." Y, desde el punto de vista administrativo, existe la creencia de que la inmigración puede disparar los niveles de delincuencia. Otro miedo "administrativo" es el uso de los servicios de bienestar por parte de los inmigrantes, suponiendo una sangría de estos recursos para los países receptores. La insistencia en estos argumentos refleja según Pankaj Ghemawat,"la convicción "todo o nada" de que hay una cantidad fija de prosperidad de la que disfrutar, y que si se la llevan los inmigrantes, quedará menos para repartir entre los nativos."
En los países emisores, el gran miedo es "que la fuga de cerebros o la partida de profesionales cualificados marchándose a ganar sueldos superiores a los países ricos priva a la economía local del talento y se lleva los beneficios que cabría esperar de la escasa inversión que el país ha hecho en educación." Esta preocupación se contrarresta por los beneficios que reciben los países emisores, cuando los emigrantes se marchan al extranjero. El beneficio más evidente son las remesas. Por otro lado, los emigrantes "traen de vuelta conocimientos a sus países en vías de desarrollo." Así, la movilidad de los trabajadores cualificados "dista mucho de ser una pérdida pura o una fuga de cerebros para los países en vías de desarrollo."