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23 de septiembre de 2017

El bienestar en un mundo global.

La sociedad del bienestar depende cada vez más del alcance y el desarrollo de la globalización. Dicha globalización hace referencia a un proceso de integración mundial que incluye diferentes ámbitos: economía, finanzas, cultura, política, movimientos migratorios, etc. La globalización es un proceso muy largo que se ha acelerado después de la Segunda Guerra Mundial. La expansión del libre mercado ha provocado que el sistema de productivo de bienes de consumo esté presente en todo el mundo. El proceso de deslocalización industrial en los países occidentales ha transformado amplias zonas del continente asiático. El éxito económico de algunos países asiáticos ha supuesto la reducción de la pobreza en aquellos países: en 1990 el 81% de la población pobre del mundo vivía en Ásia, mientras que en 2010 se había reducido al 62%. En total, había salido de la pobreza en esos años, un total de 780 millones de personas. Ha crecido la clase media, en unos 525 millones de personas. La OCDE estima que para el año 2030 la clase media asiática representará el 66% de la total mundial. Sin embargo, la reducción de la pobreza así como el aumento del bienestar y el descenso de las desigualdades entre países, ha provocado también que estas mismas desigualdades crezcan en el interior de los estados. Al mismo tiempo, se ha extendido la opinión de la incompatibilidad entre una globalización a ultranza y el desarrollo de los Estados del bienestar. La globalización ha estimulado la competencia entre los países desarrollados para atraer la inversión extranjera, extendiendo la competencia fiscal entre ellos, presionando a la baja sus políticas sociales. Existe el temor, que la globalización, pueda debilitar la capacidad de los Estados para estabilizar la economía y la protección social de los ciudadanos.

El impacto de las crisis económicas en una economía globalizada tiene un efecto sobre el Estado de bienestar, así como su mantenimiento o consolidación a medio y a largo plazo. Los ciclos económicos tienen un efecto tanto en el mantenimiento como en el desarrollo de las sociedades del bienestar en los países occidentales. El reto del futuro del Estado del bienestar es sortear esos ciclos económicos que ponen en riesgo al Estado del bienestar, y, por tanto, que provocan un estrés presupuestario, y, al mismo tiempo, mantener la voluntad política y el prestigio del Estado del bienestar entre la ciudadanía. Éste último aspecto, la legitimidad del Estado del bienestar entre la ciudadanía es fundamental para la continuidad de las políticas del Estado del bienestar así como, la propia existencia del Estado del bienestar en el futuro.

12 de junio de 2017

Retos globales del Estado del bienestar(I)

La crisis económica de 2008 se ha utilizado para cuestionar el modelo de Estado del bienestar en Europa. Sin embargo, también ha servido para defender su vigencia. El modelo del Estado del bienestar ha sido garante de la estabilidad social en tiempos de crisis. Los defensores del Estado de bienestar argumentan que promueven tanto la libertad como la igualdad y que potencia el emprendimiento sin renunciar a la seguridad. Después de su época dorada, durante los años donde dominó el keynesianismo, la mayoría de los países han adoptado una visión más liberal para hacer frente a las crecientes tensiones presupuestarias derivadas del cambio demográfico, de la evolución de la sociedad y de la globalización. Bajo esta visión, la política de austeridad no fue una política improvisada por la Unión Europea para hacer frente a la Gran Recesión en 2008 sino el fruto de un consenso económico que comenzó a fraguarse en 1973 con la crisis del petróleo. La consolidación de un Estado del bienestar mixto, en el que el sector privado está presente en la dotación de servicios o bienes financiados por el sector público. Sin embargo, esta síntesis entre lo público y lo privado ha generado problemas en el equilibrio entre la dimensión económica y la dimensión social sobre todo a raíz de la crisis de 2008. 

El debate fundamental sobre el Estado del bienestar gira entorno a su sostenibilidad financiera y económica y sobre si el crecimiento económico es capaz de soportar la cantidad de recursos para hacer frente a la demanda creciente de bienestar por parte de los ciudadanos. El problema de la sostenibilidad financiera del Estado del bienestar no es nuevo. Desde la crisis del petróleo en los años 70, se ha intentado racionalizar el gasto público buscando una mayor eficiencia y un mayor ahorro. En este contexto, hay que buscar la sostenibilidad del Estado del bienestar. El Estado puede hacerlo a través de la imposición fiscal y el endeudamiento. Respecto al endeudamiento, la política fiscal del Gobierno tiene que ser capaz de limitar el crecimiento de la deuda, y, al mismo tiempo, poder pagarla, sin comprometer el Estado de bienestar. El Estado debe vigilar la acumulación de la deuda por si no pudiera devolverla. De las condiciones que, hacen que, el Estado del bienestar sea fiscalmente sostenible, unas son externas- como el crecimiento económico, la productividad, el impacto de la globalización o la evolución demográfica- y otras son internas, y tienen más que ver con la voluntad de los gobiernos de que dediquen más o menos recursos al bienestar o bien que implanten políticas de redistribución de la riqueza. El modelo del Estado del bienestar en los países del norte de Europa, los servicios públicos básicos se consideran derechos del ciudadano, y, consecuentemente, los gastos sociales no se consideran "gastos" en sí, sino como "inversión", como un medio de potenciar las capacidades y la productividad de las personas. Existe un convencimiento de que esta inversión en el futuro repercutirá en el propio Estado.

Uno de los mayores retos a los que se enfrenta el Estado del bienestar en los países occidentales es la demografía. El crecimiento económico es una de las principales causas de la reducción de la fertilidad en el mundo. En lo que se refiere al Estado del bienestar, el bajo nivel de la natalidad incide en la posibilidad de incrementar el Estado de bienestar porque reduce la población activa y, como consecuencia, se reduce las aportaciones económicas vinculadas al empleo. El Estado de bienestar creciente exige un crecimiento demográfico que está entredicho en los países desarrollados en las últimas décadas por las bajas tasas de natalidad. Las tasas de natalidad en los países europeos son muy bajas además hay que sumar el envejecimiento progresivo de la población europea. Este hecho va a tener efectos en los hábitos de consumo así como en el sistema productivo en las próximas décadas en Europa: habrá un aumento de los servicios sanitarios de la población y una reducción en la demanda en educación y en vivienda por el decrecimiento de la población. A corto plazo, el retraso en la edad de jubilación es una de las consecuencias más inmediatas. Sin embargo, algunos países escandinavos, la financiación de las pensiones se ha hecho depender de los presupuestos y no de las cotizaciones sociales. Además, se ha potenciado la creación de sistemas apoyados en tres pilares: uno público- básico- y dos complementarios, consistentes en un fondo de pensiones privado y otro compuesto por las cotizaciones de las empresas. En todo caso, estas reformas del sistema de pensiones tendrán éxito en sociedades con tasas de natalidad altas y tasas de ocupación elevadas, como es el caso de los países escandinavos.

Parte de esta evolución demográfica se explica por la transformación experimentada por la familia en los últimos 30 años a raíz del acceso de la mujer a la universidad y su incorporación masiva al mercado de trabajo. Nuevamente, los países escandinavos pueden ser un ejemplo a seguir. Las políticas familiares juegan un papel capital. El objetivo es potenciar la conciliación, haciendo compatible la vida familiar con el trabajo, y para ello se dedica más de un 10% del gasto social a esta cuestión y un 3,5% del PIB.


9 de diciembre de 2013

Conclusiones de la revolución de los vikingos

¿Qué conclusiones podemos extraer de la experiencia islandesa? Las raíces de la crisis económica son profundas. Para salir de la crisis y reconstruir la sociedad, hay que hacer un balance de cómo y por qué hemos llegado hasta aquí. Una vez evaluadas las causas de la crisis, tenemos dos opciones: la primera es aceptar la decadencia y el fracaso de "nuestra civilización y de su teoría económica, financiera y monetaria". La otra opción es aceptar el cambio de modelo de civilización y avanzar "hacia ese modelo de nueva democracia política, social, económica y jurídica de forma pacífica, tras la deliberación colectiva de todas las perspectivas y el consenso".

Las lecciones de Islandia podemos resumirlas como: toda crisis es una oportunidad que permite un avance o un retroceso individual o colectivo. Como no podemos evitar la crisis, utilicémosla para construir un nuevo proyecto social. Apostemos por una "revolución" para reformar el sistema financiero, económico, político y jurídico existente. Es posible salir de la crisis: "hay razones para el optimismo y la esperanza porque somos nosotros, los ciudadanos, los que hemos de recuperar el norte y transmitir el rumbo que queremos tomar a nuestros gobernantes".

Tal como resume Elvira Méndez en su libro "La revolución de los vikingos": "La construcción de una sociedad mejor nos corresponde, nadie lo hará en nuestro lugar. Hemos de empezar por nosotros mismos y por nuestras propias circunstancias. Hoy la nación asustada somos nosotros: no es posible huir de la crisis. Ahora debemos preguntarnos: ¿qué puedo hacer yo para avanzar en esa dirección? Ya no sirve negar la realidad sino afrontarla".

La revolución de los vikingos

9 de noviembre de 2013

¿Cómo salir de la crisis? El caso de Islandia e Irlanda.

En el decimotercero capítulo, Islandia, un microcosmos y un modelo alternativo pero relevante, Elvira Méndez explica los dos caminos para salir de la crisis, el primero hace referencia a Islandia y el segundo, a Irlanda.

Islandia toma un camino para salir de la crisis y reconstruir "su sistema bancario, económico, político y social". La salida de la crisis se centra en los mercados de deuda y en el control de capitales. Esta salida se concreta: En primer lugar, por la búsqueda de soluciones desde la soberanía económica de Islandia. Y, en segundo lugar, por el reparto de los costes fiscales que se hace de forma progresiva. ¿Qué lecciones ofrece Islandia a Europa? En materia fiscal, hay margen para aplicar políticas mucho más redistributivas y justas a las actuales. Y, en materia económica y financiera, las políticas están determinadas por los recursos de los que se dispone y por el tipo de economía, ya sea, por una economía integrada en el mercado interior europeo- Islandia- o bien en la UE y en la zona euro- España-. En todo caso, el camino para la reconstrucción económica pasa por la educación de los ciudadanos, el fomento de una "economía real, humana, social y sostenible" y la renovación de la democracia.



Irlanda constituye el otro camino para salir de la crisis. La experiencia irlandesa se resume en:
la crisis financiera que llega a Irlanda en 2008 provoca una grave recesión. Al igual que España, la crisis de deuda soberana irlandesa no fue causada por el déficit público sino que fue consecuencia del estallido de la burbuja inmobiliaria y de la Garantía del Gobierno irlandés sobre los pasivos de los principales bancos. Al contrario que Islandia, Irlanda decide rescatar a los bancos "mediante una garantía pública que protege a todos los depositantes y tenedores de bonos de los bancos irlandeses, desplazando así las pérdidas y la deuda hacia los contribuyentes". Las raíces de la caída de Irlanda se encuentran "en un puñado de economistas, políticos y funcionarios públicos que plantan las semillas y cultivan una filosofía económica y política que ha conducido al país a la bancarrota". En Irlanda, se impulsa una economía de baja fiscalidad que se sostiene sobre fundamentos de barro- inversión extranjera y crédito fácil-.


¿Qué conclusiones podemos sacar para España? Philipp Bagus y David Howden, en su libro Deep Freeze: Iceland's Economic Collapse, compara Islandia con Irlanda. Señalan que el origen de la crisis es común: el fin del acceso al capital en los mercados internacionales. Para estos autores, la primera lección es la importancia de asumir las pérdidas de los bancos. La segunda lección es que la mejora de la competitividad de la economía es más fácil devaluando la divisa que ajustando los salarios reales. Si bien Islandia gana a Irlanda por declarar la bancarrota de los bancos, evitar la socialización de los balances y recuperar la competitividad del país con la devaluación de la moneda, pierde al no poder atraer inversión extranjera, ya que ésta huye de los países con control de capitales: "Irlanda atrae en 2011 una media del 10% del PIB, una cifra que haría soñar a los islandeses". Sólo el tiempo dirá qué modelo es mejor, el camino A, recorrido por los islandeses "de espíritu revolucionario y de forma democrática", o el camino B, ofrecido a los irlandeses por su Gobierno con la ayuda de instutuciones europeas e internacionales de escasa legitimidad democrática.

15 de octubre de 2013

Enjuciamiento del primer ministro islandés Geir Haarde y persecución de la criminalidad financiera y bancaria en Islandia.

En el décimo capítulo, Persiguiendo a los banksters y enjuiciando a un ex primer ministro, Elvira Méndez resume la intervención judicial entorno a la criminalidad de la banca y del sistema financiero en Islandia y el enjuiciamiento del primer ministro islandés, Geir Haarde, por parte de un tribunal especial.

Uno de los avances de la sociedad islandesa tras la crisis es el intento de perseguir la criminalidad en la empresa y la delicuencia económica en el sector bancario. Esto significa investigar y procesar por vía penal a los responsables del colapso y la bancarrota de los bancos islandeses. Se crea una fiscalía especial de delitos económicos. Este organismo investiga las acciones que llevan a la caída de los bancos islandeses.

En 2009, el fiscal general de Islandia contrata a Eva Joly como asesora del equipo de investigadores de delicuencia económica. La fiscalía se centra en prácticas que violan directamente o indirectamente la legalidad a través de la manipulación del mercado, de la compra y venta de acciones de los propios bancos en la bolsa, de los préstamos a personas o entidades afines, etc. Hay que recordar que en el ámbito penal rige la prohibición de leyes retroactivas, preservando así, el principio de legalidad y seguridad jurídica. Sólo aquéllas tipificadas como delitos vigentes en aquel momento pueden da lugar a una investigación criminal.

Otro cosa es el enjuiciamiento del ex primer ministro, Geir Haarde, en 2012. En septiembre de 2010, la mayoría del Parlamento decide procesar al ex primer ministro por negligencia y mala gestión durante 2008. El 28 de septiembre, se autoriza la formación de un tribunal especial llamado Landsdómur- tribunal del país-, por parte del Parlamento islandés, para investigar y procesar a Geir Haarde. Esta medida se toma, por primera vez, en la historia de Islandia. En 2012, el tribunal especial Landsdómur declara culpable a Geir Haarde de negligencia y mala gestión durante 2008. Para la fiscal especial, la ley islandesa califica este tipo de responsabilidad de un jefe de Gobierno. En junio de 2012, empieza a mandarse a algunos responsables financieros de la crisis a la cárcel. Dos directivos de la caja de ahorros Byr fueron condenados a 4 años y medio de prisión por delitos económicos. Si bien, sólo 3 personas han recibido sentencias condenatorios, la fiscalía especial tiene a más de un centenar de individuos bajo investigación por el colapso bancario de 2008.

Mientras tanto, los islandeses sufren las consecuencias de la crisis financiera y económica. "¿Hay libertad y justicia sólo para los ricos?" Iris Erlingsdóttir explica cómo ha funcionado el sistema jurídico en Islandia y cómo se ha diseñado para beneficiar a los ricos y condenar a los islandeses a la bancarrota o a la emigración. Tanto la investigación como el juicio a Geir Haarde revelan"una división de la opinión pública islandesa y una pérdida absoluta de la fe en su clase política dirigente".

11 de abril de 2012

La crisis: crisis del modelo humano

En esta segunda entrega, vamos a sintetizar el primer capítulo del libro Dinero y conciencia ¿A quién sirve mi dinero? El capítulo se titula La crisis: crisis del modelo humano.

Se inicia con una inquietante pregunta: "La pregunta básica es cómo una civilización capaz de crear tan grandes obras en el mundo del arte, de la poesía, de la música o de la filosofía puede mantener cuarenta conflictos armados simultánea y permanentemente en mundo, cómo puede tener la mayor riqueza de la historia a la vez que la crisis económica más profunda e inquietante. ¿Cómo es posible que hayamos podido llegar a tanta contradicción?" Las contradicciones responden a nuestro modo de vida que es, a su vez, causante de las diferentes crisis que padecemos.

Joan Antoni Melé reflexiona y analiza, en este primer capítulo del libro, las diferentes crisis con sus contradicciones. ¿Cuáles son esas crisis? Melé define 5 grandes crisis, a saber:

- Crisis ecológica.
A pesar del progreso científico y tecnológico de las últimas décadas, se ha alcanzado una situación límite a nivel medioambiental. No sólo hablamos de cambio climático sino también de la contaminación de los recursos básicos para garantizar la supervivencia de la vida en la Tierra: el aire, el agua y el suelo. La Tierra está enferma. En la época, de máximo conocimiento científico y técnico, hemos llevado al planeta al borde de la destrucción. Este hecho debería suscitarnos- tal como sugiere Joan Antoni Melé- una serie de interrogantes:
- "¿Cómo es posible?"
- "¿Qué hemos hecho mal?"
-"¿Qué no hemos tenido en cuenta?"
- "¿Qué parte de responsabilidad tengo yo, por acción o por pasividad, en este proceso de destrucción?"
- "¿Hay algo que yo, individualmente, podría hacer para contribuir a un cambio positivo de esta situación?"

- Crisis sanitaria.
Nadie puede negar los grandes avances en medicina, sin embargo, están surgiendo enfermedades que ya constituyen nuevas pandemias: como los más de 50 millones de personas con SIDA, como los millones de afectados con cáncer o por enfermedades mentales.Algo, no marcha bien, cuando esas nuevas enfermedades ponen de manifiesto otro tipo de desequilibrios.
Debemos plantearnos:
-"¿En qué medida depende de nuestro comportamiento ese crecimiento de nuevas enfermedades?"
- "¿Puedo aportar algún cambio positivo que contribuya a invertir esta tendencia?"

- Crisis social.
En el ámbito social, también encontramos contradicciones.Desde los años 80, han surgido asociaciones humanitarias que colaboran desinteresadamente para lograr un mundo mejor. El movimiento "Otro mundo es posible" ha generado un movimiento global favorable a la conciencia social. Deberíamos preguntarnos, si millones de personas en el mundo, no quieren las guerras:
-"¿Cómo es posible que las guerras continúan de forma inexorable, y que no seamos capaces de detenerlas?"
- "¿Qué estamos haciendo mal o qué deberíamos hacer y no hemos hecho, además de manifestarnos?"
- "¿Realmente las guerras son inevitables?"
- "¿Tengo yo alguna responsabilidad en que sigan existiendo esas guerras?"
- "¿Hay algo que yo podría hacer para contribuir a cambiar esa situación?"

- Crisis económica.
A pesar de la crisis económica, nunca había circulado tanto dinero ni se había generado tanta riqueza económica, como ahora. Es cierto. Pero, la crisis económica no es nueva: "tres mil doscientos millones de personas en el mundo no viven en crisis sino en la miseria absoluta." Una tercera parte de esos pobres viven por debajo del nivel de la pobreza. Y, sin embargo, ha habido dinero público para el rescate de las entidades financieras. La globalización ha provocado un crecimiento exponencial de la economía, a la par, un crecimiento de la pobreza, sin precedentes. Pero, un gran porcentaje de ese crecimiento económico ha sido especulativo y no se corresponde con una creación real de riqueza.

- Crisis financiera.
Al colapso de la economía especulativa lo llamamos "crisis". La economía especulativa empezó a crecer con fuerza después de la Caída del Muro de Berlín. El beneficio se convirtió en un fin en sí mismo. Unos pocos se pusieron a especular para que creciera el "dinero" sin producir a cambio ningún bien de consumo. Los bancos se alejaron de la economía real productiva y se centraron en la economía especulativa. La consecuencia fue el estallido de la búrbuja especulativa. El "dinero especulativo" tiene su origen en la codicia de las personas. Esa codicia ha conducido al colapso económico al sistema capitalista. En última instancia, el estallido de la búrbuja financiera nos indica que estamos ante una crisis de conciencia y de valores humanos.

Si el mercado somos todos, si cambiamos nuestra manera de pensar, de actuar y de invertir nuestro dinero, cambiará el funcionamiento y la dirección del modelo económico: "El poder del ciudadano no reside tanto en su voto, como en la dirección a la que dirige su dinero, su forma de consumir." Se puede considerar el ahorro como otra dimensión del consumo. Si la gente piensa exclusivamente en la rentabilidad individual, el dinero se dirigirá a la economía especulativa que "hinchará" de nuevo el globo del "dinero especulativo" hasta que vuelva a estallar.

En la economía especulativa, la preocupación máxima del cliente es la rentabilidad que el banco le ofrece por sus ahorros. Nadie pregunta a dónde se destina "su" dinero. Es frecuente encontrar entidades financieras que invierten los ahorros de sus clientes en sectores o actividades de dudoso carácter ético. Para que cambie esta situación, debemos preocuparnos por el impacto que tienen nuestras acciones sobre los demás y el medio ambiente.

No hay contradicción, con extraer beneficio del ahorro y del trabajo. El beneficio es dinamizador de la vida de una comunidad y un indicador de que los "instrumentos económicos básicos"- el ahorro y el trabajo- se están gestionando correctamente. En este sentido, el beneficio es bueno. Hemos de estar atentos a su perversión: el beneficio se pervierte en el momento en que se busca por sí mismo y se someten a él, el ahorro y el trabajo. El beneficio es la consecuencia de la creación de riqueza, no su causa. Las personas han de poner el dinero donde estén sus valores. Aunque el gesto de una persona parezca insignificante, el gesto colectivo indica las "voluntades colectivas" y los "valores" que constituyen la única base sólida para una convivencia en paz.

Bajo estos criterios financieros, nació la banca ética que se asienta sobre dos pilares: la ética y la sostenibilidad.Pero, ¿Qué es la banca ética? Se trata de un negocio que se basa en la responsabilidad, la confianza, la transparencia y la relación a largo plazo con el cliente. La banca ética huye de la especulación para invertir en la economía real, promoviendo el desarrollo sostenible. A través de la banca ética, podemos cambiar el mundo, cuando comprendemos que el dinero de "uno" es en realidad el dinero de "todos".

dinero y conciencia ¿A quién sirve mi dinero?