Mostrando entradas con la etiqueta Israel. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Israel. Mostrar todas las entradas

25 de agosto de 2014

Crisis demográfica y medioambiental en Israel y Palestina

La primera parte de La cuenta atrás, se subdivide en cuatro apartados:
En ella, se desarrolla los conceptos básicos del libro.

En este primer apartado se plantea 4 cuestiones fundamentales. Primero: ¿"Cuánta gente puede albergar nuestro planeta"? Segundo: ¿"existe una manera aceptable y no violenta de convencer a la gente de todas las culturas, religiones, nacionalidades, tribus y sistemas políticos del mundo de que redunda en su propio interés"?¿"Hay algo en sus liturgias, historias o sistemas de creencias que potencialmente acepte la idea aparentemente antinatural de limitar lo que más naturalmente se nos ocurre, a nosotros y a todos los demás especies: hacer copias de nosotros mismos"? Tercero: ¿"Cuánto ecosistema se requiere para mantener la vida humana"?¿"qué especies o procesos ecológicos son esenciales para nuestra supervivencia"?¿"en qué punto nuestra arrolladora presencia desplaza a tantas especies que a la larga acabamos por expulsar del planeta de lo que dependía nuestra propia existencia hasta que ya es demasiado tarde; algo sin lo que no podemos vivir en absoluto"? y Cuarto: ¿"cómo diseñamos una economía de cara a una población menguante y luego de cara a una población estable, esto es, una economía que puede prosperar sin depender de un crecimiento constante"? Se formulan en paralelo al conflicto entre palestinos e israelíes por la gestión de los recursos naturales y del medio ambiente.

Una de la razones, porque las familias palestinas son tan numerosas, es por el conflicto con los israelíes. Para el demógrafo palestino Tufakyi, el útero de las mujeres palestinas es la mejor arma para la OLP. También, las familias de jaredíes, la minoría religiosa ultraortodoxa de Israel, tienen una descendencia muy numerosa, unos 7 hijos por mujer: "Multiplicar su descendencia se considera la solución frente a los judíos modernos, que profanan su religión, a la vez que la mejor defensa contra los palestinos, que amenazan con superar a los judíos en población en su histórica patria." Su vertiginoso ascenso numérico obliga a incluirlos en las coalicciones políticas que gobiernan Israel. Esa influencia se traduce en privilegios: exención del servicio militar y subsidios por cada nuevo nacimiento. En la Palestina histórica, hay cerca de 12 millones de personas. Los británicos creyeron que esa tierra podría sustentar como mucho 2,5 millones de personas. En la década de 1930, David Ben Gurión argumentó "que no había que pasar por alto la determinación y el ingenio judíos" para transformar Palestina en una tierrra próspera. Estaba convencido de que aquella tierra podía sustentar a 6 millones de personas. Más tarde, el propio Ben Gurión ofrecería premios a las mujeres israelíes que tuvieran 10 o más hijos. Hoy, son los jaredíes los que se duplican cada 17 años. Al mismo tiempo, la mitad de los palestinos están entrando en la edad reproductiva y podrían superar a los judíos israelíes en 2016. Históricamente, una gran parte del crecimiento de Israel, ha dependido de la inmigración de judíos de otros países. Hoy día, son más los judíos que se van, que los que llegan de Estados Unidos. Sin embargo, dado que la tasa de natalidad de los jaredíes "aumenta exponencialmente" es posible que los judíos recuperen la mayoría en 2020. Eso sí, si las cosas siguen igual, a mediados de este siglo, entre Palestina e Israel, se llegará a los 21 millones como mínimo.

Con este parónama exige que nos formulemos 4 preguntas:
"¿Cuánta gente puede albergar su tierra?" Para responder a esta pregunta cabe hacerse otras: "¿Qué gente?" "¿Qué comen?" "¿Cómo se guarecen y cómo se desplazan?" "¿De dónde sacan el agua que necesitan y cuánta hay a disposición?", etc. Las respuestas a estas preguntas-y a otras- exige la aportación de ecólogos, geógrafos, hidrólogos o agrónomos al debate y no sólo de ingenieros y economistas. Pero, la mayoría de las decisiones políticas no las toman ninguno de ellos. Si para algunos, el término "control de la población" evoca el malthusianismo, para los judíos jaredíes es simplemente impensable. No son conscientes de las consecuencias de la duplicación de la población en Israel o Palestina. Menos aún, el aumento demográfico de la población mundial. Detrás se esconde el hambre y la sed que afectan a una gran parte de la humanidad y que se prevé que empeoren durante este siglo. Mientras que la población humana se ha cuatruplicado en los últimos 100 años, el consumo de recursos se ha multiplicado por 17: "Este atracón en el bufet planetario lo han disfrutado relativamente pocos, y a expensas de muchos". Pero el consumo y la población, son 2 caras de la misma moneda. Y, "a medida que esta gira cada vez más deprisa, plantea preguntas que trascienden el ámbito de su dividida nación, porque el mundo entero siente cada vez mayor vérdigo a consecuencia de unas fuerzas que giran vertiginosamente fuera de control."

¿"existe una manera aceptable y no violenta de convencer a la gente de todas las culturas, religiones, nacionalidades, tribus y sistemas políticos del mundo de que redunda en su propio interés"?; ¿" hay algo en sus liturgias, historias o sistemas de creencias que potencialmente acepte la idea aparentemente antinatural de limitar lo que más naturalmente se nos ocurre, a nosotros y a todos los demás especies: hacer copias de nosotros mismos"? Debido al conflicto israelí-palestino, las familias palestinas, que solían tener 5 o 6 hijos, comenzaron a tener más. Todo podría irse abajo, si Israel sigue fragmentando Palestina porque entonces jamás podrá formarse un Estado palestino viable. Pero, si se mantiene como un solo Estado, los judíos se arriesgan a terminar siendo una minoría. La única manera en que una minoría podría mantenerse en el poder sería por medio del apartheid, no de la democracia. Aun así, pasará un tiempo antes de que se reduzca la presión demográfica. Hay otras preocupaciones como son la gestión de la cuenca del Jordán y de los acuíferos. Sólo Israel la gestiona y a Palestina no se le permite explotar nuevos pozos. Además no hay que olvidar que la mitad del agua se destina a la agricultura, que produce solo el 1% de la renta de Israel. Hoy, todos las aguas del Jordán menos un 2% están "ya repartidas cuando dejan el lago. El hilillo que llega al mar Muerto es el sobrante de su paso por campos o piscifactorías, lleno de pesticidas, fertlizantes, hormonas, residuos de pescado y aguas residuales sin tratar." Más del 90% de las aguas negras de Cisjordania fluyen sin tratar al medio ambiente. La mayoría de los residuos sólidos se queman o se dejan pudrir en el desierto. Los asentamientos vierten libremente aguas negras sin tratar en las tierras de los palestinos. Muchos tienen fábricas que no aplican las leyes medioambientales israelíes. Pero Israel no va a dar permiso a los palestinos para construir más plantas de tratamiento de aguas residuales a menos que acepten tratar también las residuales de los asentamientos judíos. Luego está la Franja de Gaza con 1,5 millones de personas en unos 40 kilómetros de largo y entre 6 y 11 de ancho cuya población se duplica cada 12 o 15 años. Sin embargo, se pregunta Alan Weisman: "en otro aspecto, el ecológico, ¿qué importancia tiene su diminuto cajón de arena al borde del mar, y su población conjunta de alrededor de 12 millones de habitantes- apenas una 584ª parte de la población actual del planeta-, en un mundo que se acerca a los 10000 millones de almas?"

"¿Cuánto ecosistema se requiere para mantener la vida humana?" O dicho de otro modo, "¿qué especies o procesos ecológicos son esenciales para nuestra supervivencia?" En la década de 1960, Israel había soltado 50000 pollos bañados en estrictinina para erradicar un brote de rabia atribuido a un aumento de la población de chacales, la cual, a su vez, se debía al aumento de la población humana. Los chacales se alimentaban de los pavos, gallinas, terneros y vacas acumulados en vertederos. A medida que el número de personas iba creciendo y la agricultura se intensificaba, se empezó a utilizar el DDT y los organofosfatos. Aunque actualmente el DDT está prohibido, el volumen de pesticidas por área de cultivo usados en Israel, es todavía el más elevado del mundo desarrollado. Ha supuesto la desaparición de algunas especies de pájaros. Las aves no sólo son "vistosas y musicales" sino también "polinizadoras, difusoras de semillas y comedoras de insectos.": "un par de lechuzas comen alrededor de cinco mil roedores al año. Multiplícalo por 2000. Así los granjeros dejan de usar pesticidas fuertes." Todo esto ha afectado al ser humano: "nuestros recuentos de esperma han bajado ahora un 40%. Nuestras tasas de cáncer han aumentado en esa misma proporción. Todo por las hormonas y pesticidas." En el valle de Jule, al norte del lago Genesaret, es donde inverna la grulla común. En la década de 1950, la marisma de Jule fue drenada a fin de reconvertir la tierra para la agricultura. ¿Qué sucedió entoncés? "Los nutrientes de nitrógeno y fósforo que antaño absorbían, fluían ahora libremente al Genesaret, junto con tanta de turba que la fuente de agua más importante de Israel se hallaba en peligro de convertirse en un estiércol verde pobre en oxígeno." ¿Cuál fue la respuesta? "Hubo que volver o inundar 3000 hectáreas de Jule para evitar la muerte del lago Genesanet. Pero eso era menos de una décima parte del antiguo humedal que antaño alimentaba a las aves acuáticas en su migración." Los granjeros, que amenazaban con envenenar a las grullas, porque arrasaban con sus campos, se consiguió "esparcir miles de kilos de maíz y garbanzos para las grullas y criar peces mosquito en el lago de Jule para las cigüeñas y pelícanos." Hoy en día, las 30000 grullas son una atracción turística: "Un espectáculo surrealista en este árido corredor, donde quedan tan pocos sitios húmedos para unas aves que vuelan la tercera parte de una vuelta completa al mundo para reabastecirse. Si Jule desapareciera por completo, podría producirse una cascada de desastres ecológicos desde Rusia hasta Sudáfrica." Que sirva esta última reflexión: "Nuestras reservas naturales son meros fragmentos de aquel antiguo ecosistema. Somos un país del tamaño de Nueva Jersey, con nuestra mitad superior complementamente superpoblada." Y añade: "Los palestinos están muy fragmentados. Como la fauna." En el Kibutz, tiene su sede el Instituto Arava, ofrece un programa de estudios medioambientales de posgrado para árabes y judíos. La filosofía de Arava "es que el medio ambiente es un derecho de nacimiento compartido y una crisis compartido y una crisis cuya urgencia supera todas las diferencias políticas, culturales y económicas que dividen a la gente." Alan Tal, uno de los fundadores del Intituto Arava, se cuenta entre los pocos ecólogos israelíes que se han atrevido a abordar un tema tabú: "nuestra tierra está abarrotada. Puede que los futuros historiadores identifiquen el actual callejón sin salida como una de las mayores tragedias de Israel." Según Tal, la cuestión demográfica llegó a un punto muerto a causa de las subvenciones a las familias ultraortodoxas por tener más hijos: "La población es la base de todo. Si no la abordamos pronto, será demasiado tarde. Seremos ecológicamente estériles y socialmente insostenibles." Una de las razones por las que se niega o no se cuestiona la amenaza de la superpoblación, es el optimismo tecnológico que se respira en Israel. Los ecólogos israelíes a menudo hablan de la llamada "falacia de los Países Bajos": "el hecho de que tantos holandeses en un territorio tan densamente poblado tengan un nivel de vida tan alto no prueba que los seres humanos puedan prosperar en un entorno esencialmente antinatural y artificial." Si alguna vez, Israel o Palestina tuvieran que ser autosuficiente, tendrán que afrontar "numerosas necesidades humanas, así como el hecho de que los humanos dependen de otros seres vivos, que requieren suelo y agua suficientes para prosperar". ¿Estarán preparados? ¿Serán conscientes?

Antes de dejar a Israel y Palestina, Alan Weisman se planteá una última pregunta:
"Si una población sostenible para la Tierra resulta ser menor que los más de 10000 millones hacia los que nos encaminamos, o incluso menor que los 7000 millones, que ya sumamos, ¿cómo diseñamos una economía de cara a una población menguante y luego de cara a una población estable; esto es, una economía que pueda prosperar sin depender de un crecimiento constante?" Esta última pregunta, la deja en el aire.
La cuenta atrás Alan Weisman