"No puede haber una política espiritual ni una espiritualidad política si no hay verdadera espiritualidad, es decir, experiencia profunda de la Unidad no-dual. Éste es el origen de la transformación interior necesaria. ¿En qué consiste esencialmente esta transformación? La resolución de nuestro sentido interno de carencia, de la angustia- ansiedad- malestar, no es algo que pueda hacerse por decreto, sino que requiere un proceso responsable y comprometido de instrospección de honestidad. Individualmente, tenemos que enfrentarnos a nuestra principal represión, a nuestro mayor miedo: el miedo a la muerte o el miedo a no ser.(....) La meditación Zen enseña a dejarnos caer en el vacío, a morir psicológica y espiritualmente en la ilusión de ser un yo- autoimagen distinto y separado de la Totalidad."
(Espiritualidad y política, páginas 223- 224)
¿Qué es la religión? Dokushô Villalba hace una aproximación al sentido primigenio del término religión. Etimológicamente, religión procede del latín "religare" que significa "volver a unir". Este significado de religión guarda una relación con la palabra yoga que significa "aquello que une". De esta manera, "lo religioso" sería aquello "que nos vuelve a unir", "que nos devuelve a un estado de Unidad". "¿Unir o reunir qué con qué?" Se puede responder a esta pregunta con otra pregunta: ¿Por qué surgió el sentimiento religioso? El sentimiento religioso surge en el hombre primitivo y con el nacimiento de la conciencia individual. Esta conciencia individual va acompañada de la angustia del yo separado del Todo. Esta separatividad podría representar- a ojos de Dokushô Villalba- "la caída y la expulsión del paraíso de la fusión inconsciente con el Todo, separación que es origen de la angustia existencial". La base del sentimiento religioso es el anhelo de liberación de esa angustía del yo separado. Este sentimiento religioso es inherente a la propia existencia humana y todos los seres humanos experimentamos este anhelo de liberación.
Este sentimiento de anhelo de liberación se ha traducido en el desarrollo de dos tipos de espiritualidad: la Espiritualidad Lakotara y la Espiritualidad Laukika. Podríamos considerarlas como dos formas de religiosidad, que no se excluyen entre sí, y, que pueden complementarse en una determinada tradición religiosa. Veamos en qué consiste cada una de estas espiritualidades.
La Espiritualidad Lakotara es de carácter trascendente, es decir, busca la trascendencia de ese yo separado, que hemos mencionado con anterioridad, "facilitando el acceso y la consolidación de un estado de conciencia de unidad no-dual, más allá del yo". Por tanto, busca alcanzar un estado de conciencia unitaria que disuelva la dualidad. Desde la espiritualidad lokotara, el término religión significa fundir la conciencia del individuo con el Todo y experimentar la no-dualidad. Históricamente, la espiritualidad lokotara ha sido un fenómeno minoritaria en las tradiciones religiosas.
La Espiritualidad Laukika proporciona significado y sosiego al yo separado a través del fortalecimiento de la identidad colectiva -o individual- mediante un determinado sistema de creencias, de ritos, de valores y de símbolos. La práctica de esta espiritualidad está conformada por un conjunto de rituales que actúan como "narcóticos amortiguadores de la angustia existencial", pero que no la disuelven por completo. Para esta tradición religiosa, la espiritualidad significa unir- cohesionar- la propia individualidad con otras individualidades en un sistema de creencias que fortalezca"la identidad individual, social y étnica".
En resumen, la espiritualidad lokotara ayuda a trascender el yo separado y la visión que el yo tiene del mundo y la espiritualidad laukika ayuda a sentirse más integrado en la propia individualidad y a vivir mejor en el mundo. En casi todas las religiones conviven ambas formas de espiritualidad. A veces, una tradición religiosa lokotara termina por convertirse con el paso del tiempo en una religiosidad laukida. También en un individuo pueden convivir ambas formas de espiritualidad.
El sentimiento religioso es común a todos los seres humanos. ¿Alguién lo duda? Su carácter es universal. Este sentimiento religioso está detrás del nacimiento de las diversas tradiciones religiosas de la humanidad. El origen se encuentra en una experiencia trascendente- por tanto, lokotara-. Alguien- normalmente, el fundador/es de una tradición religiosa- ha experimentado un estado no-dual. Esta experiencia puede suceder- desde el punto de vista de Dokushô Villalba- de 2 formas:
- Espontániamente.
- Conscientemente buscada y obtenida a través de una "determinada técnica psico-fisio-espiritual".
Ahora bien, ¿Qué aspectos positivos y negativos tienen estas tradiciones religiosas? Desde el punto de vista positivo, cualquier tradición religiosa vehicula un sistema de valores que constituye un patrimonio religioso de la humanidad. Y, como tal, es la expresión viva de la diversidad religiosa del género humano. En el lado negativo, las tradiciones religiosas están sujetas a la contingencia- al paso del tiempo- porque han nacido en un determinado contexto geográfico, en un marco sociocultural y en una época histórica específica. ¿Alguien cuestiona esta contingencia de las tradiciones religiosas? Esta contingencia cuestiona la tendencia- legítima o no- a extrapolar los valores "propios" de una tradición religiosa a valores universales atemporales. Otro aspecto negativo es la desaparición de las tradiciones religiosas laukikas porque éstas se ciñen a un marco social, cultural y histórico determinado. Mientras las tradiciones religiosas lokotaras necesitan desprenderse cíclicamente de la contingencia con el fin de facilitar "la experiencia de lo Incondicionado". La contingencia de las tradiciones religiosas me lleva a una reflexión: la imposibilidad de universalizar "valores propios" de tradiciones religiosas específicas y el cuestionamiento de los valores propios- por tanto, del cambio de valores- para la perdurabilidad de esas tradiciones religiosas.
Y, ¿de las instituciones religiosas? Dokushô Villalba habla de tres aspectos: el objetivo último de las instituciones religiosas, el carácter materialista de las instituciones religiosas y la encarnación de las tradiciones religiosas en instituciones. El objetivo de toda institución religiosa es la de preservar la experiencia del fundador/es a través de la tradición religiosa o bien a través del cuerpo doctrinal y el sistema de creencias que constituye esa tradición religiosa. Las instituciones religiosas son la materializacón de la religiosidad. Por ello, las instituciones religiosas están sujetas al deterioro, a la corrupción no sólo por la propia condición humana- somos seres corruptibles, y, deteriorables- sino también provocado por el paso del tiempo y por las circunstancias sociales, políticas y económicas- es decir, una vez más, por la contingencia-. Por último, las instituciones religiosas son la corporización de la religiosidad. En este sentido, las instituciones religiosas- como el cuerpo-"envejecen", se "deterioran", se "anquilosan" y acaban muriendo. Este hecho refleja el proceso vital de cualquier institución religiosa. No podemos rechazar las instituciones religiosas porque es, como si rechazaramos, el cuerpo envejecido o deteriorado por el paso del tiempo. Otra cosa, desde mi punto de vista, es prescindir de las instituciones religiosas para vivir directamente el fenómeno religioso y/o espiritual. Eso, efectivamente, es otro cantar.
¿Cuál es el origen de la actual crisis? ¿Por qué están afectadas las tradiciones e instituciones religiosas?
"Todos sabemos que tanto las causas como los síntomas de esta crisis son complejos y numerosos y que alcanzan los ámbitos políticos, económicos, sociales, culturales, individuales e instituciones, y que las mismas tradiciones e instituciones religiosas se hayan sumidas también en la crisis."
La crisis de civilización, que tiene su origen en la cultura occidental de "base greco-judeo-cristiana", se gestó a partir del Renacimiento y ha culminado en la actual globalización neoliberal. ¿Cuál ha sido la evolución? Hasta el Renacimiento, la tradición religiosa judeocristiana fue el principal marco de referencia de la sociedad occidental. En ese contexto, las Iglesias funcionaron como "religiones legítimas", cohesionando social y culturalmente a la población, a lo largo de la Edad Media. Durante ese periodo, el pensamiento religioso era la única forma aceptable de ver, pensar y conocer el mundo. El Renacimiento marcó la emergencia de la razón y del método científico como nuevas formas de conocimiento. La fe religiosa representada por la Iglesia y la razón representada por pensadores, filósofos, científicos entraron en conflicto. Ya no había una única forma de aproximarse al conocimiento. Desde entonces, este conflicto ha continuado y continua sin visos de solución. El Racionalismo y el pensamiento científico han ido socavando los cimientos de la religión basados en la fe y en las creencias. La Revolución Industrial, por un lado, y el Positivismo racionalista, por otro lado, así como el Individualismo surgido de la Revolución Francesa, supusieron el desbancamiento de los símbolos de cohesión social de la Iglesia. Occidente se adentró en una senda de desarrollo material que ha continuado hasta la actualidad. Así, hasta llegar a la actual religión del dinero y del dios mercado, religión que está exportandose a través de la globalización neoliberal. ¿Qué ha supuesto este hecho? Al deshacernos de las tradiciones y de las instituciones religiosas, nos deshacemos, al mismo tiempo, de la espirtualidad, quedándonos con la visión materialista de la realidad. Hemos dejado paso a nuevas formas de religiosidad- o pseudoreligiosidad- entre ellas, el culto al Dios Dinero que profesa de la Religión del Mercado.
¿En qué consiste el culto al Dios Dinero? ¿Qué es la Religión del Mercado? El culto al Dios Dinero es "la religión secular de nuestros tiempos." El dinero es un símbolo de redención religiosa. ¿De qué? de "la necesidad religiosa de redimirnos de nuestro sentimiento de separatividad". ¿Nada nuevo, verdad? La compulsión por el dinero es una reacción laukida de amortiguar la angustia del yo separado. El dinero en sí no tiene ningún valor intrínsico. Es un medio de transacción. El problema surge cuando el dinero se convierte en un fin en sí mismo, surge entonces la compulsión por el dinero. Todas las cosas valiosas de la vida se convierten en medios para lograr un fin- el dinero-. Al perder ese contacto, nos centramos en la acumulación de dinero. El dinero se ha convertido en la forma de "ser alguien", de hacer frente a la intuición inconsciente de que "en realidad no somos nada" sino "seres plenamente insertos en una totalidad plena". Buscamos la confirmación de que somos "alguien", acumulando dinero. Algo del todo incierto.
Se trata de una ilusión. El dinero es el dios de la religión del mercado y la producción- consumo es su principal rito- claro está- pseudorreligioso. Nos hemos convertido a la religión del mercado con sus respectivos 10 mandamientos- como si se tratará de la Biblia misma-.
¿Cómo salir del vacío espiritual, que trata de ser llenado por el culto al dinero, de la religión del mercado?
En primer lugar, cómo muy bien apunta Dokushô Villalba, debe producirse una transformación interna de las personas. La mera transformación de las estructuras políticas o económicas, sin esta previa transformación sólo conduce a cambios de decoración. Cambios que no sirven - o sirven bien poco- para salir de ese vacío espiritual de la religión del mercado. Por otra parte, la acción política está gravemente deteriorada. Los políticos no utilizan la política como servicio al pueblo sino como un medio de alcanzar poder, fortuna o prestigio. No sirven al pueblo sino al capital. En ese sentido, el poder político se ha convertido en un vasallo del poder económico. La mayoría de los políticos son meros "gestores públicos" de la religión del mercado.
¿Qué podemos hacer al respecto? Necesitamos una nueva manera de hacer política y nuevos políticos dotados de una visión trascedente e inmanente de la realidad. Quienes tienen que gestionar los asuntos públicos posean una visión trascendente y ennoblecedora de la naturaleza y del lugar que ocupa la vida y el ser humano en ella. Esta es la propuesta de Dokushô Villalba para la acción política.
¿Cómo se materializa esta acción política en las tradiciones espirituales? Las tradiciones espirituales lokotaras enseñan que la transformación debe operar desde el interior de las conciencias. Sólo esa transformación interna puede apuntalar una transformación externa. Esta transformación interna es facilitada por las grandes tradiciones espirituales.
En los orígenes de la cultura occidental existían los misterios griegos de Eleusis que cumplían esta función. El mundo griego y romano bebió de las fuentes de los misterios griegos de Eleusis durante más de 2000 años. En la obra, El Camino a Eleusis, habla sobre las prácticas religiosas entorno a esos misterios eleusinos. ¿En qué consistían? En la ingesta de Kykeon, una bebida hecha de cebada y póleo "entre cuyos ingredientes se encuentraba el hongo Claviceps purpurea, un parásito del centeno y de otros cereales como la cebada y el trigo, conocido popularmente como el cornezuelo del centeno. (...) el cornezuelo es una rica fuente de alcaloides con aplicaciones farmacológicas".Podemos concluir- muy irónicamente-que el origen de la inspiración de los padres de la civilización occidental fue una experiencia trascendental facilitada por el ácido lisérgico en el marco de los misterios eleusinos.
Este ejemplo, nos muestra la necesidad urgente de "atravesar el caparazón" de la modernidad, que han formado el secularismo, el racionalismo, el cientificismo, el materialismo y el consumismo, para provocar una transformación interna de las personas a través de experiencias espirituales facilitadas por disciplinas tradicionales- meditación zen,...- o bien por sustancias- como la Kykeon..-.
Por último, los misterios de Eleusis así como toda verdadera iniciación en la trascendencia de la realidad, que pueden facilitar las tradiciones espirituales lokotoras, implican una muerte psicológica y espiritual. Sólo mediante esta muerte puede nacer un nuevo ciudadano y una "nueva estirpe de hombres públicos".
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