En el anterior capítulo, la opresión global, se ha expuesto los miedos políticos sobre la globalización. En este capítulo, la homogeneización global, vamos a hablar de los miedos culturales sobre la globalización.
La globalización se percibe "como una invasión de la cultura consumista estadounidense homogeneizada que parte por la mitad las culturas locales auténticas." Sin embargo, Pankaj Ghemawat matiza esta afirmación: "Hasta cierto punto, puede que en las últimas décadas las barreras culturales nacionales hayan caído, pero siguen siendo extremadamente importantes, y seguirán siéndolo. Y no sólo hablamos de gastronomía y ocio, sino también de aspectos culturales profundos que en su aspecto más positivo hace de nuestro hogar un lugar de comodidad y pertenencia, y en el más negativo se traducen en parroquialismo, etnocentrismo y racismo." La mentalidad del Mundo 2.0 tiende a igualar la globalización mediante la homogeneización o la convergencia cultural. Por contraposición, a la del Mundo 3.0, en el que las culturas no convergen pero tampoco son totalmente impermeables. Obviamente, puede existir casos donde una creciente apertura sí puede representar una amenaza cultural. Pero, también deja claro que la resistencia cultural a la apertura refleja más un miedo "a lo extranjero" que un análisis de sus costes y beneficios culturales.
Estudios sistemáticos han revelado "la resistencia de las diferencias culturales." Aunque la modernización ha significado un enorme cambio cultural, "los valores subyacentes siguen permaneciendo intactos." Los valores tradicionales también pueden surgir incluso después de que la modernización, la globalización y el desarrollo económico parezcan haberlos eliminado. Los detractores de la globalización señalan la destrucción de las culturas tradicionales y la imposición de la homogeneización: "Los nacionalistas europeos temen a los burócratas de Bruselas, que se supone que están arrinconando las culturas nacionales para favorecer una identidad europea. Los europeos, los nacionalistas islámicos y otros temen a las culturas nacionales hegemónicas, en especial la de Estados Unidos. Muchos anticorporacionistas que creen en el Mundo 1.0 temen a las multinacionales como Coca-Cola o Mc Donald's, aduciendo que intentan seducir a los consumidores para que adopten un único estilo de vida global, superficial y muy poco saludable. Y de forma tal vez más amplia, los teóricos poscolonialistas temen que los conceptos y las costumbres occidentales estén ejerciendo una especie de poder imperialista marginando tras una máscara de universidad." Pero, para Pankaj Ghemawat detrás de estos "villanos", que están detrás de la crisis y decadencia de las culturas tradicionales o nacionales, se esconde otra cosa: "Europa, como observamos en el capítulo anterior, quizá se ha unido más en los últimos años, pero la unificación ha engendrado también contramovimientos separatistas locales en lugares como Kosovo y Cataluña. Y a pesar de todo su supuesto poder, el consumismo impulsado por las grandes corporaciones, el imperialismo cultural y la homogeneización han demostrado distar mucho de resultar aplastantes." Aunque, con la apertura de las fronteras, ciertamente el imperialismo cultural y la homogeneización son visibles hasta cierto punto, no son ni de lejos "tan pronunciados como creen los detractores de la globalización."
¿Qué beneficios y pérdidas culturales trae la globalización? Empecemos por los beneficios. Existen importantes beneficios culturales si nos abrimos al mundo. Tyler Cowen ha sugerido como el intercambio cultural ha fomentado la innovación cultural, "multiplicando el número de posibilidades culturales disponibles." ¿Cuáles son esas estrategias de innovación cultural? Básicamente, habla de 4: la inspiración, la mezcla, el trasplante más adaptación y la transnacionalización de culturas. Más allá de la innovación cultural, la apertura aporta otros beneficios como la difusión de nuevas tecnologías, conocimientos e ideas. En un contexto cultural, la difusión ayuda a conservar "lo que se está difundiendo." Respecto a las pérdidas culturales. La apertura parece exponer a ciertas culturas a la extinción,"en especial las pequeñas y económicamente marginales que suelen existir a nivel subnacional." Pero hay aspectos de las culturas amenazadas que pueden ser "más robustos que otros" como la gastronomía y la música que tienen "el potencial de alcanzar un estatus de nicho, contribuyendo, aunque sea en una escala muy pequeña, a la variedad de opciones variables. En tales casos, ciertos tipos de conexiones con el mundo exterior- por ejemplo, el comercio- pueden ayudar a preservar o incluso a revitalizar una cultura tradicional." La lengua es más difícil "porque está sujeta a externalidades de red, de modo que su valor cae rápidamente a medida que lo hace su número de hablantes." En resumen, la globalización aporta tanto beneficios como pérdidas culturales que deben ser sopesadas con detenimiento. Y, como concluye Pankaj Ghemawat en una parábola, "en la literatura sánscrita encontramos el cuento de una rana que vivía dentro de un pozo y que no había salido nunca de sus límites. Dicho de otro modo, toda la visión del mundo de la rana tenía que ver con el pozo, y desconfiaba de la vida en el exterior. Esta parábola con moraleja sugiere que la reclusión nos empobrece como seres humanos y que tener una visión más amplia del mundo es intrínsecamente enriquecedor." Y añade: "vale la pena que la diversidad y la diferencia se alimenten por derecho propio."
A pesar de los beneficios potenciales del intercambio cultural, la mayoría de nosotros tenemos preferencias culturales que no van a desaparecer por efecto de la globalización. Estas preferencias culturales son el resultado de "diferencias en valores" difíciles de cambiar. Encontramos países con poco sentimiento de superioridad cultural, y otros que tienen una fuerte percepción de superioridad cultural y miedo a los extranjeros. ¿Cómo se traduce estos datos? Si la gente piensa que su cultura es realmente superior, cabría esperar que no sintieran la necesidad de protegerla. El bienestar económico así como la (in)seguridad cultura influyen en esta percepción. Es difícil analizar directamente el miedo a los extranjeros y a sus culturas, pero lo podemos hacer indirectamente observando los niveles de confianza. La confianza cae cuando el índice GINI de desigualdad económica y la corrupción, crecen, y aumenta cuando las tasas de crecimiento económico, gasto en educación o niveles de democracia, crecen. Podemos conocer el nivel de confianza en los extranjeros a través de observar la "geografía de la confianza." ¿Cómo? Mediante las encuestas del Eurobarómetro, que miden la confianza entre los ciudadanos de distintos países, en especial dentro de Europa. Se realizan encuestas en dieciséis países de Europa Occidental que preguntaban a los ciudadanos si confiaban mucho en sus conciudadanos, en los ciudadanos de los otros quince países, y en los de algunos países del Este, Japón, Estados Unidos y China. Al pensar en la confianza, resulta útil ir más allá de la confianza en "nuestros conciudadanos" y en los extranjeros. La confianza puede estar sujeta a la ley de la distancia, como sugiere Pankaj Ghemawat, "en los términos del marco CAGE, el resto de los países nórdicos están muy cerca de Suecia, e incluso los países europeos no nórdicos están mucho más cerca que los países no europeos de la muestra, que son Japón, China y Estados Unidos." Resulta interesante echar un vistazo qué países nos merece confianza y qué países, no. Comprobar los niveles de confianza, confirma nuestros sesgos culturales lo que tiene "implicaciones administrativas y económicas concretas." En función de cuánta gente puede confiar en gente de otros países afecta de manera considerable a las relaciones transfronterizas. Si los niveles de confianza se incrementan, puede aumentar el comercio, la inversión directa, en fondos y en capital riesgo "en un 100% o más, incluso después de tener en cuenta otras características de los 2 países."
Como hemos visto, existe una mayor confianza en los propios conciudadanos que en los extranjeros, "y que muchos manifiestan miedos culturales muy arraigados." El miedo a los extranjeros, o xenofobia, ha de tomarse en serio. La xenofobia pudo tener un componente adaptativo o de supervivencia: Este miedo a los extranjeros "como portadores de enfermedades es la base de calumnias como "alimaña judía" y "cucaracha tutsi", además de conceptos como "limpieza étnica" como eufemismo de genocidio." La teoría del juego también ofrece explicaciones a la xenofobia, favoreciéndola o bien inhibiéndola: "La teoría del juego ofrece también racionalizaciones de la xenofobia o, a la inversa, favoritismo hacia los miembros del propio grupo. Entre las explicaciones más simples está que las interacciones con compañeros del propio grupo es más probable que se repitan que no que sean únicas, lo que facilita una cooperación basada en la reciprocidad. En ausencia de ninguna otra restricción podría tener sentido aprovecharse de los extranjeros, basándonos en la suposición de que no los volverás a ver nunca más." Todas éstas son explicaciones de por qué nuestros sesgos culturales contra los extranjeros están tan arraigados y por qué han de ser tenidos en cuenta. Hoy en día, la xenofobia o el etnocentrismo no son útiles ni adaptativos.
Dicho esto, Pankaj Ghemawat identifica una serie de pasos concretos para reducir "el factor miedo y aplanar el camino hacia una mayor apertura en el Mundo 3.0." Entre estos pasos se incluye una mayor educación; disminuir y contrarrestar el discurso negativo de la prensa y del discurso político sobre la inmigración; fomentar el contacto interpersonal entre culturas; creación de una "identidad social cosmopolita global"; potenciar el entendimiento intercultural en países con potencial económico pero con relaciones políticas tensas; animar al sector privado a involucrarse en tender puentes entre diferentes culturas.
En resumen, este capítulo se ha centrado en el temor que la globalización pueda destruir las culturas tradicionales. Empezando por descartar una serie de aspectos negativos asociados a la apertura cultural. Y, como el proceso de apertura puede traer beneficios reales gracias al contacto con gente de otras culturas. Este capítulo concluye examinando como el avance de la globalización provoca efectos negativos- como la xenofobia- y cómo podemos contrarrestarlos mediante medidas que ayuden a neutralizarla.
A pesar de los beneficios potenciales del intercambio cultural, la mayoría de nosotros tenemos preferencias culturales que no van a desaparecer por efecto de la globalización. Estas preferencias culturales son el resultado de "diferencias en valores" difíciles de cambiar. Encontramos países con poco sentimiento de superioridad cultural, y otros que tienen una fuerte percepción de superioridad cultural y miedo a los extranjeros. ¿Cómo se traduce estos datos? Si la gente piensa que su cultura es realmente superior, cabría esperar que no sintieran la necesidad de protegerla. El bienestar económico así como la (in)seguridad cultura influyen en esta percepción. Es difícil analizar directamente el miedo a los extranjeros y a sus culturas, pero lo podemos hacer indirectamente observando los niveles de confianza. La confianza cae cuando el índice GINI de desigualdad económica y la corrupción, crecen, y aumenta cuando las tasas de crecimiento económico, gasto en educación o niveles de democracia, crecen. Podemos conocer el nivel de confianza en los extranjeros a través de observar la "geografía de la confianza." ¿Cómo? Mediante las encuestas del Eurobarómetro, que miden la confianza entre los ciudadanos de distintos países, en especial dentro de Europa. Se realizan encuestas en dieciséis países de Europa Occidental que preguntaban a los ciudadanos si confiaban mucho en sus conciudadanos, en los ciudadanos de los otros quince países, y en los de algunos países del Este, Japón, Estados Unidos y China. Al pensar en la confianza, resulta útil ir más allá de la confianza en "nuestros conciudadanos" y en los extranjeros. La confianza puede estar sujeta a la ley de la distancia, como sugiere Pankaj Ghemawat, "en los términos del marco CAGE, el resto de los países nórdicos están muy cerca de Suecia, e incluso los países europeos no nórdicos están mucho más cerca que los países no europeos de la muestra, que son Japón, China y Estados Unidos." Resulta interesante echar un vistazo qué países nos merece confianza y qué países, no. Comprobar los niveles de confianza, confirma nuestros sesgos culturales lo que tiene "implicaciones administrativas y económicas concretas." En función de cuánta gente puede confiar en gente de otros países afecta de manera considerable a las relaciones transfronterizas. Si los niveles de confianza se incrementan, puede aumentar el comercio, la inversión directa, en fondos y en capital riesgo "en un 100% o más, incluso después de tener en cuenta otras características de los 2 países."
Como hemos visto, existe una mayor confianza en los propios conciudadanos que en los extranjeros, "y que muchos manifiestan miedos culturales muy arraigados." El miedo a los extranjeros, o xenofobia, ha de tomarse en serio. La xenofobia pudo tener un componente adaptativo o de supervivencia: Este miedo a los extranjeros "como portadores de enfermedades es la base de calumnias como "alimaña judía" y "cucaracha tutsi", además de conceptos como "limpieza étnica" como eufemismo de genocidio." La teoría del juego también ofrece explicaciones a la xenofobia, favoreciéndola o bien inhibiéndola: "La teoría del juego ofrece también racionalizaciones de la xenofobia o, a la inversa, favoritismo hacia los miembros del propio grupo. Entre las explicaciones más simples está que las interacciones con compañeros del propio grupo es más probable que se repitan que no que sean únicas, lo que facilita una cooperación basada en la reciprocidad. En ausencia de ninguna otra restricción podría tener sentido aprovecharse de los extranjeros, basándonos en la suposición de que no los volverás a ver nunca más." Todas éstas son explicaciones de por qué nuestros sesgos culturales contra los extranjeros están tan arraigados y por qué han de ser tenidos en cuenta. Hoy en día, la xenofobia o el etnocentrismo no son útiles ni adaptativos.
Dicho esto, Pankaj Ghemawat identifica una serie de pasos concretos para reducir "el factor miedo y aplanar el camino hacia una mayor apertura en el Mundo 3.0." Entre estos pasos se incluye una mayor educación; disminuir y contrarrestar el discurso negativo de la prensa y del discurso político sobre la inmigración; fomentar el contacto interpersonal entre culturas; creación de una "identidad social cosmopolita global"; potenciar el entendimiento intercultural en países con potencial económico pero con relaciones políticas tensas; animar al sector privado a involucrarse en tender puentes entre diferentes culturas.
En resumen, este capítulo se ha centrado en el temor que la globalización pueda destruir las culturas tradicionales. Empezando por descartar una serie de aspectos negativos asociados a la apertura cultural. Y, como el proceso de apertura puede traer beneficios reales gracias al contacto con gente de otras culturas. Este capítulo concluye examinando como el avance de la globalización provoca efectos negativos- como la xenofobia- y cómo podemos contrarrestarlos mediante medidas que ayuden a neutralizarla.
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