B. Sparrow, J. Liu y D. Wegner publicaron en 2011 un estudio sobre los efectos del uso de Google en la memoria y las consecuencias que puede tener en la cognición el disponer de información rápidamente, a golpe de clic. El "efecto Google" lo podríamos definir como la tendencia a no guardar y almacenar en nuestra memoria las informaciones que podemos encontrar fácilmente en internet. Buscadores como Google puede hacernos creer innecesarios los esfuerzos para codificar y almacenar determinados datos. De esta manera, internet se está convirtiendo en la extensión de la propia memoria, en una "memoria expandida que no tiene límites. Una prótesis mnemónica digital, omnipotente para nuestra memoria personal limitada y con tantos déficits." Si tenemos plena confianza en Google para encontrar los datos que nos interesan, delegaremos en el buscador y nos ahorraremos el esfuerzo de aprenderlos y recordarlos. De esta manera, la información no se registra en nuestra memoria personal biológica y neuronal, sino que se registra en la memoria externa, digital y artificial. ¿Qué consecuencias tiene esto? En 1980, D. Wegner teorizó lo que llamó "procesos de delegación de la memoria." Propusó el concepto de "memoria transactiva" que "tiene lugar cuando en un grupo de trabajo, una persona se despreocupa de aprender y retener los conocimientos que otra persona del grupo posee." La memoria transactiva es una delegación de la memoria personal para optimizar la resolución de problemas y la toma de decisiones. Sin embargo, cuando confiamos en internet no estamos delegando en otra persona, no estamos delegando en una inteligencia natural sino artificial.
La memoria externa y artificial es muy distinta de la memoria personal biológica. Como lo es el cerebro digital del cerebro biológico. El cerebro digital absorbe la información, la guarda de inmediato en su memoria, y la recupera íntegramente, cuantas veces se quiera, sin modificación alguna. En cambio, el cerebro humano continuamente está elaborando la información, reconstruyendo los recuerdos. El cerebro que recuerda ya no es el mismo que elaboró los recuerdos. Por otra parte, las conexiones de la red no se parecen en absoluto a las conexiones neuronales. Dado que ambas memorias- personal- biológica- y digital- artificial- son tan diferentes, es normal que el abuso de la segunda acabe provocando disfunciones en la primera. Actualmente, podemos hablar de una sobrecarga cognitiva de la memoria de trabajo y esto supone la pérdida de control de la atención sostenida dificultando los procesos de memoria y aprendizaje. La navegación por internet hace uso intensivo de la multitarea lo que supone la interrupción de la atención sostenida y focalizada. Constantemente, estamos cambiando de objetivos, manteniendo una atención dividida y controlando la interferencia de estímulos. Con tanta interferencia y distracción no resulta fácil mantener focalizada la atención y la memoria de trabajo .
Actualmente, la neurociencia investiga si las nuevas tecnologías están modificandonuestro cerebro, pero aún no disponemos de una investigación concluyente al respecto, como sí ocurre con la lectura. El cerebro del lector es diferente del cerebro de una persona analfabeta. La lectura y la escritura hicieron su aparición hace 60.000 años y cambiaron los cerebros de las personas. Áreas cerebrales que hasta hacia poco se dedicaban a otras funciones, se tuvieron que "reciclar" para realizar las nuevas tareas de lectura y escritura. De igual forma, las nuevas tecnologías deben de estar cambiando el cerebro, pero que aún no se ha manifestado esos cambios. Además, esas modificaciones serán diferentes en los nativos digitales que en los emigrantes digitales que se han socializado más tarde con las nuevas tecnologías. Evidentemente, los cambios suponen ganancias y pérdidas: entre las ganancias encontraremos el rendimiento multitarea, la localización, clasificación y la evaluación de información, la percepción, imaginación y habilidades visoespaciales y entre las pérdidas destacaremos la atención focalizada y sostenida, el pensamiento crítico, reflexivo y argumentativo. Para acabar, está claro que las nuevas tecnologías no sólo pueden llegar a alterar los procesos de memorización sino también nos pueden ayudar a entender mejor los trastornos de la memoria.
Actualmente, la neurociencia investiga si las nuevas tecnologías están modificandonuestro cerebro, pero aún no disponemos de una investigación concluyente al respecto, como sí ocurre con la lectura. El cerebro del lector es diferente del cerebro de una persona analfabeta. La lectura y la escritura hicieron su aparición hace 60.000 años y cambiaron los cerebros de las personas. Áreas cerebrales que hasta hacia poco se dedicaban a otras funciones, se tuvieron que "reciclar" para realizar las nuevas tareas de lectura y escritura. De igual forma, las nuevas tecnologías deben de estar cambiando el cerebro, pero que aún no se ha manifestado esos cambios. Además, esas modificaciones serán diferentes en los nativos digitales que en los emigrantes digitales que se han socializado más tarde con las nuevas tecnologías. Evidentemente, los cambios suponen ganancias y pérdidas: entre las ganancias encontraremos el rendimiento multitarea, la localización, clasificación y la evaluación de información, la percepción, imaginación y habilidades visoespaciales y entre las pérdidas destacaremos la atención focalizada y sostenida, el pensamiento crítico, reflexivo y argumentativo. Para acabar, está claro que las nuevas tecnologías no sólo pueden llegar a alterar los procesos de memorización sino también nos pueden ayudar a entender mejor los trastornos de la memoria.
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