La reforma monetaria en el contexto de la transformación global: un ejemplo de cómo llevar adelante el cambio es el quinto capítulo del libro Dinero sin inflación ni tasas de interés de Margrit Kennedy. En este capítulo del libro, se plantea básicamente un ejemplo de reforma del sistema monetario.
Antes de proponer cualquier reforma del sistema monetario, la población debe entender que es preciso limitar el dinero a sus funciones básicas "de medio de cambio, escala de los precios y criterio constante de valor." Si se acepta, cualquier Banco Central puede recurrir a una tasa de estacionamiento- o tasa por dinero inmovilizado- antes que al sistema de tasas de interés para asegurar la circulación del dinero.
Como método capaz de asegurar la circulación del dinero, la tasa por dinero inmovilizado, haría posible todas las transacciones económicas. Si se dispusiese de suficiente dinero, no sería necesario poner más dinero en circulación. En este caso, el crecimiento de dinero disponible iría parejo al crecimiento de la economía, y seguiría, una curva de crecimiento natural. Si una persona poseyerá más dinero del que necesitará, pagaría un impuesto "a la suma colocada en el banco." Según fuese la duración del depósito, el impuesto sobre el dinero inmovilizado, disminuiría o se cancelaría. Los depósitos a lo largo plazo no estarían gravados. En el nuevo sistema monetario, la acumulación de dinero podría evitarse más fácilmente "adhiriendo un sello fiscal al dorso de los billetes de banco, como sucedió en Wörgl." Al respecto, podría crearse un sistema parecido al sistema de loterías "que permitiese asegurar la circulación monetaria retirando determinada denominación de los billetes." Otra opción consistiría en "cambiar los billetes perimidos en el banco o el correo, gravando las operaciones de cambio con una tasa." Puesto que a nadie le gusta pagar tasas, todos limitarían el uso de dinero en efectivo a la cantidad necesaria y depositarían el excedente en cuentas bancarias. Bajo el nuevo sistema monetario, los bancos estarían sujetos a la obligación de asegurar la circulación del dinero haciéndolo llegar a aquellas personas que lo necesitan. Al beneficiarse con un crédito, las personas no pagarían intereses sino únicamente los costos bancarios y seguros de riesgo comparables a los que se incluyen en todo préstamo bancario.
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