"El espíritu originario de la política sólo podrá recuperarse con una política más espiritual, moral y responsable. Es decir: personas( políticos, políticas) con mayor calidad de vida interior; prácticas políticas más coherentes y transparentes, y propuestas más responsables, de nueva civilidad. No hay tiempo que perder. La caída libre de legitimidad es crítica y aguda. La reacción debe ser contundente y ejemplar. Está en juego que la política sea la solución o el problema, por su complicidad, debilidad y falta de autoridad. Está en juego la autoridad democrática porque la política ha perdido la autoritas moral. El deterioro es inequívoco. Un nuevo compromiso entre la política formal y la ciudadanía, una segunda oportunidad de relegitimización, a través de un rearme moral y ético de la práctica política, es imprescindible" (Espiritualidad y política, página 104- 105)
La política está en crisis. Sufrimos una crisis profunda que afecta a la esencia de la política. Su espíritu "originario" está enfermo y presenta un pronóstico reservado. Sólo podrá recuperarse, si incorporamos y revalorizamos la dimensión espiritual y moral de la política y asumimos la responsabilidad social de la política. Antoni Gutiérrez- Rubí lo expresa nitidamente con estas palabras "Es decir: personas(políticos, políticas) con mayor calidad de vida interior; prácticas políticas más coherentes y transparentes, y propuestas más responsables, de nueva civilidad". Estamos ante una tarea titánica a contrareloj. La legitimidad "moral" y "democrática" de la política está en juego. La política puede convertirse en un problema si no recupera su autoridad moral ante la ciudadanía. La quiebra de la autoridad moral de la política como consecuencia de sus debilidades y complicidades con los poderosos, pone en riesgo su autoridad democrática, y a su vez, puede llegar a poner en peligro su autoridad legal. Debe establecerse un nuevo compromiso entre la política y la ciudadanía a través de un proceso de relegitimización de la práctica política.
El panórama es desolador. Estamos pérdidos y nos sentimos confundidos en este mundo en crisis. Vamos a la deriva. Nuestro barco carece de timón y de brújula. El pasaje está atónito. No sabe cómo afrontar la situación. ¿Qué está sucediendo? Estamos describiendo un mundo en crisis en el que la política ha perdido la capacidad de proyectar y de compartir un horizonte común con la ciudadanía, en el que la política ha perdido el timón de mando de la ágora pública y en el que se ha roto el equilibrio tradicional entre el poder político y el poder económico. Ante esta situación, ¿Qué deberíamos hacer? Antoni Gutiérrez- Rubí propone una alternativa "En mi opinión, el mundo necesita recuperar los valores de la Ilustración, para afrontar el futuro. Aquellos que creen en el progreso humano, de todo la humanidad, a través de la razón, la educación y la acción colectiva." Es evidente que hay que asumir un cambio en la democracia formal representativa. No podemos resignarnos ni conformarnos a elegir representantes cada cuatro años para que resuelvan los problemas de los ciudadanos. Hay que asumir que no puede existir un horizonte común compartido sin la contribución individual a ese horizonte colectivo.
¿Cómo podemos hacer frente a esta crisis de la política? Debemos recuperar a juicio de Antoni Gutiérrez- Rubí tres aspectos esenciales: la espiritualidad, la moralidad y la responsabilidad. Estos aspectos están ausentes en la política actual.
Un primer aspecto es la espiritualidad. Existe la necesidad de recuperar la dimensión espiritual porque somos incapaces de hacer frente al vacío. A través de la espiritualidad creemos poder alejarnos de ese sentimiento de vacío interior y poder alcanzar la felicidad. La búsqueda de espiritualidad nos lleva a la confrontación con los representantes políticos. Se produce entonces una ruptura entre la ciudadanía y la política. Percibimos en los políticos una vida interior pobre. Simultaniamente, observamos el descrédito de la política, y especialmente de sus representantes, como consecuencia del deterioro del lenguaje político.
Un segundo aspecto es la moralidad. La política sufre una crisis moral. La quiebra de esa autoridad moral se debe a la incoherencia de la política. La falta de coherencia en el ejercicio de la política motiva la desconfianza de la ciudadanía que se siente impotente ante los políticos. Deben recapacitar y encontrar un punto de equilibrio entre lo que se piensa, se dice y se hace en política. No puede continuar este divorcio. En palabras de Antoni Gutiérrez- Rubí: "Hay que hacer lo que se dice. Decir lo que se piensa. Pensar lo que se hace." Esta coherencia debe trasladarse a la vida pública y privada de los políticos. La ejemplaridad emerge como requisito imprescindible para desempeñar la función pública. La ejemplaridad obliga a un escrutinio permanente de la política y a un ejercicio de transparencia de la actividad política. En este sentido, el liderazgo político ya no es posible sin el liderazgo moral y sin el liderazgo ejemplar. La exigencia de moralidad a los políticos es la única posibilidad de recuperar el prestigio social de la política. La prueba de que la política- y sus representantes- será capaz de ofrecer resistencia a los poderosos e imponer su legitimidad.
Un ultimo aspecto es la responsabilidad. Si queremos soluciones colectivas y horizontes compartidos, sólo podemos conseguirlo desde convicciones profundas que reequilibren la dimensión espiritual y material del ser humano como parte de un nuevo encuentro- compromiso con el planeta y la humanidad. El espíritu de la política debe volver a la comunidad a través de la política en red. Representa mejor que la jerarquía tradicional ese nuevo espíritu de la política porque conecta con la actual sociedad digital. La responsabilidad debe afectar sin duda al ejercicio de la democracia interna de los partidos políticos y al debate dentro del seno de esas formaciones.
¿Cómo podemos hacer frente a esta crisis de la política? Debemos recuperar a juicio de Antoni Gutiérrez- Rubí tres aspectos esenciales: la espiritualidad, la moralidad y la responsabilidad. Estos aspectos están ausentes en la política actual.
Un primer aspecto es la espiritualidad. Existe la necesidad de recuperar la dimensión espiritual porque somos incapaces de hacer frente al vacío. A través de la espiritualidad creemos poder alejarnos de ese sentimiento de vacío interior y poder alcanzar la felicidad. La búsqueda de espiritualidad nos lleva a la confrontación con los representantes políticos. Se produce entonces una ruptura entre la ciudadanía y la política. Percibimos en los políticos una vida interior pobre. Simultaniamente, observamos el descrédito de la política, y especialmente de sus representantes, como consecuencia del deterioro del lenguaje político.
Un segundo aspecto es la moralidad. La política sufre una crisis moral. La quiebra de esa autoridad moral se debe a la incoherencia de la política. La falta de coherencia en el ejercicio de la política motiva la desconfianza de la ciudadanía que se siente impotente ante los políticos. Deben recapacitar y encontrar un punto de equilibrio entre lo que se piensa, se dice y se hace en política. No puede continuar este divorcio. En palabras de Antoni Gutiérrez- Rubí: "Hay que hacer lo que se dice. Decir lo que se piensa. Pensar lo que se hace." Esta coherencia debe trasladarse a la vida pública y privada de los políticos. La ejemplaridad emerge como requisito imprescindible para desempeñar la función pública. La ejemplaridad obliga a un escrutinio permanente de la política y a un ejercicio de transparencia de la actividad política. En este sentido, el liderazgo político ya no es posible sin el liderazgo moral y sin el liderazgo ejemplar. La exigencia de moralidad a los políticos es la única posibilidad de recuperar el prestigio social de la política. La prueba de que la política- y sus representantes- será capaz de ofrecer resistencia a los poderosos e imponer su legitimidad.
Un ultimo aspecto es la responsabilidad. Si queremos soluciones colectivas y horizontes compartidos, sólo podemos conseguirlo desde convicciones profundas que reequilibren la dimensión espiritual y material del ser humano como parte de un nuevo encuentro- compromiso con el planeta y la humanidad. El espíritu de la política debe volver a la comunidad a través de la política en red. Representa mejor que la jerarquía tradicional ese nuevo espíritu de la política porque conecta con la actual sociedad digital. La responsabilidad debe afectar sin duda al ejercicio de la democracia interna de los partidos políticos y al debate dentro del seno de esas formaciones.
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