Entre hace 50.000 y 100.000 años, el homo sapiens posiblemente sólo sumaban un total de 10.000. Entonces empezaron a desplazarse fuera de África. Al ir descubriendo más alimento, su número empezó a aumentar. La razón, por la que la población siguió siendo reducida hasta el inicio de la revolución industrial en el siglo XVIII, era porque la gente moría casi tan rápido como nacía. Las tasas de natalidad eran altas pero también lo eran las tasas de mortalidad infantil. Una mujer podía tener 7 o más hijos pero sólo sobrevivían dos de ellos, uno o ninguno. Con un número superior a dos hijos por familia, la población crece. El hecho de que la población creciera tan despacio hasta el inicio de la Revolución Industrial es porque la descendencia era de poco más de dos hijos: "Por cada familia con más de 2 hijos que sobreviván hasta la edad adulta, en otras uno o ninguno lo lograba, para cualquier cifra por debajo de dos la población se contrae." La alta mortalidad infantil sólo se reduciría progresivamente a finales del siglo XVIII a raíz del descubrimiento de las vacunas contra la viruela o la rabia. También contribuyó decisivamente el cambio de mentalidad en la que la enfermedad "no se producía por alguna misteriosa generación espontánea" sino que "la propagaban los gérmenes." En el siglo XIX, se popularizó el jabón de manos, tanto en las casas como en los hospitales: "Antes, los pacientes morían por infecciones transmitidas por las manos y el bisturí sin esterilizar del cirujano tan a menudo como por la propia dolencia que éste intentaba curar." En el siglo XX, siguieron produciéndose avances médicos, cada uno de ellos vinieron a salvar y a prolongar más vidas humanas. Se descubrió más vacunas contra la difteria, el tétanos o la polio junto con la invención de los antibióticos, vinieron a reducir aún más la mortalidad y aumentar la longevidad. En 1800, la esperanza de vida al nacer era de 40 años. Cualquiera que tenga más de 40 años no podría estar vivo sin estos avances médicos. De modo que cualquier debate entorno a cuál sería una población óptima debe "presuponer una asistencia médica igualmente óptima."
Otra razón de que la población se disparara en el siglo XX fue el aumento sin precedentes del suministro de alimentos. El aumento de la población fue crucial para el éxito de la Revolución Industrial europea, que requirió un uso intensivo de mano de obra. Pero también significó que Europa tuvo que producir más comida que nunca para alimentar a su población. Este aumento se atribuyó a dos aportaciones del químico alemán, Justus von Liebig: la primera leche maternizada del mundo y el nitrógeno. Respecto a la creación de la primera leche maternizada del mundo, permitió que las mujeres se liberaran de estar amamantando todo el rato y permitió a sus bebés sobrevivir al destete. Por contra, la supresión de la lactancia aumentó el número de embarazos. Respecto al descubrimiento del nitrógeno, Justus von Diebig inventó el fertilizante pero no el fertilizante de nitrógeno artificial que hoy utilizamos. El nitrógeno, junto al fósforo y al potasio, es uno de los nutrientes esenciales de las plantas. Se encuentra en grandes cantidades flotando en el aire. Para fijar el nitrógeno en el suelo, es necesario del amonio, que está presente en una serie de plantas, las legumbres. En 1913, Fritz Haber y Carl Bosch, ambos químicos alemanes, descubrieron cómo aprovechar el nitrógeno del aire y utilizarlo para nutrir a las plantas en cantidades superiores a la de Von Liebig. Ambos recibieron por separado el Premio Nobel por su contribución a lo que pasaría a conocerse como el "proceso de Haber- Bosch." Dicho proceso lo adquirirá el fabricante de tintes alemán BASF. Ese mismo año, BASF abre su primera planta de amoníaco sintético. El amoníaco era la materia prima del fertilizante nitrogenado. BASF ha entrado en un nuevo negocio: la agroindustria. El "proceso de Haber y Bosch" para obtener fertilizante sintético se extendió por todo el mundo, revolucionando a la larga la agricultura. Antes que el fertilizante nitrogenado pasara a estar disponible de manera generalizada, la población mundial era de unos 2000 millones de personas. Si alguna vez decidimos prescindir de él, esa puede ser una cifra hacia la que "nuestro propio número gravite de manera natural."
¿Cómo se puede concretar esta innovación tecnológica, el fertilizante nitrogenado, en algún país? ¿Cómo podemos visualizarlo? Es el caso de México. En 1954, la población de México tenía unos 25 millones de habitantes. En 1975, Ciudad de México era la mayor urbe del planeta, y México, con una población de 60 millones de habitantes, era el país de mayor crecimiento del mundo. Ese mismo año, el Gobierno de México inició una campaña de planificación familiar: "Poco después una serie de jinetes a lomos de mulas subían montañas y bajaban cañones con sus alforjas de poliestireno cargadas de preservativos y píldoras anticonceptivas, además de vacunas contra la polio y otras de triple acción contra la difteria, la tos ferina y el tétanos." Al cabo de una década, el ritmo de duplicación de la población de México se redujo de 15 a 24 años. Hoy la familia mexicana media tiene solo 2,2 hijos, casi la tasa de sustitución. Por otro lado, se desarrolló una variedad de trigo enano resistente y de alto rendimiento.Norman Borlaug fue su descubridor. Recibiría el Premio Nobel de la Paz en 1970. También se le atribuyó "el mérito de haber echado por tiene las duras predicciones de Thomas Robert Malthus". La obra maestra de Malthus, Ensayo sobre el principio de la Población, publicada en 1798, advertía de que el crecimiento de la población siempre excedería la disponibilidad de alimentos. En 1968, la advertencia de Malthus fue resucitada por Paul Ehrlich, ecólogo de la Universidad de Stanford, en su obra The Population Bomb. Por entonces, se había alcanzado los 3.500 millones de habitantes, la mitad de la población actual. El libro predecía hambrunas y otros desastres a partir de los años 70. The Population Bomb se vendió millones de ejemplares. Aún así, algunas de sus predicciones no se cumplieron: "Las hambrunas que predijo que dejarían cientos de millones de muertos en Asia en el plazo de una década jamás se produjeron, los Ehrlich no habían previsto el asombroso impulso que daría la revolución verde de Norman Borlaug a las reservas de alimentos del mundo."En otras palabras, el "optimismo tecnológico" se cargaba la tesis malthusiana, y con ello, sobre la superpoblación. Sin embargo, el propio Premio Nobel de la Paz, Norman Borlaug, advertía:
"tratamos con dos fuerzas opuestas, la capacidad científica de producción de alimentos y la capacidad biológica de reproducción humana." Y añade:"Puede que no haya un progreso permanente en la batalla contra el hambre hasta que los organismos que luchan por incrementar la producción de alimentos y los que luchar por el control de la población se unan en un esfuerzo común." En palabras de Borlaug "la revolución verde compró al mundo aproximadamente una generación más de tiempo para resolver el problema de la población."
A pesar de la revolución verde, y de las variedades de trigo u otros cultivos, la eficiencia y la ganancias de esos cultivos está disminuyendo: "las ganancias se han relentizado drásticamente, pasando a estar por debajo del 1% anual."Y, la población aumenta: "A fin de mantener ese ritmo, calculan que, de un modo u otro, para 2020 tienen que incrementar la producción un 1,6% anual. A menos que el progreso de la producción agraria siga siendo acelerado, el próximo siglo experimentaremos una gran miseria como nunca hayamos visto. La producción de alimentos, estos próximos 40 años, es mucho más complicado:"resolverlo requerirá más inversiones que las que se hicieron en el programa Apolo. Y no vemos que haya suficientes." Sobre todo les preocupa que no haya suficiente financiación para la investiga sobre el trigo. La razón es que el trigo es autopolinizador, de modo que los agricultores pueden utilizar su propio grano para replantarlo. Se invierte más en otros cultivos- maíz- porque los agricultores tienen que comprar semillas de maíz todos los años. Con el trigo, conservar la misma semilla. De modo que no tiene que ver con la seguridad alimentaria sino con ganar dinero.
Otra razón de que la población se disparara en el siglo XX fue el aumento sin precedentes del suministro de alimentos. El aumento de la población fue crucial para el éxito de la Revolución Industrial europea, que requirió un uso intensivo de mano de obra. Pero también significó que Europa tuvo que producir más comida que nunca para alimentar a su población. Este aumento se atribuyó a dos aportaciones del químico alemán, Justus von Liebig: la primera leche maternizada del mundo y el nitrógeno. Respecto a la creación de la primera leche maternizada del mundo, permitió que las mujeres se liberaran de estar amamantando todo el rato y permitió a sus bebés sobrevivir al destete. Por contra, la supresión de la lactancia aumentó el número de embarazos. Respecto al descubrimiento del nitrógeno, Justus von Diebig inventó el fertilizante pero no el fertilizante de nitrógeno artificial que hoy utilizamos. El nitrógeno, junto al fósforo y al potasio, es uno de los nutrientes esenciales de las plantas. Se encuentra en grandes cantidades flotando en el aire. Para fijar el nitrógeno en el suelo, es necesario del amonio, que está presente en una serie de plantas, las legumbres. En 1913, Fritz Haber y Carl Bosch, ambos químicos alemanes, descubrieron cómo aprovechar el nitrógeno del aire y utilizarlo para nutrir a las plantas en cantidades superiores a la de Von Liebig. Ambos recibieron por separado el Premio Nobel por su contribución a lo que pasaría a conocerse como el "proceso de Haber- Bosch." Dicho proceso lo adquirirá el fabricante de tintes alemán BASF. Ese mismo año, BASF abre su primera planta de amoníaco sintético. El amoníaco era la materia prima del fertilizante nitrogenado. BASF ha entrado en un nuevo negocio: la agroindustria. El "proceso de Haber y Bosch" para obtener fertilizante sintético se extendió por todo el mundo, revolucionando a la larga la agricultura. Antes que el fertilizante nitrogenado pasara a estar disponible de manera generalizada, la población mundial era de unos 2000 millones de personas. Si alguna vez decidimos prescindir de él, esa puede ser una cifra hacia la que "nuestro propio número gravite de manera natural."
¿Cómo se puede concretar esta innovación tecnológica, el fertilizante nitrogenado, en algún país? ¿Cómo podemos visualizarlo? Es el caso de México. En 1954, la población de México tenía unos 25 millones de habitantes. En 1975, Ciudad de México era la mayor urbe del planeta, y México, con una población de 60 millones de habitantes, era el país de mayor crecimiento del mundo. Ese mismo año, el Gobierno de México inició una campaña de planificación familiar: "Poco después una serie de jinetes a lomos de mulas subían montañas y bajaban cañones con sus alforjas de poliestireno cargadas de preservativos y píldoras anticonceptivas, además de vacunas contra la polio y otras de triple acción contra la difteria, la tos ferina y el tétanos." Al cabo de una década, el ritmo de duplicación de la población de México se redujo de 15 a 24 años. Hoy la familia mexicana media tiene solo 2,2 hijos, casi la tasa de sustitución. Por otro lado, se desarrolló una variedad de trigo enano resistente y de alto rendimiento.Norman Borlaug fue su descubridor. Recibiría el Premio Nobel de la Paz en 1970. También se le atribuyó "el mérito de haber echado por tiene las duras predicciones de Thomas Robert Malthus". La obra maestra de Malthus, Ensayo sobre el principio de la Población, publicada en 1798, advertía de que el crecimiento de la población siempre excedería la disponibilidad de alimentos. En 1968, la advertencia de Malthus fue resucitada por Paul Ehrlich, ecólogo de la Universidad de Stanford, en su obra The Population Bomb. Por entonces, se había alcanzado los 3.500 millones de habitantes, la mitad de la población actual. El libro predecía hambrunas y otros desastres a partir de los años 70. The Population Bomb se vendió millones de ejemplares. Aún así, algunas de sus predicciones no se cumplieron: "Las hambrunas que predijo que dejarían cientos de millones de muertos en Asia en el plazo de una década jamás se produjeron, los Ehrlich no habían previsto el asombroso impulso que daría la revolución verde de Norman Borlaug a las reservas de alimentos del mundo."En otras palabras, el "optimismo tecnológico" se cargaba la tesis malthusiana, y con ello, sobre la superpoblación. Sin embargo, el propio Premio Nobel de la Paz, Norman Borlaug, advertía:
"tratamos con dos fuerzas opuestas, la capacidad científica de producción de alimentos y la capacidad biológica de reproducción humana." Y añade:"Puede que no haya un progreso permanente en la batalla contra el hambre hasta que los organismos que luchan por incrementar la producción de alimentos y los que luchar por el control de la población se unan en un esfuerzo común." En palabras de Borlaug "la revolución verde compró al mundo aproximadamente una generación más de tiempo para resolver el problema de la población."
A pesar de la revolución verde, y de las variedades de trigo u otros cultivos, la eficiencia y la ganancias de esos cultivos está disminuyendo: "las ganancias se han relentizado drásticamente, pasando a estar por debajo del 1% anual."Y, la población aumenta: "A fin de mantener ese ritmo, calculan que, de un modo u otro, para 2020 tienen que incrementar la producción un 1,6% anual. A menos que el progreso de la producción agraria siga siendo acelerado, el próximo siglo experimentaremos una gran miseria como nunca hayamos visto. La producción de alimentos, estos próximos 40 años, es mucho más complicado:"resolverlo requerirá más inversiones que las que se hicieron en el programa Apolo. Y no vemos que haya suficientes." Sobre todo les preocupa que no haya suficiente financiación para la investiga sobre el trigo. La razón es que el trigo es autopolinizador, de modo que los agricultores pueden utilizar su propio grano para replantarlo. Se invierte más en otros cultivos- maíz- porque los agricultores tienen que comprar semillas de maíz todos los años. Con el trigo, conservar la misma semilla. De modo que no tiene que ver con la seguridad alimentaria sino con ganar dinero.
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