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21 de octubre de 2014

Japón: decrecimiento demográfico y prosperidad económica

Japón es el primer país que afronta el inevitable destino del envejecimiento de la población. Japón crece por debajo de la tasa de sustitución. El crecimiento demográfico continuo de la población japonesa, antes que cayera en picado su tasa de fecundidad, ha llegado a su fin. En el caso de Japón, no hubo ningún programa deliberado para frenar su crecimiento demográfico. En 1931, Japón se encontraba en una situación sin precedentes: su población había aumentado a 65 millones de habitantes, muchos más que los que podía alimentar. Japón vio que Manchuria era un territorio poco poblado adonde podía desplazar su propio excedente de población. En 1937 el expansionismo japonés había ocupado más territorio chino. Después de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, los sueños imperiales de Japón se desvanecieron. Los soldados japoneses volvieron a Japón y se produjó una explosión demográfica. A diferencia de los EE.UU, la economía japonesa estaba arruinada. Pese a ello, durante los 5 años siguientes la población de 72 millones de habitantes que tenía durante la guerra se disparó hasta alcanzar los 83 millones. El país que 2 décadas antes no podía alimentarse ahora tenía a millones de personas al borde de la inanición. A finales de la década de 1940, muchas japonesas que no podían alimentar a sus hijos, buscaban formas de abortar. En 1948, Japón aprobó la Ley de Protección Eugenésica, legalizando la contracepción, el aborto y la esterilización por motivos de salud. Un año después, se amplió la ley para incluir el aborto y la planificación familiar por razones económicas. Así fue como Japón cortó la explosión demográfica de la posguerra. Pronto las tasas de natalidad se acercaron al nivel de sustitución.

Volviendo a la actualidad, el mundo está observando a Japón cómo va afrontar la transición demográfica hacia tasas de natalidad y de mortalidad bajas. La primera generación decreciente de Japón está llegando ahora a la edad de jubilación. Con la esperanza de vida más alta del mundo, su población anciana seguirá aumentando. En 2040, había en Japón un centenario por cada nuevo bebé. Pero antes, que esto suceda, las cifras de Japón se desplomarán de golpe. Este "destino demográfico" no se puede revertir, y ya ha comenzado. En 2006, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, Japón registró más fallecimientos que nacimientos. La población alcanzó un máximo de 128 millones de habitantes. Desde entonces ha ido descendiendo año tras año. Antes de 2060, Japón volverá a estar entorno a los 86 millones de personas, las que había en 1950. Habría una solución rápida a los problemas demográficos de Japón. La inmigración podría ser una solución a corto plazo. Pero para Japón no es una opción real porque valora la homogeneidad de su población. Sólo el 2% ha nacido en el extranjero.
decrecimiento demográfico Japón

Japón se está convirtiendo en un laboratorio con respecto a cómo se va a afrontar, si decidimos que, para disminuir el impacto de los seres humanos en el medio ambiente, debemos reducir nuestra presencia en el planeta. El ser humano no nos contentamos simplemente con prosperar. Siempre queremos más. La economía se concibe bajo un crecimiento perpetuo: "Las noticias económicas juzgan cuán saludable es la economía en función de si, por ejemplo, ese mes la vivienda ha empezado a subir o a bajar; no importa que cada nueva vivienda extiende la aglomeración urbana aún más lejos, destruya el paisaje y exista más recursos para dotarla de fontanería, alcantarillado, electricidad y carreteras. Esa vivienda representa un beneficio para los promotores inmobiliarios y agentes de la propiedad, y puestos de trabajo. El mantenimiento durante toda su vida útil creará aún más empleos. Y la economía seguirá creciendo." Pero, ¿Qué sucederá durante la transición hacia una sociedad más pequeña, con menos consumidores y menos trabajadores que paguen la seguridad social, y por tanto, con un aumento constante de ancianos improductivos y personas dependientes? ¿Y qué sucederá si llegamos a una cifra óptima de seres humanos que pueda utilizar recursos a un ritmo renovable, de modo que alcancemos un equilibrio con el planeta? Mantener un nivel así, significaría no crecer nunca por encima de él. ¿Podemos hacer eso? ¿Podemos tener prosperidad sin crecimiento?

Japón no tiene otra opción más que convertirse en la primera sociedad moderna en intentarlo. Esta situación de decrecimiento podría terminar siendo beneficiosa para Japón. Matsutani, profesor emérito del Instituto Nacional de Posgrado de Estudios Políticos, lleva diciendo que la economía de Japón está demográficamente condenada a reducir su tamaño. Matsutani es el autor del libro Shrinking- Population Economics: Lessons from Japan. En él, Matsutani dice "una vez que la burbuja de la edad estalle por la parte de los ancianos y mueran las generaciones de elevada fecundidad, las generaciones posteriores se nivelarán, y la pirámide se irá convirtiendo en un cuadrado a medida que el número de niños se aproxime más al de los fallecidos. La gente no dejará de tener bebés, y si la fecundidad se reajusta hacia los 2 hijos por pareja, la población se estabilizará."
Sin embargo, reconfigurar la demografía de un triángulo a un cuadrado en un país con una esperanza de vida tan elevada, requiere al menos un siglo. Sea como fuere, la población no crecerá, lo que nos lleva a plantearnos: ¿qué pasa con la economía? La economía capitalista predica el crecimiento perpetuo "como una verdad patente". Aunque fuera posible una economía en permanente expansión, hay dos formas de lograrlo: la primera, inventando constantemente productos nuevos y la segundo, encontrando consumidores nuevos. Akihiko Matsutani está convencido que Japón puede tener una economía viable porque no tiene otra opción. Aunque Matsutani está de acuerdo que una población más pequeña significa menos presión sobre los recursos y la tierra, advierte que la transición hacia un número menor de gente generará "presiones distintas sobre el medio ambiente."

decrecimiento demográfico Japón

¿Puede existir una prosperidad sin crecimiento? Los economistas llevan décadas reflexionando entorno a la idea de una economía de prosperidad sin crecimiento, sobre todo a partir de la publicación del libro Los límites del crecimiento. Para Herman Doly, profesor de economía de la Universidad de Maryland, e, impulsor y creador del concepto de estado estacionario, "se trata simplemente de la ley de los rendimientos decrecientes: si produces demasiados bienes, estos ya no serán tan buenos." Según Herman Doly, superado un nivel óptimo de crecimiento, "el crecimiento se vuelve estúpido a corto plazo e imposible de mantener a largo plazo." Pero una cosa es identificar lo que no funciona y otra muy distinta, descubrir qué funcionaría y cómo hacer la transición hacia una economía estancionaria. Existe un modelo para la economía del estado estacionario: la propia Tierra. Ni la superficie ni la masa de la Tierra crecen. La actual economía globalizada significa literalmente "una economía del tamaño de nuestro planeta" pero que ya no tiene espacio para expandirse. En una economía del estado estacionario no buscaríamos formas de alimentar el crecimiento porque viviríamos según los recursos de nuestro planeta. En una economía del estadio estacionario, la población permanecería más o menos estable, al igual que, el consumo. Pero, solo la transición, hacia una economía estacionaria, da vértigo "porque a lo largo de toda la historia humana hemos estado haciendo exactamente lo contrario, y casi todas las personas que hoy están vivas no conocen ninguna otra forma de actuar."

Herman Doly, junto a Joshua Farley, ha pasado mucho tiempo reflexionando sobre la política monetaria. La mayoría de la gente no sabe de donde viene el dinero ni cómo se crea. Cuando el dinero estaba respaldado por su valor nominal, en plata o en oro, había límites a la cantidad de riqueza que podía fluir en todo el mundo. Hoy, se trata de "dinero virtual" que el banco crea al prestarlo en una "pantalla de ordenador." Y, al menos que la economía crezca constantemente, "no hay ningún nuevo flujo de dinero que permita pagar el principal más los intereses." En el marco de nuestro sistema monetario, la única alternativa a esto es un crecimiento infinito. De modo que tenemos que cambiar radicalmente el actual sistema monetario. ¿Y cómo podríamos hacerlo? El cambio parece bastante sencillo. Se trata de negar a los bancos el derecho a crear dinero. En lugar de ello, la creación del dinero volvería a estar en manos del Estado. Éste puede crear dinero gastándolo en bienes públicos o puede crear dinero prestándolo a administraciones locales o a industrias esenciales a un interés cero. A un interés cero, cuando el dinero se devuelve, se destruye. De ese modo, no hay un incremento de la masa monetaria. El Estado no tendría que pedir dinero prestado y por tanto, no sería necesario subir los impuestos para devolver el dinero más los intereses. En una economía estacionaria, el gobierno gastaría en cosas que beneficiaran al 100% de la gente, creando puestos de trabajo y redistribuyendo el dinero de forma igualitaria entre el conjunto de la sociedad. A escala global, una redistribución más equitativa de la riqueza más una reducción de la población, constituye las dos caras de la misma moneda. ¿Cuál sería el coste de esa transición hacia la economía estacionaria? La transición a una economía estacionaria,"implicaría un enorme cambio de mentalidad y de sensibilidad por parte de los economistas, los políticos y los votantes. Pero la alternativa a una economía estacionaria resulta biofísicamente imposible." Un mundo, donde la mayoría disfrutaría de un estilo de vida europeo, requeriría menos gente. Si queremos un mundo más próspero, hemos de reducir el tamaño de la población. Ambas cosas van de la mano.

Eso es exactamente lo que el economista Akihiko Matsutani ve, la prosperidad en la reducción de la población. La transición a una población más pequeña con una proporción alta de ancianos no será fácil. En una economía decreciente con una población que envejece, la gente tendrá que ahorrar más para su propia jubilación y arreglárselas con unos ingresos reducidos. Akihiko Matsutani considera que esos ahorros ayudarían a financiar las necesidades de los ancianos. También, el tamaño del Estado se reduciría, eso supondría unos ahorros que se podrán invertir allí donde se necesite. Otro beneficio de una población más anciana es que la sociedad se volverá más pacífica y no habría guerras por los recursos. En definitiva, habría más recursos para cuidar a los ancianos "hasta que las diferentes edades volvieran al equilibrio, nivelándose con el paso de cada generación hasta llegar a una población más pequeña, más frugal y con más espacio para saborear la vida."

ancianos japoneses

19 de agosto de 2011

Precursores del Decrecimiento


¿Quiénes son los principales precursores del decrecimiento? ¿Qué contribuciones han hecho al decrecimiento desde el punto teórico como práctico? ¿Cuál es el alcance y la influencia de sus aportaciones al posterior desarrollo teórico del decrecimiento?

Los principales precursores del decrecimiento desarrollan fundamentalmente su trabajo en los años 60 y 70. Estos precursores son por importancia: Georgescu- Roegen, El Club de Roma, Ernest Frederich Schumacher y Herman Daly.

Nicholas Georgescu- Roegen, nacido en Rumania en 1904 y fallecido en EE.UU. en 1994, fue matemático, estadístico y economista de origen rumano exiliado en los EE.UU después de la llegada del Comunismo a Rumania en 1946. Estudió matemáticas en la Universidad de Bucarest donde se graduó en 1926. Tras lograr una beca de investigación, se trasladó a la Universidad de París donde descubrió su interés por la estadística y la economía. Una nueva beca le permite proseguir con sus estudios durante dos años en la University College de Londres donde fue alumno y discípulo de Joseph Schumpeter. En 1932, Georgescu- Roegen regresó a Rumania, ocupando la plaza de profesor de estadística en la Universidad de Bucarest hasta 1946, año que abandona el país y se exilia en EE.UU. Fue profesor de la Universidad de Vanderbilt desde 1950 hasta 1976.

Georgescu- Roegen es considerado como el padre del decrecimiento. Es uno de sus precursores en su marco conceptual – teórico. Sus grandes aportaciones son la bioeconomía  y la introducción del concepto de entropía en la economía desde la termodinámica. Georgescu- Roegen propone en los años 60 y 70 una teoría económica alternativa a la teoría clásica dominante: la bioeconomía o economía ecológica. Formula esta teoría tras estudiar las limitaciones del modelo económico neoclásico para dar respuesta a la teoría de la producción y a la teoría de la distribución de las rentas aplicada en la economía campesina: “la distribución de la renta guiada por la productividad marginal del trabajo y la búsqueda del máximo beneficio no garantiza la maximización del producto.
  
Georgescu- Roegen se vale, por primera vez, en la ciencia económica, de principios de la biología y de la física, superando los planteamientos estrictamente mecanicistas y matemáticos que dominaban la economía. Aplicó a la economía la segunda ley de la termodinámica (o la ley de la entropía) de las ciencias físicas y propuso la cuarta ley de la termodinámica como complemento a la segunda. En 1971, publicó el libro The Entropy Law and the Economic Process donde expuso ambas leyes. La termodinámica surgió en el siglo XIX de los trabajos del ingeniero francés Nicolás Sadi- Carnot sobre la eficiencia de las máquinas térmicas, de ahí, el nombre de termodinámica. Rudolf Clausius continuó con sus estudios y creó el concepto de entropía. Desde entonces, revoluciona la física moderna dominada por las leyes mecanicistas de Newton. La segunda ley de la termodinámica supone una ruptura del paradigma newtoniano en  economía. Esta ley dice que en todo movimiento de energía, siempre hay parte de la energía que se degrada y que se pierde para el aprovechamiento humano lo que impide volver al estado original con igual cantidad de energía.”. De no ser por esta ley de la termodinámica podríamos usar la energía de un trozo de carbón una y otra vez” y “no habría verdadera escasez de energía y bienes materiales”. Posteriormente, definió e incluyó un cuarto principio- o ley- de la termodinámica similar a la segunda ley – o principio- pero esta vez aplicado a  la materia: “ Durante el uso de materiales, siempre hay una parte que se degrada y que es imposible de recuperar, ni con los métodos más futuristas de reciclado”. Con este cuarto principio demuestra la imposibilidad del reciclaje completo de la materia.


La conclusión más importante de su trabajo fue que el crecimiento económico no es la solución a los problemas sino que es la principal causa del deterioro del medio ambiente. Por eso, defendió la disminución de la población hasta que pudiera alimentarse con agricultura ecológica. También marcaba la gravedad de fabricar mercancías con un alto coste ecológico. Le preocupaba el problema de los residuos, y propuso la regla de las tres erres para reducir el consumo de recursos: reducir, reutilizar y reciclar. Es preciso superar las modas y orientar la fabricación de bienes hacia productos de alta durabilidad y facilitar su reparación.




Una de las grandes aportaciones al decrecimiento es la del Club de Roma. Actualmente, es una organización internacional constituida por científicos, economistas, políticos, jefes de estado y asociaciones internacionales. En 1968, El Club de Roma encargó un informe al MIT, sobre el impacto de la actividad económica de las sociedades occidentales en el medio ambiente, conocido como Los límites del crecimiento, que se publicó en 1972. Este informe apareció antes de la crisis del petróleo en 1973 y ha tenido varias actualizaciones en 1992 Más allá de los límites y en 2004 Los límites del crecimiento: 30 años después.

 
En el primer informe Los límites del crecimiento de 1972 participan en su elaboración 17 profesionales, procedentes de 6 países y de diferentes disciplinas académicas. Fue coordinado por la científica Donella Meadows, especialista en dinámica de sistemas. Este informe  es el primer estudio serio que expone con claridad los peligros ecológicos del crecimiento económico sin precedentes que estaba experimentando el mundo en los años 60. La tesis principal del informe es que “en un planeta limitado, no es posible un continuo crecimiento económico”. De seguir por ese camino, acabaría con un colapso medioambiental y demográfico. La conclusión del informe Los límites del crecimiento fue que, si se mantiene sin variación, el aumento de la población mundial, de la contaminación y la industrialización, de la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales, alcanzará el límite del crecimiento en la tierra durante los próximos 100 años. Para llegar a esta conclusión, utilizaron el programa World3 creado por los autores del informe con el objetivo de recrear tres variables determinantes: el crecimiento económico, el crecimiento demográfico y la huella ecológica de la población sobre los próximos 100 años según los datos disponibles hasta esa fecha. El programa World3 da como resultado, en sus diferentes simulaciones, una sobreexplotación de los recursos naturales y su progresivo agotamiento, seguido de un colapso en la producción agrícola e industrial y posteriormente un brusco decrecimiento de la población mundial. Por este motivo, los autores del informe proponen como solución a este colapso el crecimiento cero, deteniendo el crecimiento exponencial de la economía y de la población de modo que los recursos naturales no sean mermados por el crecimiento económico y así perduren más en el tiempo.

Ernest Frederich Schumacher nació en Bonn, Alemania en 1911 y falleció en Suiza en 1977. Es un economista alemán que estudió en Alemania e Inglaterra y fue profesor en EE.UU. En 1937, abandonó Alemania por la deriva nacionalsocialista y se instaló en Inglaterra. Durante la Segunda Guerra Mundial simpatizó con el marxismo. En los años 50, Schumacher visitó Birmania y se sitió fascinado por el budismo. En 1955, publicó uno de sus libros más célebres La economía budista un breve ensayo donde compara el pensamiento económico occidental, basados en principios materialistas, con el pensamiento económico religioso, basados en principios espirituales:

“Mientras el materialismo está interesado principalmente en bienes, el budismo está especialmente interesado en liberación”. Por lo tanto, una economía basada en principios budistas no puede medir el nivel de su sociedad en términos de Producto Interior Bruto o en ratios de consumo, porque eso significa que se está asumiendo que “un hombre que consume más es mejor que otro que consume menos”. El sistema budista “trata de maximizar la satisfacción humana optimizando el patrón de consumo, mientras que el materialista trata de maximizar el consumo optimizando el patrón del esfuerzo productivo”.
En este ensayo se analiza también el impacto de ambos planteamientos sobre el entorno y la naturaleza. Un planteamiento materialista es violento con la naturaleza y el entorno. No ocurre así con el planteamiento budista: “El patrón óptimo de consumo, produciendo un alto grado de satisfacción humana a través de un relativamente bajo nivel de consumo, permite a la gente vivir sin gran presión ni tensión”.

Otro libro importante en su trayectoria profesional fue Guía para perplejos en el que  criticaba al materialismo, explorando otras alternativas: la naturaleza y la organización del conocimiento a través de la sabiduría de las religiones del mundo. En 1973, publicó el libro que lo consagró al gran público Lo pequeño es hermoso con el subtitulo Economía como si la gente importará compartió su crítica a la economía occidental con un amplio público durante la crisis del petróleo en 1973 y la aparición del proceso de globalización a finales de los años 70. Lo pequeño es hermoso fue considerado entre los 100 libros más influyentes publicados desde la Segunda Guerra Mundial. Este libro ha servido de aporte inicial a las bases ideológicas decrecentistas. En el libro se critica el modelo neoliberal de desarrollo económico basado en el consumo y en la producción de bienes como los objetivos primordiales de la actividad económica y del desarrollo. Schumacher defiende frente a este modelo de desarrollo económico otro: la economía budista que tiende a maximizar el bienestar y a reducir al mínimo el consumo.


Herman Daly, es un economista americano y profesor de la universidad de Maryland en EE.UU. Fue discípulo de Georgescu- Roegen. Participó como economista en el Departamento de Medio Ambiente del Banco Mundial, diseñando directrices políticas relacionadas con el desarrollo sostenible. Es cofundador y editor de la revista Ecological Economics. Se le atribuye la idea de crecimiento antieconómico. Ha recibido varios premios por su labor y por su contribución a la ciencia económica: El premio Nobel Alternativo, el premio Sofía, el premio Leontif del Instituto de Desarrollo y Medioambiente Global y el premio Heineken de la Real Academia holandesa de las Artes y de las Ciencias. Herman Daly mantuvo diferentes focos de interés a lo largo de su vida: la economía del desarrollo, el medio ambiente, la economía ecológica y la demografía. Ha escrito más de un centenar de artículos y numerosos libros, la mayoría no traducidos al español.

La contribución de Herman Daly al debate sobre el decrecimiento es la economía del estado estacionario de equilibrio dinámico (DESSE) que es una teoría económica en la que plantea la existencia de un estado sostenible óptimo de la economía humana a partir de conceptos previos de los economistas neoclásicos que tenían una opinión favorable de este estado como John Stuart Hill”. Los economistas han considerado una transición del crecimiento económico a un estadio estable, desde economistas como John Stuart Hill hasta los actuales economistas ecológicos. Georgescu- Roegen no aprobaba la idea del estadio estacionario ya que violaba la cuarta ley de la termodinámica, es decir, el reciclaje completo de las materias primas, era imposible. Por el contrario, Christian Kerschner estima que la crítica de Georgescu- Roegen al estadio estacionario es una interpretación estrecha del propio concepto de estadio estacionario. Considera al decrecimiento y a la economía del estadio estacionario como conceptos que pueden ser complementarios. 

13 de agosto de 2011

Origen y expansión del Decrecimiento: Antecedentes teóricos del decrecimiento


En las dos anteriores entradas, Carlos Taibo ¿Qué es el Decrecimiento? y ¿Qué es el Decrecimiento? Segunda Parte, hemos introducido y definido el Decrecimiento. Ahora, vamos a hablar sobre el origen y la expansión del decrecimiento. ¿Cuáles son los antecedentes del decrecimiento? ¿Cuándo y cómo surgió? ¿Dónde se inició? ¿Quiénes son los principales pensadores del decrecimiento? ¿Quiénes impulsan y desarrollan el decrecimiento? ¿Cómo se articulan el movimiento decrecentista? ¿Qué organizaciones y asociaciones promueven el decrecimiento? ¿A través de qué medios? 

En esta primera parte de origen y expansión del decrecimiento:Antecedentes teóricos del decrecimiento, vamos a acotarnos a las tres primeras preguntas, a saber: ¿Cuáles son los antecedentes del decrecimiento? ¿Cuándo y cómo surgió? y ¿Dónde se inició?

El origen del decrecimiento como movimiento social y político cabe situarlo en el viejo continente europeo, principalmente en Francia e Italia, en la segunda mitad del siglo XX. No obstante, también cabría incluir a EE.UU, especialmente porque es donde desarrolla la labor algunos de los precursores del decrecimiento como Iván Illich, Georgescu- Roegen y Herman Daly.  Los antecedentes teóricos del decrecimiento los hallamos en el pensamiento y en la obra de Georgescu – Roegen, matemático y economista de origen rumano, y, una de las principales figuras del decrecimiento. Otros precursores, que han contribuido a la definición del decrecimiento, y, que han influido en su posterior desarrollo, son: Ivan Illich, Cornelius Castoriadis, Edgar Morin, Jacques Grinevald, Marcel Gauss o Gilbert Rist,  por citar algunos nombres. También cabe citar las contribuciones del movimiento feminista y de las reflexiones procedentes de los países del Sur.

Considerando las distintas contribuciones al decrecimiento durante los años 60 y 70, desde el punto de vista teórico, vamos a mencionar por este orden a Georgescu- Roegen, Club de Roma, Ivan Illich, Ernest Frederich Schumacher y Herman Daly. Cada uno de ellos, contribuyó a cimentar el decrecimiento, especialmente en su dimensión económica, ecológica y espiritual.