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22 de junio de 2011

Síntesis del libro Las guerras del agua (IV)

En la cuarta entrada, se resumirá el cuarto y el quinto capítulo del libro Las guerras del agua: el Banco Mundial, la OMC y el control empresarial sobre el agua (IV) y el agua y alimentos (V).

En el Banco Mundial, la OMC y el control empresarial sobre el agua consta de siete subapartados: El Banco Mundial: un instrumento al servicio del control empresarial del agua; Coparticipación pública- privada: ayuda internacional para la privatización del agua; La OMC y el Gats: la venta del agua en los mercados mundiales; La OMC y GATS: Realidad y Ficción; Nuevos acuerdos, el mismo orden del día; Los gigantes del agua y La gran sed.

En El Banco Mundial: un instrumento al servicio del control empresarial del agua, el Mercado Mundial no sólo ha participado en la contaminación en la transformación en bien escaso del agua sino que ahora convierte su escasez en expectativas de mercado para las multinacionales.

En Coparticipación pública- privada: ayuda internacional para la privatización del agua, oculta el hecho de que la cooperación pública- privada suele implicar que se destinan fondos públicos para la privatización de bienes públicos. Se pretende que el papel de las administraciones sea sustituido por acuerdos de colaboración entre entidades públicas y empresas que gestionen el suministro de agua. La pérdida de los derechos sobre el agua es un fenómeno global. Desde los años 90, se están aplicando programas de privatización promovidas por el Banco Mundial. La privatización no sólo supone un deterioro de los derechos de las personas al agua sino también al derecho de los trabajadores a un empleo y al sustento. La carrera por privatizar las aguas sigue adelante. El endeudamiento de muchos países está obligando a privatizar sus aguas. El Banco Mundial y el FMI exigen la liberalización de los servicios de aguas como condición para conceder préstamos.

En La OMC y el Gats: la venta del agua en los mercados mundiales,  mientras el Banco Mundial promueve la privatización del agua a través de los programas de ajuste estructural y las condiciones de los préstamos. La OMC está propiciando la privatización del agua a través de las normas de libre comercio del acuerdo GATS. Este acuerdo promueve el libre comercio en el sector servicios. El acuerdo GATS no sólo elude las restricciones impuestas por los gobiernos sino que permite a las compañías demandar a un país si su política impide la entrada en régimen de libre mercado.

 
En La OMC y GATS: Realidad y Ficción, la OMC aseguraba que el GATS no obliga a los países a liberalizar los servicios ni a abrir sus mercados y que los países son libres de establecer normativas más estrictas para los inversores extranjeros.

En Nuevos acuerdos, el mismo orden del día, los derechos concedidos a las compañías se aplican en el caso de que una compañía ostente la propiedad y el control del agua. El TLC incluye a las aguas como mercancías. Muchas políticas no dependen de los gobiernos locales ni nacionales sino que están bajo el dominio de grandes compañías multinacionales.

En Los gigantes del agua, el agua se ha convertido en un lucrativo negocio para las empresas a medida que aumenta la escasez y la demanda de agua. La privatización de los servicios del agua es el primer paso en el proceso de privatización de todos los aspectos relacionados con el agua. Cuando aparecen las multinacionales, los precios de del agua suelen aumentar vertiginosamente.

En La gran sed, la escasez de agua genera beneficios para las grandes compañías. Son conscientes que la única bebida que sacia la sed es el agua, y están lanzándose al negocio del agua embotellada. Las consecuencias de la venta de agua embotella no se reducen a unos precios disparatados y a su insalubridad. La industria  del embotellado genera unos residuos muy costosos para el medio ambiente. Las grandes compañías transnacionales están sacando un gran provecho de la demanda de agua limpia, consecuencia de la contaminación ambiental. El derecho a saciar la sed ya no es un derecho común, sino exclusivo de los ricos.

En el capítulo quinto agua y alimentos incluye 3 subapartados: agricultura industrial y crisis del agua, una agricultura insostenible: la destrucción y el derroche del agua.

La agricultura ha evolucionado adaptándose a la disponibilidad de agua de su entorno. Sin embargo, a medida que el monocultivo se ha ido convirtiendo en el sistema de producción, la diversidad de cultivos ha caído en el olvido. La variación genética de los cultivos influye en la capacidad de aprovechar el agua disponible. El maíz, el sorgo o el mijo son los cultivos más eficientes en términos de utilización del agua. El mijo es más resistente que el arroz a la sequía. Estos cultivos que requerían poca cantidad de agua fueron desplazados por cultivos que requerían grandes cantidades de agua para su crecimiento. Sin embargo, estos cultivos no sólo no tienen un rendimiento bajo sino que aportan muy poca materia orgánica al suelo, reduciendo su capacidad de retención de agua.

 
En Agricultura industrial y crisis del agua, la agricultura industrial promueve una producción de alimentos que reduce la capacidad de retención de agua del suelo y aumenta la demanda hídrica. El cambio de los abonos orgánicos por los químicos y la sustitución de cultivos poco exigentes por otros muy exigentes de agua han provocado la desertización, el encharcamiento, la salinización y la escasez de agua. Se esperaba que el paso de una agricultura de secano a una de regadío orientado a la exportación, como el algodón, traerían la prosperidad a los campesinos. Les ha conducido al endeudamiento. Los agricultores solicitaron a los bancos créditos para acondicionar los terrenos y para la compra de semillas, fertilizantes químicos y pesticidas. Los bancos reclamaban sus deudas y al mismo tiempo las autoridades establecieron un impuesto sobre el agua denominado tasa de mejora.

En una agricultura insostenible: la destrucción y el derroche del agua, la agricultura industrial está destruyendo los ríos y los mares y está dañando los acuíferos subterráneos. La forma de extraer el agua basada en la utilización de combustibles fósiles han devastado los recursos hídricos. El agotamiento de las aguas no es el único problema provocado por la agricultura industrial. Cabe añadir el envenenamiento por arsénico ha ocasionado la muerte o graves problemas de salud a más de 200.000 personas en la India.

En el Mito de solucionar el problema del agua mediante cultivos manipulados genéticamente, el argumento de que la ingeniería genética resolverá la crisis del agua oculta 2 aspectos a tener en cuenta. Primero que los campesinos de las regiones con tendencia a la sequía han seleccionado y cultivados miles de variedades resistentes a la sequía que fueron desplazado en su día por la Revolución Verde. Segundo que la resistencia a la sequía es un carácter complejo, que depende de múltiples genes, y hasta la fecha la ingeniería genética no ha sido capaz de dotar a las plantas de este rasgo mediante la manipulación genética. El mito de la solución a la crisis del agua mediante cultivos genéticamente modificados (GM) esconde costes ocultos de la industria biotecnológica: negación a los pobres del derecho fundamental al agua y a los alimentos.