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6 de marzo de 2017

Modelos de Estado de bienestar(II): El modelo socialdemócrata y el modelo liberal.

El modelo socialdemócrata- o nórdico- del Estado del bienestar incluye a todos los países del norte de Europa- Suecia, Noruega, Dinamarca, Islandia y Finlandia-. En estos países existe un alto nivel de desmercantilización de los servicios sociales básicos. Son países poco poblados, alcanzando los 26 millones de personas. Tienen una historia pacífica, pactista y, debido a su posición periférica en Europa, han podido adaptarse a las transformaciones de la sociedad. Además, son países socialmente homogéneos con un alto nivel cultural y educativo. En los años 30, se instauró en esos países una "tercera vía" entre los países liberales y los países fascistas, permitiendo a la larga la interacción entre esa forma de gobierno y la creciente participación de los ciudadanos en la política. Los municipales gestionan el 60% del gasto público y tienen una responsabilidad fundamental en la prestación de servicios como la enseñanza y el cuidado de los ancianos.

El inicio del Estado del bienestar en los países nórdicos es de finales del siglo XIX. A diferentes velocidades, los países nórdicos fueron introduciendo a principios del siglo XX los seguros de desempleo, de enfermedad, de accidentes y de jubilación, pero no fue hasta el final de la II Guerra Mundial cuando se extendió la cobertura para toda la ciudadanía, con la vocación de ser universales.  A partir de 1960, el Estado del bienestar nórdico tuvo una edad de oro. Suecia fue quien hizo más esfuerzos, y, hasta la década de 1980, fue el que mayor porcentaje del PIB destinó al gasto social. Seguido muy de cerca por Dinamarca, y más atrás, por Noruega y Finlandia. Actualmente, cerca del 30% del PIB, se destina al gasto social en Suecia, Dinamarca y Finlandia. Los programas de protección pública han perseguido siempre la universalidad. Dicha protección social se financia a través de impuestos. La recaudación por impuestos se sitúa entre el 40% respecto del PIB. Los ciudadanos de los países escandinavos son favorables en la participación y en la construcción del Estado del bienestar. Existe una llamada "moral tributaria", es decir, una disposición favorable a pagar sus impuestos. No favorecen acogerse a las deducciones que favorecen el fraude a la hacienda pública. Existe, por tanto, unas convicciones morales, y al mismo tiempo, un alto grado de confianza en las instituciones. La confianza reside en la percepción favorable de los resultados del Estado de bienestar: los ciudadanos creen que sin impuestos no estaría asegurado la universalidad de los servicios del Estado del bienestar para todos los ciudadanos. Desde los años 70, se han producido una serie de reformas económicas orientadas a una mayor competitividad y orientada a la exportación, para poder mantener el Estado de bienestar. Como resultado, los países escandinavos son hoy economías exportadoras con grandes superávits de balanza de pagos y muy atractivas para el inversor extranjero. Además, hay que sumarle el gasto en educación entorno a un 7% o 8% del PIB y una fuerte inversión en investigación y desarrollo, en políticas de subsidios de desempleo y políticas activas de formación para el empleo.

El modelo liberal es aquél donde el mercado suministra bienes y servicios en relación al Estado de bienestar. Aquí, encontraríamos fundamentalmente a los países anglosajones. Vamos a centrarnos en dos países concretamente: Reino Unido y Estados Unidos. Respecto al Reino Unido, después de los gobiernos conservadores de Margaret Thatcher y John Major, Tony Blair presentó lo que se llamó la tercera vía para recuperar el impulso del Estado del bienestar. La tesis central de ese nuevo laborismo fue que, la distinción entre el mercado y el Estado, no tenía razón de ser y era necesario adoptar un punto de vista más pragmático que ideológico. La tercera vía se aplicó en los ámbitos tradicionales de las políticas de bienestar pero tuvo una incidencia especial en las políticas activas del empleo y en la educación. En las políticas de empleo, las ayudas se concebían como un medio para mejorar la productividad y la adaptación de los trabajadores para hacerlos más competitivos y así aumentar su probabilidad de ser contratados. El subsidio de desempleo pasó a ser tan solo un recurso de última instancia. El problema del desempleo no era una falta de oportunidades sino que era por las deficiencias en la capacitación de los desempleados. El Estado del bienestar debía capacitar a los ciudadanos para incorporarse en el mundo laboral. Los beneficiados de esas ayudas al desempleo deberían participar en la búsqueda obligatoria de trabajo. En 1998, se estableció por primera vez un salario mínimo en 1998. En el ámbito educativo, desde el siglo XIX, es obligatorio la enseñanza. Hoy en día, lo es para las edades comprometidas entre los 5 y los 18 años. Entorno, al 90% estudia en el sistema público. Las universidades públicas no son gratuitas. Y, por último el sistema de pensiones, está inclinado hacia el mercado y depende más del ahorro privado y de los fondos de pensiones de las empresas. Tiene tres niveles: obligatorio, complementario y voluntario. Obligatorio, es la contribución que hace los trabajadores a la seguridad social británica y que consiste en un sistema de reparto. Es baja y necesita ser complementada. Los otros dos niveles: el segundo, el complementario, consiste en complementar la pensión a través de aportaciones añadidas al sistema público o bien con fondos de pensiones privadas en sustitución de estas y el tercero, voluntario, conformado por un ahorro voluntario por las propias empresas.

Respecto a los EE.UU., su modelo de bienestar tiene un fuerte carácter individualista que se origina en la Constitución de 1787 que protege los derechos de los ciudadanos y de la propiedad privada. Este fuerte rasgo individualista del Estado de bienestar en EE.UU., tiene un concepto muy distinto al europeo, respecto a que entiende por redistribución de la renta, el gasto social o el propio tamaño del Estado. El gasto público en EE.UU. ha representado un 35% del PIB desde la década de 1980, muy por debajo de los países escandinavos o de Francia, por encima del 50%. El gasto pública se reparte en tres administraciones: la federal, con un gasto social del 20% respecto del PIB, la estatal y local, con el 9% cada una. Las partidas más importantes, con el 5% del PIB cada una, son las de educación y del sistema público de salud: Medicare, para mayores de 65 años, y Medicaid, destinado a personas con bajos ingresos, creados ambos en 1965. En 2010, Barack Obama firmó la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible- Obamacare-. Antes de esta ley, un 18,5% de la población no tenía ningún tipo de cobertura sanitaria y con el Obamacare se incrementó el número de asegurados, reduciendo el número de norteamericanos sin seguro en 11,4 millones desde 2010 hasta 2014.