Mostrando entradas con la etiqueta Neuroplasticidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Neuroplasticidad. Mostrar todas las entradas

29 de mayo de 2019

Memoria y olvido en el envejecimiento

Siempre se ha creído que a medida que envejecemos, vamos perdiendo capacidades cognitivas. La últimas investigaciones han demostrado que no existe un único y lineal proceso de envejecimiento cerebral, pues la plasticidad neuronal se mantiene a lo largo de la vida y además la evolución de cada cerebro dependerá de lo que hagamos con él. Se han hecho estudios longitudinales en los que se hace un seguimiento de un grupo de personas durante un período de su ciclo vital. La primera conclusión de estos estudios corrobora una disminución de determinadas capacidades cognitivas y perceptivas asociada al envejecimiento, al mismo tiempo algunas funciones mentales permanecen estables a lo largo de la vida e incluso ganan con la edad. En la vejez, se presenta una pérdida de memoria que afecta a todos los tipos de memoria: la memoria de corto plazo, la memoria de trabajo, la memoria implícita y la memoria explícita. Este fenómeno no es igual en todas las personas ni en todas las funciones mentales.

En cuanto a la memoria, la más afectada con el paso de la edad es la memoria de trabajo. Con el paso del tiempo, nos resulta más difícil mantener la atención y gestionar la información en situaciones complejas que requieren rapidez y flexibilidad. Esto sucede porque las neuronas del hipocampo disminuyen, se generan menos neuronas nuevas y las conexiones sinápticas sufren alteraciones. El hipocampo juega un papel central en el aprendizaje y la estabilización de la memoria. Además, el lóbulo frontal experimenta una pérdida de densidad y volumen que parece relacionada no tanto con la pérdida de neuronas como con la disminución de las espinas dendríticas y de las conexiones sinápticas. Ambos procesos repercuten en el funcionamiento de la memoria de trabajo.

Otro estudio examinó la percepción y la cognición relacionados con la edad. Se asignaron varias tareas donde se detectaban velocidad de procesamiento, memoria operativa, memoria a largo plazo y vocabulario a una muestra de 300 adultos de entre 20 y 90 años. En ese estudio, se observó que el declive cognitivo relacionado con la edad no difería de manera significativa en función de la educación, la clase social o los ingresos económicos. Ahora bien, se pueden optimizar las funciones cognitivas y evitar deterioros rápidos y graves. Incluir una alimentación saludable y rica en ácido fólico, sueño reparador, actividad física, interacción social, actividades cognitivas específicas como la lectura. Y, obviamente, evitar factores de riesgo como la diabetes, obesidad, hipertensión y tabaquismo. 

Reserva cognitiva e influencia del entorno.

La organización funcional del cerebro se modifica en función de nuestras experiencias, de lo que se deduce que esas experiencias pueden potenciar o deteriorar nuestras habilidades cognitivas. Las investigaciones apuntan que el ejercicio de estas habilidades puede relentizar el deterioro de la memoria en la tercera edad. Los cambios en el cerebro ya sean por el envejecimiento o por otro tipo de causa específica- enfermedad...- pueden darse en diferentes niveles cerebrales. A la habilidad de tolerar estas modificaciones a nivel estructural sin presentar ningún síntoma se la denomina reserva cognitiva. En la reserva cognitiva está implícita una neuroplasticidad potenciada a través de nuestras experiencias. El cerebro estimulado por nuestras experiencias vitales, se reorganiza, retrasando la manifestación de los síntomas del deterioro cognitivo. Si trabajamos nuestra reserva cognitiva podremos retrasar el deterioro de las funciones cerebrales y la aparición de demencias. En este sentido, los ambientes enriquecidos- con abundantes estímulos- suelen propiciar un mejor ejercicio de nuestras funciones cognitivas, por contra, los ambientes empobrecidos- con carencia de estímulos- actúan en sentido contrario.

Hay numerosas investigaciones que avalan, lo que se ha suscrito anteriormente, tanto con animales como con personas. La investigación de William T. Greenough confirmó la importancia del ambiente para el aprendizaje y la memoria. Sus estudios pusieron de manifiesto que las ratas de laboratorio criadas en entornos complejos tenían un mayor número de sinapsis por neurona que las ratas criadas en un ambiente con carencias, sin juguetes ni compañeros. Las ratas estimuladas aprendían mucho más rápido a recorrer laberintos y retenían en la memoria los recorridos. En  seres humanos, se pudo contrastar en estudios ex post facto en niños nacidos en Rumanía. En estos estudios, revelaron que algunos bebés y niños rumanos, que vivían en condiciones lamentables, y, que fueron adoptados por familias, consiguieron recuperarse cuando la duración del periodo vivido en condiciones extremas no había sido superior a seis meses a partir de este período es más difícil la recuperación de las capacidades cognitivas, de aprendizaje y memoria y de las capacidades emocionales y sociales. En definitiva, se confirmó que los entornos empobrecidos pueden provocar trastornos cognitivos mientras que los entornos enriquecidos y la ejercitación de las habilidades pueden ralentizar el deterioro de la memoria de las personas de la tercera edad. 

24 de mayo de 2019

Aprendizaje y memoria a lo largo de la vida.

Antes se creía que sólo los cerebros de los niños eran plásticos pero ahora sabemos que la neuroplasticidad se conserva a largo de la vida de un ser humano. La neuroplasticidad sustenta tanto el aprendizaje como la memoria, aún así existen periodos óptimos - o sensibles- durante los cuales unos aprendizajes concretos pueden ser más efectivos. Véamos a ver en cada una de las etapas vitales de las personas cómo afecta a la memoria ya sea ésta, explícita o implícita y al aprendizaje específico y/o en general. 

Durante el desarrollo fetal, el cerebro experimenta diferentes reorganizaciones, especialmente de su cableado. Tras el nacimiento, el número de conexiones neuronales se incrementa exponencialmente, superando en muchas ocasiones a los niveles del cerebro adulto. El propio cerebro va ajustando el exceso de número de conexiones, las conexiones más utilizadas se refuerzan y las que menos utilizamos se van eliminando. A este proceso se le conoce como la "poda neuronal". Las conexiones que sobreviven o bien desaparecen depende de los genes o de las experiencias en el medio. El desarrollo del cerebro no sigue unas pautas temporales concretas. En la corteza visual se produce durante los 3 primeres meses de vida un aumento muy rápido de sinapsis y después se da una disminución progresiva hasta estabilizarse entorno a los 10 años. En cambio, en la corteza frontal se inicia más tarde el proceso de sinaptogénesis, poda neuronal y mielinización. Su maduración no se inicia hasta la adolescencia y no se estabiliza hasta la tercera década de vida. Disponemos de datos suficientes sobre el desarrollo cerebral que, en todas las culturas se adquieren a la misma edad, siempre que se reciba la estimulación adecuada antes que se inicie la escolarización. 

Si hablamos de los primeros recuerdos de nuestra infancia vienen a la mente episodios y sucesos fragmentados y aislados. Lo normal es no recordar nada de lo vivido antes de los 2 o 3 primeros años de vida debido a la amnesia infantil temprana. La formación de recuerdos autobiográficos no aparece hasta al final del segundo año de vida. De los recuerdos anteriores a los 11 años, menos del 1% de registros eran de antes de los 3 años. Esto es en lo referente a la memoria explícita y autobiográfica porque existen otras memorias que están operativas desde el nacimiento: las memorias implícitas. 

En relación a la memoría implícita en las primeras etapas vitales, en el último trimestre de gestación, el feto es capaz de aprender y recordar a través del uso de las memorias implícitas o procedimentales. El feto es capaz de procesar el sonido del habla de la madre. Es capz de distinguir el lenguaje de la música y aprender a responder a esos estímulos con patadas. El feto es sensible a determinadas características del lenguaje y de la música. Prefieren la voz de su madre tal como la perciben dentro del útero y también fuera de éste a cualquier voz femenina. Los tres primeros días después del nacimiento prefiere escuchar su lengua materna antes que otras lenguas.

Respecto a las memorias en la adolescencia y en la vida adulta, en la corteza frontal de una preadolescente, entre los siete y los trece años, se produce simultáneamente un incremento de la materia gris y un aumento de las sinapsis. En esta etapa, tiene lugar los procesos de poda neuronal y de incremento de la substancia blanca, la mielina, y este incremento continua en la adolescencia hasta la tercera década de vida. Estos cambios en el cerebro adolescente, son los que permiten que aparezcan una serie de capacidades cognitivas como las funciones ejecutivas, como la memoria de trabajo, atención selectiva y sostenida, planificación de tareas futuras, inhibición de conductas inadecuadas, toma de decisiones o resolución de problemas. El cerebro adulto sigue conservando una gran plasticidad que permite aprender habilidades y destrezas y memorizar contenidos y conocimientos necesarios para adaptarse al nuevo entorno. 

13 de mayo de 2019

Cómo funciona la memoria: Neuroplasticidad y memoria.

En este capítulo, cómo funciona la memoria, vamos a analizar qué sabemos sobre cómo codificamos y almacenamos los estímulos que nos llegan del exterior y cómo, posteriormente, evocamos nuestros recuerdos. 

Vamos a empezar por hablar sobre neuroplasticidad y memoria. Ya Santiago Ramón y Cajal a finales del siglo XIX expuso cómo las modificaciones en las sinapsis eran la base del aprendizaje y también de la memoria. La plasticidad neuronal tenía un papel central en los mecanismos de aprendizaje y de memoria. Cajal intuía que la memoria está estrechamente relacionada , así como los cambios y procesos, con el funcionamiento interno de las sinapsis, es decir, de los cambios que se producen dentro de las sinapsis. No es hasta los trabajos de Donald Hebb y su trabajo "La organización de la conducta" donde se establecerá las bases neuronales del aprendizaje y de la memoria y se introducirá una serie de ideas nuevas. A saber: Donald Hebb propuso el principio básico de la formación de la memoria: "tras un estímulo provocado por una percepción o una experiencia se producen cambios químicos en la neurona, que se excita más cuando esos estímulos coinciden en el tiempo repetidamente." Además, de explicar cómo se forma la memoria también intenta explicar cómo podemos recuperar un recuerdo que hemos almacenado: " cuando dos estímulos llegan simultáneamente por vías separadas a una neurona producen cambios sinápticos en su membrana, unas modificaciones que facilitarán la transmisión de impulsos a través de la misma". El hallazgo novedoso es que uno de esos estímulos por sí solo, sin necesidad de la presencia del otro, sería capaz de excitar a la neurona y activar nuevamente la red neuronal. Donald Hebb apuntaba al sistema nervioso como base del aprendizaje y la memoria y realizó una serie de experimentos para conocer cuáles eran los efectos de la experiencia sobre el cerebro y la conducta. Unos de sus primeros estudios fue con un grupo de ratas jóvenes. Las dividió en dos grupos: El primer grupo crecieron en la cocina de su casa y el segundo grupo, el de grupo de control, se criaron en jaulas de laboratorio. Al finalizar el experimento, Donald Hebb les realizó un "test de inteligencia" a las ratas. Ese test consistía en resolver una serie de laberintos. Las ratas de casa obtuvieron resultados mucho mejores que las de laboratorio, concluyendo que la inteligencia y la conducta en general están influidas por la experiencia. Una idea revolucionaria para su época. Donald Hebb extrajo la idea de que las personas criadas en ambientes estimulantes alcanzarían un mejor nivel de desarrollo intelectual, mientras que personas criadas en ambientes empobrecidos sufrirían limitaciones en ese desarrollo. Un ambiente es más o menos empobrecido en función de la cantidad y la calidad de los estímulos recibidos.

El segundo gran hito en los estudios sobre neuroplasticidad y memoria fue los estudios de Michael M. Merzenich en 1972. A partir de los estudios de Wilder Penfield, se sabía que en una determinada zona del cerebro se encuentra representado un mapa de nuestro cuerpo. Eso permitió que Penfield desarrollará el famoso "homúnculo de Penfield": "un mapa motor cortical que representa el cuerpo como un pequeño hombre distorsionado." Con los estudios de Penfield, Merzenich se propuso completar las investigaciones de Penfield, utilizando primates. Para cartografiar mejor el córtex cerebral de los primates, introducía un electrodo en la corteza cerebral que registraba las sensaciones de la mano, logrando un mapa de las neuronas responsables de esas sensaciones o bien cuando seccionó el nervio sensorial de diversos primates con la intención de observar qué sucedía cuando se producía una lesión en el sistema nervioso. Descubrió que los nervios sensoriales volvían a desarrollarse y el cerebro recuperaba su funcionamiento normal. Este descubrimiento rompió con la concepción, hasta ahora vigente, según la cual la estructura del cerebro adulto era fija e inalterable. Merzenich demostró que el cerebro adulto podían darse "restructuraciones neuronales rápidas." Merzenich prosiguió con sus investigaciones sobre la plasticidad neuronal en el cerebro de primates adultos. Buscaba conocer cuál era el papel relevante de los genes y la experiencia en la neuroplasticidad. Uno de sus experimentos le dió la clave: la experiencia modifica el cerebro de esos animales. Por último, los estudios de Thomas Ebert demostraron cómo el tamaño de la representación de una zona corporal en la corteza depende de la intensidad y duración de su estimulación. Las investigaciones de Ebert demostraron que los cambios estructurales del cerebro se llevan a cabo más fácilmente durante los primeros años de vida.