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12 de noviembre de 2014

¿Estamos a tiempo de detener la catastrofe demográfico?

El libro de Alan Weisman La cuenta atrás plantea abiertamente esta cuestión. ¿Estamos a tiempo de detener una catástrofe humanitaria si no podemos fin al aumento demográfico y a una forma de vida que destruye la biodiversidad del planeta? El "problema substancial" es si hay solución a la superpoblación que atenaza al planeta, y, muy especialmente, algunas regiones del mundo, muy sensible al cambio climático. De producirse el cambio, debe hacerse en unas décadas, de superarse ese plazo, quizás no estaríamos a tiempo para que el aumento de la población mundial se estabilizará y, al mismo tiempo, se produjera simultániamente un proceso de decrecimiento económico de los países más industrializados. Este cambio es consubstancial para solventar el problema, pero no, para solucionarlo definitivamente. Para ello, se requeriría un plazo mayor de tiempo, quizás 100 años más, después de que se alcanzará una estabilización definitiva de la población mundial, no antes del 2100.

El reto está en la estabilización de la población antes del 2100. Cuando antes se produzca esta estabilización y, con un menor número de personas, antes se podrá planificar un decrecimiento demográfico y económico, en primer lugar, en los países occidentales y más industrializados, y posteriormente, en la mayoría de los países pobres. Hemos de ser capaces de encontrar una manera de vivir más dignamente, compatible con la biodiversidad del planeta. Este reto ha de implicar al conjunto de la humanidad y a la totalidad del planeta.

La estabilización demográfica no podrá tener éxito sin un cambio profundo en la mentalidad de la población y sin un giro de más de 180º en las políticas sociales, educativas, financieras, económicas y medioambientales de la totalidad de los países del mundo. En el aislamiento, no habrá una solución posible. Sólo en la cooperación y en la solidaridad entre países puede hallarse una solución a la estabilización demográfica y a un paulatino decrecimiento de la población.

La estabilización de la población en los países más pobres no debe afectar irremediablemente a la biodiversidad. Sin esta estabilización, hagamos lo que hagamos, no podemos salvar la diversidad biológica necesaria para que el planeta pueda existir como ente vivo y para que las especies que coexisten en la Tierra puedan continuar reproduciéndose. La diversidad biológica debe estar en el centro de esas políticas de estabilización, y de posterior, decrecimiento demográfico. Tener presente cuál debe ser su número y qué espacio debe ocupar en el planeta. De este modo, podemos conocer cuál debería ser el número de seres humanos, en un mundo habitable.

Además, esta política de estabilización demográfica de los países pobres debe estar acompañada con un proceso de decrecimiento económico en las regiones más ricas del mundo. De lo contrario, no servirá para nada el esfuerzo de los países pobres sino se procede al decrecimiento económicos de los países ricos.
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