La relación de Hannah Arendt con los filósofos coetáneos fue intensa, compleja y en muchos casos decisiva para su pensamiento. No siempre se trató de vínculos académicos formales: Arendt fue una pensadora más “política” que “filosófica” en sentido estricto, y a menudo se situó en diálogo crítico con sus contemporáneos.
1. Martin Heidegger (1889–1976)
Relación personal: Arendt fue alumna suya en Marburgo en 1924 y mantuvo con él una relación amorosa breve, que marcó profundamente sus años de juventud.
Influencia intelectual: Heidegger la introdujo en la fenomenología y en la importancia del “ser-en-el-mundo”, aunque Arendt se distanció radicalmente de su compromiso con el nazismo y de su filosofía excesivamente centrada en el ser, no en la política.
Crítica: Arendt consideraba que Heidegger carecía de una teoría de la acción y de la pluralidad. Aun así, nunca rompió del todo con él y, tras la guerra, mantuvieron correspondencia intermitente.
2. Karl Jaspers (1883–1969)
Relación personal: Fue su director de tesis y mentor. Ella lo consideraba una figura ética fundamental en su vida intelectual.
Influencia: De Jaspers heredó el interés por la comunicación, la libertad y la responsabilidad.
Colaboración: Tras la guerra, mantuvieron una amistad epistolar muy rica. Jaspers apoyó su reflexión sobre la política y la defendió en momentos de críticas públicas (por ejemplo, tras Eichmann en Jerusalén).
3. Walter Benjamin (1892–1940)
Relación personal: Se conocieron en el exilio en París. Arendt lo ayudó a escapar de Francia y, tras su suicidio en Portbou, preservó y difundió muchos de sus escritos.
Influencia intelectual: Compartieron el interés por la tradición judía, la crítica a la modernidad y la necesidad de repensar la historia desde los vencidos.
Legado: Arendt publicó parte de su obra y contribuyó a que se reconociera internacionalmente.