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20 de octubre de 2014

La política demográfica de la revolución islámica en Irán

Después del triunfo de la revolución islámica en Irán, tanto los laicos como los religiosos creían que "vivirían su vida y su religión como quisieran, con el ayatolá Jomeini como guía espiritual del país." Un año después, Sadam Huseim aprovecha para invadir Irán. Irak utilizó armamento convencional y gas mostaza contra población cívil. Pero Iran, con más del triple de población, respondió y recuperó el territorio ocupado por los iraquíes. Antes de la revolución islámica, Irán había iniciado un programa de planificación familiar a raíz de un censo de 1966 que mostraba un alarmante incremento de la población. En 1956, Irán tenía 18,9 millones de habitantes. Las mujeres iraníes tenían una media de 7,7 hijos por mujer. En, solo 10 años, añadieron más de 6 millones a la población del país. El ministerio de Sanidad empezó a distribuir píldoras anticonceptivas. A pesar de ello, el censo de 1976 todavía mostraba tasas de fecundidad de 6,3 hijos por mujer. En la época de la revolución de 1979 había 37 millones de iraníes. El propio Jomeini clarificó que estaba permitido métodos de control de la natalidad. Pero la guerra con Irak lo cambió todo. La Oficina de Población y Planificación Familiar fue clausurada, y en su lugar se lanzó una campaña a favor de que "cada mujer fértil iraní ayudara a hacer de Irán "un ejército de 20 millones de hombres." La edad legal a la que las muchachas podían casarse pasó de los 18 a los 13 años. A medida que la guerra con Irak se prolongaba, la tasa de natalidad superaba los "sueños demográficos" de Jomeini. El censo de 1986 arrojó la cifra de casi 50 millones de iraníes: el doble que hacía dos décadas.

Cuando finalizó la guerra, la Oficina de Planificación y Presupuesto de Irán calculó cuánta gente podría suportar la economía iraní: "Todos aquellos varones nacidos para abastecer al ejército de veinte millones de hombres ahora necesitarían empleos, y las posibilidades de proporcionárselos se reducían con cada nuevo nacimiento." El director de planificación y presupuesto, junto con el Ministro de Sanidad, presentaron una iniciativa para conducir a Irán y lanzaron una campaña de planificación familiar a escala nacional con el visto bueno del líder supremo Jomeini. Implicaba convencer a 50 millones de iraníes de lo contrario de lo que habían estado oyendo durante los 8 últimos años: "que su deber patriótico era ser obligatoriamente fecundos." Otro eslogan substituirá al anterior, "Uno está bien. Dos es suficiente." Este nuevo eslogan empezó a aparecer en pancartas, en vallas publicitarias, en las paredes, en la televisión o en las oraciones de los viernes por los mismos mulás que antes habían ordenado tener más hijos para producir "una gran generación islámica." Al año siguiente, en 1989, muere Jomeini. A diferencia de China, la decisión de cuántos hijos tener se dejaba a los padres. Ninguna ley prohibía tener los hijos que se quisiera. Lejos de ello, se produjó una inversión en el crecimiento demográfico. Doce años después, el ministro de Sanidad iraní recibió el Premio de Población de las Naciones Unidas por haber aplicado "el enfoque más progresista y acertado de la planificación familiar que el mundo había visto nunca."

¿Cómo lo hizó Irán, si era voluntario? Utilizaron "brigadas ecuestres a las que la doctora Hourich Shamshiri y sus colegas obstreta-ginecólogos acompañaron hasta los rincones más apartados del país pusieron toda clase de medios de control de la natalidad- desde los preservativos y píldoras hasta la cirugía- a disposición de todas las iraníes, y gratis." Los objetivos del programa eran: reducir la tasa de fecundidad media de los mujeres iraníes a cuatro hijos en 2011 y, a la larga, disminuir la tasa de crecimiento demográfico de Irán. Los médicos enviados a las zonas rurales habían planeado alentar a las mujeres a espaciar los embarazos de 3 a 4 años. Más de 100.000 mujeres fueron esterilizadas. El programa de planificación familiar fue posible porque se apostó por la educación de la mujer. No solo en la enseñanza primaria y secundaria sino también en la universitaria. En 1975, apenas 1/3 parte de las mujeres sabían leer. En 2012, más del 60% de los estudiantes universitarios iraníes eran mujeres. La tasa de alfabetización de las mujeres menores de 26 años era del 96%. En 2012, 1/3 parte de los funcionarios públicos de Irán eran mujeres. Con el programa de planificación familiar la edad legal de contraer matrimonio se elevó y la edad media de las novias no tardó en subir a los 22 años, edad en la que terminaban sus estudios. En la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo celebrada en el Cairo en 1994, los números de Irán sorprendieron a la ONU: ¿cómo era posible que una nación musulmana y con un programa voluntario pudiera alcanzar esas cifras? En 2000, la tasa de fecundidad absoluta de Irán alcanzó el nivel de sustitución, 2,1 hijos por mujer, un año antes que China con su política obligatoria del hijo único. En 2012 había bajado a 1,7 hijos. El programa de planificación familiar de Irán fue un éxito de la revolución islámica. Había un compromiso en reducir las diferencias entre ricos y pobres y entre el medio urbano y el medio rural.

En 2005, Mahmud Ahmedineyad fue elegido presidente de Irán. En 2006 afirmó que el programa de planificación familiar de Irán era antiislámico. Pidió a las mujeres de 16 años o más que dejaron las universidades, se casaran y se quedaran embarazadas: "A los 70 millones de habitantes de Irán, decía, había que añadirles 50 millones más." En junio de 2009, Ahmadineyad fue reeligido de nuevo como presidente de la República islámica de Irán. Las calles se llenaron de iraníes, especialmente de mujeres. El recién reelegido presidente Ahmadineyad reiteró a la población la necesidad de duplicar la población de Irán. Su oferta de 10 millones de riales- unos 800 euros- por recién nacido se volvió en su contra al saberse que costaría más de 1.000 millones de dólares anuales a las arcas públicas.

Aunque Irán había diseñado un programa de planificación familiar muy eficaz, todavía tendría que esperar décadas hasta que, la generación de la explosión demográfica de los años de la guerra contra Irak,desaparezca. Mientras tanto, sus 75 millones de personas tendrá que hacer frente a una población envejecida y cada vez más decreciente. Eso significaría más gastos médicos y de seguridad social para los mayores, y menos gente joven productiva que los pagará.

política demográfica- irán

29 de septiembre de 2014

La política demográfica del Vaticano

En 1994, se celebró en el Cairo la III Conferencia Internacional de las Naciones Unidas sobre la Población y el Desarrollo. Dos años antes, el Vaticano no quiso abordar la cuestión de la población en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro. Durante décadas, la Santa Sede "había infiltrado topos en grupos como Planned Parenthood. Después de años de presiones, los miembros católicos del Congreso estadounidense habían forzado la dimensión del director de la Oficina de Población de la USAID, el doctor Reimert Revenholt, artífice de los programas de planificación familiar internacionales del organismo desde sus comienzos." Juan Pablo II dio instrucciones para la preparación de un libro blanco sobre el estado de la población en el planeta a la Pontificia Academia de las Ciencias. En junio de 1994 hicieron público su informe. En sus 77 páginas, Popolazione e risorse "analizaba las tendencias demográficas y económicas globales y regionales. Examinaba los recursos naturales, el desarrollo tecnológico, el agua y la producción de alimentos, incluida la revolución verde. Consideraba asimismo la educación, los temas de la familia, las cuestiones relacionadas con la mujer, el trabajo, la cultura, la religión, la moral y la ética." Cinco años después, hicieron pública otra provocativa declaración: "nuestro planeta está amenazada por una multitud de procesos interactivos: el agotamiento de los recursos naturales; el cambio climático; el crecimiento demográfico- de 2.500 millones o más de 6.000 millones de personas en solo 50 años-; una disparidad rápidamente creciente en la calidad de vida; la desestabilización de la economía ecológica y la perturbación del orden social." Años más tarde, en 2009, el papa Benedicto XVI aborda pobreza y población en su encíclica Caritas in veritate. En ella denunciaba a la economía de mercado "por recortar los salarios, la seguridad social y los derechos de los trabajadores a fin de maximizar los beneficios, obligando a los países pobres a competir en una puja a la baja de salarios y prestaciones por obtener unos puestos de trabajo fabriles que traen más miseria que desarrollo real." No obstante, rechazaba cualquier conflicto entre el medio ambiente y el mantenimiento de una población creciente: "la comida no se está agotando. Se están introduciendo nuevas especies cultivables. Gente que era pobre se está haciendo rica; ganan más cultivando soja transgénica que criando ganando." Y, añadió:" si el alimento transgénico no fuera sano, la naturaleza se rebelaría contra ello." En parte, este argumento remite contra el hecho de que el alimento "sea considerado menos un sustento humano que una mercancía comercializable." Y, esto responde a la presión de las agroindustrias biotecnólogicas que afirman que la forma de alimentar al mundo hambriento es a través de cultivos transgénicos. Esa presión pretendía contrarrestar la oposición a los alimentos modificados genéticamente. Y sus consecuencias: "exponer a la ruina a los pequeños propietarios agrícolas suprimiendo los métodos de siembra tradicionales y volver a los agricultores dependientes de las empresas que producen los transgénicos." Aún así, los grandes avances en materia de transgénicos necesarios para alimentar al mundo "están aún a décadas de distancia de ser viables, por no hablar de que todavía están en las primeras fases." Por tanto, será imposible seguir alimentando a todo el mundo a menos que se frene el crecimiento demográfico. Por otra parte, está la oposición de la Iglesia a la contracepción. Lo que subyace a esta oposición es que la Iglesia tiene un interés fundamental en las masas: "Cuantos más católicos haya en el mundo, más importará el juicio de los mil ciudadanos varones de la Ciudad del Vaticano." De ahí, su oposición frontal a la contracepción y al control demográfico.
Vaticano demografía