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20 de abril de 2017

Modelos de Estado de bienestar(III): El modelo conservador(I): Alemania y Francia.

El modelo conservador del Estado del bienestar presenta tres grandes rasgos. A saber: El primero es cómo se financia. La financiación se realiza a través de las contribuciones de los trabajadores y de sus salarios. Las cotizaciones de los trabajadores crean un derecho que es difícil de eliminar o reducir por los gobiernos. El segundo considera a la familia como la unidad responsable de proveer bienestar. Los programas sociales se han centrado en el apoyo de la cabeza de la familia- el hombre- como sostén de la familia, mientras que el papel social de la mujer se ha centrado en el cuidado de los hijos. Tercero, los intermediarios entre los trabajadores y el Estado, tienen un papel fundamental. Los sindicatos y las asociaciones empresariales participan en ese sistema de intermediación proporcionando servicios sociales- programas destinados a los trabajadores, por ejemplo- y, por tanto, limitando la influencia del Estado, respondiendo al principio de subsidiaridad. El problema del modelo conservador del Estado del bienestar es la transformación de la familia desde los años 80: la incorporación de la mujer en el mercado laboral y el aumento de los divorcios y parejas de hecho, con el consiguiente aumento de las familias monoparentales.

Alemania se ha considerado como prototipo del modelo conservador del Estado del bienestar junto a Francia. Después de la II Guerra Mundial, el Estado de bienestar alemán se centró fundamentalmente en proporcionar un buen nivel de vida a las familias alemanas. Todo cambió, con los gobiernos democristianos de Helmut Kohl en los años 80 y 90. Su gobierno fue el responsable de elevar la edad de jubilación hasta los 65 años y la aprobación del Pflegeversicherung. Además de lidiar con las implicaciones económicas de la reunificación de Alemania. Las transformaciones del Estado de bienestar alemán revirtieron en el propio Estado de bienestar: incentivando el trabajo indefinido o evitando los cambios de actividad a lo largo de la carrera laboral. Sin embargo, la globalización, el progreso tecnológico y la competencia internacional han erosionado la estabilidad de los puestos de trabajo sin que se haya tocado la estructura favorable a los trabajos a tiempo completo y para toda la vida. El resultado se ha traducido en un alto desempleo entre los jóvenes y las mujeres. La legislación beneficia a los trabajadores de los sectores manufactureros y a los funcionarios del Estado pero no así a los jóvenes y mujeres. Entre 1998 y 2002, Gerhard Schröder impulso una gran reforma de las pensiones, en el que se permitió que los trabajadores ahorraran en un sistema privado que se premiaba con incentivos fiscales y que se añadía a las cotizaciones a la seguridad social, debido a una situación demográfica que amenazaba el sistema de reparto. En 2003, se introdujo políticas activas de empleo y requisitos más estrictos para acceder a las prestaciones de desempleo y se impulso iniciativas de formación.

El Estado del bienestar francés se inició durante la Tercera República durante los años 20 y 30 a través de sociedades de ayuda mutua de origen católico. En 1928, se aprobó leyes para proteger a los trabajadores de los accidentes, de la invalidez y de las enfermedades. Pero, no fue hasta después de la II Guerra Mundial, cuando se instituyó un sistema de seguridad social. El sistema de protección social francés siempre ha sido muy conservador pero ha sufrido reformas desde los años 90, y se incrementó desde la crisis económica de 2008, y especialmente a partir de 2010. Se centraron en las pensiones y en las reformas en el mercado laboral. En Francia, el sistema de pensiones es público y se debe cotizar 41,5 años para acceder a la pensión máxima. Se ha incrementado la cuantía de las contribuciones y la edad de jubilaciones, que ha pasado de los 65 a los 67 años. La protección al desempleo está vinculado a las políticas activas de empleo desde los años 90. Se hace a través del servicio público Pôle Emploi. La duración del subsidio de desempleo depende del tiempo cotizado, un mínimo de cuatro meses para tener derecho a la prestación, y un máximo de tres años.

Como he dicho antes, tanto en el caso alemán como el francés, el Estado de bienestar conservador se ha resentido en las últimas décadas debido a la globalización y para mantener la competitividad, y así, el crecimiento económico, de Alemania y Francia.