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27 de julio de 2011

Síntesis del libro el decrecimiento explicado con sencillez. 3 parte

En esta tercera entrega de la síntesis del libro El decrecimiento explicado con sencillez vamos a resumir los capítulos: ¿Qué podemos hacer?; Decrecimiento y Países del Sur; Salir del capitalismo; Las críticas al decrecimiento y La tecnología salvadora.

En ¿Qué podemos hacer? Antes de proponer cualquier tipo de práctica de acorde con el decrecimiento, vamos a mencionar 2 ideas importantes, a saber:
1- El decrecimiento es un proyecto que tiene que combinar por fuerza lo individual y lo colectivo.
2- La propuesta del decrecimiento se enfrenta a una sociedad competitiva y agresiva y pretende sustituirla por otra basada en la cooperación y la solidaridad.

Carlos Taibo menciona una serie de prácticas decrecentista que deberíamos tomar prestado. En total son ocho:
1-Hay que reducir el consumo, premiando el uso razonable de los recursos.
2-Hay que reducir los desplazamientos que implican un consumo importante de energía. En este sentido es preferible caminar y moverse en bicicleta que emplear el automóvil, como es preferible compartir este último antes que utilizarlo en solitario. El transporte público debe ser una prioridad.
3-Hay que alejarse de los medios de comunicación tradicionales y de las campañas comerciales que nos exhortan a comprar.
4-Hay que comprar productos generados en el ámbito local. Debemos pensar en lo que comemos y dedicar a la comida más tiempo, otorgándole una dimensión social de la que carece hoy día.
5-Hay que reutilizar y reciclar los bienes así como intercambiarlos y promover su donación en provecho de quienes los precisan.
6-Hay que huir del sistema bancario y buscar iniciativas locales y éticas de financiación y ahorro.
7-Hay que procurar consumir menos y disponer de más tiempo libre.
8-Hay que abrir nuevos espacios de autonomía que reduzcan las dependencias en todos los ámbitos. Pueden promoverse iniciativas vinculadas con el cooperativismo, las redes de consumo, los bancos de tiempo, las monedas sociales o los bancos de alimentos.

En Decrecimiento y Países del Sur, se debería aplicar el proyecto del decrecimiento en los países del Sur. La respuesta es No, Pero. Lo del no parece que se justifica por si solo, sin embargo, hay que justificar el pero: los habitantes de los países del Sur deben tomar nota de lo que hemos hecho mal, sino quieren repetir nuestros mismos errores. Si países como China y la India empiezan a alcanzar los niveles de consumo propios de las sociedades occidentales, pronto se hará evidente que la Tierra, con sus recursos, no podrá atender a las demandas correspondientes. Más razonable parece decrecer en producción y consumo en los países del Norte rico para de esta manera disponer de un argumento moral, que invite a pedir a otros conductas más moderadas y que huyan del hiperconsumismo.


Cuando se afirma que el crecimiento de los países ricos es vital, para que sigan creciendo los pobres, es ignorar una realidad muy diferente: la del expolio de los recursos humanos y materiales de los países pobres en provecho de los primeros y de la dependencia consiguiente de los países pobres con respecto a las decisiones de los países ricos que reducen a la nada su soberanía. Quienes cuestionan el proyecto del decrecimiento son aquellos que han propiciado el asentamiento de intercambios desiguales entre los países del Norte y del Sur y la dependencia de estos últimos.

En los países del Sur han empezado a manifestarse movimientos por el decrecimiento. Su origen es triple. Un primer origen lo constituyen los países que se hallan a mitad de camino entre el mundo opulento y el sur pobre. Un segundo origen se vincula con la existencia de gigantescas desigualdades en las sociedades del sur donde se aprecia los efectos nocivos del crecimiento económico. Y, un tercer origen que remite a la necesidad urgente de reavivar tradiciones autóctonas arrinconadas por el imperialismo y el colonialismo occidentales.

En Salir del Capitalismo, la propuesta del decrecimiento implica salir del capitalismo.  La urgencia de salir del capitalismo no sólo surge de las consecuencias de la propuesta del decrecimiento sino de la corrosión que acosa al propio capitalismo. Si bien el capitalismo ha tenido una gran capacidad de adaptación a los retos, esa capacidad está hoy en entredicho. En un mismo sentido, la eficacia innegable que el capitalismo demostró en el pasado parece haberse diluido rápidamente. Más allá de lo anterior, sobran las razonas para afirmar que el capitalismo es manifiestamente incapaz de encarar el problema de los límites medioambientales y de recursos de tal forma que la crisis ecológica se ahondará. La propuesta del decrecimiento pretende sustituir del capitalismo existente. Cualquier proyecto de contestación del capitalismo tiene que ser por fuerza decrecentista, autogestionario y antipatriarcal.

En las Críticas al decrecimiento, el proyecto del decrecimiento ha suscitado críticas. Podemos organizar estas críticas en 3 grandes posiciones:
1- Nace de los circuitos oficiales del sistema capitalismo. Se ignoran las aportaciones del movimiento decrecentista. En algunos casos, se reconocen buenas intenciones en el decrecimiento. Son críticos con el diagnóstico catastrofista del decrececimiento: muchos diagnósticos en el pasado no se han ajustado a la realidad, creen que el decrecimiento es literalmente irrealizable y que la aparición de nuevas tecnologías permitiran resolver los problemas que hoy se consideran inabordables.
2-Nace en el marco de determinados segmentos de la izquierda que se vinculan con el pensamiento de Marx.
3- La tercera posición crítica procede de la llamada izquierda insurreccionalista. Subrayan el caracter reformista del proyecto del decrecimiento que no aspiraría a otra cosa que "adelgazar" el capitalismo. Los sectores insurreccionistas parecen esperar un colapso del sistema capitalista que se verá acompañado de una revolución.

En La tecnología salvadora, el discurso oficial presenta a las tecnologías como solucionadoras de los problemas actuales. Al margen de esto, tenemos que preguntarnos si nuestro estilo de vida hiperconsumista y despilfarrador nos hace realmente felices y justifica que decidamos arriesgarnos aún a costa de poder perderlo todo. Pero conviene llamar la atención sobre varias circunstancias que rodean el debate sobre la tecnología: El desarrollo y el despliegue de tecnologías visiblemente dañinas para el medio ambiente y la inversión en tecnología de alto nivel cuya dimensión social es nula.