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3 de junio de 2015

Sexto fallo de mercado en la integración transfronteriza: la opresión global

En capítulos anteriores del libro, Pankaj Ghemawat había hablado sobre las "disfunciones económicas" relacionadas con la globalización y una mayor apertura. Como la concentración global y las desigualdades globales "pueden ocurrir, pero también que no son ni de lejos tan perjudiciales como sugiere la percepción popular, y que hay maneras de que los gobiernos nacionales pueden gestionarlos, mientras siguen buscando una mayor apertura." Obviamente, no todos los miedos a la apertura tienen que ver con las disfunciones del mercado. En este capítulo, la opresión global, Pankaj Ghemawat examina varios miedos sobre el impacto político de la globalización y como la libertad nos puede impulsar hacia el Mundo 3.0. El capítulo finaliza examinando qué hay detrás de "las distintas quejas políticas sobre la globalización." 

"¿No está Estados Unidos apoderándose del mundo?" o "¿No podría ser la globalización una simple manera más de llamar al imperio y la hegemonía transnacionales norteamericanas ejercidos tanto a nivel militar como empresarial?" ¿Qué hay detrás de estos miedos? Pankaj Ghemawat analiza y aporta algo de luz a estas cuestiones. Desde el punto de vista militar, después de la desaparición de la Unión Soviética, el poder militar se concentró más en las manos de Estados Unidos: "en 2009, Estados Unidos sumaba casi la mitad del gasto militar mundial total, aproximadamente siete veces el de China, que figuraba en segundo puesto." Pero tal poderío militar está limitado por su capacidad de provocar resultados deseados en la política exterior. También, la política nacional limita el uso de la fuerza estadounidense si no está en relación con sus intereses nacionales. Desde el punto de vista empresarial, hay dudas sobre si la globalización equivale a la "norteamericanización" o "a la hegemonía de Estados Unidos." No hay evidencias claras sobre si ahora las empresas estadounidenses son más prósperas y competentes globalmente. De hecho, ha habido un descenso, en las últimas décadas, en el número de empresas estadounidenses como en sus cuotas de mercado a nivel global. Desde el punto de vista financiero, la capacidad inversora internacional de Estados Unidos es "negativa y en declive." También, apunta en la misma dirección la capitalización de la cuota del mercado de valores. Por otro lado, la alternativa al dominio estadounidense, la tríada formada por Estados Unidos- Europa - Japón tampoco parece que sea viable ni razonable sobre todo si tenemos en cuenta el crecimiento de China y India. La concentración de comercio internacional y los flujos de inversión declinaron entre las economías más abiertas en las últimas décadas, mientras que sucedió justo lo contrario para las economías menos cerradas. De cara al futuro, el crecimiento de las economías china e india y de las economías emergentes desbancará a las economías de la tríada formada por EE.UU-Europa-Japón: "De hecho, lo que se predecía para 2050 es un cambio del dominio de Estados Unidos, Europa y Japón a una situación en lo que China y la India serán dos de las tres mayores economías mundiales. Eso nos devolverá aproximadamente a donde estábamos en 1820, cuando China y la India representaban casi la mitad de la economía mundial y el G7 sólo un cuarto. Y mientras la estatura de Estados Unidos como el superpoder solitario mundial se va erosionando, la sencilla aritmética de las distribuciones del PIB sugiere que ni China ni la India ni nadie más se levantará para ocupar su lugar en varias décadas futuras." El resultado de este cambio será el paso de la Pax Americana a la multipolaridad

De acuerdo a esto, no hay ningún país que pueda adueñarse del mundo gracias a la globalización. Pero, ¿y las multinacionales? ¿Existe una mayor concentración industrial a nivel global? Mientras que la concentración industrial en los mercados es una cuestión de poder, la superconcentración provoca preocupación "sobre el poder económico, social y político en un frente más amplio." Si comparamos los niveles globales de superconcentración con los niveles de concentración global de las industrias veremos que ha bajado a nivel mundial. Los gobiernos obligan a los negocios a cumplir todo tipo de normas como participantes en los mercados, "lo que incluye impuestos, subsidios, restricciones de precio/beneficio, requisitos de presentación de cuentas y otras regulaciones financieras, normativas sobre productos y de procesos de fabricación, requisitos de que los productos se fabriquen con ingredientes locales, normativas comerciales e industriales,...." Todas estas leyes las hacen los gobiernos. Las empresas pueden influenciar. Y su grado de influencia es muy limitado si se ciñen a los canales legales. En resumen, los tamaños de las empresas no tienen en cuenta la función del gobierno y su capacidad de legislar. También, ignora el papel de los gobiernos en los mercados como "resolver disputas sobre las normas, asegurar el riesgo del mercado, supervisar la inversión en Bolsa y hasta representar los intereses de sus empresas en organizaciones multilaterales como la OMC." La apertura puede impulsar la "vitalidad competitiva" poniendo coto a las relaciones entre los gobiernos y las empresas.

Los miedos a la globalización volvieron a aflorar con la caída de las economías de planificación central o en el caso de China en su conversión a la economía de mercado. Eso "creó falsas percepciones de un nuevo consenso sobre política económica." Y, en este contexto, "el Consenso de Washington, una serie de principios originalmente designados como paquete de reformas para los países en vías de desarrollo afectados por la crisis, hizó metástasis en una recomendación general de fundamentalismo de mercado para todos los países. Como escribió mi amigo y antiguo colega de Harvard Dani Rodrik en 2006, en el prestigioso Journal of Economic Literature, "estabilizar, privatizar y liberalizar" se convirtió en el mantra de toda una generación de tecnócratas." Este mismo autor, Dani Rodrik, aporta la noción del "Trilema político de Rodrik", según el cual "una fuerte integración económica internacional, o bien precisa que las naciones-Estado acepten recortes en su capacidad de legislar, lo que restringe las políticas de masas, o bien la política de masas ha de operar internacionalmente, dejando de lado la primacía de la nación-Estado." Dicho de otro modo, según Rodrik, los legisladores han de elegir dos de los tres objetivos- una fuerte integración económica internacional, naciones-Estado y política de masas, pero no los tres. O sea, la competencia global puede limitar "el espacio político disponible para los gobiernos." No obstante, como sugiere Pankaj Ghemawat, el trilema político de Rodrik "no es que no sea incorrecto; simplemente, en la mayoría de los aspectos no parece relevante" sobre todo si tenemos en cuenta que estamos en un mundo semiglobalizado.

Trilema de Rodrik


Entonces, ¿es la globalización mala para la democracia? La intuición apunta en dirección contraria, así como también, las pruebas. " De manera intuitiva, abrirse al exterior, en especial liberalizando los flujos de información y de ideas, debería asociarse con la apertura política en el interior. De hecho, autores tan distintos como Emmanuel Kant, Joseph Schumpeter, Friedrick Hayed y Niels Bohr identificaron una relación causal entre apertura y democracia. En palabras de Bohr, " la mejor arma de una dictadura es el secretismo, pero la mejor arma de una democracia ha de ser la de la apertura." El período reciente de globalización también ha visto una ampliación de la democracia: en 1975, sólo había 30 países donde se escogía democráticamente el gobierno, en 2010 ya eran 116: "Mas concretamente, y de formas que intentan llegar a los mecanismos subyacentes, los académicos apuntan a las experiencias de países de Europa Central  y del Este y de Sudamérica como prueba de la fuerte relación entre apertura y democracia." Esto sugiere que la eliminación de la democracia tienden a necesitar de un mayor control de las fronteras, mientras que una mayor apertura tiende a estimular la democracia y una mayor distribución del poder dentro de la sociedad. También, Pankaj Ghemawat establece una relación entre globalización y democracia, centrándose en los efectos del comercio y la inversión internacional. ¿Cómo puede la integración comercial y financiera promover la integración democrática, y viceversa? Los beneficios de la integración económica apoyan el crecimiento económico, "y sabemos que la democracia es más estable en países en los que la renta per cápita está por encima de los 3.000- 6.000 dólares." La integración financiera y la transparencia política también son complementarias. Además, hay que tener presente que la distancia geográfica condiciona la difusión de la democracia. Los estudios sobre la teoría del efecto dominó, según la cual, la implantación o eliminación en un país "infecta" a los países vecinos, aumentando o disminuyendo su propensión a adoptar la democracia. Pero, no es menos cierto que si un país está sujeto a un alto nivel de desigualdad, la democracia puede provocar una reacción contraria a la globalización al centrarse en la redistribución interna.

¿Una mayor integración transfronteriza podría promover conflictos transfronterizos? Los escenarios de todos los intervenciones militares estadounidenses entre 1990 y 2002 y su yuxtaposición con la implicación de países en conflictos en la OMC sugería que la implicación económica y los conflictos militares tienden a sustituirse: si no tienes lo uno, tienes lo otro. Si analizamos las guerras nos permite una mayor comprensión "de los problemas y las oportunidades." Aunque los conflictos militares han descendido de manera espectacular desde principios de la década de los 90, las guerras civiles siguen siendo más frecuentes. Los países pobres tienen una probabilidad mucho mayor que los países ricos de verse atrapados en conflictos armados. Estos conflictos internos son atribuidos a la globalización, aunque, como afirma, Pankaj Ghemawat, "cuando, de entrada, muchos de ellos no están demasiado integrados en la economía mundial, es ir demasiado lejos." Dicho esto, estos conflictos muchas veces sobrepasan las fronteras nacionales. Así, se calcula que el coste económico de los Estados fallidos es de hasta 270.000 millones de dólares al año. Buena parte de este coste se calcula que lo soportan "los países vecinos, ellos mismos también pobres, cuyos ingresos se ven mermados por el conflicto de la puerta de al lado." Éste es, en palabras de Pankaj Ghemawat, "un ejemplo de externalidad transfronteriza." Finalmente, buena parte de los conflictos están provocados por sentimientos nacionalistas más que por la globalización. El nacionalismo tiene tendencia a reavivarse en épocas de crisis o de incertidumbre económica: "Hay un estudio que sugiere que un descenso de un punto porcentual en la tasa de crecimiento se asocia, de manera aproximada, con un punto porcentual de más apoyo a los partidos de extrema derecha o nacionalistas de un país, y todavía más en los países en los que la renta está relativamente bien distribuida."

¿Qué hay detrás del surgimiento de estos movimientos independentistas? La aspiración de creación de nuevas naciones-Estado, que está detrás de muchos conflictos internos, también han sido asociadas a la globalización. Parece ser que la globalización "de los mercados va de la mano del separatismo." La idea es que en un mundo cerrado- Mundo 1.0-, los países grandes disfrutan de ventajas económicas sobre los países pequeños "porque las demarcaciones políticas determinan el tamaño del mercado." Pero, con un comercio más libre, los países más pequeños pueden "formar jurisdicciones políticas homogéneas que resultan económicamente viables." Aún así, la fragmentación no equivale a una "siempre creciente libertad."

En resumen, una mayor apertura mejora la política y ayuda a estimular el crecimiento, que históricamente ha tendido a dar "un mayor grado de justicia social, democracia, liberalización y respeto de los derechos humanos." Así, estas preocupaciones políticas no son motivo para poner freno a la globalización.
Pankaj Ghemawat Mundo 3.0