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21 de diciembre de 2013

Lecciones de Islandia que deberíamos aprender (o trasladar) en España

¿Qué ha cambiado en Islandia en los últimos años? A pesar de la recuperación económica, no ha cambiado la estructura de poder. No obstante, la experiencia islandesa es positiva. Los problemas de la crisis económica no tienen una solución inmediata en un corto plazo. Ahora bien, la reforma en Islandia ofrece una luz al final del túnel: "la crisis no es sólo un fracaso sino también una oportunidad para redefinir el mundo en el que queremos vivir y los valores que nos deben guiar". Al comparar, no podemos exportar a España ciertas medidas adoptadas en Islandia porque pertenecen a su idiosincrasia. Pero, tampoco no podemos importar a Islandia soluciones del continente europeo. Como apunta Elvira Méndez: "Islandia no tiene un ordenamiento jurídico fuerte y un marco constitucional que responda a las necesidades del siglo XXI. Todos los modelos son imperfectos. España no posee los recursos naturales que tiene Islandia, pero Islandia no posee el capital humano de millones de personas que pueden pensar y discutir de forma colectiva y más eficiente. Tampoco hay tradición de protesta en la cultura vikinga que se trata de una sociedad donde la queja es un signo de debilidad y reina el pragmatismo. Hay que ser fuerte ante la adversidad. Lo que se puede cambiar se cambia y lo que no se acepta." La crisis obliga a un cambio de mentalidad. El problema fundamental es: hacer frente a las deudas privadas de los bancos y a una crisis financiera que ha derivado en depresión económica.

¿Por dónde deberíamos empezar? Elvira Méndez cita cuatro puntos donde deberíamos encauzar el cambio:
1- Reformar el sistema financiero para que sirva a la economía real.
2- Buscar y medir el progreso conciliando la economía, la sociedad y el medio ambiente.
3- Reformar y reforzar la democracia.
4- Promover cambios en el sistema jurídico y mejora al acceso a la justicia.

Respecto a la reforma del sistema financiero, en un informe de las Naciones Unidas de 2009, liderado por el economista Joseph Stiglitz, se detalla los puntos esenciales de una reforma financiera internacional. El informe Stiglitz para las Naciones Unidas sobre la reforma monetaria y financiera internacional aborda algunos temas: Primero, nuestros gobiernos han preferido apostar por un sistema financiero desregulado y desconectado de la realidad económica: " El capital y los beneficios del sector han salido de la economía real y operan en una dimensión distinta. El interés fluye de abajo arriba gravando a la masa y beneficiando a una élite mundial que no supera el 1%. Durante las últimas décadas, el Índice de Gini muestra que la desigualdad aumenta en todo el mundo- salvo en Brasil-, pero sobre todo en Europa". Segundo, una de las causas de la crisis- según este informe- es la deuda privada y pública que amenaza "el orden económico, político y social". Ahora bien, el informe de Stiglitz no aborda el problema de la creación del dinero, ni cómo este sistema, de forma privada y en el ámbito global, ha contribuido a la crisis. Como apuntan el economista islandés Ólafur Magnússon y el alemán Bernd Senf, este aspecto no se considera relevante en la teoría económica clásica.

Las cuestiones que faltan por dilucidar de esta crisis son:
1- Entender cómo y por qué hemos llegado hasta este nivel de deuda insostenible.
2- Quién ha creado la deuda y cómo se crea el dinero de forma privada en el marco de un sistema financiero desregulado.
3- Cómo afecta a nuestro sistema monetario la libre circulación de capitales y el exceso de deuda/dinero en busca de inversiones.
4- Cómo reformar el euro y la gobernanza europea para que sean parte de la solución- y no del problema-.
5- Cómo evitar que se repita la crisis financiera.

Sin entender cada una de estas cuestiones no podemos avanzar en la solución: "cómo reorientar nuestro sistema para devolver el capital financiero a la economía real, cómo reembolsar la deuda privada y pública razonable con el crecimiento de nuestras economías, cómo hacer una quita ordenada y justa del exceso de deuda que libere a los deudores y acreedores de la trampa mortal en la que han caído y cómo superar los retos que imponen la integración europea y el euro, evitando que la crisis de deuda lleve a la bancarrota de Europa y al fracaso de la UE". Para avanzar, debemos "desmitificar" cómo se crea el dinero y su relación con la crisis financiera. Bernd Senf, profesor emérito de economía de la Universidad de Berlín, explica las razones profundas de nuestra crisis actual. En sus conferencias, resume cómo las crisis en el sistema capitalista son "consustanciales" y cíclicas. En su opinión, la crisis financiera se debe al hecho de que se ha implantado un sistema globalizado donde el dinero es creado sin límites por parte del sector privado sobre la base de los depósitos de los ahorradores. La creación del dinero no responde al crecimiento económico real sino que es una ficción. Los Estados han consentido la creación privada del dinero y han promovido una política activa de endeudamiento público y privado sin evaluar el riesgo que conlleva a medio y largo plazo. La creación del dinero ha sido delegada a entidades bancarias y financieras: "Hoy en día, el 90% del dinero que nosotros utilizamos equivale a deuda. Esta deuda es sobre todo de carácter privado en su origen, al ser creada por entidades creditacias y financieras." Según el economista Bernd Senf, esto es así principalmente en Europa y EE. UU: "En Europa, el papel de los bancos centrales parece limitarse a proveer de liquidez y papel físico al 5- 15 por ciento de esa deuda/ masa monetaria previamente creada cuando el banco da un crédito a los particulares o compra deuda al Estado". Los bancos tienen la obligación de garantizar un mínimo de liquidez pero utilizan nuestros depósitos para crear más dinero y ganar intereses con ello.

Al crear deuda/dinero, los bancos son los que originan la inflación: "son los bancos los que controlan el poder que da la creación del dinero". ¿Existe otro sistema mejor para defenderse de la inflación? Sí, existe un sistema monetario donde se disocia el dinero del interés y donde se crea dinero público y libre que puede servir a fines no comerciales y económicas. Para el economista Bernd Senf, la verdadera causa de la crisis es la deuda y su interés, insostenible a largo plazo. Históricamente, se resolvía "mediante una guerra que limpiaba los balances y liberaba a los deudores por medio de la hiperinflacción o de la violencia. Si no se soluciona la deuda en nuestro contexto europeo de paz e integración económica, el mantenimiento del status quo y el pago de la deuda e interés compuesto requerirán una transición de la democracia a la represión e incluso a la dictadura." Otro aspecto interesante del trabajo de Bernd Senf es la recuperación del economista alemán Silvo Gesell y su investigación sobre la creación del dinero libre de interés. Gesell reconoció en 1916: "el papel contradictorio del dinero como un medio de intercambio para facilitar la actividad económica por un lado y como un instrumento de poder capaz de dominar el mercado por otro." Como alternativa al capitalismo y al socialismo, propuso una economía libre de mercado no capitalista donde circulaba el dinero libre y sin interés. El modelo de economía libre de Gesell es muy interesante en la búsqueda de un modelo económico alternativo. Influido por Gesell, Senf propone "regular y tasar el dinero que abandona el circuito de la economía real hacia el limbo financiero y ajustar la creación del dinero al crecimiento económico real sobre la base del PIB." Sus propuestas pasan por reconfigurar el sistema actual y crear un dinero libre sin interés. A su juicio, los bancos centrales deben ser  independientes de los gobiernos también deben estar fuera del negocio de la banca.

Además de la reforma del sistema financiero, en la dirección que hemos apuntado, el siguiente paso es reconstruir el sistema económico para mejorar el nivel y la calidad de vida de los ciudadanos. La teoría del desarrollo sostenible nos puede ayudar a avanzar en este propósito. La teoría del desarrollo sostenible persigue la conciliación del progreso con el desarrollo social y con la protección del medio ambiente. El desarrollo sostenible se entiende como "aquel que satisface las necesidades presentes son poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades." Junto a esa reforma de la economía hacia la sostenibilidad, necesitamos medir el progreso de otra manera, más allá del PIB. Disponemos del Indice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas y del Coeficiente Gini que mide la desigualdad de los ingresos y/o de la riqueza. Por otro lado, las críticas al PIB como medidor del progreso económico y social está entredicho. El PIB no sirve para medir el bienestar social. Además, este indicador incluye aspectos negativos que no contribuyen al desarrollo y al bienestar social. Sin embargo, la felicidad es el indicador por excelencia para medir el bienestar. La cuestión es, ¿cómo podemos medir la felicidad? La felicidad requiere de otro sistema de medición que depende principalmente de la familia, los amigos, la satisfacción en el trabajo y las actividades de ocio, más que los ingresos económicos. Tenemos que crear un índice para medir la felicidad "sobre la base de otros valores y conceptos tradicionalmente excluidos del PIB y otros indicadores económicos".

A esto, cabe añadir la reforma y el refuerzo de la democracia. Una propuesta interesante es el desarrollo de diferentes tipologías de democracia: deliberativa, participativa y directa electrónica digital. La democracia deliberativa que incorpora elementos de la democracia directa y la democracia representativa. La democracia participativa que permite debatir sobre un tema a través de la selección de una muestra de población representativa. La democracia directa electrónica digital- e-democracy- que utiliza las nuevas tecnologías para facilitar la participación pública mediante el voto electrónico.

Por último, no es plausible este cambio de sistema financiero, económico y democrático, si no va acompañado de un cambio del sistema jurídico que ha de reformarse "para servir a la sociedad, a sus ciudadanos y a los operadores económicos y otros actores que defienden intereses generales". Para mejorar el sistema jurídico es preciso un avance sustancial en el acceso a la justicia. Este aspecto es esencial para asegurar "el imperio de la ley" y garantizar el ejercicio de los derechos humanos básicos. Es una condición previa "para la inclusión social" y un elemento clave "para el funcionamiento de la democracia".