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24 de mayo de 2011

Reflexión entorno al Humanismo, Posthumanismo y Inhumanismo en Lyotard y lo inhumano

El libro Lyotard y lo inhumano explora la condición humana. Nos interroga sobre las creencias acerca de nuestra identidad como seres humanos. ¿Quiénes somos? ¿Qué nos hace realmente humanos? ¿Somos enteramente humanos? ¿Hay algo de inhumano en nosotros? ¿Existe una división nítida entre lo humano y lo inhumano? ¿Qué efectos tiene la introducción progresiva de lo inhumano en la vida? ¿Nuestra estrecha relación con lo inhumano a través de la tecnología puede llegar a transformar la naturaleza humana? ¿Dejaremos de ser humanos, si lo que es “propio” de lo humano, fuera lo inhumano?

En “lo inhumano”, Lyotard revela una de sus sospechas: “¿Qué ocurriría si lo “propio” de la especie humana consistiera en que lo inhumano le es inherente?”. Esta sospecha está totalmente justificada. Hoy nadie cuestiona nuestra dependencia de la tecnología para el mantenimiento y desarrollo de la sociedad. La tecnología es omnipresente en todos los ámbitos de la vida hasta el punto de que no somos capaces de vivir prescindiendo de ella por completo. Si hubiera un fallo en los sistemas tecnológicos  provocaría un colapso de nuestro sistema de vida. 

Al carácter invasor de la tecnología, hay que unir su naturaleza expansiva e insaciable. Lo inhumano está introduciéndose lentamente en nuestros cuerpos mediante los avances tecnológicos en el ámbito de la medicina o de la bioingeniería. Su objetivo final  es el reemplazado de nuestra humanidad por su inhumanidad. Es un proceso del que apenas somos conscientes como especie. Es este proceso de sustracción y de reemplazo de lo "propiamente" humano por lo "propio" de lo inhumano lo que llama la atención a Jean François Lyotard. Su resistencia lo lleva a emprender una denuncia de este proceso casi imparable en el corazón de la naturaleza humana.

¿Está siendo reemplazada la humanidad por la inhumanidad? La crisis del humanismo como metarrelato está detrás de la crisis de los valores humanistas, vigentes en occidente desde la ilustración y el nacimiento del capitalismo, y del surgimiento del inhumanismo como relato narrativo alternativo de la condición humana. Lyotard habla de una sociedad posthumanista en la que irrumpe con fuerza los valores del inhumanismo en detrimento de los valores del humanismo. Literalmente, lo inhumano está cercando a lo humano hasta el punto de confundirse con él. Esta confusión es aprovechada por la tecnocracia para asaltar y arrebatar el poder político a la democracia. El poder ya no reside en la humanidad sino en la inhumanidad en forma de tecnología. La tecnocracia quiere y debe despojar del poder a la democracia para materializar este proceso de transformación de la naturaleza humana en inhumanidad.

Ahí quién, como Donna Haraway y Sadie Plant, alienta y patrocina el inhumanismo frente a la postura de Jean François Lyotard que concibe un humanismo posthumanista. Ambas actitudes convergen en su crítica al humanismo, incidiendo en aspectos diferentes. Mientras Haraway y Plant celebran la irrupción del inhumanismo en la vida humana mediante la disolución de la frontera entre la máquina y el ser humano a través de la creación de la figura del ciborg en Donna Haraway o de la puesta por la red de Internet en Sadie Plant. Lyotard plantea la posibilidad de un humanismo posthumanista en el que los valores humanistas ya no son considerados la norma a seguir y son abiertamente cuestionados, apostando por una sociedad donde los valores y los ideales del humanismo son vistos con escepticismo.

20 de mayo de 2011

Descripción e Ideas básicas del Libro Lyotard y lo inhumano. Tercera Parte

En celebrar el inhumanismo, Donna Haraway elogia la introducción del inhumanismo en nuestras vidas. Haraway se apropia del inhumanismo para redefinir los géneros porque considera que no hay un límite definido entre lo físico y lo no- físico. Para Haraway la figura del ciborg permite salir de la trampa del género y reinventar  a la naturaleza. Un ciborg es un “híbrido de máquina y organismo”. El ciborg es “una criatura en un mundo posgéneros”. Es una condición muy anhelada por las mujeres antes que optar por la condición de diosas. Las diosas pertenecen a un mundo donde los hombres controlan a las mujeres transformándolas en objetos sexuales, prisioneras de su condición biológica. Los ciborgs superan la biología humana. Al hacerlo, sobrepasan los problemas relacionados con el esencialismo y el determinismo biológico. Las mujeres no son “esencialmente” nada: pueden decidir adoptar las características que quieran aliándose con máquinas y adquiriendo el poder de éstas. Pasar de ser diosa a ser ciborg es hacer la transición de ser pasiva a ser activa, esto es, de ser controlada a controlar. El ciborg adopta su propio género como concepto. Para Haraway nos abre a la posibilidad de “reelaborar” nuestros cuerpos para convertirnos en ciborgs. El ciborg es “una suerte de identidad personal, posmoderna y colectiva que se ensambla y desensambla”. La naturaleza no es un conjunto de características a las que estamos condenados, sino que es algo construido; y si es así, se puede desarmar y reconstruir de otras maneras. Debemos concebirnos a nosotros mismos como proyectos abiertos antes que como entidades terminadas. En el ciborg, se rechaza la presunción de que lograr una identidad unificada sea nuestro principal objetivo.

En Inhumanismo e Internet, otra feminista entusiasta por la conjunción entre mujer y tecnología, Sadie Plant, expone su posición en el libro Ceros+ unos (1997). Uno de sus objetivos es demostrar que las mujeres han estado involucradas en el desarrollo de la tecnología de la información desde un principio. No sólo ha habido una contribución de la mujer en la tecnología sino que esta tecnología puede expresarse y vincularse mejor con el carácter femenino que con el masculino. Especialmente Internet. La red no presenta un sistema de control ni noción de jerarquía: dos características del patriarcado. Se vuelve un espacio en el que las relaciones de poder entre géneros pueden ser desafiadas. Las mujeres tienen una afinidad especial con la red, según Plant: Han sido la fuerza de trabajo de la nueva tecnología de la información. Esta nueva tecnología fomentó la construcción de nuevas redes fuera de las estructuras patriarcales establecidas. Según Plant, las mujeres hacen los mejores ciborgs. De hecho las mujeres son ciborgs o, mejor dicho, disfrutan del grado de poder que les reporta ser ciborg: “Las mujeres han sido las simuladoras, ensambladoras y programadoras de las máquinas digitales”. No hay necesidad de permanecer bajo la dominación masculina. La red ha sido un instrumento que ha permitido romper con los roles tradicionales de los géneros.

La razón por la que Haraway y Plant se han mostrado tan partidarias de una versión inhumanista del feminismo es el sesgo masculino del viejo humanismo. Ciertamente el proyecto moderno ha sido dominado por hombres, al igual que el mundo de la tecnociencia. Se trata de enfatizar los aspectos negativos del humanismo y su esencia autoritaria.

En Lo inhumano como narrativa,  William Gibson teoriza un mundo en el que los hackers pueden insertar sus propias conciencias en los sistemas de computación y una vez dentro tratar de encontrar senderos para medir la inteligencia humana con la artificial. Gibson describe una lucha por el control sobre el ciberespacio, y, cómo se establece una relación de hostilidad mutua entre el hombre y la inteligencia artificial. La IA no reconoce el valor sagrado de la vida humana ni los valores compartidos con los humanos. La lucha principal en Neuromante, la novela de William Gibson, tiene como fin prevenir que las IA lleguen a ser completamente desarrolladas porque sobrepasarían  el control humano y se convertirían en adversarios de la humanidad.

Y, por último, en Humanismo, posthumanismo e inhumanismo, hay una reflexión de estos conceptos. El humanismo sigue entre nosotros y es probable que siga así bajo alguna forma. Nosotros vivimos en muchos aspectos en un mundo posthumanista donde los ideales humanistas ya no pueden ser aceptados de forma acrítica. Pero al mismo tiempo, vivimos en un mundo donde el inhumanismo se está volviendo más difícil de contrarrestar. Un mundo donde lo que es propio de la humanidad se está volviendo cada vez más discutido. La importancia de Lyotard en este debate recae en la posibilidad de un humanismo posthumanista en el que las denuncias contra la tecnociencia son tratadas con un alto grado de escepticismo.