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25 de enero de 2017

La reacción liberal al keynesianismo y las propuestas de reforma(I)

El segundo capítulo del libro, ¿es sostenible el Estado de bienestar?, la reacción liberal y las propuestas de reforma, se centra fundamentalmente, en una primera parte, en la Gran Depresión y en el New Deal así como la entrada del liberalismo contra la intervención del Estado en la economía, y, en una segunda parte, en la figura de Milton Friedman y su oposición al keynesianismo.

En Estados Unidos es donde han surgido las críticas más importantes al Estado del bienestar tanto en el ámbito teórico como en el ideológico. También, es donde surge el New Deal un programa social que constituyó una especie de "Estado del bienestar" anterior al Estado del bienestar. Aunque, el New Deal fue una medida extraordinaria como respuesta a la Gran Depresión, a un suceso extraordinario. El crash de 1929 tuvo consecuencias devastadoras para Estados Unidos que se prolongó hasta finales de los años 30. En 1933, Roosevelt impulsó un programa de intervención del Estado en la economía, el New Deal. Fue un éxito desde el punto de vista económico, el PIB de Estados Unidos creció. En el ámbito social, Roosevelt promovió una transformación total del sistema de bienestar norteamericano. Antepuso la administración federal a las administraciones locales y de los estados, acabando con el despilfarro. Entre 1933 y 1935, entró en vigor la Federal Emergency Relief Administration y se promulgó la Ley de Seguridad Social. Se creó para hacer frente a los jubilaciones y gestionar el seguro de desempleo. El New Deal fue un programa que pretendía planificar el funcionamiento de los principales sectores de la economía norteamericana y encontró resistencias tanto en el ámbito conservador como liberal. Roosevelt centró su principal atención sobre el sector financiero. Sacó a Estados Unidos del patrón oro en 1933. Al abandonar el patrón oro, la Reserva Federal pudo imprimir todos los billetes que quiso. El valor del dólar se garantizaría a través de los títulos de deuda pública del Tesoro americano, es decir, la credibilidad de su economía. La intervención del Estado también se trasladó en los sectores agrícola, industrial y obra pública.

Los primeros economistas contrarios a las políticas del New Deal fueron los de la Universidad de Harvard denominados, los Siete Sabios, que criticaban el intervencionismo del Estado y alentaban sobre la ineficiencia de la planificación en la economía. La mayor preocupación de los Siete Sabios era el efecto de la planificación sobre el sistema de precios y sobre los efectos en las decisiones de las personas a la hora de decidir qué hacer con sus recursos. El New Deal no podía poner de acuerdo a la oferta y a la demanda. Sin embargo, en la segunda mitad de la década de los  años 30, la Universidad de Harvard tomó la dirección contraria. Fue, paradójicamente, en esta universidad donde se expandió el keynesianismo en EE.UU de la mano de Alvin Hanlen. La oposición al keynesianismo y al New Deal fue desapareciendo de la universidad. El liberalismo fue recluyéndose y su resistencia numántina se trasladó a la Universidad de Chicago. Entre los economistas liberales, quien mejor organizó la resistencia al keynesianismo y a la economía planificada, estaba el economista austríaco Friedrich Hayek. Ferrio partidario de la descentralización y firme defensor de las libertades individuales, estaba en contra de la planificación económica. No obstante, no era partidario de la desaparición del Estado porque podía cumplir con algunas funciones como favorecer el libre mercado, eliminar monopolios o cuidar del medio ambiente. Friedrich Hayek junto a la Escuela de Chicago fue quien mejor organizó la resistencia al programa keynesiano y sus políticas en EE.UU y quien posteriormente replantearía los principios y postulados del liberalismo.

Como hemos dicho antes, la gran resistencia al keynesianismo fue en la Universidad de Chicago. Henry C. Simons formó en los años 40 a estudiantes seguidores de la economía neoclásica que defendía el libre mercado y que oponía a las políticas intervencionistas del Estado en la economía. Entre estos alumnos estaba Milton Friedman, futuro premio nobel en 1976 y principal figura de la Escuela de Chicago. Friedman puso su talento al servicio de la defensa del libre mercado y fue el principal responsable en el descrédito del keynesianismo a finales de los años 60. Friedman centró su crítica al keynesianismo en dos frentes: la cuestión monetaria y la formación de expectativas. Esta última es donde reside fundamentalmente la gran discrepancia con el keynesianismo. Mientras que, Keynes creía que, las expectativas sobre el futuro eran la causa de que hubiera menos bienes necesarios para alcanzar el pleno empleo, y, por tanto, defendía que el Gobierno imprimiera más dinero a pesar del riesgo a la inflación, por tanto, existía una relación inversa entre inflación y desempleo: un mayor crecimiento de los precios va acompañado de un menor desempleo, Milton Friedman creía que, las expectativas y las decisiones que tomaban las personas son racionales. Friedman rechazaba que el Gobierno utilizará la inflación como herramienta política. Estaba en contra de políticas monetarias expansivas porque los precios subirían sin fin, mientras que la economía seguiría estancada igual que el nivel de desempleo. Se produciría una situación de estanflación. Este fenómeno descrito por Friedman comenzó a experimentarse a partir de 1970. Cuando se produjo un crecimiento del nivel de desempleo con un nivel alto de inflación. Se agravó después de 1973 con la crisis petrolera. Esto produjo que se destruyera la credibilidad entorno al intercambio entre inflación y desempleo, tal como preconizaba Keynes. La duda se extendió a toda la política de estabilización y de estímulo de la demanda del modelo keynesiano, aupando las tesis de Friedman.

Además, de su contribución a la política monetaria, Milton Friedman se mostró en contra del Estado del bienestar y a favor de la sociedad. Escribió dos libros: el primero, capitalismo y libertad, en 1962 y el segundo, libertad para elegir, en 1980 donde expone sus argumentos en relación a ambas cuestiones. En ambos libros, defiende que el capitalismo es una condición necesaria, aunque no suficiente, para la consecución de la libertad política. Defiende que quienes participan en el sistema capitalista demandarán tanto la libertad económica como la libertad política y que el capitalismo es el sistema creador de riqueza más eficiente. Respecto al Estado del bienestar, Friedman se mostró partidario de eliminar los programas de asistencia social y sustituirlo por un impuesto negativo.