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27 de enero de 2012

María Elena Ferrer: De lo profano a lo sagrado

"Lo que es esencial para todos es darnos cuenta de que una fuerza naciente está disponible para la humanidad, y a esa ferza la llama Harvey activismo sagrado. Esta fuerza está alineada con el poder divino y es la fusión de las dos pasiones más nobles del alma humana: la pasión del místico por lo sagrado y la pasión del activista por la justicia. Cuando estas dos pasiones se unen, nace una inconmensurable fuerza de amor y sabiduría en acción". (Espiritualidad y política, página 240)

"La política y la espiritualidad son de esas cosas de la vida en las que todos queremos participar y disfrutar de sus beneficios, pero con las que generalmente no sabemos cómo identificarnos" Así es como, empieza su artículo María Elena Ferrer. La primera cuestión es esclarecer qué entendemos por política. En primer lugar, la política- concretamente el ejercicio político- exige siempre de la participación de la ética. Ética es necesaria para que pueda funcionar la política y pueda maniobrar el político responsable y serio. La política exige de una sensibilidad ética sin la que carece de sentido y sin la que se corrumpe el político. En segundo lugar, el ser humano tiene la necesidad- el problema, en realidad- de repartir los bienes materiales entre los integrantes de la sociedad, es decir, encontrar un modo de repartir esos bienes que "justifique"- legitime- ese reparto. Esto deriva en la creación de un poder y en la necesidad, a su vez, de legitimar ese poder. En este sentido, la política sería "el arte de repartir viablemente bienes, poder, rango". Ésta no es una cuestión baladi. Es, sin duda, uno de los mayores retos de cualquier sociedad y ahora de la humanidad como consecuencia del proceso de globalización.


Esta política de repartición de bienes, poder y rango tiene lugar en el transcurso de la historia "evolutiva" de la humanidad. De hecho, la historia política de la humanidad es la " historia del fracaso y del restablecimiento de ese arte". La historia de la humanidad transcurre en paralelo a esta historia política. Son indisociables. La historia política ha sido la historia de unos pocos individuos- normalmente, reyes, dirigentes políticos,...-. La lucha de esos pocos, por conseguir el rango- la posición- que legitime el poder para tomar decisiones, ha constituido- y continua siendo- el núcleo esencial de la historia de la política. Para comprender, hemos de considerar los condicionamientos- culturales, sociales, económicos...- y los motivos que están detrás de las decisiones políticas. Son esos condicionamientos históricos los que moldean cómo se legitima ese poder y cómo se ejercita.

La historia de la humanidad se dirige hacia la búsqueda del amor y de la verdad. Valores que derivan, en otros como la "libertad, cooperación, justicia, igualdad, tolerancia, coraje". Los grandes "visionarios" y "pensadores" políticos soñaron y trabajaron para crear una sociedad libre de la mentira y de la violencia. La historia de la humanidad también contempla precisamente valores opuestos al amor y a la verdad.

La historia de la humanidad es el reflejo de la evolución de fuerzas opuestas en el seno de una sociedad:
 "Hemos necesitado toda nuestra historia, con sus más y sus menos, para ser lo que somos ahora. Las fuerzas opuestas van y vienen como las olas del mar. Cuando vemos que el viejo se hace obsoleto e inservible, bloqueando todo posible progreso, se produce un giro en los acontecimientos. En tales circunstancias, es natural y necesario que surjan y se busquen vías para el progreso. El orden precedente ha de ser absorbido por el progreso, pero no borrado. No hace falta empezar de cero, así como no hace falta regresar a las cavernas para intentar una nueva estructura social. "

Actualmente, nos encontramos en medio de una transformación. Un cambio de orden. La humanidad parece haber llegado a una via "muerta" y está buscando una "salida" que no pase por un nuevo "ismo". No se trata de crear alternativas al orden establecido- que ya existen-  sino de voluntad para actuar y acabar con los intereses establecidos. Esa voluntad ya no es sólo la de los políticos sino fundamentalmente la de los ciudadanos. Los políticos no deben decidir sobre cuestiones esenciales sin tener presente la voluntad de los ciudadanos.

El movimiento por el cambio global se está abriendo paso. Lo vemos en la influencia creciente de las redes sociales y de Internet en nuestros hábitos de vida, en la política y en los movimientos sociales. Las personas no son simples cosas a las que se deba administrar desde la motivación y el control. Las personas son seres multidimensionales e interrelacionadas, com tal deben ser respetadas.

 No se puede concebir a la sociedad y al individuo como entidades separadas entre sí. Una sociedad es una red de relaciones. Cuando hablamos de la relación individuo- sociedad tenemos que considerar- a priori- que no existe un conflicto de intereses porque "en realidad ambos son uno". Sin embargo, la creencia, que cada individuo debe cuidar de sí mismo, o como mucho, de los suyos, está muy arraigada socialmente. Especialmente, en las sociedades occidentales. Se debe a que creemos que somos algo separado de la sociedad. Hay una tendencia a extraer tanto como se pueda de la sociedad y a evitar el contribuir o el hacer algún sacrificio por la sociedad. Estas dos actitudes son las que predominan en la sociedad y cambiarlas lleva a combatir esta falsa creencia de separatividad.

La felicidad de la humanidad depende del bienestar de los individuos. La sociedad provee al individuo de las condiciones necesarias para su óptimo desarrollo. Por eso, cada persona no sólo debe reparar su deuda con la sociedad sino también debe aportar algo más al servicio de la sociedad. Los conflictos siempre surgen del egoísmo, la ignorancia y la tendencia de algunos a dominar y a explotar. Los individuos son fuente de desorden pero, al mismo tiempo, son "medio de nuevos conocimientos, habilidades, visiones y acciones que hacen que la sociedad avance". El verdadero bienestar no consiste en sacrificar los intereses de ninguna de las partes- sociedad e individuos- sino en el crecimiento de ambas en un contexto de armonía. Entender esto es crucial.

La interdependencia de los seres humanos con sus sociedades se extiende a toda la creación. Las cosas están profundamente interrelacionadas en la creación. Son parte de un todo integral. Todo- lo que vemos o no- está relacionado y es interdependiente. Todo tiene su espacio y su papel asignado en la naturaleza. Todo comparte el mismo "espíritu":
"El universo parece una colección de objetos dispares, pero todas estas cosas en apariencia no relacionadas realmente son parte de un todo integral. La unidad es inherente  la diversidad. Todo lo que vemos, e incluso lo que no vemos, está relacionado y es interdependiente. Todo tiene su propio lugar y papel asignado en la naturaleza. Todo comparte el mismo espíritu."
Cuando se piensa en "ese" espíritu, algunos creen que es una "abstracción metafísica", algo que no es "real" que pertenece a otro mundo, que no es el de los sentidos, pero "el espíritu también tiene aspectos físicos". Pertenece a este mundo. La espiritualidad afirma que "lo divino"- lo espiritual- se manifiesta en "cada particula de materia". No es algo del "otro" mundo. La Física entiende que la materia y que la energía no son distintas: "La materia es una forma de energía omnipresente que se ha condensado en partículas nucleares que a su vez se han unido para formar átomos, moléculas, compuestos químicos y todas las cosas vivas y no vivas. Vemos que no hay diferencia alguna entre ellas, los elementos de una molécula de plomo son iguales a los de una de oro. Todo está "hecho de lo mismo" ". Así pues, como hemos dicho antes, el espíritu no es algo "sobrenatural". Es una energía "que aparece en el mundo físico" y que percibimos por medio de nuestros sentidos. Todas las cosas materiales son la manifestación de ese Espíritu Único: "Todas las cosas materiales son en realidad ese Espíritu Único manifestándose por medio de una combinación de vibraciones que se encuentran dentro del ámbito sensorial." El espíritu es la "conciencia pura" que "integra y desintegra las formas por medio de la vibración sonora, lo que sus sentidos "le dicen" ". Esta integración- y desintegración- se logra por medio del lenguaje que articula una ley común que gobierna toda la creación: "todos somos uno".

Este espíritu único va unido a la conciencia de unidad con la humanidad. Esta conciencia de unidad es omnipresente en la antigua India donde no hay distinciones entre yo, tú, él o ella. También, África nos brinda a través de su filosofía ancestral Ubuntu esta conciencia de unidad. Contempla a la humanidad como un todo armonioso. Es una forma de pensamiento muy alejada de nuestro individualismo. El pensamiento Ubuntu preconiza una máxima "formo parte de un todo, por eso existo". Esta máxima situa "al individuo en la comunidad, socialmente cohesionado, y como ideal Ubuntu promueve la cooperación entre individuos, culturas y naciones". Esta conciencia unitaria de la humanidad es una ruptura de la noción de separatividad. En vez de identificarnos por aquello que nos diferencia, deberíamos definirnos por aquello que tenemos en común. Aún, no hemos llegado a un nivel de conciencia que permita reinvertir el proceso: primero, la humanidad en su conjunto, y, después, las diferencias entre individuos, grupos y pueblos. Cuando emerja esta conciencia de unidad "Ya no nos fijaremos en las apariencias, sino en lo importantes que somos los unos para los otros".

Conectando, con todo lo dicho, debe producirse un cambio radical en la definición del liderazgo y en cómo los líderes deben liderar. Este cambio afectará a la propia identidad de los líderes, esto es, sus acciones, sus relaciones y sus percepciones acerca del mundo. ¿Cómo debe ser el nuevo liderazgo? El nuevo liderazgo debe combinar dos aspectos: la capacidad directiva y visionaria con las acciones de base. El líder emergente no llega el primero sino "con todos y a tiempo". Ese lider está llamado a ser un "lider sagrado"- en palabras de Andrew Harley- y tiene que combinar sus habilidades de liderazgo con el poder espiritual "de la co-creación sagrada".

Andrew Harvey tiene una visión sobre la actual crisis global. La llama la Noche Oscura de las Especies y concibe a estos nuevos líderes como "matronas" que asisten al nacimiento de una nueva humanidad.
Esta asistencia se verá en tres dimensiones:
1- En la agrupación de miles de personas en asociaciones y en ONGS, el establecimiento de redes y el impulso de los movimientos de base.
2- Desde el impulso de las nuevas tecnologías.
3- El surgimiento de un misticismo universal que harán accesibles metodologías para que quien quiera pueda transformarse a sí mismo.

Esta fuerza, que está disponible para la humanidad, Andrew Harvey la llama activismo sagrado. Esta fuerza está alienada con el poder divino y es el resultado de la fusión de "la pasión del místico por lo sagrado"y "la pasión del activista por la justicia". Cuando estas dos pasiones se unen, nace "una fuerza de amor y sabiduría en acción". A partir de este activismo sagrado, la pregunta que surge es ¿cómo o qué tienen que hacer los líderes sagrados para ser las madronas de esta nueva humanidad? Andrew Harvey diferentes propuestas. María Elena Ferrer destaca el trabajo "continuo con la sombra". ¿En qué consiste? Las personas necesitan reconocer sus fortalezas para impulsarse y sus debilidades para observarse y aprender. Más aún un líder. Trabajar continuamente con "nuestra" sombra es un reconocimiento de las debilidades que se "esconden en la oscuridad interior" de cada uno de nosotros. Un líder tiene que lidiar con dos sombras relacionadas entre sí: Una, la sombra colectiva de la humanidad y dos, cómo la propia sombra coopera y contamina la sombra colectiva. Este planteamiento no es nuevo, pero sí, su entendimiento y su alcance. Y, en eso estamos.

12 de enero de 2012

Miguel Aguado: Política Zen

"Una política Zen sería, en definitiva, aquella que de forma tranquila, sencilla, con distintas miradas con valores humanos o espirituales y más femeninos y con capacidad de comunicación pretende buscar la felicidad para todos. Nuevas formas de ver las cosas, nuevos valores; nuevas formas y sobre todo corazón en todo ello. Sencillo y complejo a la vez. Por eso creo firmemente que se puede ser budista, cristiano o simplemente humano y político; es más, no creo que pudiese ser de otra forma." 
 (Espiritualidad y política, página 260)

En Política Zen, Miguel Aguado analiza dos aspectos esenciales de la política, a saber, el fondo y la forma. Ambos aspectos son dos expresiones- aunque complementarias- de una manera de concebir y de hacer política, ya sea la tradicional, donde prima más la forma que el fondo de la política, o, ya sea la política Zen, en la que, por contra, se revaloriza el fondo en detrimento de la forma de hacer política. Esta es la tesis fundamental del artículo de Miguel Aguado. Veamos en qué consiste más detalladamente esta tesis.

Creemos más al político que utiliza en su discurso"términos económicos, complejos datos y referencias técnicas" porque se aproxima mejor a la "realidad" cotidiana de los ciudadanos. Nos habla de lo posible, de lo real. Por contra, aquel que habla de sentimientos, valores o ideales parece alejarse de la realidad. Nos habla de lo utópico, de lo irreal.Tendimos a no creerlo o a desconsiderarlo.

Sin embargo, la realidad es muy distinta. Buscamos una política con valores positivos. La gente busca valores identificables con la felicidad: "la verdad frente a la mentira,el diálogo frente a la discusión, la tranquilidad frente al conflicto." No queremos ser infelices. El problema está cuando hablamos de política- gestión y mejora de la sociedad- porque ponemos en liza valores contrarios a la felicidad.

El Zen nos podría servir para entender la unión que debería existir- a juicio de Miguel Aguado- entre la política, la espiritualidad y la vida. ¿Qué es el Zen? Podríamos definirlo como "una sabiduría, una manera de relacionarse con todas las cosas de tal forma que se busca siempre la justa medida, la superación de los dualismos y la sintonía con el todo". El Zen no es una religión. Es una forma de relacionarnos sin conflicto, donde predomina la armonía y el no-dualismo.

Otra definición de Zen más vinculada a la cotidianidad es "cuando tienes hambre, comes; cuando tienes sueño, duermes." Esta definición refleja la actitud zen: empieza por hacer con la máxima atención las cosas más cotidianas. Entonces, observamos que se diluye toda dualidad y desaparece toda contradicción: "estás todo tú en todo lo que haces." Esta es la actitud esencial del Zen: la no- dualidad y la no-contradicción.

¿Qué se plantea desde el Zen? El Zen plantea tres aspectos: El primero es"destronar al ser humano de su creencia de estar ubicado en el centro de todo". El segundo aspecto es que no estamos separados de la naturaleza, sino que somos parte del todo. Y, por último, el Zen se concentra con la mayor atención posible en la experiencia directa de la realidad. Son los tres aspectos esenciales de la enseñanza Zen.

¿Cuál es el fondo de las ideas? Georges Lakoff coescribió un libro titulado Metáforas de la vida cotidiana. En él, elaboró una tesis provocadora: las metáforas condicionan de manera decisiva nuestra forma de percibir la realidad, de pensar y de actuar. Lakoff - y su compañero Mark Johnson- ponen un ejemplo para demostrar hasta qué punto nos dominan las metáforas:
"Para nuestra cultura, discutir es combatir. En castellano, como en muchos otros idiomas, aceptamos sin rechistar la metáfora "Una discusión es una guerra", y la reforzaremos mediante un vocabulario belicista y una lógica de confrontación, en la que un interlocutor ataca los puntos del otro, se tira con bala si se dispone del suficiente arsenal dialéctico y se atacan los argumentos del contrario, que puede atrincherarse en sus posiciones, defender su territorio o contraatacar e forma combativa, hasta que uno se impone y gana la discusión. Imaginemos lo distinto que sería discutir si perteneciéramos a una cultura donde rigiera la metáfora "Una discusión es un baile". Los interlocutores tendrían que colaborar entre sí y marchar al compás, y primaría la armonía sobre la victoria, el ritmo sobre la refutación, el goce estético sobre el dialéctico".
 Este ejemplo, podemos trasladarlo al terreno de la felicidad. ¿Qué nos hace felices? Según la metáfora que nos "domine" podemos creer que "más dinero es mejor" para (llegar a) ser felices, o bien, cuestionar directamente esta metáfora cultural. La actual crisis económica está obligando a revisar la metáfora "más dinero es mejor". Evolucionamos hacia una sociedad más postmaterialista. Si nuestra máxima es ser felices, nuestro anhelo colectivo ha de procurar la felicidad al mayor número de personas. El deber de los políticos es que la gente sea feliz o, al menos, que la gente sea menos infeliz. Aquí encontramos un punto de unión entre política y espiritualidad: trabajar para la felicidad de los demás.

¿Cómo se puede trasladar al ámbito de la política? Miguel Aguado acude, una vez más, a dos metáforas: "el bienestar es prosperidad material" y "el bienestar es felicidad". Cada metáfora ejemplifica una manera de "medir" el nivel de desarrollo de una sociedad. Tradicionalmente, la política ha considerado la metáfora "el bienestar es prosperidad material" y, en consecuencia, ha desarrollado un indicador: PIB(Producto Interior Bruto)para medir ese nivel de desarrollo, atendiendo solamente a aspectos económicos y materiales. Sin embargo, se está abriendo paso la metáfora "el bienestar es felicidad" en la política, siguiendo la estela de Bután, un pequeño país asiático, con un nuevo indicador: FIB(Felicidad Interior Bruta)que mide la evolución y el progreso de un país con indicadores ligados a "aspectos educativos, de salud, de sostenibilidad ambiental, de respeto y cuidado de los más débiles,..etc" además de los estrictamente económicos.

Hoy, debemos valor y medir otros parámetros diferentes a los económicos. Como subraya Miguel Aguado muy acertadamente"Debemos valorar la situación de una sociedad con otros ojos, con otros valores que los meramente economicistas. Porque cambiar una sociedad a un modelo más socialdemócrata donde las personas son, no podría ser de otra manera, el eje central exige medir y valorar de otra manera. Tenemos que introducir como valor la política, el corazón, en la hoja de cálculo." Esta nueva política- la política Zen- debe dirigirse hacia un"caminar por la vía suave". Se necesita un cambio de valores. Un cambio que debe traducirse en valores como"solidaridad, paciencia, cooperación, diálogo, ponerse en el lugar del otro, ternura y tolerancia" que deben ser medios y fines de una "política con mayúsculas". Cabe añadir la necesidad de apelar y de integrar el optimismo, la confianza y el positivismo en la política frente al pesimismo, el miedo y el negativismo que reina por doquier y que no lleva a ningún puerto.



¿Por qué no otorgamos la misma importancia a las personas que las deben llevar a cabo? 
Los políticos deben ser objeto de una atenta observación por parte de la ciudadanía. Cuando los políticos- y por ente la política- se alejan de los valores humanos/espirituales, son percibidos como personas distantes y ajenas a la ciudadanía. Si, pensamos en grandes líderes, les recordamos más por sus "discursos", sus "afectos" y sus "acciones". En otras palabras, porque hicieron política y no "gestión de lo posible", sino que "Pensaron, hablaron y actuaron con el corazón". Deberíamos considerar y preguntarnos, si los políticos que toman decisiones, responden al interés general, a un interés específico o bien a su propio interés. A su vez, los políticos deben aprender a gobernar sin imponer "sus" ideas a la sociedad sino articular la voluntad de la sociedad. Avanzar en la democracia para que la opinión de más gente pueda influir en la toma de decisiones políticas. La cultura democrática y las redes sociales nos permiten avanzar en esta dirección. Y, finalmente, deberíamos avanzar en sistemas de control para que prevalezca la política del interés general frente al "uso" de la política del interés particular. En definitiva, "los problemas de la democracia se arreglan con más democracia".

Hemos estado hablando del fondo, ahora vamos a centrar nuestra atención en la forma.

Drew Westen explica en su libro, el cerebro político, que los partidos conservadores activan mejor los circuitos neuronales emocionales de los votantes indecisos mientras que los partidos progresistas revelan "un compromiso emocional e irracional hacia la racionalidad". También, George Lakoff en su ensayo, la mente política, detecta una mayor propensión de los partidos de izquierda a valorar la verdad y la racionalidad. Los políticos deben asumir el reto de dirigirse a la inteligencia de las personas y no a sus miedos.

Esta nueva política dirigida hacia la esencia de los valores- cuyo origen está en Europa- está surgiendo con fuerza en la política estadounidense. En los 80, se comenzó a valorar cómo persuadir al ciudadano/votante en los EE.UU. Esta nueva concepción de la política donde el contenido- el fondo recordemos- está supeditado a la forma de hacer política (marketing, en fondo), causó furor en Europa. Paralelamente, se volvió a dar valor al contenido frente a la forma en las últimas elecciones presidenciales de los EE.UU: "El mensaje, el susurro al oído, las ideas, las formas coherentes con las ideas dieron su fruto. (....) No es causalidad que en la principal potencia del mundo, el candidato con mayor presupuesto de la historia tuviese actos con una escenografía tan "cutre" en actos de pocas personas, pero hablando de tú a tú a millones de personas". Mientras, en Europa continuábamos en la dirección contraria. De este curioso viaje de ida y vuelta- como muy bien dice Miguel Aguado- podemos extraer la siguiente conclusión: la visión de la política con valores, como modelo europeo, cambió a la mercadotecnia de los EE.UU. y debería volver a Europa tras su paso por América.

De lo dicho anteriormente, ¿cómo debemos enfocar la acción política? Miguel Aguado habla de contrastar dos formas de política- marketing frente a la didáctica- y, dos perfiles de políticos- hoja de cálculo frente a PowerPoint-.

La política basada en el marketing estudia al individuo para conocer "sus costumbres, sus gustos, sus ideas o tendencias" con el objetivo de "hacerle llegar un producto o un servicio" al gusto del cliente. En ese sentido, la política del marketing se hace a base de estudios de opinión.Estos estudios consisten en "para saber que quiere la población, segmentando por edades y tipologías, luego se adorna con formas atractivas y, finalmente, se les "vende" esas ideas con esas formas como "ofertas" electorales." Esta política simplemente facilitaría el conocimiento de aquello que demanda la ciudadanía. La política de marketing sólo puede estar en manos de tecnócratas y de "actores políticos" y sólo puede ceñirse a la gestión de lo posible.

La política basada en la didáctica es la mejor forma de convencer con argumentos sobre cambios y avances sociales. Sólo pueden ser didácticos aquellos políticos que tienen claro lo que quieren y lo que sienten y aquéllos que tratan de compartir nuevas ideas y nuevos valores con la ciudadanía. La "política didáctica" es la que nos conecta con la política real, la que emociona, la que busca la mejor manera de comunicar, de llegar, de convencer a la gente y de dialogar entre ideas y propuestas. Aquí el marketing ya no sirve, aquí se necesita la didáctica.

Si trasladamos esa diferencia al mundo tecnológico, podríamos identificar la vieja política, la del marketing, con la hoja de cálculo: "Se introducen datos, estudios y de forma automática nos dice qué se puede hacer". Como hemos dicho, repetidamente, "es la política de lo posible", de lo calculado. La nueva política, la de la didáctica, se identifica con el PowerPoint, que nos permite hacer llegar visualmente ideas, propuestas y datos que invite a reflexionar. Este segunda herramienta tiene que ver más con la visión humana de la política. Un detalle interesante de estas dos herramientas- Excel y PowerPoint- es que una hoja de cálculo puede integrarse en una presentación en PowerPoint, pero no al revés. En la política actual abundan más políticos "grises" y "tecnócratas"-de hojas de cálculo- que políticos motivadores y persuasivos- de PowerPoint-. Cambiar esto es cambiar la forma de concebir lo público y lo político. Quedemos con esto último, porque ahí es donde erradica la transformación de la política.

30 de diciembre de 2011

Joan Antoni Melé: Espiritualidad y Economía

"Éste es el reto que hoy la humanidad tiene ante sí, el reto de salir de la barbarie y redescubrir la dimensión espiritual de la existencia, una dimensión que le debe llevar a la "experiencia" de que todos somos uno. Esa nueva espiritualidad, basada en la libertad y el amor, nos llevará a una nueva economía que pasará del yo al nosotros y que, liberándonos del consumismo, generará recursos para todos y los espacios necesarios para que desarrollemos esa creatividad que nos hace tan humanos, que nos hace tan únicos. Sólo el miedo nos induce a pensar que eso son utopías, pero el entusiasmo, el coraje y el compromiso hacen que las utopías se conviertan en realidad." (Espiritualidad y política, página 173)




Espiritualidad y economía de Joan Antoni Melé es el décimo capítulo de Espiritualidad y política.

La espiritualidad y la economía aparentemente son dos mundos opuestos entre sí. Dos "realidades" antagónicas, que no pueden coexistir simultániamente, porque la existencia de una excluye la otra y viceversa. Muy al contrario, espiritualidad y economía son compatibles entre sí y además son necesarias. ¿Qué es la Espiritualidad? Por espiritualidad, nos referimos "al mundo intangible a nuestros sentidos aunque muy real para nuestra vida interior". Además, otro aspecto de la espiritualidad es su dimensión trascendente: la verdadera naturaleza humana es espiritual. ¿Qué es la economía? Por economía, nos referimos al mundo de los bienes materiales y al mundo del dinero. El dinero es el representante del poder terrenal. De ahí, su consideración como antagónico a la espiritualidad. El dinero ha usurpado toda la atención de la humanidad, en detrimento de la espiritualidad, desterrada de la escena pública y confinada a la marginalidad. El dinero se ha convertido en el nuevo dios del mundo en substitución al dios celestial. 

¿Pueden coexistir en el ser humano? El ser humano es dual: posee una dimensión espiritual y una dimensión material. La dimensión espiritual nos permite darnos cuenta de la existencia de un "yo", que nos lleva a preguntar cuál es el origen y el sentido de la vida. La dimensión material nos conecta con el cuerpo que habitamos y que comporta unas necesidades que nos obliga a trabajar para poder satisfacerlas. La cuestión es ¿cómo consideramos esa dimensión espiritual? Es decir, ¿Qué imagen de la humanidad prevalece en nuestras mentes?

Joan Antoni Melé esboza dos imágenes sobre la humanidad. La primera hace referencia a los relatos y a los textos antiguos de la humanidad. Muy concretamente, recurre al libro del Génesis para explicar la creación del hombre y de la mujer: "hagamos el ser humano a nuestra imagen y semejanza". La idea de fondo es la existencia de una divinidad creadora de la humanidad. Esta primera imagen de la humanidad puede resultar decepcionante: Primero porque sólo somos una imagen de esa divinidad y segundo porque la voluntad de esa divinidad es la de crearnos a imagen y semejanza suya. La segunda imagen de la humanidad cuestiona a la primera: si estuviéramos hechos a imagen y semejanza de la divinidad, eso significaría, que seríamos capaces de ser libres y capaces de amar, y, por tanto, seríamos seres creadores. Nos lleva a cuestionar el concepto de libertad y de verdad: Para ser libres debemos tener la posibilidad de no serlo,y, por tanto, de no seguir los planes de ninguna divinidad. El error y el mal son inherentes a la libertad. La búsqueda de la verdad es la que nos puede llevar a la conquista de esa libertad. En ese proceso de búsqueda debemos perder de vista esa otra "realidad" narrada en los textos religiosos.

A la par de esas imágenes, ¿cómo concebimos al pensamiento y qué tipo de relación establecemos entre pensamiento-conciencia-espiritualidad? Después del Renacimiento, el desarrollo del pensamiento lleva al despliegue de la ciencia. El ser humano es capaz de descubrir las leyes universales que rigen el universo a través del pensamiento. La existencia de leyes universales implica necesariamente "inteligencia", "voluntad", "intención", "orden" o "permanencia". Nos lleva a indagar sobre la autoría del universo. Este proceso "evolutivo" del pensamiento nos conduce al desarrollo de la conciencia individual y, con ésta, el sentimiento de libertad. El ejercicio de esa libertad individual acaba negando la dimensión espiritual de la humanidad, llegando al punto máximo de ruptura con la espiritualidad. Se ha instaurado la necesidad de demostrar científicamente la espiritualidad. Pero, la dimensión espiritual de la humanidad "no se puede demostrar, sólo se puede mostrar,y, si se quiere, experimentar", como apunta Joan Antoni Melé.

Como hemos dicho, la manera de entender al ser humano- las imágenes que nos formamos de la humanidad- determina nuestro comportamiento como sociedad, y, por consiguiente, el modelo social y económico en el que vivimos. El modelo de sociedad capitalista reduce al ser humano a su dimensión material desposeyéndolo de su dimensión espiritual. A partir de esta visión reduccionista, es fácil adivinar cuáles son las consecuencias sociales de este modelo: el darwinismo social. En el modelo capitalista existe un mercado libre en el que impera la ley de la oferta y de la demanda y en el que intentamos maximizar los beneficios y minimizar los costes. El propio mercado es el que regula sus desequilibrios internos y el que nos llevará a un mayor bienestar social. Entonces, ¿Qué sucede? El mercado libre no regula en absoluto sino más bien es el origen de los profundos desequilibrios de la economía globalizada. El capitalismo no es un modelo económico basado en la libertad sino en modos de vida esclavos. El modelo capitalista está creando y sembrando destrucción a doquier, y esto, sólo puede significar que está infrigiendo todas las leyes de conservación de la vida.

Un último apunte es la relación entre economía, trabajo y dinero y su conexión con la espiritualidad.
¿Qué es la economía? La economía es relación entre seres humanos y consiste en la creación de valor a partir del trabajo y de esa relación humana. La economía es relación entre nosotros y la Tierra que nos lo proporciona todo. ¿Y, el trabajo? El trabajo no es una mercancía que compramos y vendemos a cambio de un salario. El trabajo es algo espiritual que permite relacionar nuestra individualidad con el resto de la comunidad, que nos permite salir de nuestro egoísmo, y descubrir, que formamos una unidad orgánica con la humanidad y con la Tierra. Cuando trabajamos con la voluntad de aportar lo mejor de nosotros mismos a la comunidad, desde la libertad individual, entonces comenzamos a dar un sentido a la vida y a sentirnos felices. Esa conciencia global hacia el trabajo debemos hacerla extensiva al resto de actividades económicas. La recuperación de la espiritualidad juega un papel esencial para alcanzar esa conciencia global. A través de la espiritualidad podemos elevarnos por encima del egoísmo y convertirnos en seres libres. Podemos ponerlo en práctica cada vez que utilizamos el dinero. Siempre tenemos la oportunidad de decidir, mirando por nuestro interés y beneficio, o bien, siendo libres y pensando en cómo nuestras decisiones afectarán a los demás. Todo depende de nosotros. ¿No es maravilloso?

Antes de finalizar, no quisiera pasar por alto el último deseo de Joan Antoni Melé: "Esta nueva espiritualidad, basada en la libertad y el amor, nos llevará a una nueva economía que pasará del yo al nosotros y que, liberándonos del consumismo, generará recursos para todos y los espacios necesarios para que desarrollemos esa creatividad que nos hace tan humanos, que nos hace tan únicos.". Quedémonos con este último deseo.Tengamos el valor de llevarlo a cabo sin miedos, liberarando nuestra creatividad y desarrollando nuestra inteligencia a favor de la humanidad.

14 de diciembre de 2011

Jordi Pigem: Un mundo nuevo quiere nacer

"El mundo de hoy es insostenible. Se acaba.
Pero un mundo nuevo quiere nacer. Va a nacer.
Va a nacer a través de nosotros.
Y sólo puede nacer con un parto natural. Tendremos que esforzarnos sin tensarnos, con toda nuestra atención y toda nuestra presencia, pero la fuerza que lo hará nacer viene de tan adentro en nuestro interior que ni siquiera podemos conocerla.
Sí podemos sentirla y seguirla y serla." (Espiritualidad y política, página 78)


Un mundo nuevo quiere nacer de Jordi Pigem es el cuarto capítulo del libro Espiritualidad y política.

Con esta hermosa metáfora del tránsito a la nueva vida, a través del canal del parto, Jordi Pigem, filósofo y doctor en filosofía de la ciencia, quiere mostrarnos el camino hacia la transformación de un mundo en crisis. Ese mundo es nuestro modelo de civilización basado en una concepción mecanicista, antropocentrista y materialista del mundo. Es una crisis en la percepción del mundo y de nuestro lugar en él. El cambio debe operar en el ámbito de la percepción y de la comprensión de nosotros mismos, de nuestra relación con la humanidad, con la Tierra y con el Cosmos.

Jordi Pigem despliega en su artículo un conjunto de metáforas sobre el orígen y el desarrollo de la crisis y sobre cómo afrontar y actuar ante el cambio. Crisis y cambio son 2 caras de una misma moneda: un modelo mental del mundo. Ambos se circumscriben a la mentalidad que ha originado un determinado modo de percibir, comprender y actuar en el mundo. Pigem quiere indicarnos las estructuras obsoletas- materialismo, capitalismo, ...- de este modelo mental a través de las cuales hemos intentado dominar la naturaleza y la vida, y, cómo la superación de esta crisis multidimensional- ecológica, social, económica, ...-  que padecemos, pasa por la superación de estas estructuras que nos constriñen y nos paralizan.

 Etimológicamente, la palabra crisis procede del griego. Durante siglos, crisis tuvo sólo un sentido médico: "era el momento decisivo en el curso de una enfermedad, cuando podía cambiar súbitamente: hacia un sentido u otro". Según fuera el resultado, se hablaba de buena crisis o mala crisis. La buena crisis suponía la sanación y la mala crisis, por contra, la muerte. Al principio, la palabra crisis estaba sólo circumscrita a la medicina hasta que lentamente se fue trasladando a todos los ámbitos de la actividad humana- economía, política, medioambiente, sociedad..-, generalizándose su uso.

La actual crisis es una crisis sistémica y multidimensional que responde a una crisis de civilización. Desde el hundimiento de la economía mundial, en el otoño de 2008, a causa del pinchazo de la burbuja especulativa e inmobiliaria en los EE.UU., y posteriormente en Europa, situación que aún continúa, se nos dijo que era una crisis económica puntual, un momento de desaceleración propio de los ciclos de expansión y recesión del capitalismo. Era obvio que la economía no iba a poder seguir creciendo de forma ilimitada. La ecomomía tenía unos límites de crecimiento: los límites ecológicos del planeta. La crisis económica es una crisis ecológica: la economía ha intentado escapar de la regulación de los ciclos de la biosfera y del propio control humano. Esta falta de control de la economía ha conducido a la alteración de esos ciclos. Este desorden nos lleva a una coyuntura: o abandonamos este modelo de crecimiento suicida o nos abocamos a la autodestrucción.

Para Jordi Pigem, el origen de esta crisis está en la burbuja cognitiva. En esta burbuja flota una vision economicista del mundo. La creencia en la economía como un sistema cuantificable, abstracto y autosuficiente, independiente de la biosfera y del propio ser humano. En este sentido, la crisis del sistema económico tiene su origen en una crisis de percepción del mundo. La solución a la crisis económica no puede ser sólo económica sino que debe producirse una revolución mental.

Dependemos excesivamente del imperio de lo económico. Hemos renunciado a una economía sujeta a consideraciones éticas, morales y sociales. Esta renuncia voluntaria ha obligado a las sociedades humanas y al planeta a insertarse forzosamente en la economía global. Hemos decidido inconcientemente- o no-  insertar la sociedad y el planeta en la economía, en vez de integrar la economía en la sociedad y ésta en el planeta. Esta decisión se traduce en la obligación de la sociedad de satisfacer las necesidades de la economía global y a su vez la obligación del planeta de cubrir la demanda de esta economía globalizada. Hemos de cambiar esta tendencia destructiva de la economía, insistiendo en la necesidad de incorporar la economía global como una filial de la biosfera, de lo contrario, corremos el riesgo de poner en peligro la viabilidad de la vida en el planeta. Como pone de manifiesto Jordi Pigem en su artículo:"Aunque se cree por encima de todas las cosas, la economía global es sólo una filial de la biosfera, sin la cual no tendría ni aire ni agua ni vida". La economía global debe integrarse en los ciclos de la biosfera. Debe respetar y actuar a corde a esos ciclos. La economía global no puede intervernir y actuar de forma independiente en los ciclos de la biosfera como hasta ahora.

¿Cómo hemos llegado a considerar la economía como algo que debe permanecer en un plano superior a la biosfera? Nuestra sociedad está organizada con el propósito último del crecimiento. Lo verdadermente trascendente, es el incremento de la riqueza de un país- PIB-, independientemente de cómo crecemos y para qué necesitamos ese crecimiento. En último término, por qué necesitamos crecer y por qué poseemos ese derecho en exclusividad. La economía global es la primera religión verdaderamente universal cuya ciencia económica es la teología de esta nueva religión. Una religión que tiene mucho de adicción, de mentira y de ilusión. Una forma de autoengaño que nos está pasando factura.¡Y, a qué precio!

¿Hay alternativa a este modelo economicista y materialista del mundo? Jordi Pigem propone un modelo basado en el término gandhiano Sarvodaya o "Bienestar Universal", acompañado del desarrollo de la responsabilidad ecológica y social y del fortalecimiento de la cohesión y la armonía social. ¿Qué es el Sarvodaya? Gandhi acuñó este término de Sarvodaya (o Bienestar Universal) después de leer un libro de John Ruskin. Extrajó tres principios:
  1. El bien del individuo es inseparable del bien común.
  2. Todo trabajo tiene el mismo valor.
  3. La vida más digna de vivir es la de quien se dedica a cultivar la tierra o la artesanía.
El bienestar universal implica que el bien del individuo es inseparable del bien común. El auténtico bienestar no depende de la continua acumulación de bienes materiales sino del desarrollo de una vida con sentido en un "contexto social cooperativo" y en "armonía con un entorno natural". Para conseguir una sociedad sostenible, es necesario desvincular nuestra identidad de los bienes materiales y basar nuestra autoestima en el ser, en el desarrollo de una "identidad participativa, fluida y conciente" de nuestra interdependencia con el mundo. Ese bienestar universal sólo puede desplegarse, si podemos cuidar aquello que realmente amamos. Para vivir, en equilibrio con el planeta, es necesario sentir reverancia y amor por la vida. Si no hay amor en nuestra vida, no podemos vivir en armonía con los otros y con la Tierra, no podemos sentir la necesidad de reverenciar la vida, y por tanto, no hay necesidad de cuidar lo que amamos.

Los valores del nuevo mundo son los que contribuyen a la verdadera felicidad y a la cohesión social. En él, no hay que escoger entre sostenibilidad ambiental, armonía social y plenitud personal porque lo que contribuye a la sostenibilidad y a la responsabilidad ecológica contribuye a la armonía social y al bienestar personal. El verdadero bienestar es sentirse bien y fluir en cada instante.