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10 de julio de 2019

La neuroanatomía de la memoria II: estructuras corticales

Las principales estructuras corticales de la memoria son fundamentalmente cuatro: el lóbulo frontal, el lóbulo temporal, el lóbulo parietal y el lóbulo occipital. 

Los lóbulos frontales se ubican al frente en ambos hemisferios cerebrales, delante de los lóbulos parietales, que controla los movimientos voluntarios de diferentes partes del cuerpo, participa en la capacidad para realizar actividades complejas como la planificación, la organización, prestar atención a los detalles o controlar los movimientos de las extremidades superiores e inferiores. Con respecto a la memoria, los lóbulos frontales juegan un papel importante en la memoria de trabajo. Los lóbulos frontales ayudan a escoger los recuerdos que son relevantes para una situación concreta. Pueden coordinar diferentes tipos de información dentro de un razonamiento memorístico coherente. A esto, lo llamamos monitorización de fuente. A veces, sucede que recordamos algo pero no sabemos el origen de esa información, produciéndose lo que se denomina error de monitorización de fuente. Por último, los lóbulos frontales tienen un paper clave en la memoria proyectiva, es decir, en aquello que queremos hacer en el futuro.

Los lóbulos temporales se ubican bajo la cisura de Silvio en ambos hemisferios cerebrales. Esta zona está estrechamente relacionada con la memoria autobiográfica. Los lóbulos temporales están implicados en la memoria de reconocimiento. La memoria de reconocimiento consiste en la capacidad de reconocer un objeto que ha sido percibido anteriormente. Esta memoria está compuesta por dos elementos: un componente familiar y otro componente recolectivo. El primero consiste en la sensación de conocer algo y el segundo tiene que ver con la identificación del origen del recuerdo. Los daños en los lóbulos temporales tienen una incidencia en diferentes funciones cognitivas del individuo tales como problemas en la atención selectiva de determinados estímulos visuales o auditivos, trastornos en la percepción visual o auditiva, deterioro de la capacidad de organizar y categorizar la información verbal, trastornos en la comprensión del lenguaje y alteraciones en la personalidad. También el daño de los lóbulos frontales pueden causar un deterioro de la memoria a largo plazo, viéndose afectados tanto los conocimientos semánticos generales de los que disponemos como de recuerdos episódicos concretos.

El lóbulo parietal se localiza detrás del surco central, encima del lóbulo occipital y detrás del lóbulo frontal. Se halla en la parte trasera de la cabeza en su parte superior. El lóbulo parietal tiene múltiples funciones cerebrales. Las funciones principales son: Primera, sensación y percepción. Dos, construcción de un sistema de coordinación espacial. El lóbulo parietal proporciona una conciencia espacial y habilidades de navegación y orientación. Sirve también como centro de integración de toda la información sensorial para crear una única percepción. Además, participa en la memoria verbal a corto plazo y el daño de el giro supramarginal del lóbulo parietal puede provocar pérdida de memoria a corto plazo. Los daños en el lóbulo parietal provocan el síndrome de negligencia en que los afectados tratan partes de su cuerpo u objetos que se encuentran en determinadas áreas de su campo visual como si no existieron. Cuando los daños afectan al lado izquierdo del lóbulo temporal pueden causar el síndrome de Gerstmann que cursa con desorientación izquierda- derecha, agrafia, agnosia y acalculia. También puede llegar a causar trastornos del lenguaje- afasia-. Los daños en la parte derecha del lóbulo parietal provocan dificultades para llevar a cabo tareas o movimientos- apraxia-, falta de conciencia de las incapacidades sobrevenidas- anasognosia- y dificultades en el dibujo.

Y, por último, el lóbulo occipital es el más pequeño de los cuatro lóbulos del cerebro. Es el centro de la percepción visual, siendo su principal función. Se localiza en la parte inferior de la cabeza, sobre el cerebelo y en la parte superior del surco parietal- occipital. Como hemos dicho antes, la función principal del lóbulo occipital es la visión. Cualquier daño en el lóbulo occipital se traducirá, con mayor o menor intensidad, en daños en la percepción visual. Estos daños se pueden traducir en pérdida de visión en determinadas áreas del campo visual, problemas en la percepción del color o del movimiento, alucinaciones o ilusiones y la incapacidad de reconocer palabras, dependiendo si está afectado el lado izquierdo o derecho del lóbulo occipital.