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12 de enero de 2012

Miguel Aguado: Política Zen

"Una política Zen sería, en definitiva, aquella que de forma tranquila, sencilla, con distintas miradas con valores humanos o espirituales y más femeninos y con capacidad de comunicación pretende buscar la felicidad para todos. Nuevas formas de ver las cosas, nuevos valores; nuevas formas y sobre todo corazón en todo ello. Sencillo y complejo a la vez. Por eso creo firmemente que se puede ser budista, cristiano o simplemente humano y político; es más, no creo que pudiese ser de otra forma." 
 (Espiritualidad y política, página 260)

En Política Zen, Miguel Aguado analiza dos aspectos esenciales de la política, a saber, el fondo y la forma. Ambos aspectos son dos expresiones- aunque complementarias- de una manera de concebir y de hacer política, ya sea la tradicional, donde prima más la forma que el fondo de la política, o, ya sea la política Zen, en la que, por contra, se revaloriza el fondo en detrimento de la forma de hacer política. Esta es la tesis fundamental del artículo de Miguel Aguado. Veamos en qué consiste más detalladamente esta tesis.

Creemos más al político que utiliza en su discurso"términos económicos, complejos datos y referencias técnicas" porque se aproxima mejor a la "realidad" cotidiana de los ciudadanos. Nos habla de lo posible, de lo real. Por contra, aquel que habla de sentimientos, valores o ideales parece alejarse de la realidad. Nos habla de lo utópico, de lo irreal.Tendimos a no creerlo o a desconsiderarlo.

Sin embargo, la realidad es muy distinta. Buscamos una política con valores positivos. La gente busca valores identificables con la felicidad: "la verdad frente a la mentira,el diálogo frente a la discusión, la tranquilidad frente al conflicto." No queremos ser infelices. El problema está cuando hablamos de política- gestión y mejora de la sociedad- porque ponemos en liza valores contrarios a la felicidad.

El Zen nos podría servir para entender la unión que debería existir- a juicio de Miguel Aguado- entre la política, la espiritualidad y la vida. ¿Qué es el Zen? Podríamos definirlo como "una sabiduría, una manera de relacionarse con todas las cosas de tal forma que se busca siempre la justa medida, la superación de los dualismos y la sintonía con el todo". El Zen no es una religión. Es una forma de relacionarnos sin conflicto, donde predomina la armonía y el no-dualismo.

Otra definición de Zen más vinculada a la cotidianidad es "cuando tienes hambre, comes; cuando tienes sueño, duermes." Esta definición refleja la actitud zen: empieza por hacer con la máxima atención las cosas más cotidianas. Entonces, observamos que se diluye toda dualidad y desaparece toda contradicción: "estás todo tú en todo lo que haces." Esta es la actitud esencial del Zen: la no- dualidad y la no-contradicción.

¿Qué se plantea desde el Zen? El Zen plantea tres aspectos: El primero es"destronar al ser humano de su creencia de estar ubicado en el centro de todo". El segundo aspecto es que no estamos separados de la naturaleza, sino que somos parte del todo. Y, por último, el Zen se concentra con la mayor atención posible en la experiencia directa de la realidad. Son los tres aspectos esenciales de la enseñanza Zen.

¿Cuál es el fondo de las ideas? Georges Lakoff coescribió un libro titulado Metáforas de la vida cotidiana. En él, elaboró una tesis provocadora: las metáforas condicionan de manera decisiva nuestra forma de percibir la realidad, de pensar y de actuar. Lakoff - y su compañero Mark Johnson- ponen un ejemplo para demostrar hasta qué punto nos dominan las metáforas:
"Para nuestra cultura, discutir es combatir. En castellano, como en muchos otros idiomas, aceptamos sin rechistar la metáfora "Una discusión es una guerra", y la reforzaremos mediante un vocabulario belicista y una lógica de confrontación, en la que un interlocutor ataca los puntos del otro, se tira con bala si se dispone del suficiente arsenal dialéctico y se atacan los argumentos del contrario, que puede atrincherarse en sus posiciones, defender su territorio o contraatacar e forma combativa, hasta que uno se impone y gana la discusión. Imaginemos lo distinto que sería discutir si perteneciéramos a una cultura donde rigiera la metáfora "Una discusión es un baile". Los interlocutores tendrían que colaborar entre sí y marchar al compás, y primaría la armonía sobre la victoria, el ritmo sobre la refutación, el goce estético sobre el dialéctico".
 Este ejemplo, podemos trasladarlo al terreno de la felicidad. ¿Qué nos hace felices? Según la metáfora que nos "domine" podemos creer que "más dinero es mejor" para (llegar a) ser felices, o bien, cuestionar directamente esta metáfora cultural. La actual crisis económica está obligando a revisar la metáfora "más dinero es mejor". Evolucionamos hacia una sociedad más postmaterialista. Si nuestra máxima es ser felices, nuestro anhelo colectivo ha de procurar la felicidad al mayor número de personas. El deber de los políticos es que la gente sea feliz o, al menos, que la gente sea menos infeliz. Aquí encontramos un punto de unión entre política y espiritualidad: trabajar para la felicidad de los demás.

¿Cómo se puede trasladar al ámbito de la política? Miguel Aguado acude, una vez más, a dos metáforas: "el bienestar es prosperidad material" y "el bienestar es felicidad". Cada metáfora ejemplifica una manera de "medir" el nivel de desarrollo de una sociedad. Tradicionalmente, la política ha considerado la metáfora "el bienestar es prosperidad material" y, en consecuencia, ha desarrollado un indicador: PIB(Producto Interior Bruto)para medir ese nivel de desarrollo, atendiendo solamente a aspectos económicos y materiales. Sin embargo, se está abriendo paso la metáfora "el bienestar es felicidad" en la política, siguiendo la estela de Bután, un pequeño país asiático, con un nuevo indicador: FIB(Felicidad Interior Bruta)que mide la evolución y el progreso de un país con indicadores ligados a "aspectos educativos, de salud, de sostenibilidad ambiental, de respeto y cuidado de los más débiles,..etc" además de los estrictamente económicos.

Hoy, debemos valor y medir otros parámetros diferentes a los económicos. Como subraya Miguel Aguado muy acertadamente"Debemos valorar la situación de una sociedad con otros ojos, con otros valores que los meramente economicistas. Porque cambiar una sociedad a un modelo más socialdemócrata donde las personas son, no podría ser de otra manera, el eje central exige medir y valorar de otra manera. Tenemos que introducir como valor la política, el corazón, en la hoja de cálculo." Esta nueva política- la política Zen- debe dirigirse hacia un"caminar por la vía suave". Se necesita un cambio de valores. Un cambio que debe traducirse en valores como"solidaridad, paciencia, cooperación, diálogo, ponerse en el lugar del otro, ternura y tolerancia" que deben ser medios y fines de una "política con mayúsculas". Cabe añadir la necesidad de apelar y de integrar el optimismo, la confianza y el positivismo en la política frente al pesimismo, el miedo y el negativismo que reina por doquier y que no lleva a ningún puerto.



¿Por qué no otorgamos la misma importancia a las personas que las deben llevar a cabo? 
Los políticos deben ser objeto de una atenta observación por parte de la ciudadanía. Cuando los políticos- y por ente la política- se alejan de los valores humanos/espirituales, son percibidos como personas distantes y ajenas a la ciudadanía. Si, pensamos en grandes líderes, les recordamos más por sus "discursos", sus "afectos" y sus "acciones". En otras palabras, porque hicieron política y no "gestión de lo posible", sino que "Pensaron, hablaron y actuaron con el corazón". Deberíamos considerar y preguntarnos, si los políticos que toman decisiones, responden al interés general, a un interés específico o bien a su propio interés. A su vez, los políticos deben aprender a gobernar sin imponer "sus" ideas a la sociedad sino articular la voluntad de la sociedad. Avanzar en la democracia para que la opinión de más gente pueda influir en la toma de decisiones políticas. La cultura democrática y las redes sociales nos permiten avanzar en esta dirección. Y, finalmente, deberíamos avanzar en sistemas de control para que prevalezca la política del interés general frente al "uso" de la política del interés particular. En definitiva, "los problemas de la democracia se arreglan con más democracia".

Hemos estado hablando del fondo, ahora vamos a centrar nuestra atención en la forma.

Drew Westen explica en su libro, el cerebro político, que los partidos conservadores activan mejor los circuitos neuronales emocionales de los votantes indecisos mientras que los partidos progresistas revelan "un compromiso emocional e irracional hacia la racionalidad". También, George Lakoff en su ensayo, la mente política, detecta una mayor propensión de los partidos de izquierda a valorar la verdad y la racionalidad. Los políticos deben asumir el reto de dirigirse a la inteligencia de las personas y no a sus miedos.

Esta nueva política dirigida hacia la esencia de los valores- cuyo origen está en Europa- está surgiendo con fuerza en la política estadounidense. En los 80, se comenzó a valorar cómo persuadir al ciudadano/votante en los EE.UU. Esta nueva concepción de la política donde el contenido- el fondo recordemos- está supeditado a la forma de hacer política (marketing, en fondo), causó furor en Europa. Paralelamente, se volvió a dar valor al contenido frente a la forma en las últimas elecciones presidenciales de los EE.UU: "El mensaje, el susurro al oído, las ideas, las formas coherentes con las ideas dieron su fruto. (....) No es causalidad que en la principal potencia del mundo, el candidato con mayor presupuesto de la historia tuviese actos con una escenografía tan "cutre" en actos de pocas personas, pero hablando de tú a tú a millones de personas". Mientras, en Europa continuábamos en la dirección contraria. De este curioso viaje de ida y vuelta- como muy bien dice Miguel Aguado- podemos extraer la siguiente conclusión: la visión de la política con valores, como modelo europeo, cambió a la mercadotecnia de los EE.UU. y debería volver a Europa tras su paso por América.

De lo dicho anteriormente, ¿cómo debemos enfocar la acción política? Miguel Aguado habla de contrastar dos formas de política- marketing frente a la didáctica- y, dos perfiles de políticos- hoja de cálculo frente a PowerPoint-.

La política basada en el marketing estudia al individuo para conocer "sus costumbres, sus gustos, sus ideas o tendencias" con el objetivo de "hacerle llegar un producto o un servicio" al gusto del cliente. En ese sentido, la política del marketing se hace a base de estudios de opinión.Estos estudios consisten en "para saber que quiere la población, segmentando por edades y tipologías, luego se adorna con formas atractivas y, finalmente, se les "vende" esas ideas con esas formas como "ofertas" electorales." Esta política simplemente facilitaría el conocimiento de aquello que demanda la ciudadanía. La política de marketing sólo puede estar en manos de tecnócratas y de "actores políticos" y sólo puede ceñirse a la gestión de lo posible.

La política basada en la didáctica es la mejor forma de convencer con argumentos sobre cambios y avances sociales. Sólo pueden ser didácticos aquellos políticos que tienen claro lo que quieren y lo que sienten y aquéllos que tratan de compartir nuevas ideas y nuevos valores con la ciudadanía. La "política didáctica" es la que nos conecta con la política real, la que emociona, la que busca la mejor manera de comunicar, de llegar, de convencer a la gente y de dialogar entre ideas y propuestas. Aquí el marketing ya no sirve, aquí se necesita la didáctica.

Si trasladamos esa diferencia al mundo tecnológico, podríamos identificar la vieja política, la del marketing, con la hoja de cálculo: "Se introducen datos, estudios y de forma automática nos dice qué se puede hacer". Como hemos dicho, repetidamente, "es la política de lo posible", de lo calculado. La nueva política, la de la didáctica, se identifica con el PowerPoint, que nos permite hacer llegar visualmente ideas, propuestas y datos que invite a reflexionar. Este segunda herramienta tiene que ver más con la visión humana de la política. Un detalle interesante de estas dos herramientas- Excel y PowerPoint- es que una hoja de cálculo puede integrarse en una presentación en PowerPoint, pero no al revés. En la política actual abundan más políticos "grises" y "tecnócratas"-de hojas de cálculo- que políticos motivadores y persuasivos- de PowerPoint-. Cambiar esto es cambiar la forma de concebir lo público y lo político. Quedemos con esto último, porque ahí es donde erradica la transformación de la política.

21 de julio de 2011

Síntesis del libro El decrecimiento explicado con sencillez. 1 Parte


Como es algo habitual, vamos a sintetizar los diferentes capítulos del libro, El decrecimiento explicado con sencillez, y, a presentarlos en sucesivas entradas del blog para facilitar la lectura. En esta primera entrega, vamos a resumir los 5 primeros capítulos del libro- de un total de 20-.  

Los capítulos de esta primera entrega son: ¿Tan bueno y saludable es el Crecimiento Económico?; El hechizo de las Grandes cifras; Las miserias del Producto Interior Bruto; Las Grandes Problemas de Principios del siglo XXI y La Huella ecológica.

En ¿Tan bueno y saludable es el Crecimiento Económico? existe la creencia extendida que "dónde hay crecimiento económico hay cohesión social, los servicios públicos están asentados, la pobreza desaparece y, en fin, la igualdad gana terreno." Aunque no podemos negar que en algunos momentos se han derivado consecuencias positivas del crecimiento económico, lo que hay que preguntarse, es, si lo que pudo ser verdad en el pasado, sigue siéndolo en el presente o si el crecimiento es el principal problema que tenemos hoy.

Carlos Taibo cuestiona las virtudes que se atribuyen al crecimiento económico, recogiendo una docena de hechos:
1- El crecimiento económico no genera cohesión social.
2- El crecimiento no se vincula con la creación de puestos de trabajo y no permite reducir el paro.
3- El crecimiento económico implica agresiones medioambientales irreversibles. La preservación del nivel de vida de los países ricos ha supuesto agresiones contra el medio natural de los países del sur.
4- Una consecuencia del crecimiento económico es el agotamiento de recursos naturales.
5- Señalar que el crecimiento económico de los países ricos depende del expolio de los recursos humanos y materiales de los países del Sur. Nuestro bienestar nace de una dramática reducción de los derechos de los habitantes de los países pobres.
6- El crecimiento nos conduce a un modo de vida esclavo. Tendemos a pensar que seremos más felices cuantas más horas trabajemos, más dinero ganemos y más bienes consumamos. Hay una falsa identificación entre consumo y felicidad y bienestar.

 En El hechizo de las grandes cifras, las grandes cifras muy a menudo son fuente de engaños y manipulaciones. Carlos Taibo pone 2 ejemplos donde identifica estas trampas que rodean a los indicadores económicos. El primero hace referencia al estudio de los sistemas de transporte de EE.UU y China del premio nobel Wassily Leontieff en los años 70. Leontieff comparó ambos sistemas y calibró cómo esos sistemas de transporte satisfacían las necesidades reales de la población. El sistema chino satisfacía más las necesidades de sus ciudadanos que el sistema americano. El segundo hace referencia al gasto sanitario anual per cápita entre Cuba y EE.UU. Por cada dólar per cápita que se destinaba a la sanidad cubana se desembolsaban algo más de 20 dólares en EE.UU. Pese a ello, las cifras cubanas en materia de esperanza de vida al nacer y mortalidad infantil resultaban ser muy similares a las norteamericanas. Esto demuestra que si se dedica 20 veces más recursos que otro a determinadas actividades no se obtiene resultados superiores.
                                                            
En Las miserias del Producto Interior Bruto, los indicadores económicos que el sistema capitalista maneja, lo que contabiliza como crecimiento, es todo aquello que supone producción y gasto. El indicador por excelencia es el Producto Interior Bruto (PIB). En los indicadores oficiales, se da por descontado que la distribución de la riqueza es equitativa, de manera que, se identifica en el PIB un termómetro decisivo para evaluar los niveles de vida y de salarios de los ciudadanos de un país. Es inevitable que, hayan proliferado instrumentos de medición alternativos, que toman en consideración los aspectos olvidados por los indicadores oficiales. Un ejemplo es el índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES) que recoge una veintena de aspectos ignorados por el capitalismo.

En Los grandes problemas de principios del siglo XXI,  los grandes problemas del siglo XXI son - para Carlos Taibo-:
1-El endurecimiento de las condiciones de trabajo: Como resultado del proceso de globalización se ha registrado en todo el planeta, un endurecimiento de las condiciones laborales. Detrás de ese endurecimiento es fácil apreciar la influencia de 2 grandes mitos: Productividad y Competitividad obedecen a los intereses empresariales y son los fundamentos principales de una globalización que se desentiende de los problemas sociales y medioambientales.
2- La pervivencia de la relación Norte- Sur: La relación entre el Norte y el Sur sigue marcando la vida del planeta. Su efecto principal es la existencia de enormes diferencias entre ambas partes. Existe un intercambio desigual y una dependencia del Sur con respecto a los intereses de las grandes empresas transnacionales del norte.
3- El agotamiento de las principales materias primas energéticas: Estas materias se hallan en rápido proceso de agotamiento con lo cual es evidente que empezarán a escasear y sus precios subirán. Fuera del ámbito de las materias primas los problemas no faltan. Por ejemplo, los niveles de agua potable por habitante se reducirán en un tercio en los próximos veinte años y caerán a la mitad de los actuales de aquí a 40 años.
4- El cambio climático: El último de los grandes problemas es el cambio climático. Los signos del cambio climático son varios. El primero es un ascenso de las temperaturas en el siglo XXI entre un 1,4 y un 5,6ºC. El segundo es la subida del nivel del mar. En este caso los pronósticos anuncian un ascenso entre 20 y 88 cm en el siglo XXI. Por otro lado, un informe encargado por el Pentágono identifica diferentes consecuencias: escasez de alimentos, descenso de la cantidad del agua dulce y acceso limitado a las materias primas estratégicas debido al deshielo y a las tempestades. Las migraciones que muchos de estos procesos pueden generar serán enormes.

En La huella ecológica, la huella ecológica mide la superficie que necesitamos para mantener las actividades económicas hoy existentes. Todos los estudios concluyen que el crecimiento imparable de la huella ecológica se debe a que los países del norte viven muy por encima de sus posibilidades. Por decirlo de una manera, desde el siglo XVIII estamos acrecentando sin pausa nuestra deuda ecológica. Si en 1960 empleábamos el 70% del planeta, en 1999 hacíamos lo propio con un 120% y el 2050 lo haremos con un 200%. La huella ecológica remite directamente a un problema: los límites medioambientales y de recursos del planeta. Ante este escenario, es conveniente rescatar 2 opiniones de Cornelius Castoriadis. Respecto a la primera, Castoriadis confesó su perplejidad ante un hecho: quienes piden reformas son tildados de soñadores, y en cambio, nuestros dirigentes políticos se nos presentan como personas ecuánimes que tienen respuestas objetivas a todos los problemas. El segundo, Castoriadis consideraba que ante una situación tan preocupante como la que se nos viene encima deberíamos actuar como lo haría un padre de familia diligente. Él definía a ese padre de la siguiente manera “Ese padre sólo podrá reaccionar- parece- de una manera: colocando a su hijo en manos de los mejores médicos para que determinen si el diagnóstico se ajusta o no a la realidad. Lo que no podrá hacer, en cambio, es quedarse cruzado de brazos sobre la base de la idea de que, si es posible que su hijo tenga una gravísima enfermedad, también es posible que no la tenga… ”.