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27 de junio de 2011

Los derechos sobre el agua

¿Pertenece a alguien el agua? ¿ Existen derechos sobre el agua? ¿Hay limitaciones en el ejercicio de este derecho? ¿Deberíamos introducir medidas legales para limitar ese derecho? ¿Es un derecho natural? ¿Es una propiedad privada sujeta a una especial protección? ¿Es un bien común que no debería ser privatizado y  mercantilizado?
                                                                                     
El agua es un recurso natural del planeta, y como tal, no debería pertenecer a nadie. Hablamos de expropiación y de expolio de agua, cuando pretendemos establecer algún tipo de legitimidad sobre el derecho a la propiedad. Esta legitimidad se basa en la creencia de que todo puede ser controlado, poseído, comprado y vendido. El agua como recurso natural no escapa a esta lógica perversa que introduce la privatización, como medio para legalizar la expropiación y el expolio del agua. A la privatización del agua, cabe sumar su mercantilización y su contaminación. Sin esta legitimidad no puede ejercerse ningún tipo de control público o privado del agua. La aportación de Vandana Shiva es la búsqueda de quiénes mantienen la legitimidad del derecho sobre el agua y de cómo y porqué han alcanzado esta legitimidad. Los derechos sobre el agua son en gran medida la respuesta a esta búsqueda.

Los derechos sobre el agua están condicionados por las concepciones del agua. Se puede concebir el agua como derecho natural que garantiza la supervivencia de la vida, sacia la sed y cubre las necesidades básicas de los seres vivos. El agua es un bien común que no puede ser cercado, privatizado ni mercantilizado. Y otra concepción del agua como materia prima que puede transformarse en una mercancía privada, y que a su vez,  puede ser comprada y vendida, en un mercado libre regido por la ley de la oferta y de la demanda en un mundo global.

Son las concepciones del agua las que determinan quiénes tienen – o no- derechos sobre el agua. Además de cómo se regula el uso y el acceso a este derecho. Las concepciones del agua están detrás de la existencia de los derechos comunales sobre el agua, que defiende Vandana Shiva en el libro, y, detrás de la expropiación y de la privatización del agua y de los recursos hídricos de las comunidades locales. No podemos percibir las implicaciones ecológicas, en el ciclo natural del agua, ni comprender sus repercusiones, en la vida de millones de personas que dependen del suministro de agua potable para beber y producir alimentos para su subsistencia, sin contemplar y tener presente estas concepciones del agua. 

Por último, deberíamos introducir medidas legislativas para delimitar el uso del agua a fines que no garanticen la supervivencia de los seres humanos y de los ecosistemas del planeta. Dicho de otro modo, el uso del agua debería responder a las necesidades sociales y medioambientales y no debería subordinarse al desarrollo tecnológico e industrial y al crecimiento económico de los países. Sólo si logramos equilibrar necesidades y
desarrollo con crecimiento, podemos preservar la abundancia de agua.

Paradigmas y Guerras del Agua (I)

Estamos ante una guerra entre paradigmas del agua y sus respectivas culturas del agua. Es obvio, si observamos el tema del agua con detenimiento, atendiendo la totalidad y la complejidad de los datos disponibles actualmente de investigaciones científicas sobre el agua, del conocimiento acumulado y de la sabiduría transmitida acerca del agua a lo largo de generaciones por las diferentes comunidades humanas, que nos hallamos no sólo ante una crisis del agua a nivel planetario sino que esta crisis responde a cómo percibimos, concebimos y vivimos el agua- paradigma del agua/s-  y qué cultura generamos a través de esta concepción del agua.

He ahí, dónde erradica parte del problema y también parte de la solución: cómo percibimos, concebimos y vivimos el agua. No somos conscientes, hasta que punto, nuestra percepción, concepción y vivencia del agua es crucial para entender la guerra entre paradigmas del agua y las culturas que las sustentan. Es difícil entender cuál es la magnitud del problema del agua, sus consecuencias actuales y futuras para el planeta, para los seres vivos y para nosotros mismos, sin remitirnos a este problema: la forma de concebir y vivir el agua condiciona nuestra manera de relacionarnos con otros seres vivos y de actuar en los diferentes ecosistemas del planeta y en la biosfera terrestre.

En las guerras del agua,Vandana Shiva describe dos grandes paradigmas: el paradigma de mercado y el paradigma ecológico. Ambos paradigmas generan a su vez una cultura de la escasez del agua y una cultura de la abundancia del agua, respectivamente. Entre ambos paradigmas existe una guerra por el agua. ¿Por qué? Se trata de paradigmas y de culturas del agua antagónicos entre sí. Nos hallamos ante un dilema moral: o bien, elegimos un paradigma mercantil, que conducirá a un colapso ecológico sin precedentes de los recursos naturales- el agua incluido-  disponibles para los ecosistemas de la Tierra, o bien optamos por un paradigma ecológico, que promueva el uso responsable y sostenible de los recursos naturales- entre éstos, el agua- y que crezca acorde a las necesidades de los seres vivos y de los ecosistemas del planeta. La vida en la Tierra, tal como la conocemos, depende de la elección que hagamos.

20 de junio de 2011

Síntesis del libro Las guerras del Agua (I)

Vamos a sintetizar el libro las Guerras del Agua en diferentes entradas dada la extensión del libro. En esta primera entrada, Vandana Shiva: síntesis del libro: Las guerras del agua (I) resumiremos el prólogo y la introducción del libro. 

En el prólogo, se desarrollan en la actualidad conflictos del agua, aunque no es fácil de identificarlos como tales. Son guerras entre paradigmas del agua. Esta confrontación entre paradigmas y sus culturas del agua se está dando en todas las sociedades humanas. Se trata de un choque entre dos culturas muy distintas: una cultura que entiende el agua como un elemento sagrado cuyo suministro es un deber para el mantenimiento de la vida, y otra que considera el agua una mercancía, y su propiedad y comercio un derecho fundamental de las empresas. En todas las sociedades se están desarrollando guerras entre paradigmas del agua. En este sentido, las guerras del agua son guerras globales, en las que participan culturas y ecosistemas que comparten la idea del agua entendida como necesidad ecológica, en pugna con una cultura empresarial de la privatización, de la codicia y de la apropiación de las aguas comunales. En uno de estos frentes se encuentran millones de seres humanos y de especies que aspiran al agua suficiente para la vida. En el otro, se encuentran un puñado de empresas transnacionales apoyadas por instituciones globales como el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y los gobiernos del G-7. En paralelo a estas guerras entre paradigmas se están desarrollando verdaderas guerras por el agua entre regiones, dentro de los países y dentro de las comunidades. Los conflictos por recursos escasos pero vitales generan a menudo violencia política. En algunos conflictos es obvio que el agua es el recurso que se disputa. Pero muchos conflictos políticos por los recursos están ocultos o disimulados. Las guerras por el agua son percibidas como conflictos étnicos o religiosos. Las rivalidades pueden degenerar en conflictos entre comunidades que acaban en terrorismo.

La supervivencia de las personas depende de la respuesta al doble fascismo de la globalización: el fascismo económico que destruye los derechos de las personas a los recursos y el fascismo ecológico que se nutre del desplazamiento, el desposeimiento, la inseguridad económica y los miedos de las personas. La expropiación de los recursos de los pueblos es una forma de terrorismo: terrorismo empresarial. La destrucción de los recursos hídricos y de los bosques de las cuencas de captación y los acuíferos es también una forma de terrorismo. Negar a la población más pobre el acceso al agua, privatizando el abastecimiento y contaminando los pozos y los ríos es terrorismo. En el contexto ecológico de las guerras del agua, muchos terroristas se esconden en las salas de los consejos de administración de las grandes empresas y detrás de las normas de libre comercio de la organización mundial del comercio. Se ocultan tras las condiciones del FMI y del Banco Mundial que imponen la privatización de los servicios públicos. El origen de los conflictos y del terrorismo son la codicia y la apropiación de los recursos más valiosos del planeta. No podemos sobrevivir como especie si se prima y protege la codicia y se deja que la economía de la avaricia dicte las normas sobre cómo hemos de vivir y de morir. La ecología del terror nos enseña el camino hacia la paz. La paz reside en alimentar la democracia ecológica y económica y en nutrir la diversidad. La democracia es la capacidad de las personas de forjar su destino, de determinar cómo se utilizan,  a quién pertenecen sus recursos naturales, cómo se sacia su sed, cómo se producen y se distribuyen sus alimentos, qué sistema de salud y de educación quieren tener. La paz requiere que resolvemos las guerras del agua, las guerras por la alimentación, las guerras por la biodiversidad y las guerras por la atmósfera. Podemos aprender a trascender las guerras del agua creadas por la codicia, el derroche y la injusticia que convierten en escasez la abundancia de agua de nuestro planeta. Podemos crear democracias del agua, trabajando unido. Si construimos democracias, construiremos paz. 

En la Introducción, trasformando en escasez la abundancia, está subdividida en diferentes siete subapartados: la ecología del agua; explotación forestal y crisis del agua; El eucalipto y la escasez de agua; la minería y la crisis del agua; La sequía: un desastre provocado por el hombre; Pozos entubados y motores de bombeo; Derechos de las comunidades y gestión colectiva y por último Democracia ecológica. Vamos a resumir cada uno de estos subapartados.


El agua es el principio de la vida y el origen de las culturas. Lamentablemente, este preciado recurso se encuentra ahora amenazado. La crisis del agua es la más grave y la más imperceptible de la devastación ecológica de la Tierra. Según las previsiones, el número de personas que no disponen de agua suficiente aumentará de 131 millones a 817 millones entre 1990 y 2025. Se estima que un país se enfrenta a una crisis hídrica cuando el volumen de agua disponible por habitante es inferior a 1000m al año. Por debajo de este nivel el desarrollo económico de una nación puede verse comprometida. Un descenso de la disponibilidad de agua a menos de 500m anuales por habitante amenaza la supervivencia misma de las personas.

En la ecología del agua, la dotación de agua a un ecosistema depende del clima, de la orografía, de la vegetación y de la geología de la región. El ser humano ha abusado de la Tierra en cada uno de estos aspectos destruyendo su capacidad para recibir, absorber y almacenar agua.

En la explotación forestal y crisis del agua, los bosques son embalses naturales, que conservan el agua y la liberan lentamente. Interceptan la lluvia y la nieve, protegiendo los suelos contra la erosión y aumentando la capacidad de absorción de agua del suelo. La tala de bosques y el monocultivo agrícola con fines comerciales destruyen la capacidad de conservación forestal acelerando la crisis ecológica del Himalaya. Pueblos enteros autosuficientes en la producción de alimentos se volvieron dependientes debido a que sus fuentes de abastecimientos de agua se habían secado. La desaparición de los bosques provoca frecuentes inundaciones y corrimientos de tierra.

En el eucalipto y la escasez de agua, la expansión de las plantaciones de eucalipto para la industria papelera ha traído consecuencias negativas. El eucalipto supone un peligro en regiones con déficit de agua. Destruye los recursos hídricos de esas regiones.


En la minería y la crisis del agua, la minería destruye las cuencas de captación de agua. Además del efecto devastador sobre los recursos hídricos,  la explotación minera provoca corrimientos de tierra y el relleno de  los cauces de los arroyos y de los ríos de escombros.

En la sequía: un desastre provocado por el hombre, el énfasis en su utilización de las semillas de alto rendimiento desplaza las variedades locales resistentes a la sequía por cultivos que requerían abundante agua. Los cultivos de la Revolución Verde requieren grandes cantidades de agua. Antes de la Revolución Verde se utilizan técnicas de riego cuidadosas en la utilización de las aguas subterráneas. 

En Pozos entubados y motores de bombeo, el Banco Mundial empezó a subvencionar la construcción de sistemas de bombeo de agua. Concediendo créditos para la construcción de pozos entubados destinados al riego de cultivos y para paliar la escasez de agua. Los efectos de la extracción de agua mediante motores de bombeo han provocado la sequía de los pozos públicos y menos profundos propiedad y ha provocado tensiones ecológicas en diferentes regiones del mundo.

En Derechos de las comunidades y gestión colectiva, la gestión y los derechos colectivos sobre el agua han constituido la llave de los sistemas de recogida y de conservación del agua. El proceso de globalización está debilitando el control comunitario del agua y favoreciendo la explotación privada de este recurso. A partir de los años 90, se adoptaron políticas de privatización y regulación del abastecimiento del agua a través de la construcción de pozos entubados. Muy pronto se vio que los pozos entubados condujeron al agotamiento de los acuíferos, no a su optimización.

En Democracia ecológica, la crisis del agua se explica desde dos paradigmas opuestos:

El paradigma de mercado: si el agua se pudiera trasladar y distribuir con total libertad, podría llevarse a las regiones donde hay escasez, mientras que unos precios más elevados garantizarán su conservación.

El paradigma ecológico: el mercado es ciego a los límites ecológicos establecidos por el ciclo del agua así como a los límites económicos marcados por la pobreza. La sobreexplotación del agua y la alteración del ciclo del agua conducen a una carencia de agua que los mercados no pueden sustituir por otras mercancías. Nada puede sustituir a este precioso líquido necesario para la supervivencia y la vida.

La crisis del agua es una crisis ecológica provocada por motivos económicos. La resolución de la crisis del agua pasa por la ecología y la de la injusticia pasa por la democracia. Para terminar con la crisis del agua se precisa una democracia ecológica.