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22 de julio de 2012

Intecto, autoridad e inteligencia: tercer capítulo

Intelecto, autoridad e inteligencia es el tercer capítulo del libro La educación y el significado de la vida.

La "verdadera educación" debe despertar la inteligencia. Al despertar esa inteligencia creativa puede florecer y podemos ahondar en una revolución interna que cree un ambiente distinto. Para ello, debemos comprendernos a nosotros mismos, debemos darnos cuenta de cómo son nuestras relaciones. Para que, se produzca una verdadera revolución en nuestras relaciones con los otros debe haber un cambio esencial en nuestros valores y en nuestra visión de la vida. Sin conocernos a nosotros mismos, no resolveremos nuestros problemas y nuestros numerosos conflictos. A la par de esta revolución, debemos darnos cuenta que estamos condicionados por el ambiente y al mismo tiempo que nosotros somos ese ambiente y no algo separado de él. Sucede que no solemos ver que somos el "ambiente total" porque establecemos una división entre el yo y el ambiente, originando el principio del conflicto. Sólo podemos superar esta contradicción y trascender el yo a través de la meditación.

El  miedo tiene múltiples causas. Hemos de buscar y comprender esas causas a través de un darse cuenta en el que no intervenga ningún juicio. Es fácil entender y resolver nuestros temores concientes. Sin embargo, nuestros temores inconcientes no les permitimos que emerjan a la superficie. La mente conciente debe permanecer en calma, para que nuestros temores inconcientes se disuelvan, a medida que afloren a la superficie, la mente no debe intervenir en ese proceso y sólo debe observar.

Una de las consecuencias del miedo es la aceptación de la autoridad. ¿Qué implica esa aceptación? Esta aceptación supone la dominación del individuo o la subyugación a un individuo, a un grupo o a una ideología. Este sometimiento a la autoridad es la negación de la inteligencia y de la libertad. La libertad debe ser el principio y el fin último. Si el fin es la libertad, "el principio debe ser libre puesto que el fin y el principio son uno". Cuando hay libertad, desde un principio, pueden existir la inteligencia y el conocimiento de uno mismo. Si aceptamos la autoridad, no puede haber libertad. Para comprender el proceso de la autoridad debemos darnos cuenta de sus limitaciones y percibirlo de forma directa. 

La educación ha desarrollado el intelecto en detrimento de la inteligencia. Al optar, por el desarrollo del intelecto, no podemos comprender la vida porque el corazón y la mente no están integrados en la acción. Hay una diferencia entre intelecto e inteligencia. El intelecto hace referencia al pensamiento mientras que la inteligencia es la capacidad de sentir y razonar conjuntamente. Hemos separado el intelecto del sentimiento y hemos desarrollado el intelecto a expensas del sentimiento. La inteligencia es la única capaz de integrar la razón y el amor. La educación debe cultivar la inteligencia para vivir integramente y en plenitud porque, de lo contrario, este vivir en el intelecto es el camino hacia la desintegración.


13 de abril de 2012

El despertar de la conciencia. ¿Quién sino todos nosotros?

En esta tercera entrega, vamos a sintetizar el segundo capítulo del libro Dinero y conciencia ¿A quién sirve mi dinero? que se titula El despertar de la conciencia ¿Quién sino todos nosotros?

Joan Antoni Melé apela al despertar de la conciencia. Ese despertar requiere de "quietud interior" y de "autoobservación". Descubrir, si en nuestra vida interior, están presentes tensiones, conflictos y contradicciones. Los problemas del "mundo exterior" son un reflejo de nuestros problemas internos y la única manera de resólverlos es resolviéndolos en nuestro interior.

¿Hacia dónde debe dirigirse ese despertar de la conciencia? Joan Antoni Melé nos propone unas líneas de acción:

En primer lugar, debe producirse una concienciación de la existencia del otro(s): el despertar de la conciencia social. Este proceso debe traducirse en una mayor sensibilización social.

En segundo lugar, debe cambiar la imagen del ser humano y de la vida. Si queremos cambiar el mundo, tenemos que cambiar la imagen que tenemos de él. El cambio debe operar en nuestro interior, en nuestra manera de percibir y relacionarnos con el mundo.


En tercer lugar, darnos cuenta de que el capitalismo es esencialmente una "ideología" pesimista.
La ideología de mercado tiene una visión pesimista del hombre. Adam Smith, padre del liberalismo económico, creía que el ser humano era egoísta y que nunca se podrá cambiar: "Y, como las cosas son así, como el ser humano siempre procurará lo mejor para sí mismo, lo mejor que se puede hacer es crear un ámbito donde este egoísmo se compense. Este ámbito recibirá el nombre de "mercado" y el egoísmo, los nombres de "competitividad" o "ley de la oferta y de la demanda".


Y, en cuarto lugar, hemos de combatir el darwinismo económico. El modelo de competición natural por la supervivencia se está aplicando a la economía capitalista.. Este modelo viene a decir: "Tú mira por lo tuyo, que cada cual se espabile como pueda, y que salga el sol por donde pueda". Si cada uno busca el máximo beneficio para sí mismo, el mercado regulará la competencia y se producirá el equilibrio social. Habrá una mano invisible que lo regulará todo. Pero, sabemos que no es cierto:  nosotros somos quienes actuamos en el mercado. La perversión del mercado la perpetramos todos al actuar competitivamente. Es un modelo perverso que se asienta en el miedo. Es ese miedo el que nos paraliza, nos genera desconfianza.

Joan Antoni Melé nos plantea un modelo económico alternativo al vigente:
- "¿Es posible otro modelo económico que no esté basado en el egoísmo? ¿Qué no esté basado en egoísmo sino en la conciencia global de lo que es el mundo, de lo que es la sociedad, no sólo yo sino de los otros seres humanos?
- "¿ Es posible un modelo basado en la conciencia y en la responsabilidad, en el que el centro de la economía no sea el beneficio tal como se enseña en las facultades de ciencias económicas y en las escuelas de negocios, sino que sea el ser humano?

4 de enero de 2012

Tariq Ramadan: Manifiesto por un nuevo nosotros

 
"Nuestras sociedades tienen necesidadde un nuevo "nosotros". Un "nosotros" que reúna a hombresy mujeres, a ciudadanos de toda religión o sin ella que luchen unidos contra las contradicciones de su sociedad, por el derecho al trabajo, la vivienda y el respeto y contra el racismo, la discriminación y cualquier tipo de violación de la dignidad humana. Ese "nosotros" debe representar, a partir de ahora, una unión y una dinámica de ciudadanos que, confiando en sus valores, defienden el pluralismo de su sociedad común y, respetando las identidades plurales, deciden combatir juntos en aras de los ideales que comparten en el seno de su sociedad. Ciudadanos integrados, fieles y críticos que, para enfrentarse a la evolución del miedo, emprenden una revolución de la confianza. Es así como, frente a la emoción y las reacciones epidérmicas, es decir, histéricas, acaba imponiéndose la razón, el diálogo serio, la escucha y la razón, la visión razonable de cuestiones sociales complejas y difíciles".

"Manifiesto por un nuevo nosotros" de Tariq Ramadan es el último artículo del libro Espiritualidad y política.
"Hay motivos para estar preocuparnos." Así es, como empieza el artículo de Tariq Ramadan. ¿Por qué hay motivos para estar preocupados? Existen indicios que hacen pensar, que efectivamente, algo está sucediendo, y, que es motivo de preocupación para Tariq Ramadan. Algo que afecta directamente a los musulmanes que viven en las sociedades occidentales. ¿Qué llama la atención a Tariq Ramadan? ¿Qué está sucediendo en las sociedades occidentales? ¿Cuál es la implicación de los musulmanes? La situación de los musulmanes en las sociedades occidentales no ha sido fácil. Y, especialmente, sobre todo después del 11 de septiembre de 2001. Parece haber empeorado la relación de los musulmanes con sus conciudadanos no-musulmanes, que, junto a las continuas tensiones migratorias en esas sociedades, han convertido a los musulmanes y al Islam, en la expresión de una amenaza latente, que puede llegar a estallar virulentamente en un conflicto que va más allá de un conflicto social. El resultado es la instalación del miedo en esas sociedades.

Las sociedades occidentales están atrevesando un periodo de cuestionamiento profundo de la identidad nacional. A esto, cabe añadir las tensiones ligadas a la integración- ¿integracionismo?- de los "inmigrantes" en términos generales y a los debates sobre el papel de los musulmanes en esas sociedades occidentales. ¿Qué hay detrás de eso? Lo que hay detrás es una crisis identitaria, es decir, una crisis en nuestro proyecto colectivo como sociedades occidentales. Una crisis que tiene mucho ver con nosotros mismos y nuestra posición en el mundo. Sufrimos una crisis en nuestra identidad nacional. ¿Quiénes somos? No hay una respuesta clara. Ese no "encontrarse" como sociedades occidentales, como consecuencia de la entrada en crisis de ese proyecto común llamado occidente- principios y valores-, hace que proyectemos nuestras inseguridades y nuestros miedos a los musulmanes que viven entre nosotros.

Esta situación lleva a los musulmanes a una disyuntiva: o bien, adoptar una actitud de sumisión y declararse públicamente una víctima de la sociedad, o bien, enfrentándose directamente al problema, y, hacer lo que esté en sus manos para cambiar la situación. Es decir, estamos frente a un dilema existencial que puede promover actitudes reactivas ante una situación discriminatoria o bien puede fomentar actitudes proactivas ante esa situación. Nadie puede tomar una decisión por ellos. Como bien dice, Tariq Ramadan " la pelota está en su cancha y nada cambiará, en el fondo, si no deciden enfrentarse, de manera constructiva, a las críticas y autocríticas y empiezan a responder a la lenta evolución del miedo". La clave está en la concienciación de la situación de vulnerabilidad de los musulmanes en las sociedades occidentales y en la adopcion de una actitud prospectiva, que haga frente a los miedos y a los temores que se han depositado en esas sociedades, con una "revolución de la confianza" en los corazones de los musulmanes. "Revolución de la confianza" que es, como veremos más tarde, una de las aportaciones de Tariq Ramadan al artículo, y, sin esta revolución de la confianza no puede construirse  un nuevo "nosotros".

La presencia de millones de musulmanes en los países occidentales ha obligado a la población de esos países a reconocer que sus sociedades han cambiado:
  1. La homogeneidad cultural es un concepto obsoleto.
  2. La identidad es un asunto complejo.
  3. La heterogeneidad social es un ideal difícil de alcanzar cuando se multiplican los problemas sociales.
Estos cambios en las sociedades occidentales lleva a Tariq Ramadan a formularse estas preguntas:
- "¿Pueden los musulmanes vivir en sociedades secularizadas?"
- "¿Sus valores son compatibles con los de la democracia?"
- "¿Pueden luchar contra las escandalosas conductas que, en ocasiones, se llevan a cabo en su nombre( como el terrorismo, la violencia doméstica, el matrimonio forzoso,etc)?"
- Y,"¿Pueden salir de los guetos sociales en los que cada vez hay más paro, inseguridad y marginación?"
La formulación de estas preguntas- u otras-  no es un hecho superfluo, sino todo lo contrario, responde a una motivación interna del autor: ¿Pueden ser ciudadanos de pleno derecho y asumir su propio destino en las sociedades occidentales? Para Tariq Ramadan, los musulmanes deben asumir y expresar la confianza que tienen en sí mismos, en sus valores y en su capacidad de vivir en el seno de esas sociedades occidentales. Habla de una "revolución de la confianza". Esa revolución empieza por la confianza en uno mismo y en las propias convicciones; se trata que asuman su propia herencia cultural y desarrollen una actitud positiva y crítica al respecto.Frente al "miedo legítimo" de sus conciudadanos, los musulmanes "occidentales" no pueden contentarse con minimizar o eludir los problemas. Deben elaborar un discurso crítico que denuncie las lecturas "radicales", "literalistas y/o culturales" de los textos religiosos. En nombre de los principios del Islam debe negarse la instrumentalización de esos textos sagrados para justificar el terrorismo, la violencia doméstica o el matrimonio forzoso. También debemos entender que los problemas sociales como el paro, la marginación, la pobreza y la inmigración no son "problemas religiosos" y nada tienen que ver con el Islam. En otras palabras, debemos negarnos a la "islamización de cuestiones educativas y socioeconómicas", que no requieren de soluciones religiosas, sino políticas.

Una de las formas de responder al "miedo legítimo"según Tariq Ramadan consiste en "deconstruir la problemática sin llegar a desconectar, por ello, los diferentes elementos que la componen. Y, con la expresión "de construir sin desconectar", nos referimos a la necesidad de diferenciar el hecho estricamente religioso de los problemas escolares, sociales o ligados a la inmigración y analizar a continuación el modo en que, en el terreno sociopolítico, se establecen las relaciones de causa y efecto." Es imprescindible comprender cuáles son las causas que explican porque los musulmanes son los más afectados por las diferentes problemáticas sociales.

Junto a eso, que acabamos de mencionar, hay que añadir la instrumentalización del miedo. El discurso del miedo ha tendido a normalizarse en el seno de los partidos políticos de diferentes signos. El origen de esa migración - y nidación posterior- es la ausencia de ideas políticas renovadoras que alienten el pluralismo cultural y que sirvan para luchar contra el paro y la marginación social de la poblacióm musulmana. Afrontar, en suma, el cambio cultural e identario de las sociedades occidentales actuales. Por contra, estos partidos se contentan con la protección de la "identidad nacional", la homogeneidad cultural, la defensa de los "valores occidentales", la imposición de un marco legal estricto "para los extranjeros" y la implantación de leyes para luchar contra el terrorismo. Este tipo de discurso juega con el miedo de las personas. Pero, además introduce una diferenciación malévola: la existencia de una división entre nosotros, los occidentales y ellos, los musulmanes. Esta división, entre unos y otros, conduce a la generación de afirmaciones racistas y xenófobas: Se revisa el pasado negando al Islam toda participación en la formación de la identidad occidental, se somete a los musulmanes a exámenes destinados a verificar su capacidad de "flexibilidad" y acaban imponiéndose leyes destinadas a aumentar la seguridad nacional.

Frente a esta instrumentalización, ¿Cuáles deben ser las acciones de los musulmanes? Deben participar activamente junto a sus conciudadanos en el debate público sobre estos temas y hacerse escuchar y entender. Los ciudadanos deben efectuar un análisis crítico de estos discursos racistas o xenófobos. Es, precisamente, en nombe de los valores de Occidente- justicia, igualdad..- que hay que combatir la generalización de un discurso político que normaliza el racismo, el trato discriminatorio y la estigmatización de una parte de la población- la musulmana-. Se trata de negarse a tener que demostrar la pertenencia a la sociedad, reivindicar nuestros derechos y llevar a cabo una crítica a la política de los gobiernos occidentales.

Los musulmanes pueden aportar la reconciliación de las sociedades con sus propios ideales y/o valores. Hay que valorar cada sociedad comparando sus ideales con el ejercicio práctico de los derechos humanos y la igualdad de trato en esa sociedad. Debemos someter a nuestras sociedades a prueba continuamente, comparando sus discursos con las acciones específicas para alcanzar dichos ideales. Adoptar una actitud autocrítica con respecto a nuestras sociedades.

Este proceso de reconciliación necesita de un nuevo espacio compartido por la ciudadanía. Ese nuevo espacio requiere de un nuevo "nosotros". ¿En qué consiste ese "nosotros"? Ese "nosotros" aúna a ciudadanos que luchan contra las contradicciones de su propia sociedad a favor de los derechos humanos y en contra de cualquier ideología racista o xenófoba. Ese "nosotros" debe representar una unión de ciudadanos que defienden el pluralismo y que deciden combatir juntos a favor de los ideales que comparten. Ciudadanos que, para enfrentarse al miedo, emprenden una revolución de la confianza.

Es, a escala local, donde se juega el futuro de las sociedades occidentales. Es necesario contribuir en la formación de movimientos de iniciativas locales en que ciudadanos de diferentes religiones, culturales y sensibilidades abren espacios de conocimiento mútuo: espacios donde puede florecer esta revolución de la confianza. Los proyectos comunes son los que deben aunar y contribuir a la creación de este nuevo "nosotros" y deben enfrentarnos juntos a cuestiones sociales prioritarias- la educación, la inseguridad o el racismo- que verdaderamente pueden unir a la gente.Como hemos dicho antes, las sociedades occidentales no solucionaran sus problemas sociales, centrándose en una política basada en la seguridad. Al contrario, deben transformar el clima de desconfianza y hacer un discurso crítico sobre la gestión del fenómeno migratorio para encauzar esos problemas.

En suma, son la confianza, a escala local, y el espíritu crítico, a nivel global, los escenarios que fomentan la reconciliación entre civilizaciones. El compromiso ciudadano debe basarse en la revolución de la confianza, la lealtad crítica y en el nacimiento de un nuevo"nosotros"puesto en marcha por movimientos nacionales basados en iniciativas locales.