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9 de mayo de 2025

El futuro más allá del humano: pensar el transhumanismo

El transhumanismo es una de las corrientes más fascinantes y polémicas del pensamiento contemporáneo. En esta entrada, exploramos su propuesta: superar las limitaciones biológicas del ser humano a través del uso intensivo de la tecnología. ¿Qué pasaría si el envejecimiento pudiera revertirse, la inteligencia ampliarse artificialmente o incluso transferirse a un soporte no biológico? ¿Estamos ante el nacimiento de una nueva especie?

A través de obras como La revuelta contra la humanidad, nos adentramos en las raíces históricas del transhumanismo, desde su formulación inicial por Julian Huxley hasta su consolidación como movimiento cultural con figuras como Max More, Nick Bostrom o David Pearce. Revisamos la Declaración Transhumanista y sus pilares: la mejora radical del ser humano, la búsqueda de la inmortalidad y el desarrollo de inteligencias artificiales que puedan trascender nuestras capacidades.

Esta corriente plantea un giro decisivo respecto al humanismo clásico: si bien comparte su fe en el progreso y la razón, rompe con la idea de que la naturaleza humana deba conservarse intacta. Propone, en cambio, reconfigurarla, rediseñarla o incluso superarla. El transhumanismo defiende la transformación del cuerpo humano a través de la biotecnología, la ingeniería genética o la neurociencia, abriendo paso a entidades poshumanas con capacidades ampliadas.

Uno de los elementos más controvertidos del transhumanismo es su apuesta por el desarrollo de una Inteligencia Artificial General, capaz de pensar, aprender y decidir por sí misma, incluso más allá del nivel humano. Esta evolución culminaría en la llamada “singularidad”, el momento en que una superinteligencia artificial tomaría el relevo como ente dominante del planeta. ¿Significa esto el fin del ser humano tal como lo conocemos?

Esta entrada invita a reflexionar sobre los dilemas filosóficos, éticos y políticos que plantea el transhumanismo. ¿Debemos transformar nuestra condición humana o protegerla? ¿Es el cuerpo una prisión o una identidad irrenunciable? ¿Quién decidirá qué mejoras son deseables y cuáles peligrosas? Más que respuestas, esta corriente nos obliga a replantear qué significa ser humano en el siglo XXI. 

Desde la mirada transhumanista, transformar la condición humana no solo es posible, sino deseable: mejorar la salud, prolongar la vida y ampliar nuestras capacidades representa un progreso evolutivo guiado por la inteligencia y no por la azarosa selección natural. Protegerla, en cambio, implicaría aceptar los límites del sufrimiento, la enfermedad y la muerte como inevitables.

Para los transhumanistas, el cuerpo es un soporte contingente, mejorable e incluso superable. No niegan su valor simbólico o emocional, pero lo consideran obsoleto frente a las posibilidades que ofrece la biotecnología, la robótica o la digitalización de la conciencia. No obstante, los críticos del transhumanismo advierten que desligar el yo de lo corporal podría deshumanizarnos, diluyendo los lazos emocionales, sociales y éticos que hoy dependen de nuestra corporeidad.

La respuesta, de quienes decidirán qué mejoras pueden o deben introducirse y cuáles pueden suponer una amenaza,  no es simple: idealmente, estas decisiones deberían surgir de consensos democráticos y de una regulación ética global. Sin embargo, en la práctica, muchas de estas tecnologías están en manos de corporaciones y centros de poder económico que no siempre responden al bien común. Esta asimetría puede derivar en nuevas formas de desigualdad: entre los mejorados y los no mejorados, entre quienes pueden acceder a la “superación” y quienes quedan atrás.

Más que ofrecer respuestas definitivas, el transhumanismo abre un campo de debate necesario: ¿qué significa ser humano cuando podemos alterar radicalmente aquello que nos ha definido durante milenios? Al responder estas preguntas, no solo estamos decidiendo sobre el futuro de nuestra especie, sino también sobre los valores que queremos preservar o transformar en el proceso de reconfigurar la humanidad.



7 de mayo de 2025

Transhumanismo: superación tecnológica del ser humano(III). IAG: Superinteligencia autoconsciente, intencional y con agencia propia.

 Por último, uno de los objetivos más ambiciosos del transhumanismo es el desarrollo de una Inteligencia Artificial General (IAG) que supere las limitaciones de la actual Inteligencia Artificial Estrecha o Particular. Esta última se refiere a sistemas diseñados para resolver tareas específicas —como traducir idiomas, diagnosticar enfermedades o recomendar productos—, con o sin programación previa, pero siempre dentro de un marco limitado.

En contraste, la Inteligencia Artificial General sería una forma de inteligencia capaz de aprender, razonar, autoprogramarse y autocorregirse sin intervención humana, con capacidad para resolver cualquier tipo de problema, desde los más simples hasta los más complejos. Este tipo de inteligencia, según algunos teóricos como Raymond Kurzweil, no solo igualaría la inteligencia humana, sino que podría superarla ampliamente, dando lugar a un fenómeno conocido como la singularidad tecnológica.

La singularidad se refiere al momento hipotético en el que una inteligencia artificial avanzará de forma exponencial, desencadenando una explosión de inteligencia que escape al control humano y que dé lugar a una entidad con superinteligencia. Esta superinteligencia sería un ente con capacidades cognitivas superiores a las de cualquier ser humano, potencialmente dotada de autoconciencia, intencionalidad y agencia propia. En ese escenario, la Superinteligencia se convertiría en el agente dominante del planeta, reconfigurando el curso de la historia, la evolución y la existencia misma.