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6 de junio de 2019

¿Quién es Emilio García García?

Emilio García García es el autor del libro "Somos nuestra memoria. Recordar y olvidar" que está dentro de la colección de Neurociencia y Psicología del Periódico el País del año 2018. Es profesor de Psicología Cognitiva, Psicolingüística, Neuropsicología y Neurociencia en la Universidad Complutense de Madrid. Es autor o coautor de más de 60 libros y más de 90 artículos científicos en revistas especializadas en psicología, educación y/o pedagogía. Ha ocupado diferentes cargados en instituciones españolas como la vicepresidencia de la Junta Directiva de la Sociedad de Historia y Filosofía de la Psiquiatria, el secretariado de la Sociedad Española de Historia de la Psicología, coeditor de la Revista Psicología Argumento, miembro del Comité científico de la Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado y de la Revista Psicología Educativa del Colegio Oficial de Psicólogos, Vocal de la Junta Directiva de la Asociación Universitaria de Formación del Profesorado. Además, de desempeñar estos cargos institucionales, ha sido evaluador de publicaciones científicas a nivel nacional y a nivel iberoamericano. Entre las que destaca revistas como Revista de Psicología General y Aplicada, Revista Psicothema, Revista de Psicología Educativa o Revista de Historia de la Psicología. 

3 de junio de 2019

Memorias extraordinarias: síndrome Savant o síndrome del sabio.

El primer caso documentado del síndrome Savant -o también conocido con el nombre de síndrome del sabio- fue a principios del siglo XIX en el Reino Unido. Éste es el caso de Thomas Fuller. El médico Benjamin Rush lo describió así: " apenas entendía nada, ni de índole teni práctica, que fuera más complejo que contar" apesar de todo era un genio del cálculo. Tener una memoria prodigiosa en un ámbito concreto es característico del síndrome savant. Quienes lo sufren suelen presentar deficiencias y limitaciones graves en la mayoría de las funciones mentales, en contraposición a una extraordinaria competencia en un dominio particular que requiere una memoria fuera de lo común. Las alteraciones de estas personas las pueden hacer dependientes, a la vez capacitados en campos dispares como el cálculo, la música, el lenguaje... Los estudios de Donald Treffert revelan que el síndrome Savant suele ser un trastorno congénito en el 90% de los casos y está relacionado con el autismo. Un 10% aparece en la edad adulta como resultado de una lesión cerebral. Treffert establece una distribución por sexos: hay cuatro veces más savant hombres que mujeres.

La capacidad de memorización que tienen muchos savant no es algo que se pueda conseguir a través de estrategias de asociación. No es algo que se pueda aprender. Las estrategias de asociación que emplean los savant son siempre personales. Los límites de su memoria de trabajo dependen sobre todo de la importancia y significación que asignen a la información memorizada para asociarla e integrarla en los conocimientos que ya posee. El origen de estas capacidades excepcionales no está del todo claro. Se han conjeturado diversas teorías basadas en desarrollos extremos, como un déficit del hemisferio izquierdo que viene a compensar el hemisferio derecho; un mayor desarrollo de áreas visuales en densidad neuronal y en conexiones sinápticas; mayor desarrollo de áreas cerebrales implicadas en las emociones y en la interacción social. No todos los savants van de la mano de una incapacitación para la vida cotidiana. Las investigaciones realizadas sobre savants apuntan a que la actividad cerebral de estos se parece mucho más a la de una persona común que al funcionamiento de un ordenador. 

30 de mayo de 2019

Deterioro cognitivo leve y demencias

El deterioro cognitivo leve - DCL- está considerado un síndrome que se se sitúa en la zona intermedia entre los cambios propios del envejecimiento y los síntomas más graves de la demencia. Se caracteriza por una disminución del rendimiento de la memoria, constatado por pruebas cognitivas, en comparación con otras personas de edad y nivel educativo similar. El paciente se suele quejar de problemas en la memoria. Ése es el único síntoma notable, pues la capacidad de razonamiento y juicio se mantienen inalterados. En los diferentes tipos de DCL- Deterioro cognitivo leve- acostumbran a darse los mismos cambios cerebrales que en las demencias, si bien la diferencia está en la extensión y la gravedad que en el DCL es mucho más limitado. Aunque no podemos predecir quien puede padecer de DCL, sí existen factores de riesgo que pueden propiciarlo, como factores genéticos, una tensión arterial alta, diabetes y mantenerse poco activo física, mental y socialmente. Los estudios indican que de un 10% a un 15% de personas diagnosticadas con DCL evolucionan anualmente a demencia y en los 5 años siguientes pueden llegar a ser un 60% a un 70%. Por tanto, el DCL a veces puede ser el inicio de una demencia, pero también puede ser un trastorno permanente estable e incluso puede ser reversible. 

Por otro lado, el diagnóstico de demencia es más grave que el de DCL ya que supone un deterioro de los "procesos cognitivos y comportamentales progresivo." El declive de los procesos cognitivos afecta a diferentes funciones mentales: memoria, atención, orientación espacial y temporal, pensamiento, emociones y lenguaje. Se producen cambios conductuales como la apatía, agitación, irritabilidad y agresividad. Hay muchos tipos de demencias y se pueden clasificar según una serie de criterios: edad de aparición, etiología, signos neurológicos, respuesta a los tratamientos. Con respecto a la etiología se diferencian las demencias degenerativas, las vasculares y las debida a varias causas. Por la zona cerebral afectada se diferencian: las demencias corticales como el alzhéimer, las subcorticales, como el parkinson y las axiales como el síndrome de Korsakoff. 

Sin duda, el Alzheimer es la demencia más frecuente. De hecho, representa el 60% de diagnóstico por demencia en Europa. El 10% de las personas mayores de 65 años y más del 50% de las personas mayores de 85 años en Occidente. Fue el neurólogo alemán Artois Alzheimer quien trató por primera vez un caso de Alzheimer en 1901. La paciente Auguste Deter de 51 años presentó un imparable deterioro cognitivo durante 4 años sin saber qué y por qué sucedía y sin saber cómo diagnosticarla. Su caso no encajaba en ninguna patología conocida. Cuando Deter murió, solicitó permiso para estudiar su cerebro. Los resultados publicados en 1906 dieron a conocer la enfermedad de Alzheimer. Se ha avanzado mucho en el conocimiento del Alzheimer.

Se diferencian tres etapas en la evolución de la enfermedad: la fase amnésica, la fase confusional y la fase demencial. La etapa amnésica se caracteriza por un déficit en la memoria a corto plazo y problemas para almacenar nueva información en la memoria a largo plazo, olvido de palabras, desorientación espacial, dificultades en el cálculo o en el razonamiento, cambios frecuetnes en el estado de ánimo. La etapa confusional se caracteriza por una mayor afectación de las funciones mentales en general, especialmente el lenguaje. Se presenta amnesia anterógrada y retrógrada con más profusión. Las dificultades espaciales, apraxias y agnosias son patentes. Aparecen las dificultades en actividades como viajar en transporte público, hacer la compra, cocinar o gestionar el día a día. La etapa demencial se caracteriza por un grave deterioro intelectual, emocional y comportamental. El deterioro de las facultades mentales reduce la capacidad del enfermo para las actividades diarias, imposibilitando su autonomía. Algunos enfermos llegan al mutismo o a la ecolalia. 


29 de mayo de 2019

Memoria y olvido en el envejecimiento

Siempre se ha creído que a medida que envejecemos, vamos perdiendo capacidades cognitivas. La últimas investigaciones han demostrado que no existe un único y lineal proceso de envejecimiento cerebral, pues la plasticidad neuronal se mantiene a lo largo de la vida y además la evolución de cada cerebro dependerá de lo que hagamos con él. Se han hecho estudios longitudinales en los que se hace un seguimiento de un grupo de personas durante un período de su ciclo vital. La primera conclusión de estos estudios corrobora una disminución de determinadas capacidades cognitivas y perceptivas asociada al envejecimiento, al mismo tiempo algunas funciones mentales permanecen estables a lo largo de la vida e incluso ganan con la edad. En la vejez, se presenta una pérdida de memoria que afecta a todos los tipos de memoria: la memoria de corto plazo, la memoria de trabajo, la memoria implícita y la memoria explícita. Este fenómeno no es igual en todas las personas ni en todas las funciones mentales.

En cuanto a la memoria, la más afectada con el paso de la edad es la memoria de trabajo. Con el paso del tiempo, nos resulta más difícil mantener la atención y gestionar la información en situaciones complejas que requieren rapidez y flexibilidad. Esto sucede porque las neuronas del hipocampo disminuyen, se generan menos neuronas nuevas y las conexiones sinápticas sufren alteraciones. El hipocampo juega un papel central en el aprendizaje y la estabilización de la memoria. Además, el lóbulo frontal experimenta una pérdida de densidad y volumen que parece relacionada no tanto con la pérdida de neuronas como con la disminución de las espinas dendríticas y de las conexiones sinápticas. Ambos procesos repercuten en el funcionamiento de la memoria de trabajo.

Otro estudio examinó la percepción y la cognición relacionados con la edad. Se asignaron varias tareas donde se detectaban velocidad de procesamiento, memoria operativa, memoria a largo plazo y vocabulario a una muestra de 300 adultos de entre 20 y 90 años. En ese estudio, se observó que el declive cognitivo relacionado con la edad no difería de manera significativa en función de la educación, la clase social o los ingresos económicos. Ahora bien, se pueden optimizar las funciones cognitivas y evitar deterioros rápidos y graves. Incluir una alimentación saludable y rica en ácido fólico, sueño reparador, actividad física, interacción social, actividades cognitivas específicas como la lectura. Y, obviamente, evitar factores de riesgo como la diabetes, obesidad, hipertensión y tabaquismo. 

Reserva cognitiva e influencia del entorno.

La organización funcional del cerebro se modifica en función de nuestras experiencias, de lo que se deduce que esas experiencias pueden potenciar o deteriorar nuestras habilidades cognitivas. Las investigaciones apuntan que el ejercicio de estas habilidades puede relentizar el deterioro de la memoria en la tercera edad. Los cambios en el cerebro ya sean por el envejecimiento o por otro tipo de causa específica- enfermedad...- pueden darse en diferentes niveles cerebrales. A la habilidad de tolerar estas modificaciones a nivel estructural sin presentar ningún síntoma se la denomina reserva cognitiva. En la reserva cognitiva está implícita una neuroplasticidad potenciada a través de nuestras experiencias. El cerebro estimulado por nuestras experiencias vitales, se reorganiza, retrasando la manifestación de los síntomas del deterioro cognitivo. Si trabajamos nuestra reserva cognitiva podremos retrasar el deterioro de las funciones cerebrales y la aparición de demencias. En este sentido, los ambientes enriquecidos- con abundantes estímulos- suelen propiciar un mejor ejercicio de nuestras funciones cognitivas, por contra, los ambientes empobrecidos- con carencia de estímulos- actúan en sentido contrario.

Hay numerosas investigaciones que avalan, lo que se ha suscrito anteriormente, tanto con animales como con personas. La investigación de William T. Greenough confirmó la importancia del ambiente para el aprendizaje y la memoria. Sus estudios pusieron de manifiesto que las ratas de laboratorio criadas en entornos complejos tenían un mayor número de sinapsis por neurona que las ratas criadas en un ambiente con carencias, sin juguetes ni compañeros. Las ratas estimuladas aprendían mucho más rápido a recorrer laberintos y retenían en la memoria los recorridos. En  seres humanos, se pudo contrastar en estudios ex post facto en niños nacidos en Rumanía. En estos estudios, revelaron que algunos bebés y niños rumanos, que vivían en condiciones lamentables, y, que fueron adoptados por familias, consiguieron recuperarse cuando la duración del periodo vivido en condiciones extremas no había sido superior a seis meses a partir de este período es más difícil la recuperación de las capacidades cognitivas, de aprendizaje y memoria y de las capacidades emocionales y sociales. En definitiva, se confirmó que los entornos empobrecidos pueden provocar trastornos cognitivos mientras que los entornos enriquecidos y la ejercitación de las habilidades pueden ralentizar el deterioro de la memoria de las personas de la tercera edad. 

27 de mayo de 2019

Alteraciones de la memoria: introducción.

En este tercer- y último- capítulo del libro, Somos nuestra memoria, abordaremos las alteraciones de la memoria más frecuentes. 

El cerebro aprende y memoriza pero también olvida. Olvidamos lo que no es relevante para nosotros e incluso aquello que no rememoramos. Sin embargo, en este proceso de recordar o olvidar se pueden producir alteraciones de la memoria que van más allá del propio proceso de envejecimiento o de un deterioro cognitivo. Hablamos de fenómenos que implican la pérdida de la capacidad de recordar como el deterioro cognitivo leve, las demencias y las amnesias. En ocasiones, las alteraciones de la memoria, no se presentan como alteraciones en la memoria sino en el del deterioro de la capacidad de olvidar, es decir, personas que presentan dificultades o son incapaces de borrar la información especialmente en áreas específicas de la memoria; a menudo son personas con problemas graves de desarrollo como los denominados Savant, que poseen una memoria extraordinaria. 

24 de mayo de 2019

Aprendizaje y memoria a lo largo de la vida.

Antes se creía que sólo los cerebros de los niños eran plásticos pero ahora sabemos que la neuroplasticidad se conserva a largo de la vida de un ser humano. La neuroplasticidad sustenta tanto el aprendizaje como la memoria, aún así existen periodos óptimos - o sensibles- durante los cuales unos aprendizajes concretos pueden ser más efectivos. Véamos a ver en cada una de las etapas vitales de las personas cómo afecta a la memoria ya sea ésta, explícita o implícita y al aprendizaje específico y/o en general. 

Durante el desarrollo fetal, el cerebro experimenta diferentes reorganizaciones, especialmente de su cableado. Tras el nacimiento, el número de conexiones neuronales se incrementa exponencialmente, superando en muchas ocasiones a los niveles del cerebro adulto. El propio cerebro va ajustando el exceso de número de conexiones, las conexiones más utilizadas se refuerzan y las que menos utilizamos se van eliminando. A este proceso se le conoce como la "poda neuronal". Las conexiones que sobreviven o bien desaparecen depende de los genes o de las experiencias en el medio. El desarrollo del cerebro no sigue unas pautas temporales concretas. En la corteza visual se produce durante los 3 primeres meses de vida un aumento muy rápido de sinapsis y después se da una disminución progresiva hasta estabilizarse entorno a los 10 años. En cambio, en la corteza frontal se inicia más tarde el proceso de sinaptogénesis, poda neuronal y mielinización. Su maduración no se inicia hasta la adolescencia y no se estabiliza hasta la tercera década de vida. Disponemos de datos suficientes sobre el desarrollo cerebral que, en todas las culturas se adquieren a la misma edad, siempre que se reciba la estimulación adecuada antes que se inicie la escolarización. 

Si hablamos de los primeros recuerdos de nuestra infancia vienen a la mente episodios y sucesos fragmentados y aislados. Lo normal es no recordar nada de lo vivido antes de los 2 o 3 primeros años de vida debido a la amnesia infantil temprana. La formación de recuerdos autobiográficos no aparece hasta al final del segundo año de vida. De los recuerdos anteriores a los 11 años, menos del 1% de registros eran de antes de los 3 años. Esto es en lo referente a la memoria explícita y autobiográfica porque existen otras memorias que están operativas desde el nacimiento: las memorias implícitas. 

En relación a la memoría implícita en las primeras etapas vitales, en el último trimestre de gestación, el feto es capaz de aprender y recordar a través del uso de las memorias implícitas o procedimentales. El feto es capaz de procesar el sonido del habla de la madre. Es capz de distinguir el lenguaje de la música y aprender a responder a esos estímulos con patadas. El feto es sensible a determinadas características del lenguaje y de la música. Prefieren la voz de su madre tal como la perciben dentro del útero y también fuera de éste a cualquier voz femenina. Los tres primeros días después del nacimiento prefiere escuchar su lengua materna antes que otras lenguas.

Respecto a las memorias en la adolescencia y en la vida adulta, en la corteza frontal de una preadolescente, entre los siete y los trece años, se produce simultáneamente un incremento de la materia gris y un aumento de las sinapsis. En esta etapa, tiene lugar los procesos de poda neuronal y de incremento de la substancia blanca, la mielina, y este incremento continua en la adolescencia hasta la tercera década de vida. Estos cambios en el cerebro adolescente, son los que permiten que aparezcan una serie de capacidades cognitivas como las funciones ejecutivas, como la memoria de trabajo, atención selectiva y sostenida, planificación de tareas futuras, inhibición de conductas inadecuadas, toma de decisiones o resolución de problemas. El cerebro adulto sigue conservando una gran plasticidad que permite aprender habilidades y destrezas y memorizar contenidos y conocimientos necesarios para adaptarse al nuevo entorno. 

La memoria nos engaña.

Normalmente pensamos que nuestra memoria registra y que almacenamos fielmente los objetos, personas y acontecimientos y los recuperamos posteriormente fielmente. Pero, realmente, no es así. Cuando se forman los recuerdos no siempre se ajustan a la realidad y lo mismo ocurre al recordarlos y recuperarlos. Para entenderlo debemos saber que los procesos de codificación intervienen alterando esos recuerdos. Nuestra percepción del mundo no necesariamente corresponde con lo que está sucediendo en la realidad. En la percepción se dan dos tipos de procesos: los ascendentes - bottom-up- de abajo arriba en que los datos de la información que proporcionan los sentidos son determinantes y los descendentes- top-down- en que están presentes los conocimientos y expectativas de la persona en un contexto determinado. En los procesos descendientes- top- down- , los estímulos son ambiguos y el nivel de interpretación de la percepción es mayor. En este caso, la evocación de un recuerdo puede ser poco fiable.

En cuanto a los errores que se producen cuando se transfiere la información de la memoria a corto plazo a la memoria de largo plazo, en el proceso de reconstrucción de ese recuerdo, posterior a la percepción, intervienen los esquemas semánticos que tiene cada persona entre los que se incluyen los estereotipos y los prejuicios que dispogamos. Nuestro cerebro, en vez de percibir y recordar los detalles de una persona, un objeto o acontecimiento se sirve de unos esquemas semánticos previos ya almacenados en nuestra memoria. Eso significa que ese recuerdo concreto es fragmentario, cuando quisiéramos recuperarlo, estaremos obligados a rellenar los huecos que faltan de acuerdo con las expectativas y conocimientos previos que tengamos respeto a esa persona, a ese objeto y a ese acontecimiento. Este proceso estará condicionado por los estereotipos y/o prejuicios que tengamos. El grado de incidencia del estereotipo y/o prejuicio dependerá del si somos nosotros o bien es el esteriotipo y/o prejuicio quien prevalece. También, la información que se nos presente después de un suceso puede alterar o distorcionar un recuerdo de este.

Loftus, estudioso de la memoria humana, analizo la fiabilidad de los recuerdos. Según sus estudios dar a la gente detalles erróneos puede alterar lo que recuerda de eventos pasados. Este fenómeno se conoce como "efecto desinformación." Existen además otros dos fenómenos más sobre el falseamiento de recuerdos: parece ser que la gente tiende a recordarse mejor de lo que era y cuando no hay una sugestión externa que plantee esos recuerdos, lo hacemos solos. 

22 de mayo de 2019

La memoria prospectiva: cómo se crean los recuerdos del futuro.

En 1985, D. H. Ingvar acuñó la expresión "recuerdos del futuro" donde se avanzaba que imaginar el futuro se basa en los mismos mecanismos que se emplean para recordar el pasado. Los seres humanos son prospectivos y propositivos. Nos proponemos metas para el futuro que guían nuestro comportamiento y existen como imágenes mentales del futuro convertidas en la mente. Nuestro comportamiento depende tanto de las memorias del pasado como de las memorias del futuro. Cuando imaginamos y proyectamos acciones o acontecimientos futuros estamos sirviéndonos de la memoria del pasado, de las acciones que nosotros hemos realizado.Toda acción planeada para el futuro requiere el recuerdo de acciones realizadas con anterioridad. Planificar para el futuro es recrear el pasado de una manera nueva; así, la corteza prefrontal convierte el cerebro humano en predictor de las propias acciones y sus consecuencias. 

La memoria prospectiva que nos permite elaborar planes de acción futuro tiene otro componente relevante. Es lo que llama Ramachandran "estar al mando" de nuestras acciones y de creer que habríamos podido actuar de otro modo si así lo hubiéramos decidido. Esta característica de la memoria prospectiva que acabamos de definir juega un papel muy importante en la identidad personal, en las relaciones sociales y en la justicia penal. 

La memoria de trabajo: los recuerdos que no se consolidan.

Kandel también descubrió las claves de la transformación de la memoria a corto plazo en la memoria de largo plazo. Sin embargo, existe un tipo de memoria, la memoria de trabajo que nos permite realizar actividades cognitivas básicas como la comprensión, el razonamiento o la resolución de probblemas que no requieren esa transformación de la memoria a corto plazo a memoria a largo plazo. Antes de analizar la memoria de trabajo, recordemos que existe tres tipos de memoria según el criterio temporal y el modelo multialmacén de Atkinson y Shiffrin(1968): memorias sensoriales, memoria a corto plazo y memoria a largo plazo. 

En las memorias sensoriales, la información sensorial es retenida brevemente - escasos segundos- en la memoria sensorial. Allí se registran las sensaciones y se exploran las características de los estímulos. Parte de esta información es recodificada en memoria a corto plazo, donde puede retenerse durante 20 segundos a través de la repetición. Cuanto más tiempo permanezca en la memoria a corto plazo, más posibilidades tiene de ser transferida a la memoria a largo plazo. Ahora vamos a hablar de la memoria a corto plazo que es aquélla que debe mantenerse activa durante esos veinte segundos de los que hablábamos. La duración de la memoria a corto plazo tiene que ver con el relieve de la información, con la motivación y con la calidad de la misma. La memoria a corto plazo consiste en un sistema de almacenamiento de la información con características como la capacidad de almacenar siete elementos, más o menos dos, y la duración de hasta unos 20 segundos. En cambio, la memoria de trabajo hace referencia a las operaciones que mentalmente realizamos con la información, elaborándola y reorganizándola para resolver problemas. Podríamos decir que la memoria de trabajo supone un plus en relación con la memoria a corto plazo: además de ser un sistema de almacenamiento de información, opera con ella, la organiza y elabora continuamente y la recupera cuando conviene. La memoria de trabajo está comprometida cuando tenemos que realizar dos tareas simultáneas que requieren recuperar e intercambiar información de las dos tareas. La corteza prefrontal tiene un papel crítico en la memoria de trabajo. Lesiones en esta área cerebral constata déficit de la memoria de trabajo. Por último, la memoria de trabajo no es solo una memoria operativa en el presente; también opera en el futuro, tiene un carácter prospectivo, anticipa objetivos, planes y acontecimientos que se desean o que se piensan que ocurrirán. 

14 de mayo de 2019

Eric Kandel: las claves de la codificación y el almacenamiento de la memoria

Eric Kandel, neurofisiólogo estadounidense, estudió los mecanismos neuronales del aprendizaje de un organismo muy simple, la Aplysia. Le interesó muy concretamente el reflejo comportamental - la retracción de la branquia- aparentemente modificable por habituación y sensibilización que recordemos que son las formas más elementales de aprendizaje. Kandel comprobó que un leve estímulo en la piel activaba neuronas sensoriales, que generaban en un conjunto una señal, un potencial sináptico, en cada de las neuronas motoras, haciéndolas disparar potenciales de acción que producían a su vez un comportamiento: la retracción de la branquia. Kandel afirmó además que dependiendo del tipo de estímulo a la que fuera expuesta la Aplysia, las respuestas de su sistema nervioso sería diferente, sus conexiones sinápticas se debilitarían o bien se fortalecerían. Reformuló así la hipótesis de Cajal: la experiencia es capaz de modificar la intensidad de las conexiones sinápticas interneuronales. Kandel abrió ventanas en el estudio neurobiológico de la memoria y con sus estudios constato que la anatomía del circuito neuronal "estructura apriorística", es decir, anterior a la experiencia, mientras que las modificaciones de conexiones neuronales dentro del circuito neuronal refleja la influencia de la experiencia. La persistencia de las modificaciones neuronales son la base de la memoria. Kandel investigó los pasos genéticos y moleculares intermediados, los mecanismos de formación y consolidación de la memoria.

Respecto a la fase de construcción o codificación de la memoria, defendió que tanto la memoria implícita com la memoria explícita existen diferentes etapas donde se codifican los recuerdos. Tras la codificación de los recuerdos, estudia su almacenamiento. Ambos procesos están estrechamente relacionados. La consolidación de un recuerdo a largo plazo requiere de un cierto tiempo. Kandel formuló 3 principios del almacenamiento de la memoria a largo plazo: El primer principio, para que la memoria a largo plazo se ponga en acción es necesario que se expresen ciertos genes, es decir, que la información que guarda cada gen se transcriba en proteínas. El segundo principio, hay limitaciones biológicas respecto a las experiencias que se pueden almacenar en la memoria. El tercer principio, el desarrollo y el mantenimiento de las nuevas terminales sinápticas de la memoria a largo plazo hacen que la memoria persista. 

13 de mayo de 2019

Cómo funciona la memoria: Neuroplasticidad y memoria.

En este capítulo, cómo funciona la memoria, vamos a analizar qué sabemos sobre cómo codificamos y almacenamos los estímulos que nos llegan del exterior y cómo, posteriormente, evocamos nuestros recuerdos. 

Vamos a empezar por hablar sobre neuroplasticidad y memoria. Ya Santiago Ramón y Cajal a finales del siglo XIX expuso cómo las modificaciones en las sinapsis eran la base del aprendizaje y también de la memoria. La plasticidad neuronal tenía un papel central en los mecanismos de aprendizaje y de memoria. Cajal intuía que la memoria está estrechamente relacionada , así como los cambios y procesos, con el funcionamiento interno de las sinapsis, es decir, de los cambios que se producen dentro de las sinapsis. No es hasta los trabajos de Donald Hebb y su trabajo "La organización de la conducta" donde se establecerá las bases neuronales del aprendizaje y de la memoria y se introducirá una serie de ideas nuevas. A saber: Donald Hebb propuso el principio básico de la formación de la memoria: "tras un estímulo provocado por una percepción o una experiencia se producen cambios químicos en la neurona, que se excita más cuando esos estímulos coinciden en el tiempo repetidamente." Además, de explicar cómo se forma la memoria también intenta explicar cómo podemos recuperar un recuerdo que hemos almacenado: " cuando dos estímulos llegan simultáneamente por vías separadas a una neurona producen cambios sinápticos en su membrana, unas modificaciones que facilitarán la transmisión de impulsos a través de la misma". El hallazgo novedoso es que uno de esos estímulos por sí solo, sin necesidad de la presencia del otro, sería capaz de excitar a la neurona y activar nuevamente la red neuronal. Donald Hebb apuntaba al sistema nervioso como base del aprendizaje y la memoria y realizó una serie de experimentos para conocer cuáles eran los efectos de la experiencia sobre el cerebro y la conducta. Unos de sus primeros estudios fue con un grupo de ratas jóvenes. Las dividió en dos grupos: El primer grupo crecieron en la cocina de su casa y el segundo grupo, el de grupo de control, se criaron en jaulas de laboratorio. Al finalizar el experimento, Donald Hebb les realizó un "test de inteligencia" a las ratas. Ese test consistía en resolver una serie de laberintos. Las ratas de casa obtuvieron resultados mucho mejores que las de laboratorio, concluyendo que la inteligencia y la conducta en general están influidas por la experiencia. Una idea revolucionaria para su época. Donald Hebb extrajo la idea de que las personas criadas en ambientes estimulantes alcanzarían un mejor nivel de desarrollo intelectual, mientras que personas criadas en ambientes empobrecidos sufrirían limitaciones en ese desarrollo. Un ambiente es más o menos empobrecido en función de la cantidad y la calidad de los estímulos recibidos.

El segundo gran hito en los estudios sobre neuroplasticidad y memoria fue los estudios de Michael M. Merzenich en 1972. A partir de los estudios de Wilder Penfield, se sabía que en una determinada zona del cerebro se encuentra representado un mapa de nuestro cuerpo. Eso permitió que Penfield desarrollará el famoso "homúnculo de Penfield": "un mapa motor cortical que representa el cuerpo como un pequeño hombre distorsionado." Con los estudios de Penfield, Merzenich se propuso completar las investigaciones de Penfield, utilizando primates. Para cartografiar mejor el córtex cerebral de los primates, introducía un electrodo en la corteza cerebral que registraba las sensaciones de la mano, logrando un mapa de las neuronas responsables de esas sensaciones o bien cuando seccionó el nervio sensorial de diversos primates con la intención de observar qué sucedía cuando se producía una lesión en el sistema nervioso. Descubrió que los nervios sensoriales volvían a desarrollarse y el cerebro recuperaba su funcionamiento normal. Este descubrimiento rompió con la concepción, hasta ahora vigente, según la cual la estructura del cerebro adulto era fija e inalterable. Merzenich demostró que el cerebro adulto podían darse "restructuraciones neuronales rápidas." Merzenich prosiguió con sus investigaciones sobre la plasticidad neuronal en el cerebro de primates adultos. Buscaba conocer cuál era el papel relevante de los genes y la experiencia en la neuroplasticidad. Uno de sus experimentos le dió la clave: la experiencia modifica el cerebro de esos animales. Por último, los estudios de Thomas Ebert demostraron cómo el tamaño de la representación de una zona corporal en la corteza depende de la intensidad y duración de su estimulación. Las investigaciones de Ebert demostraron que los cambios estructurales del cerebro se llevan a cabo más fácilmente durante los primeros años de vida. 

8 de marzo de 2019

¿Cómo se distribuye nuestra memoria en el cerebro?

En el estudio de la memoria, se ha producido un cambio de paradigma: el paso de la teorías modulares del cerebro a los modelos de redes neuronales. También, el paso de modelos experimentales que pretendían localizar la memoria en áreas cerebrales muy concretas a otros modelos que consideran la memoria como una propiedad de todas las redes y sistemas neuronales. En paralelo se han descubierto redes neuronales- nodos- específicas para diferentes tipos de memoria y se han propuestos modelos de arquitectura neuronal que recogen tanto las características de los sistemas neuronales interactivos y distribuidos por todo el cerebro como las características de los de dominios corticales más propios de memorias concretas.

El neurocientífico Joaquín Fuster fue uno de los primeros en cuestionar la teoría modular del cerebro. Para este autor, la memoria surgía de la "gran red que es el cerebro" y propuso un nuevo paradigma para explicar cómo funciona la memoria. Estableció tres principios:
- El primer principio, las memorias son redes de neuronas interconectadas, distribuidas por la corteza cerebral.
- El segundo principio, propone un modelo jerárquico que organiza los diferentes tipos de memoria en dos grandes grupos en función de si se encargan de guardar la información sensorial- memoria perceptiva- o bien por las áreas motoras, responsables de la conducta, del "hacer" - memoria ejecutiva-.
- El tercer principio, es que una sola neurona o grupos de neuronas puede formar parte de muchas memorias y que pueden encontrarse en cualquier punto de la corteza cerebral. De ahí, las redes neuronales estén superpuestas y entrecruzadas y que sus extensiones e interconexiones puedan llegar a ocupar amplias regiones del córtex.

En los dos tipos de memoria, que propone en su paradigma, la memoria perceptiva y la memoria ejecutiva, podemos distinguir diferentes subtipos ordenados jerárquicamente. Con respeto a la memoria perceptiva, están repartidas principalmente por la corteza- lóbulos temporales, parietales y occipitales- e incluyen las experiencias sensoriales, todos los recuerdos y conocimientos adquiridos por estas memorias perceptivas. Desde el punto de vista jerárquico, la memoria perceptiva va desde lo sensorial a lo conceptual en general. Con respecto a la memoria ejecutiva, están distribuidas  sobre todo por el córtex frontal. Incluye conocimientos y el recuerdo de acciones adquiridas por la experiencia al actuar sobre el entorno físico y social. En el nivel inferior reside la corteza motora primaria, que es la memoria motora filogenética, encargada de coordinar los movimientos más simples, aquellos que son innatos y producto de la evolución, y sobre ello se formarán las distintas memorias motoras y ejecutivas del individuo. En el nivel superior, hallaremos los planes de conducta, la creatividad y las decisiones. Ambas memorias se retroalimentan en el denominado "ciclo percepción- acción". En este ciclo, recibimos unos estímulos perceptivos que procesamos y a través de los cuales ejecutamos unas acciones que modifican nuestro entorno. Estos cambios producirán a su vez nuevas percepciones que generaran nuevas acciones. Y así, incesantemente. 

17 de febrero de 2019

Tipos de memoria implícita II: Los aprendizajes por condicionamiento.

Un tipo de memoria implícita es la llamada memoria condicionada. Es un tipo de memoria que no somos conscientes de su existencia así como de su control. En el siglo XX, se ha estudiado el aprendizaje que conlleva la memoria condicionada: el condicionamiento clásico de Pavlov y el condicionamiento operante de Skinner. 

Para la supervivencia de cualquier especie es necesario saber qué estímulos ambientales son peligrosos y cuáles son inofensivos. Pavlov a través del condicionamiento clásico pudo demostrar como organismos vivos- perros- aprendían a responder a estímulos neutros o débiles como si fueran peligrosos o dañinos. A este proceso de aprendizaje, se le conoce con el nombre de sensibilización. La sensibilización no es permanente sino que dependerá de si vuelve o no a producirse el estímulo o bien si éste se presenta repetidas veces como inofensivo. A esto, se le conoce como habituación. Tanto la habituación como la sensibilización son tipos de conducta que implican procesos de memoria implícita. Algunos autores no consideran que sean formas de aprendizaje porque no son procesos asociativos como si lo serían el condicionamiento clásico o el condicionamiento operante. Otros, sin embargo, sí los consideran formas de aprendizaje. Son formas primitivas y elementales de aprendizaje porque son modificaciones de la conducta como resultado de la experiencia. En cualquier caso, podríamos establecer una distinción entre aprendizaje no asociativo - sensibilización y habituación - y aprendizaje asociativo- el condicionamiento clásico y operante- tanto unos como otros siguen los mecanismos de la memoria implícita. 

12 de febrero de 2019

Tipos de memoria implícita I: Las habilidades motoras y las cognitivas.

En la memoria implícita, existen una serie de destrezas motoras que nos permiten recuperar sin necesidad de atención consciente, información de cómo realizar actividades como la conducción de coches, caminar o escribir. Este tipo de habilidades motoras se desarrollan a partir del repertorio de la propia especie y de las capacidades de cada individuo. Aunque, nacemos con esas estructuras cerebrales específicas, donde se albergará esas habilidades motoras, es a partir del tercer mes de vida cuando ya están funcionando. Dada la importancia del aprendizaje de esas habilidades motoras es lógico que ocupe amplias regiones de nuestro cerebro.

En el aprendizaje de estas habilidades motoras está implicado los sistemas neuronales corticales inicialmente, pero, con la práctica, la memoria se desplaza a otros sistemas neuronales como los ganglios basales, que se activan cuando existen y se consolidan los automatismos. Es entonces cuando la ejecución de una destreza motora va a requerir de menos atención y control y se va a ejecutar con mayor velocidad y precisión. En determinadas ocasiones, el aprendizaje inicial de una destreza motora se hace imprescindible la observación. No es fácil adquirir un hábito motor, como por ejemplo, aprender a bailar el tango a través de instrucciones verbales. Resulta más sencillo si observamos a personas bailar y después las imitamos. De esa manera, aprendemos observando.

Por último, dentro de la memoria implícita, encontramos además de las destrezas motoras también habilidades cognitivas como el cálculo mental y las operaciones mentales repetitivas cuyo proceso de aprendizaje también observamos el desplazamientos de los sistemas corticales y frontales durante el aprendizaje de esas habilidades cognitivas, a los ganglios basales y al cerebelo al alcanzar su automatización. 

30 de enero de 2019

La memoria y sus características: La memoria emocional, a caballo entre la memoria explícita y la memoria implícita.

La memoria emocional puede considerarse una categoría de transición entre la memoria explícita y la memoria implícita. No queda muy claro si la memoria emocional es una variedad de la memoria implícita, o bien, es una memoria específica en sí misma, pero sí, podemos decir que ocupa un lugar propio entre la memoria implícita y la memoria explícita. Este tipo de memoria está a caballo entre ambas memorias. Por ejemplo, podemos sentir miedo ante determinadas situaciones de forma consciente pero también en otras circunstancias en las que no somos conscientes de ello. 

La amígdala desempeña un papel clave en la memoria emocional. La amígdala está estrechamente conectada con diferentes regiones del cerebro como las estructuras corticales temporales y con el resto de la corteza cerebral. También envían señales al hipotálamo y al tronco encefálico. Establece conexiones con el córtex prefrontal, permitiéndole valorar las consecuencias positivas o negativas de los estímulos que recibe y los acontecimientos. La extirpación de la amígdala provoca el llamado síndrome Klüver- Bucy, demostrando el papel central que juega la amígdala en las emociones. 

Por último, el neurocientífico Joseph Le Doux, especialista en el estudio del cerebro emocional, estudió como la consciencia del peligro tiene un componente innato y otro aprendido. El miedo es una emoción fundamental para la supervivencia de los seres vivos gracias a él minimizan su expansión a animales, objetos o lugares peligrosos. El componente innato del miedo es el procesamiento automático de la información sensorial que recibimos, desencadenando como respuesta una reacción vegetativa como la sudoración de las manos, las taquicardias o los temblores de piernas o manos. Mientras que, el componente aprendido del miedo consistiría en evitar animales, lugares u objetos específicos que asociamos con el riesgo. Una lesión en la amígdala interferiría tanto en el componente innato como en el componente aprendido del miedo que hemos descrito, incapacitando tanto dar respuestas innatas como adquiridas.


22 de enero de 2019

La memoría y sus características: tipos de memoria explícita I: La memoria semántica.

Nuestro conocimiento sobre el mundo físico y social se almacena en nuestra memoria semántica. En ella podemos encontrar el conocimiento sobre el significado de las palabras, conceptos, esquemas y marcos de referencia. La información que disponemos sobre objetos, personas o acontecimientos está almacenada en diferentes regiones de nuestro cerebro. El procesamiento del significado de las palabras activa redes neuronales que se encuentran en diferentes áreas de nuestro cerebro. En diferentes nodos se almacenan tipos de información sobre objetos concretos, sobre una persona determinada o sobre un acontecimiento en particular. Eso es posible porque existen mapas semánticos que se encuentran distribuidos por nuestro cerebro. Son precisamente estos mapas semánticos los que hacen posible que podamos recuperar esa información o bien que se pueda establecer relaciones entre significados de una misma categoría semántica. La existencia de estos esquemas semánticos se le suponen por estudios comparados sobre pacientes con daño cerebral que presentaban problemas para reconocer categorías semánticas concretas como por ejemplo, animado o inanimado. Los pacientes que no podían reconocer a seres vivos presentaban algún tipo de lesión en los lóbulos temporales mediales. Mientras que los que no eran capaces de reconocer objetos inanimados tenían localizado el daño en áreas frontoparientales.

Si subimos a un nivel de mayor complejidad nos encontraremos que nuestra memoria semántica utiliza esquemas sobre acontecimientos y personas. Esos esquemas contribuyen a hacer predecible el mundo que vivimos, permiten tener expectativas acerca de acontecimientos del futuro. Cuando los hechos se adecuan a esos esquemas que tenemos acerca de la realidad no les prestamos atención. En cambio, cuando los hechos no encajan, se graban con mayor fuerza en nuestra memoria. También, cabe remarcar que las experiencias que contienen esos esquemas mentales nos permiten hacer inferencias y rellenar huecos. Finalmente, los esquemas mentales son claves para recordar datos. Por último, las personas con daño cerebral, que tienen dificultades para la recuperación de información basada en conceptos o en esquemas, como las personas con amnesia o demencia, pueden no identificar objetos o acceder a los significados de las palabras, pero, sin embargo, conservar como resolver problemas. 

8 de enero de 2019

Las memorias y sus características: la memoria a largo plazo.

A partir de la memoria filogenética, se va a formar la memoria a largo plazo que está formada por diferentes tipos de memoria. En la memoria a largo plazo, se acumula información procedente de toda la vida de un ser humano. En la memoria a largo plazo, se distingue dos grandes tipos de memoria: la memoria explícita denominada también memoria declarativa. La memoria explícita es una memoria consciente que se expresa a través del lenguaje y está formada por recuerdos que remiten a conceptos, datos y acontecimientos específicos. Ejemplos, de memoria explícita sería que nos preguntarán cuál es la capital de cualquier país del mundo o que expliquemos qué hemos hecho durante las vacaciones, estaríamos recurriendo a nuestra memoria explícita para dar respuesta a la pregunta o para describir que hemos hecho durante las vacaciones. En cambio, la memoria implícita - o procedimental- es una memoria inconsciente que hace referencia desempeño de una destreza determinada como la capacidad para poder hablar, nadar o montar en bicicleta. Este tipo de memoria no requiere de atención para recuperar y ejecutar determinadas acciones como hablar, nadar, montar en bicicleta. La memoria implícita- o procedimental- se recupera a través de la acción, de automatismos, más que en forma de recuerdos. Con la repetición, una memoria explícita y consciente puede transformarse en memoria implícita- o procedimental-.

Esta distinción entre memoria explícita y memoria implícita es más reciente. Hasta mediados de los años 50, imperaba dentro del estudio de la memoria la llamada ley de Lashley. El psicólogo estadounidense Karl Lashley desarrolló durante las décadas de 120 hasta 151, la llamada ley de Lashley. Según el autor, los recuerdos se podían hallar en determinados circuitos perceptivos y motores en la memoria de las ratas que realizaban rutas en determinados laberintos. Creía que si se extirpaba esas conexiones, se induciría una amnesia. Sin embargo, los experimentos demostraron que no bastaba que se produjera la extirpación de partes de esos circuitos perceptivos ni tampoco por el corte de conexiones para que se produjera la pérdida de la memoria de las ratas. Fue entonces cuando a Lashley se le ocurrió que quizá la alteración de la memoria dependía del tamaño de la lesión y no de la localización específica de la lesión. Así es como formuló  la ley de Lashley o ley de "acción de masa" según la cual la gravedad de la pérdida de la memoria es proporcional a la masa de la corteza extirpada, pero que esta pérdida no guarda ninguna relación con su localización específica. Dicha ley defendía que la función principal de la memoria era única e inseparable de las funciones perceptivas y motoras y que ese único tipo de memoria se encontraba dispersa por toda la corteza cerebral. En 1953, William Beecher Scoville cuestionó la ley de Lashley. Realizó una operación quirúrgica a un paciente llamado H.M. que había padecido un traumatismo craneoencefálico que le provocaba ataques epilépticos. Scoville decidió extirparle el lóbulo temporal medio de ambos hemisferios, los córtexs perihipocampal y entorrinal, la amígdala y la parte anterior del hipocampo. La cirugía alivió los ataques epilépticos. Pero, tuvo un altísimo precio: no era capaz de almacenar nuevos recuerdos. Conservaba la inteligencia pero no podía aprender ni recordar nada nuevo. H.M. era incapaz de consolidar las memorias a corto plazo y convertirlas en memorias a largo plazo. H.M. tan solo era capaz de conservar información nueva a través de la repetición verbal pero rápidamente se olvidaba cuando cesaba la repetición. También tenía graves problemas de memoria espacial.

La neuropsicologa Brenda Milner que siguió a H.M. durante cuatro décadas pensó que la amnesia de su paciente era total porque, como hemos dicho antes, se creía que existía solo un tipo de memoria extendida por todo nuestra cerebro, tal com sostenía la ley de Lashley. Sin embargo, en 1962 Brenda Milner descubrió que existía diferentes tipos de memorias. H.M. sí era capaz de aprender y recordar a largo plazo un tipo concreto de acciones concretas como trazar una línea entre dos estrellas de cinco puntos. Su destreza mejoraba con la práctica como sucedía con las personas sanas. Sin embargo, aunque mejoraba cada día en la ejecución de la tarea, no era capaz de recordar que había hecho esa misma tarea el día anterior. Así, es como descubrió Milner que, además de una memoria consciente, en la que intervenía el hipocampo, se disponía de otra memoria inconsciente, que estaban en sistemas neuronales fuera del hipocampo y del lóbulo temporal. Descubrió que la memoria tiene funciones diferentes con bases cerebrales distintos. De ahí, concluyó que H.M. había preservado la procedimental. Con sus estudios, Milner pudo establecer la existencia de diferentes sistemas de memoria y había confirmado que los circuitos neuronales de la percepción y de los de la memorias no están integrados sino interconectados. Estos hallazgos fueron transcendentales para el conocimiento del cerebro, la memoria y abrió la puerta al estudio de los diferentes sistemas de memoria a largo plazo. 

17 de noviembre de 2018

Las memorias y sus características: la memoria filogenética.

En el primer capítulo del libro, Las memorias y sus características, vamos a mencionar y a repasar qué tipo de memorias existen y por qué las necesitamos. Empezamos por la primera: la memoria filogenética. La memoria filogenética es la memoria con la que nacemos propia de la especie. La función principal de la memoria filogenética es la adaptación al medio en el que se está inmerso. La memoria filogenética puede llegar a ser muy compleja como lo demuestra los estudios etológicos en diferentes especies animales como los peces, aves, mamíferos o primates. Entre esas conductas innatas que están presentes en el reino animal está las kinesias y las taxias. Ambas son respuestas filogenéticas. La primera, las kinesias, están presentes en animales más simples como la ameba. Su función principal es responder a determinadas condiciones ambientales, como la humedad, el calor o la luz, en la que está inmerso la ameba. La segunda, las taxias, están presentes en invertebrados inferiores como cigüeñas, salmones, tortugas cuyo función es aproximarse a - o evitar- determinados estímulos o bien está detrás de conductas como la migración de especies que recorren cientos o miles de kilómetros siguiendo rutas. Además, de las kinesias y las taxias, la memoria filogenética ha dotado a algunas especies de reflejos, es decir, de respuestas directas a un estímulo determinado. Los humanos tenemos reflejos como el reflejo palpetral, el reflejo salivar, el ritmo cardíaco o los vómitos. Y, para acabar, con la memoria filogenética, está los instintos. Los instintos son sistemas de respuestas de mayor complejidad que los reflejos. Son compartidos por todos los miembros de una especie y son invariables. Se desencadenan ante un cierto tipo de estímulo y tienen una función adaptativa. 

30 de octubre de 2018

Introducción a Somos nuestra memoria. Recordar y olvidar de Emilio García García

Nosotros "somos nuestra memoria, mejor dicho, nuestras memorias." Así, es como comienza la introducción de Somos nuestra memoria. Recordar y olvidar de Emilio García García. Siguiendo al propio autor, es a través de nuestras memorias que nosotros somos capaces de percibirnos y percibir el mundo, movernos a través de él, pensarnos, hablar, emocionarnos, sentirnos. Al mismo tiempo, somos capaces de planificar futuro y nuestras acciones en el mundo tanto físico como social y proyectarnos en el tiempo. Así, a través de nuestras memorias en plural podemos percibir(nos), movernos, pensar, hablar, emocionarnos, sentir, planificar o proyectarnos. Nuestras memorias determinarán nuestras decisiones y definirán nuestra identidad como individuos. Por este motivo, es fundamental comprender cual es la naturaleza y el funcionamiento de nuestras memorias, en definitiva, de nuestra memoria porque define lo que somos. 

Debemos formularnos una serie de preguntas que nos ayude a esclarecer esa naturaleza así como el funcionamiento de la memoria- memorias-: ¿qué es nuestra memoria? ¿por qué existe? ¿dónde se encuentra? ¿cómo funciona? ¿qué tipos de memorias disponemos? y ¿cuáles son sus funciones? Pero, antes de iniciar a desentrañar las respuestas a estas preguntas, debemos desechar la concepción "tradicional" de la memoria según el propio autor del libro. La memoria no es una "especie de grabación precisa de acontecimientos o datos concretos- una especie de disco duro que registra nuestras experiencias- " como afirma Emilio García García sino que hay que "verla como un complejo y frágil proceso cerebral que construye, almacena y recupera recuerdos en constante evolución." Así, nuestras memorias serían para este autor "redes neuronales, estrechamente interconectadas, interactivas a la vez autónomas, parcialmente solapadas y muy distribuidas por todo el cerebro." Y el recuerdo no sería "marmóreo" sino "plástico" que además suele estar contaminado debido a la naturaleza neurobiológica de nuestra memoria, es decir, cuando recuperamos una información guardada en la memoria, se activan procesos bioquímicos, por lo que cada vez que se reaviva un recuerdo se reconstruye biológicamente. Así, es como nuestra memoria- en realidad, nuestras memorias- rehace nuestro pasado. Por lo tanto, nuestros recuerdos no son fijos si así fueran, estaríamos hablando de obsesiones o fijaciones que son recuerdos fijos que no han sufrido ninguna alteración en los procesos de memoria. 

La memoria- nuestras memorias- requiere de diversos sistemas de memoria para cumplir con las múltiples funciones que tiene atribuidas, y, que como hemos mencionado al inicio, nos permiten percibir(nos), movernos, pensar, hablar, emocionarnos, sentir, planificar o proyectarnos. Ara bien, ¿de qué sistemas de memoria estamos hablando? ¿cuál es su funcionamiento? ¿Qué alteraciones pueden presentar? En primer lugar, vamos a hablar de qué sistemas de memorias o tipos de memorias disponemos. Inicialmente, disponemos de la memoria filogenética que es aquella memoria específica de nuestra especie que nos permite al nacer saber cómo parpadear o cómo mamar. Es el origen de nuestra memoria personal. De la filogenética, surgen dos memorias específicas: la memoria declarativa o explícita( es aquella donde la consciencia está implicada en el proceso de memoria) y la memoria procedimental o implícita( en la que no participa ). La memoria declarativa son recuerdos conscientes que a través del lenguaje se registran, se recuperan y se expresan. Dentro de ésta, podemos encontrar: la memoria semántica y la memoria episódica. En cambio, la memoria implícita o procedimental es la memoria de cómo se hace algo que no requiere atención para la recuperación del recuerdo, como hablar, nadar , montar en bicicleta o conducir un coche, por ejemplo. Este tipo de recuerdo se recupera al ejecutar la acción. En segundo lugar, ¿cómo funcionan esas memorias? ¿dónde se encuentran? tenemos que remitirnos a los procesos de codificación, almacenamiento y recuperación de los recuerdos a través de mecanismos bioquímicos y anatómicos de la memoria y como veremos tanto la memoria, como el aprendizaje, se sustenta en los cambios de la "fuerza sináptica". Hablaremos aquí de las memorias sensoriales o inmediatas, de la memoria a corto plazo, muy especialmente, de la memoria de trabajo y de las memorias a largo plazo. En tercer lugar, ¿qué alteraciones de la memoria existen? fundamentalmente se centra en alteraciones y trastornos en las diferentes memorias, atendiendo a diferentes grados de gravedad: desde el propio proceso de envejecimientos o los deterioros cognitivos leves hasta las demencias y amnesias. Sin olvidar las alteraciones fascinantes en personas con memorias extraordinarias. Por último, se comenta la repercusión de las nuevas tecnologías en la memoria. Muy concretamente, el llamado efecto Google que consiste en la tendencia a no guardar en nuestra memoria la información que encontramos en Internet. La información no se registra en nuestra memoria "personal, biológica, neuronal"sino en una memoria "externa, digital y artificial." Pero la memoria digital recupera la información tal cual mientras que nuestra memoria y, por tanto, nuestro cerebro está continuamente reelaborando la información que dispone y reconstruye los recuerdos a partir de esa información. El cerebro que recuerda es siempre distinto al cerebro que elaboró esos recuerdos. La memoria está continuamente renovándose.