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5 de septiembre de 2011

Mi reflexión sobre Crecimiento y Desarrollo económico

Quisiera antes de finalizar con el libro, el decrecimiento explicado con sencillez de Carlos Taibo, aportar mi propia reflexión sobre la relación entre crecimiento y desarrollo económico. De la lectura del libro se extrae la conclusión de que el decrecimiento no es una alternativa al actual modelo de crecimiento económico sino que es la única opción factible para no llevar al colapso a las sociedades occidentales y dar así una oportunidad a otras sociedades. El crecimiento económico, basado en el consumo de recursos naturales no renovables para el desarrollo de las economías de los países ricos, es hoy insostenible ecológicamente. Hemos superado con creces los límites ecológicos del planeta: la capacidad de regeneración de los recursos naturales está amenazada por nuestro crecimiento y desarrollo económico. Concretamente, por un modelo económico depravador y suicida basado en la ilusión de un crecimiento ilimitado independiente de los límites de la propia ecología. Una economía desligada de la ecología del planeta. Ese grado de independencia del sistema económico está detrás de la explotación irracional del medio ambiente con fines económicos sin reparar en las consecuencias devastadoras para los ecosistemas del planeta y para las generaciones futuras.

El planeta es un mundo finito. En un planeta finito no podemos crecer y crecer sin que en algún momento no se detenga dicho crecimiento. El crecimiento tiene un límite, llegado a ese límite, no podemos incrementarlo indefinidamente sin entrar en un colapso. Los movimientos decrecentistas son conscientes de este hecho:
El crecimiento económico debe respetar los límites ecológicos del planeta y debe estar supeditada a la disponibilidad y a las necesidades ecológicas del planeta. Debemos ser responsables del uso que hacemos de esos recursos naturales no sólo ahora sino también en el futuro. Adoptar una visión ecológica implica comprometerse con todo el ciclo desde la extracción hasta la regeneración de esos recursos naturales. Algo inviable en una economía basada en el crecimiento continuo e indefinido en un mundo finito.

El uso- o abuso- de los recursos naturales del planeta por parte de un sistema económico basado en el crecimiento continuo- y en cierta medida exponencial-  para promover un falso desarrollo de los países ricos del hemisferio norte a costa de la mayoría de la población de los países pobres del sur, nos lleva a cuestionar la consistencia de un sistema de creencias que nos aboca a la destrucción del planeta y a la propia autodestrucción. Hay que cuestionar el sistema de creencias que sostiene la ideología del crecimiento- y por consiguiente la del desarrollo-. Cuestionar esa ideología implica denunciar la forma de vida que hemos estado llevando durante decenios sin consecuencias para nuestro bienestar material. Y, ahí es, donde reside la clave: la denuncia activa de la forma de vida occidental, especialmente la norteamericana. El estilo de vida hiperconsumista, derrochador e individualista es el que ha consolidado y expandido la ideología del crecimiento, condenando a la extinción a otras formas de vida no occidental. El éxito de la ideología del crecimiento estriba en ese proceso de consolidación y expansión de ese estilo de vida primeramente en los países occidentales y posteriormente en los países emergentes y no occidentales, instaurándose como doctrina a seguir tanto para alcanzar ese estilo de vida como para mantenerlo. El decrecimiento quiere invertir esta tendencia no sólo del proceso de occidentalización del mundo sino sobre todo de la imposición de la ideología del crecimiento como la única que puede promover el desarrollo en los países pobres.

19 de agosto de 2011

Precursores del Decrecimiento


¿Quiénes son los principales precursores del decrecimiento? ¿Qué contribuciones han hecho al decrecimiento desde el punto teórico como práctico? ¿Cuál es el alcance y la influencia de sus aportaciones al posterior desarrollo teórico del decrecimiento?

Los principales precursores del decrecimiento desarrollan fundamentalmente su trabajo en los años 60 y 70. Estos precursores son por importancia: Georgescu- Roegen, El Club de Roma, Ernest Frederich Schumacher y Herman Daly.

Nicholas Georgescu- Roegen, nacido en Rumania en 1904 y fallecido en EE.UU. en 1994, fue matemático, estadístico y economista de origen rumano exiliado en los EE.UU después de la llegada del Comunismo a Rumania en 1946. Estudió matemáticas en la Universidad de Bucarest donde se graduó en 1926. Tras lograr una beca de investigación, se trasladó a la Universidad de París donde descubrió su interés por la estadística y la economía. Una nueva beca le permite proseguir con sus estudios durante dos años en la University College de Londres donde fue alumno y discípulo de Joseph Schumpeter. En 1932, Georgescu- Roegen regresó a Rumania, ocupando la plaza de profesor de estadística en la Universidad de Bucarest hasta 1946, año que abandona el país y se exilia en EE.UU. Fue profesor de la Universidad de Vanderbilt desde 1950 hasta 1976.

Georgescu- Roegen es considerado como el padre del decrecimiento. Es uno de sus precursores en su marco conceptual – teórico. Sus grandes aportaciones son la bioeconomía  y la introducción del concepto de entropía en la economía desde la termodinámica. Georgescu- Roegen propone en los años 60 y 70 una teoría económica alternativa a la teoría clásica dominante: la bioeconomía o economía ecológica. Formula esta teoría tras estudiar las limitaciones del modelo económico neoclásico para dar respuesta a la teoría de la producción y a la teoría de la distribución de las rentas aplicada en la economía campesina: “la distribución de la renta guiada por la productividad marginal del trabajo y la búsqueda del máximo beneficio no garantiza la maximización del producto.
  
Georgescu- Roegen se vale, por primera vez, en la ciencia económica, de principios de la biología y de la física, superando los planteamientos estrictamente mecanicistas y matemáticos que dominaban la economía. Aplicó a la economía la segunda ley de la termodinámica (o la ley de la entropía) de las ciencias físicas y propuso la cuarta ley de la termodinámica como complemento a la segunda. En 1971, publicó el libro The Entropy Law and the Economic Process donde expuso ambas leyes. La termodinámica surgió en el siglo XIX de los trabajos del ingeniero francés Nicolás Sadi- Carnot sobre la eficiencia de las máquinas térmicas, de ahí, el nombre de termodinámica. Rudolf Clausius continuó con sus estudios y creó el concepto de entropía. Desde entonces, revoluciona la física moderna dominada por las leyes mecanicistas de Newton. La segunda ley de la termodinámica supone una ruptura del paradigma newtoniano en  economía. Esta ley dice que en todo movimiento de energía, siempre hay parte de la energía que se degrada y que se pierde para el aprovechamiento humano lo que impide volver al estado original con igual cantidad de energía.”. De no ser por esta ley de la termodinámica podríamos usar la energía de un trozo de carbón una y otra vez” y “no habría verdadera escasez de energía y bienes materiales”. Posteriormente, definió e incluyó un cuarto principio- o ley- de la termodinámica similar a la segunda ley – o principio- pero esta vez aplicado a  la materia: “ Durante el uso de materiales, siempre hay una parte que se degrada y que es imposible de recuperar, ni con los métodos más futuristas de reciclado”. Con este cuarto principio demuestra la imposibilidad del reciclaje completo de la materia.


La conclusión más importante de su trabajo fue que el crecimiento económico no es la solución a los problemas sino que es la principal causa del deterioro del medio ambiente. Por eso, defendió la disminución de la población hasta que pudiera alimentarse con agricultura ecológica. También marcaba la gravedad de fabricar mercancías con un alto coste ecológico. Le preocupaba el problema de los residuos, y propuso la regla de las tres erres para reducir el consumo de recursos: reducir, reutilizar y reciclar. Es preciso superar las modas y orientar la fabricación de bienes hacia productos de alta durabilidad y facilitar su reparación.




Una de las grandes aportaciones al decrecimiento es la del Club de Roma. Actualmente, es una organización internacional constituida por científicos, economistas, políticos, jefes de estado y asociaciones internacionales. En 1968, El Club de Roma encargó un informe al MIT, sobre el impacto de la actividad económica de las sociedades occidentales en el medio ambiente, conocido como Los límites del crecimiento, que se publicó en 1972. Este informe apareció antes de la crisis del petróleo en 1973 y ha tenido varias actualizaciones en 1992 Más allá de los límites y en 2004 Los límites del crecimiento: 30 años después.

 
En el primer informe Los límites del crecimiento de 1972 participan en su elaboración 17 profesionales, procedentes de 6 países y de diferentes disciplinas académicas. Fue coordinado por la científica Donella Meadows, especialista en dinámica de sistemas. Este informe  es el primer estudio serio que expone con claridad los peligros ecológicos del crecimiento económico sin precedentes que estaba experimentando el mundo en los años 60. La tesis principal del informe es que “en un planeta limitado, no es posible un continuo crecimiento económico”. De seguir por ese camino, acabaría con un colapso medioambiental y demográfico. La conclusión del informe Los límites del crecimiento fue que, si se mantiene sin variación, el aumento de la población mundial, de la contaminación y la industrialización, de la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales, alcanzará el límite del crecimiento en la tierra durante los próximos 100 años. Para llegar a esta conclusión, utilizaron el programa World3 creado por los autores del informe con el objetivo de recrear tres variables determinantes: el crecimiento económico, el crecimiento demográfico y la huella ecológica de la población sobre los próximos 100 años según los datos disponibles hasta esa fecha. El programa World3 da como resultado, en sus diferentes simulaciones, una sobreexplotación de los recursos naturales y su progresivo agotamiento, seguido de un colapso en la producción agrícola e industrial y posteriormente un brusco decrecimiento de la población mundial. Por este motivo, los autores del informe proponen como solución a este colapso el crecimiento cero, deteniendo el crecimiento exponencial de la economía y de la población de modo que los recursos naturales no sean mermados por el crecimiento económico y así perduren más en el tiempo.

Ernest Frederich Schumacher nació en Bonn, Alemania en 1911 y falleció en Suiza en 1977. Es un economista alemán que estudió en Alemania e Inglaterra y fue profesor en EE.UU. En 1937, abandonó Alemania por la deriva nacionalsocialista y se instaló en Inglaterra. Durante la Segunda Guerra Mundial simpatizó con el marxismo. En los años 50, Schumacher visitó Birmania y se sitió fascinado por el budismo. En 1955, publicó uno de sus libros más célebres La economía budista un breve ensayo donde compara el pensamiento económico occidental, basados en principios materialistas, con el pensamiento económico religioso, basados en principios espirituales:

“Mientras el materialismo está interesado principalmente en bienes, el budismo está especialmente interesado en liberación”. Por lo tanto, una economía basada en principios budistas no puede medir el nivel de su sociedad en términos de Producto Interior Bruto o en ratios de consumo, porque eso significa que se está asumiendo que “un hombre que consume más es mejor que otro que consume menos”. El sistema budista “trata de maximizar la satisfacción humana optimizando el patrón de consumo, mientras que el materialista trata de maximizar el consumo optimizando el patrón del esfuerzo productivo”.
En este ensayo se analiza también el impacto de ambos planteamientos sobre el entorno y la naturaleza. Un planteamiento materialista es violento con la naturaleza y el entorno. No ocurre así con el planteamiento budista: “El patrón óptimo de consumo, produciendo un alto grado de satisfacción humana a través de un relativamente bajo nivel de consumo, permite a la gente vivir sin gran presión ni tensión”.

Otro libro importante en su trayectoria profesional fue Guía para perplejos en el que  criticaba al materialismo, explorando otras alternativas: la naturaleza y la organización del conocimiento a través de la sabiduría de las religiones del mundo. En 1973, publicó el libro que lo consagró al gran público Lo pequeño es hermoso con el subtitulo Economía como si la gente importará compartió su crítica a la economía occidental con un amplio público durante la crisis del petróleo en 1973 y la aparición del proceso de globalización a finales de los años 70. Lo pequeño es hermoso fue considerado entre los 100 libros más influyentes publicados desde la Segunda Guerra Mundial. Este libro ha servido de aporte inicial a las bases ideológicas decrecentistas. En el libro se critica el modelo neoliberal de desarrollo económico basado en el consumo y en la producción de bienes como los objetivos primordiales de la actividad económica y del desarrollo. Schumacher defiende frente a este modelo de desarrollo económico otro: la economía budista que tiende a maximizar el bienestar y a reducir al mínimo el consumo.


Herman Daly, es un economista americano y profesor de la universidad de Maryland en EE.UU. Fue discípulo de Georgescu- Roegen. Participó como economista en el Departamento de Medio Ambiente del Banco Mundial, diseñando directrices políticas relacionadas con el desarrollo sostenible. Es cofundador y editor de la revista Ecological Economics. Se le atribuye la idea de crecimiento antieconómico. Ha recibido varios premios por su labor y por su contribución a la ciencia económica: El premio Nobel Alternativo, el premio Sofía, el premio Leontif del Instituto de Desarrollo y Medioambiente Global y el premio Heineken de la Real Academia holandesa de las Artes y de las Ciencias. Herman Daly mantuvo diferentes focos de interés a lo largo de su vida: la economía del desarrollo, el medio ambiente, la economía ecológica y la demografía. Ha escrito más de un centenar de artículos y numerosos libros, la mayoría no traducidos al español.

La contribución de Herman Daly al debate sobre el decrecimiento es la economía del estado estacionario de equilibrio dinámico (DESSE) que es una teoría económica en la que plantea la existencia de un estado sostenible óptimo de la economía humana a partir de conceptos previos de los economistas neoclásicos que tenían una opinión favorable de este estado como John Stuart Hill”. Los economistas han considerado una transición del crecimiento económico a un estadio estable, desde economistas como John Stuart Hill hasta los actuales economistas ecológicos. Georgescu- Roegen no aprobaba la idea del estadio estacionario ya que violaba la cuarta ley de la termodinámica, es decir, el reciclaje completo de las materias primas, era imposible. Por el contrario, Christian Kerschner estima que la crítica de Georgescu- Roegen al estadio estacionario es una interpretación estrecha del propio concepto de estadio estacionario. Considera al decrecimiento y a la economía del estadio estacionario como conceptos que pueden ser complementarios.