17 de febrero de 2019

Tipos de memoria implícita II: Los aprendizajes por condicionamiento.

Un tipo de memoria implícita es la llamada memoria condicionada. Es un tipo de memoria que no somos conscientes de su existencia así como de su control. En el siglo XX, se ha estudiado el aprendizaje que conlleva la memoria condicionada: el condicionamiento clásico de Pavlov y el condicionamiento operante de Skinner. 

Para la supervivencia de cualquier especie es necesario saber qué estímulos ambientales son peligrosos y cuáles son inofensivos. Pavlov a través del condicionamiento clásico pudo demostrar como organismos vivos- perros- aprendían a responder a estímulos neutros o débiles como si fueran peligrosos o dañinos. A este proceso de aprendizaje, se le conoce con el nombre de sensibilización. La sensibilización no es permanente sino que dependerá de si vuelve o no a producirse el estímulo o bien si éste se presenta repetidas veces como inofensivo. A esto, se le conoce como habituación. Tanto la habituación como la sensibilización son tipos de conducta que implican procesos de memoria implícita. Algunos autores no consideran que sean formas de aprendizaje porque no son procesos asociativos como si lo serían el condicionamiento clásico o el condicionamiento operante. Otros, sin embargo, sí los consideran formas de aprendizaje. Son formas primitivas y elementales de aprendizaje porque son modificaciones de la conducta como resultado de la experiencia. En cualquier caso, podríamos establecer una distinción entre aprendizaje no asociativo - sensibilización y habituación - y aprendizaje asociativo- el condicionamiento clásico y operante- tanto unos como otros siguen los mecanismos de la memoria implícita. 

12 de febrero de 2019

Tipos de memoria implícita I: Las habilidades motoras y las cognitivas.

En la memoria implícita, existen una serie de destrezas motoras que nos permiten recuperar sin necesidad de atención consciente, información de cómo realizar actividades como la conducción de coches, caminar o escribir. Este tipo de habilidades motoras se desarrollan a partir del repertorio de la propia especie y de las capacidades de cada individuo. Aunque, nacemos con esas estructuras cerebrales específicas, donde se albergará esas habilidades motoras, es a partir del tercer mes de vida cuando ya están funcionando. Dada la importancia del aprendizaje de esas habilidades motoras es lógico que ocupe amplias regiones de nuestro cerebro.

En el aprendizaje de estas habilidades motoras está implicado los sistemas neuronales corticales inicialmente, pero, con la práctica, la memoria se desplaza a otros sistemas neuronales como los ganglios basales, que se activan cuando existen y se consolidan los automatismos. Es entonces cuando la ejecución de una destreza motora va a requerir de menos atención y control y se va a ejecutar con mayor velocidad y precisión. En determinadas ocasiones, el aprendizaje inicial de una destreza motora se hace imprescindible la observación. No es fácil adquirir un hábito motor, como por ejemplo, aprender a bailar el tango a través de instrucciones verbales. Resulta más sencillo si observamos a personas bailar y después las imitamos. De esa manera, aprendemos observando.

Por último, dentro de la memoria implícita, encontramos además de las destrezas motoras también habilidades cognitivas como el cálculo mental y las operaciones mentales repetitivas cuyo proceso de aprendizaje también observamos el desplazamientos de los sistemas corticales y frontales durante el aprendizaje de esas habilidades cognitivas, a los ganglios basales y al cerebelo al alcanzar su automatización. 

30 de enero de 2019

La memoria y sus características: La memoria emocional, a caballo entre la memoria explícita y la memoria implícita.

La memoria emocional puede considerarse una categoría de transición entre la memoria explícita y la memoria implícita. No queda muy claro si la memoria emocional es una variedad de la memoria implícita, o bien, es una memoria específica en sí misma, pero sí, podemos decir que ocupa un lugar propio entre la memoria implícita y la memoria explícita. Este tipo de memoria está a caballo entre ambas memorias. Por ejemplo, podemos sentir miedo ante determinadas situaciones de forma consciente pero también en otras circunstancias en las que no somos conscientes de ello. 

La amígdala desempeña un papel clave en la memoria emocional. La amígdala está estrechamente conectada con diferentes regiones del cerebro como las estructuras corticales temporales y con el resto de la corteza cerebral. También envían señales al hipotálamo y al tronco encefálico. Establece conexiones con el córtex prefrontal, permitiéndole valorar las consecuencias positivas o negativas de los estímulos que recibe y los acontecimientos. La extirpación de la amígdala provoca el llamado síndrome Klüver- Bucy, demostrando el papel central que juega la amígdala en las emociones. 

Por último, el neurocientífico Joseph Le Doux, especialista en el estudio del cerebro emocional, estudió como la consciencia del peligro tiene un componente innato y otro aprendido. El miedo es una emoción fundamental para la supervivencia de los seres vivos gracias a él minimizan su expansión a animales, objetos o lugares peligrosos. El componente innato del miedo es el procesamiento automático de la información sensorial que recibimos, desencadenando como respuesta una reacción vegetativa como la sudoración de las manos, las taquicardias o los temblores de piernas o manos. Mientras que, el componente aprendido del miedo consistiría en evitar animales, lugares u objetos específicos que asociamos con el riesgo. Una lesión en la amígdala interferiría tanto en el componente innato como en el componente aprendido del miedo que hemos descrito, incapacitando tanto dar respuestas innatas como adquiridas.


22 de enero de 2019

La memoría y sus características: tipos de memoria explícita I: La memoria semántica.

Nuestro conocimiento sobre el mundo físico y social se almacena en nuestra memoria semántica. En ella podemos encontrar el conocimiento sobre el significado de las palabras, conceptos, esquemas y marcos de referencia. La información que disponemos sobre objetos, personas o acontecimientos está almacenada en diferentes regiones de nuestro cerebro. El procesamiento del significado de las palabras activa redes neuronales que se encuentran en diferentes áreas de nuestro cerebro. En diferentes nodos se almacenan tipos de información sobre objetos concretos, sobre una persona determinada o sobre un acontecimiento en particular. Eso es posible porque existen mapas semánticos que se encuentran distribuidos por nuestro cerebro. Son precisamente estos mapas semánticos los que hacen posible que podamos recuperar esa información o bien que se pueda establecer relaciones entre significados de una misma categoría semántica. La existencia de estos esquemas semánticos se le suponen por estudios comparados sobre pacientes con daño cerebral que presentaban problemas para reconocer categorías semánticas concretas como por ejemplo, animado o inanimado. Los pacientes que no podían reconocer a seres vivos presentaban algún tipo de lesión en los lóbulos temporales mediales. Mientras que los que no eran capaces de reconocer objetos inanimados tenían localizado el daño en áreas frontoparientales.

Si subimos a un nivel de mayor complejidad nos encontraremos que nuestra memoria semántica utiliza esquemas sobre acontecimientos y personas. Esos esquemas contribuyen a hacer predecible el mundo que vivimos, permiten tener expectativas acerca de acontecimientos del futuro. Cuando los hechos se adecuan a esos esquemas que tenemos acerca de la realidad no les prestamos atención. En cambio, cuando los hechos no encajan, se graban con mayor fuerza en nuestra memoria. También, cabe remarcar que las experiencias que contienen esos esquemas mentales nos permiten hacer inferencias y rellenar huecos. Finalmente, los esquemas mentales son claves para recordar datos. Por último, las personas con daño cerebral, que tienen dificultades para la recuperación de información basada en conceptos o en esquemas, como las personas con amnesia o demencia, pueden no identificar objetos o acceder a los significados de las palabras, pero, sin embargo, conservar como resolver problemas. 

8 de enero de 2019

Las memorias y sus características: la memoria a largo plazo.

A partir de la memoria filogenética, se va a formar la memoria a largo plazo que está formada por diferentes tipos de memoria. En la memoria a largo plazo, se acumula información procedente de toda la vida de un ser humano. En la memoria a largo plazo, se distingue dos grandes tipos de memoria: la memoria explícita denominada también memoria declarativa. La memoria explícita es una memoria consciente que se expresa a través del lenguaje y está formada por recuerdos que remiten a conceptos, datos y acontecimientos específicos. Ejemplos, de memoria explícita sería que nos preguntarán cuál es la capital de cualquier país del mundo o que expliquemos qué hemos hecho durante las vacaciones, estaríamos recurriendo a nuestra memoria explícita para dar respuesta a la pregunta o para describir que hemos hecho durante las vacaciones. En cambio, la memoria implícita - o procedimental- es una memoria inconsciente que hace referencia desempeño de una destreza determinada como la capacidad para poder hablar, nadar o montar en bicicleta. Este tipo de memoria no requiere de atención para recuperar y ejecutar determinadas acciones como hablar, nadar, montar en bicicleta. La memoria implícita- o procedimental- se recupera a través de la acción, de automatismos, más que en forma de recuerdos. Con la repetición, una memoria explícita y consciente puede transformarse en memoria implícita- o procedimental-.

Esta distinción entre memoria explícita y memoria implícita es más reciente. Hasta mediados de los años 50, imperaba dentro del estudio de la memoria la llamada ley de Lashley. El psicólogo estadounidense Karl Lashley desarrolló durante las décadas de 120 hasta 151, la llamada ley de Lashley. Según el autor, los recuerdos se podían hallar en determinados circuitos perceptivos y motores en la memoria de las ratas que realizaban rutas en determinados laberintos. Creía que si se extirpaba esas conexiones, se induciría una amnesia. Sin embargo, los experimentos demostraron que no bastaba que se produjera la extirpación de partes de esos circuitos perceptivos ni tampoco por el corte de conexiones para que se produjera la pérdida de la memoria de las ratas. Fue entonces cuando a Lashley se le ocurrió que quizá la alteración de la memoria dependía del tamaño de la lesión y no de la localización específica de la lesión. Así es como formuló  la ley de Lashley o ley de "acción de masa" según la cual la gravedad de la pérdida de la memoria es proporcional a la masa de la corteza extirpada, pero que esta pérdida no guarda ninguna relación con su localización específica. Dicha ley defendía que la función principal de la memoria era única e inseparable de las funciones perceptivas y motoras y que ese único tipo de memoria se encontraba dispersa por toda la corteza cerebral. En 1953, William Beecher Scoville cuestionó la ley de Lashley. Realizó una operación quirúrgica a un paciente llamado H.M. que había padecido un traumatismo craneoencefálico que le provocaba ataques epilépticos. Scoville decidió extirparle el lóbulo temporal medio de ambos hemisferios, los córtexs perihipocampal y entorrinal, la amígdala y la parte anterior del hipocampo. La cirugía alivió los ataques epilépticos. Pero, tuvo un altísimo precio: no era capaz de almacenar nuevos recuerdos. Conservaba la inteligencia pero no podía aprender ni recordar nada nuevo. H.M. era incapaz de consolidar las memorias a corto plazo y convertirlas en memorias a largo plazo. H.M. tan solo era capaz de conservar información nueva a través de la repetición verbal pero rápidamente se olvidaba cuando cesaba la repetición. También tenía graves problemas de memoria espacial.

La neuropsicologa Brenda Milner que siguió a H.M. durante cuatro décadas pensó que la amnesia de su paciente era total porque, como hemos dicho antes, se creía que existía solo un tipo de memoria extendida por todo nuestra cerebro, tal com sostenía la ley de Lashley. Sin embargo, en 1962 Brenda Milner descubrió que existía diferentes tipos de memorias. H.M. sí era capaz de aprender y recordar a largo plazo un tipo concreto de acciones concretas como trazar una línea entre dos estrellas de cinco puntos. Su destreza mejoraba con la práctica como sucedía con las personas sanas. Sin embargo, aunque mejoraba cada día en la ejecución de la tarea, no era capaz de recordar que había hecho esa misma tarea el día anterior. Así, es como descubrió Milner que, además de una memoria consciente, en la que intervenía el hipocampo, se disponía de otra memoria inconsciente, que estaban en sistemas neuronales fuera del hipocampo y del lóbulo temporal. Descubrió que la memoria tiene funciones diferentes con bases cerebrales distintos. De ahí, concluyó que H.M. había preservado la procedimental. Con sus estudios, Milner pudo establecer la existencia de diferentes sistemas de memoria y había confirmado que los circuitos neuronales de la percepción y de los de la memorias no están integrados sino interconectados. Estos hallazgos fueron transcendentales para el conocimiento del cerebro, la memoria y abrió la puerta al estudio de los diferentes sistemas de memoria a largo plazo. 

17 de noviembre de 2018

Las memorias y sus características: la memoria filogenética.

En el primer capítulo del libro, Las memorias y sus características, vamos a mencionar y a repasar qué tipo de memorias existen y por qué las necesitamos. Empezamos por la primera: la memoria filogenética. La memoria filogenética es la memoria con la que nacemos propia de la especie. La función principal de la memoria filogenética es la adaptación al medio en el que se está inmerso. La memoria filogenética puede llegar a ser muy compleja como lo demuestra los estudios etológicos en diferentes especies animales como los peces, aves, mamíferos o primates. Entre esas conductas innatas que están presentes en el reino animal está las kinesias y las taxias. Ambas son respuestas filogenéticas. La primera, las kinesias, están presentes en animales más simples como la ameba. Su función principal es responder a determinadas condiciones ambientales, como la humedad, el calor o la luz, en la que está inmerso la ameba. La segunda, las taxias, están presentes en invertebrados inferiores como cigüeñas, salmones, tortugas cuyo función es aproximarse a - o evitar- determinados estímulos o bien está detrás de conductas como la migración de especies que recorren cientos o miles de kilómetros siguiendo rutas. Además, de las kinesias y las taxias, la memoria filogenética ha dotado a algunas especies de reflejos, es decir, de respuestas directas a un estímulo determinado. Los humanos tenemos reflejos como el reflejo palpetral, el reflejo salivar, el ritmo cardíaco o los vómitos. Y, para acabar, con la memoria filogenética, está los instintos. Los instintos son sistemas de respuestas de mayor complejidad que los reflejos. Son compartidos por todos los miembros de una especie y son invariables. Se desencadenan ante un cierto tipo de estímulo y tienen una función adaptativa. 

30 de octubre de 2018

Introducción a Somos nuestra memoria. Recordar y olvidar de Emilio García García

Nosotros "somos nuestra memoria, mejor dicho, nuestras memorias." Así, es como comienza la introducción de Somos nuestra memoria. Recordar y olvidar de Emilio García García. Siguiendo al propio autor, es a través de nuestras memorias que nosotros somos capaces de percibirnos y percibir el mundo, movernos a través de él, pensarnos, hablar, emocionarnos, sentirnos. Al mismo tiempo, somos capaces de planificar futuro y nuestras acciones en el mundo tanto físico como social y proyectarnos en el tiempo. Así, a través de nuestras memorias en plural podemos percibir(nos), movernos, pensar, hablar, emocionarnos, sentir, planificar o proyectarnos. Nuestras memorias determinarán nuestras decisiones y definirán nuestra identidad como individuos. Por este motivo, es fundamental comprender cual es la naturaleza y el funcionamiento de nuestras memorias, en definitiva, de nuestra memoria porque define lo que somos. 

Debemos formularnos una serie de preguntas que nos ayude a esclarecer esa naturaleza así como el funcionamiento de la memoria- memorias-: ¿qué es nuestra memoria? ¿por qué existe? ¿dónde se encuentra? ¿cómo funciona? ¿qué tipos de memorias disponemos? y ¿cuáles son sus funciones? Pero, antes de iniciar a desentrañar las respuestas a estas preguntas, debemos desechar la concepción "tradicional" de la memoria según el propio autor del libro. La memoria no es una "especie de grabación precisa de acontecimientos o datos concretos- una especie de disco duro que registra nuestras experiencias- " como afirma Emilio García García sino que hay que "verla como un complejo y frágil proceso cerebral que construye, almacena y recupera recuerdos en constante evolución." Así, nuestras memorias serían para este autor "redes neuronales, estrechamente interconectadas, interactivas a la vez autónomas, parcialmente solapadas y muy distribuidas por todo el cerebro." Y el recuerdo no sería "marmóreo" sino "plástico" que además suele estar contaminado debido a la naturaleza neurobiológica de nuestra memoria, es decir, cuando recuperamos una información guardada en la memoria, se activan procesos bioquímicos, por lo que cada vez que se reaviva un recuerdo se reconstruye biológicamente. Así, es como nuestra memoria- en realidad, nuestras memorias- rehace nuestro pasado. Por lo tanto, nuestros recuerdos no son fijos si así fueran, estaríamos hablando de obsesiones o fijaciones que son recuerdos fijos que no han sufrido ninguna alteración en los procesos de memoria. 

La memoria- nuestras memorias- requiere de diversos sistemas de memoria para cumplir con las múltiples funciones que tiene atribuidas, y, que como hemos mencionado al inicio, nos permiten percibir(nos), movernos, pensar, hablar, emocionarnos, sentir, planificar o proyectarnos. Ara bien, ¿de qué sistemas de memoria estamos hablando? ¿cuál es su funcionamiento? ¿Qué alteraciones pueden presentar? En primer lugar, vamos a hablar de qué sistemas de memorias o tipos de memorias disponemos. Inicialmente, disponemos de la memoria filogenética que es aquella memoria específica de nuestra especie que nos permite al nacer saber cómo parpadear o cómo mamar. Es el origen de nuestra memoria personal. De la filogenética, surgen dos memorias específicas: la memoria declarativa o explícita( es aquella donde la consciencia está implicada en el proceso de memoria) y la memoria procedimental o implícita( en la que no participa ). La memoria declarativa son recuerdos conscientes que a través del lenguaje se registran, se recuperan y se expresan. Dentro de ésta, podemos encontrar: la memoria semántica y la memoria episódica. En cambio, la memoria implícita o procedimental es la memoria de cómo se hace algo que no requiere atención para la recuperación del recuerdo, como hablar, nadar , montar en bicicleta o conducir un coche, por ejemplo. Este tipo de recuerdo se recupera al ejecutar la acción. En segundo lugar, ¿cómo funcionan esas memorias? ¿dónde se encuentran? tenemos que remitirnos a los procesos de codificación, almacenamiento y recuperación de los recuerdos a través de mecanismos bioquímicos y anatómicos de la memoria y como veremos tanto la memoria, como el aprendizaje, se sustenta en los cambios de la "fuerza sináptica". Hablaremos aquí de las memorias sensoriales o inmediatas, de la memoria a corto plazo, muy especialmente, de la memoria de trabajo y de las memorias a largo plazo. En tercer lugar, ¿qué alteraciones de la memoria existen? fundamentalmente se centra en alteraciones y trastornos en las diferentes memorias, atendiendo a diferentes grados de gravedad: desde el propio proceso de envejecimientos o los deterioros cognitivos leves hasta las demencias y amnesias. Sin olvidar las alteraciones fascinantes en personas con memorias extraordinarias. Por último, se comenta la repercusión de las nuevas tecnologías en la memoria. Muy concretamente, el llamado efecto Google que consiste en la tendencia a no guardar en nuestra memoria la información que encontramos en Internet. La información no se registra en nuestra memoria "personal, biológica, neuronal"sino en una memoria "externa, digital y artificial." Pero la memoria digital recupera la información tal cual mientras que nuestra memoria y, por tanto, nuestro cerebro está continuamente reelaborando la información que dispone y reconstruye los recuerdos a partir de esa información. El cerebro que recuerda es siempre distinto al cerebro que elaboró esos recuerdos. La memoria está continuamente renovándose. 

9 de octubre de 2018

Descripción del libro Somos nuestra memoria.

Somos nuestra memoria. Recordar y olvidar del autor Emilio García García consta de 144 páginas. Es el primer título de la colección Neurociencia y Psicología. Editado en enero de 2018 en España. El sumario del libro contiene: una introducción, tres capítulos donde se desarrolla el contenido principal del libro: Las memorias y sus características, cómo funciona la memoria y alteraciones de la memoria, un epílogo, una bibliografía consultada  y una bibliografía recomendada.



3 de octubre de 2018

Presentación del libro Somos nuestra memoria. Recordar y olvidar.

El libro Somos nuestra memoria. Recordar y olvidar de Emilio García García nos introduce en los fundamentos básicos de la memoria: ¿qué es la memoria?, ¿por qué existe?, ¿dónde reside?, ¿cómo funciona?, ¿Qué tipos de memoria existen? o ¿Cuáles son las alteraciones de la memoria? a lo largo de los tres grandes bloques del libro. Esto es: las memorias y sus características, cómo funciona la memoria y alteraciones de la memoria.

Tal como expresa el autor: "Somos nuestra memoria, mejor dicho, nuestras memorias." Lo que somos se lo debemos a esas memorias porque a través de ellas somos capaces de percibir, pensar, sentir, hablar, movernos, planificar o proyectarnos. Determinan nuestras decisiones y definen nuestra identidad como individuos con identidad propia. Dada su importancia, es necesario comprender la naturaleza y el funcionamiento de la memoria. Por último, el autor aboga por desechar el concepto tradicional de la memoria como "una especie de de grabación precisa de acontecimientos o datos concretos - no, nuestra memoria no es un disco duro que recoge nuestras experiencias- " y apuesta más bien por la memoria como "un complejo y frágil proceso cerebral que construye, almacena y recupera recuerdos en constante evolución."

6 de agosto de 2018

John Maynard Keynes: el arquitecto de las finanzas mundiales.

Considerado el economista más influyente del siglo XX, John Maynard Keynes, cambió la forma de entender la economía, especialmente, el papel de las variables agregadas como el consumo, el gasto público o la inversión y como éstas se interrelacionan para explicar el comportamiento económico de un país. John Maynard Keynes entró en la Universidad de Cambridge en 1902 y estudió matemáticas. En la Universidad de Cambridge se formaba la élite de la administración británica y Keynes accedió a ella una vez finalizados sus estudios, en concreto al Departamento Militar de la Oficina de la India. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, fue asesor de la Conferencia de Paz de París de 1919. Poco después dimitió de su cargo dentro de la Adminstración, en el Tesoro, y regresó a la universidad.

Durante la década de 1920, la figura y la autoridad de Keynes fue creciendo dentro de los círculos académicos, pero, no publicó ninguna obra de peso. No fue hasta 1930, cuando apareció dos de sus obras más importantes: Un tratado sobre el dinero, y, seis años más tarde, en 1936, Teoría general del empleo, el interés y el dinero, su obra más conocida y con la que se convirtió en el economista más importante de su generación. La publicación de esta última obra supuso una revolución en la forma como se pensaba la economía hasta entonces y al mismo tiempo desarrolló la moderna terminología macroeconómica. Casi al finalizar la II Guerra Mundial, participó en las conversaciones de Bretton Woods en Estados Unidos, donde se sentaron las bases del nuevo sistema financiero mundial y las instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Finalmente, falleció en 1946.