7 de octubre de 2025

La relación entre Hannah Arendt y Martín Heidegger.

La relación entre Hannah Arendt y Martin Heidegger es una de las más complejas y fascinantes del siglo XX: una trama de amor, ruptura, pensamiento y reconciliación, donde lo personal y lo filosófico se entrelazan de manera inseparable.
A continuación os la detallo en tres planos: vital, sentimental y filosófico, mostrando cómo esa relación marcó la vida y la obra de ambos.
 1. Plano vital y sentimental: un amor imposible y persistente

El encuentro (1924, Marburgo):
Hannah Arendt tenía 18 años y era estudiante de filosofía en la Universidad de Marburgo. Heidegger, 35 años, estaba casado y era ya un profesor carismático, famoso por su pensamiento innovador.
Entre ellos surgió una intensa relación amorosa y secreta. Fue una relación desigual —maestro y discípula, hombre casado y joven estudiante— pero profundamente espiritual y afectiva.

Separación y exilio:
Arendt se trasladó a Heidelberg, donde continuó sus estudios con Karl Jaspers, y más tarde se exilió por el ascenso del nazismo (1933). Heidegger, por su parte, se unió al régimen nazi ese mismo año, lo que marcó una herida profunda en su relación.

El reencuentro (después de la guerra):
Tras la Segunda Guerra Mundial, en 1950, Arendt lo visitó en Alemania. A pesar de todo —su vinculación con el nazismo y la distancia de décadas—, retomaron una amistad epistolar basada en el respeto y la memoria compartida.
Ambos se reconciliaron sin negar el pasado, aunque Arendt nunca justificó su adhesión política: “Heidegger fue un gran filósofo y un hombre que cometió un error imperdonable.”

 2. Plano filosófico: influencias, distancias y diálogos

La influencia de Heidegger en Arendt:
Heidegger introdujo a Arendt en una nueva forma de pensar el ser, la existencia y el sentido. De él heredó:

La atención al ser-en-el-mundo (Dasein).

La idea de que el pensamiento debe partir de la experiencia concreta, no de sistemas abstractos.

El estilo meditativo, fragmentario y atento al lenguaje.

Sin embargo, Arendt tomó ese impulso para apartarse radicalmente de Heidegger:

Donde él reflexionaba sobre el “ser”, ella se centró en el “vivir juntos”.

Frente a su pensamiento ontológico, Arendt desarrolló una filosofía política de la acción y la pluralidad humana.

Heidegger veía la política con desconfianza; Arendt la consideraba el espacio esencial de la libertad.

La crítica implícita:
En La condición humana (1958), Arendt transforma categorías heideggerianas.

El ser-en-el-mundo se convierte en acción en el mundo.

El cuidado (Sorge) se transforma en responsabilidad y natalidad: la capacidad humana de comenzar algo nuevo.

Heidegger buscaba autenticidad individual; Arendt defendía la coexistencia plural y pública.

El legado compartido:
Ambos compartían la desconfianza hacia la técnica, la modernidad y el pensamiento instrumental. Pero mientras Heidegger respondía con una filosofía del retraimiento, Arendt proponía una ética de la aparición y la palabra, una recuperación del mundo común.

3. Plano humano e histórico: reconciliación y memoria

A lo largo de su vida, Arendt nunca renegó de la influencia de Heidegger ni de su afecto por él.

En sus cartas (recopiladas en Hannah Arendt / Martin Heidegger: Correspondencia 1925–1975), se percibe un tono íntimo, respetuoso y a veces nostálgico.

Ella lo defendió de ser reducido a su error político, sin negarlo.

Él la consideró una de las personas más importantes de su vida y una de sus alumnas más brillantes.

Arendt escribió sobre la capacidad de “empezar de nuevo”, un concepto que puede leerse como una forma simbólica de redención humana y filosófica. Esa idea, quizás expresa también su manera de comprender su relación con Heidegger:

 “El milagro que salva al mundo, al reino de los asuntos humanos, es en última instancia el hecho del nacimiento: el hecho de que los seres humanos nazcan continuamente, de que comiencen de nuevo.”



En una frase final:
La relación entre Hannah Arendt y Martin Heidegger fue una tensión entre amor y pensamiento, entre fidelidad y crítica. De ese vínculo nació una de las reflexiones más poderosas sobre la libertad, la responsabilidad y la fragilidad del juicio humano ante la historia.




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