En esta segunda entrega de la síntesis del libro El decrecimiento explicado con sencillez de Carlos Taibo vamos a resumir los capítulos del 6 al 10, ambos incluidos. Estos capítulos que aludimos son: Crecimiento, Consumo y Bienestar; La propuesta del decrecimiento; El arraigo de los Principios del decrecimiento; Menos complejos, menos urbanos y Decrecimiento y Demografía.
En Crecimiento, consumo y bienestar, la renta per cápita en EE.UU. hoy es tres veces superior a la que registraba al terminar la Segunda Guerra Mundial. Y, sin embargo, el porcentaje de norteamericanos que confiesa ser cada vez menos feliz ha ascendido. No obstante, en estadios inferiores del desarrollo la disposición de dinero es vital y guarda una relación estrecha con el bienestar. Parece demostrable que dejados atrás esos estadios iniciales del desarrollo el consumo excesivo es un indicador de infelicidad más que una señal de bienestar. Por otro lado, damos por descontado que cada nueva generación vive mejor que la anterior. Aunque esta percepción tiene su fundamento, parece que se acumulan argumentos que concluyen que ha dejado de servirnos. En un terreno parecido, cada vez hay más gente que no añora la vida de antes y que no hay ningún motivo para idolatrar el crecimiento económico. En los últimos decenios hemos asistido a la consolidación de 2 hechos singulares: los obreros de antaño se han transformado en algo diferente: aunque presumen de su rechazo al capitalismo prefieren ignorar que sus prácticas de consumo son las de la burguesía al tiempo que prefieren olvidar su incapacidad para abandonarlas. Y, un segundo hecho es que mientras los niveles de consumo son altos, la pobreza se ha ido extendiendo.
En La propuesta del decrecimiento, es importante formular 2 precisiones en relación con la propuesta del decrecimiento:
1- No se trata de llevar a cero los niveles de producción y de consumo: se trata restaurar el equilibrio con el medio ambiente que la industrialización, la urbanización y el colonialismo ha roto.
2- El proyecto del decrecimiento no es un proyecto “puritano”. En la propuesta de crecimiento se reivindica una vida social frente a una vida marcada obsesivamente por el consumo, la productividad y la competitividad que nos ofrece en nuestra sociedad.
Hay que señalar que la propuesta del decrecimiento no se agota en la demanda de la reducción en los niveles de consumo y de producción en el norte. Implica la defensa de principios y valores muy diferentes de los que impera hoy. Vamos a enumerarlos:
1- La primacía de la vida social frente a la lógica de la producción, el consumo y la competitividad. Es difícil que eso suceda sino se sale del capitalismo.
2- El decrecimiento acarrea una crítica a la mayoría de las formas de ocio vinculados con el consumo y con el dinero. Apuesta por un ocio creativo.
3- El reparto del trabajo.
4- El establecimiento de una renta básica de ciudadanía para atender a los problemas, que se revelarán cuando se aplique un programa de decrecimiento.
5- La reducción del tamaño de las infraestructuras productivas, administrativas y de transporte.
6- La recuperación de los elementos de la vida local frente a la lógica de la globalización. Esa recuperación se debe asentar en la descentralización y la descomplejización y debe traducirse en un renacer de la vida rural frente a las megalópolis.
7- En el terreno individual, la sobriedad y la sencillez deben presidir la vida. No está de más incluir en este apartado la defensa de la lentitud como elemento articulador de la vida social.
En El Arraigo de los principios del decaimiento, los principios y los valores del decrecimiento los podemos encontrar en el pasado y en el presente actual:
1- Muchos de esos principios y de esos valores los podemos ver en las prácticas del movimiento obrero de siempre.
2- Un segundo ámbito de la filosofía del decrecimiento es el que aporta la llamada economía de cuidados. Protagonizada por mujeres fundamentalmente, se manifiesta a través del cuidado de niños y ancianos. Se asienta en la gratuidad y en la entrega y tiene una honda dimensión ecológica.
3- La propia institución familiar refleja la influencia de los principios y los valores del decrecimiento. En la institución familiar impera la lógica del don, del regalo y de la gratuidad.
4- Los abuelos han hecho gala de una austeridad y de una búsqueda del saber vivir.
5- Muchos de esos pueblos que nos empeñamos en descalificar como primitivos y atrasados, sin embargo, su primitivismo y atraso los sitúan muy por encima de nosotros en lo que hace referencia a la vida social y al respecto al medio ambiente.
En Menos complejos, menos urbanos, detrás del decrecimiento es fácil de apreciar la influencia de 2 grandes proyectos:
1- Sociedades menos complejas: Empecemos por la descomplejización: las sociedades capitalistas han tendido a perfilar sociedades cada vez más complejas. La dependencia de estas sociedades a factores externos ha sido cada vez mayor y la posibilidad de sortear estos factores resulta ser cada vez más reducida.
2- Cuestionamiento de las virtudes que se atribuyen a las ciudades y reclama la vuelta al mundo rural. Parece que hubiera empezado a desvanecerse todo aquello que atrajo a las ciudades a tanta gente del campo.
En Decrecimiento y demografía, el proyecto del decrecimiento incluye una dimensión demográfica. Si en términos generales afirmamos que vivimos en un planeta con recursos limitados, no tiene ningún sentido crecer ilimitadamente. Este mismo argumento debe aplicarse a la población. En el discurso oficial se nos repite que el problema demográfico se halla en vías de solución: habrá una reducción en el ritmo de crecimiento de la población que conducirá a su estabilización entorno a los 10000 – 12000 millones de habitantes. Es preciso señalar que el problema que nos planteamos no es estrictamente demográfico sino que remite a cómo construimos nuestras sociedades desde el punto de vista político, económico, social o ecológico. A la pregunta cuántos seres humanos pueden vivir en el planeta hay que responder con un depende. Depende de cuál sea el modelo de ser humano que tomemos en consideración.
Mas allá de esto, resulta evidente que la propuesta del decrecimiento tiene que traducirse en activas políticas de control de la natalidad. Esas políticas de control no deben guardar ninguna relación con un proyecto de exclusión, y en su caso de exterminio, de una buena parte de la población mundial.
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